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Aunque parezca mentira

Nunca se es demasiado inocente

Este libro que se dice Crónica de un viaje se sitúa entre la nostalgia y la epistemología, pudiendo consecuentemente leerse como una novela. Recomiendo pues, a fuer pecar de intempestivo, retrasar el acceso impetuoso al prólogo hasta haber culminado la lectura. Cierto que como crónica acarrea de oficio materiales autobiográficos, y así se consigna, ¿pero qué novela no lo hace también, aunque lo prescriba de modo velado? No somos entes ficticios, es más bien la ficción la que nos constituye como entes, sin duda con más eficacia que los postulados racionales o científicos, estos últimos, respectivamente, formas confusas o astutamente complicadas de periodismo.

Es conveniente recalcar, como señala un crítico anónimo que parafrasea al autor, “que este viaje ocurrió en un Japón que no era lo que es ahora. Un Japón de hace casi treinta años… un Japón sin Internet, sin redes sociales, sin esa enorme información disponible para el turista con un golpe de dedo de la que disponemos hoy”. 

"Pazó hace desfilar al narrador y viajero por un territorio que se quiere plenamente cartografiado, pero que la palabra va convirtiendo en incesante y enigmático"

La búsqueda del alma de Japón que impulsa al protagonista, viajero solitario que se afina en las bifurcaciones, tiene un aroma universal que encuentra su sentido más profundo comprendiendo sus peripecias en el contexto de la novela de aprendizaje. Novela y crónica, como las dos colas del gato Nekomata. No debemos pues, como punto de partida, confundir al joven profesor recién llegado a un país que ya en el significado de su nombre se asimila al psicoanalítico y definitorio proceso de escucha, con su doble: el autor. Siempre que la leamos como novela. Al mismo tiempo, si quisiéramos entenderla como crónica, no podríamos obviar el lastre biográfico que una escritura tenue y asaz precisa, el estilo inconfundible de José Pazó, articula como transmutación alquímica de una interioridad que no puede ser otra que la propia.

En todo momento y lugar es mejor imaginar que instruirse.

Una destreza literaria sobresaliente nos permitirá implicarnos en un peregrinaje finito desde una nostalgia que remite en su origen a un jardín sito en un Madrid hoy desvanecido, hasta un desencadenamiento manifiestamente cinematográfico y veloz perpetrado en una mega urbe nipona. Pazó hace desfilar al narrador y viajero por un territorio que se quiere plenamente cartografiado, pero que la palabra va convirtiendo en incesante y enigmático. Allí, junto al mar azul verdoso y ajeno, se confrontan lugares, rostros, graznidos de cuervo, caracteres singulares, fantasmas, risas de niños y ancianos entrañables. Siempre, salvo en algún excurso decisivo, hacia zonas elevadas geográficamente, acompañados por un calor pegajoso omnipresente. El mismo que afrontan los detectives de novela negra afincados en California.

"Recomiendo al lector seguir desde el principio, hoy asunto sencillo con los ordenadores, la senda narrada junto con sus desvíos espontáneos"

No falta aquí tampoco la mujer misteriosa, la ceremonia del Té, la exposición sucinta del procedimiento Zen… Todo ello envuelto en un tiempo invisible repleto de incógnitas difuminadas en lo cotidiano, que amablemente se le van desvelando al protagonista que también es el lector. Japón acoge con suavidad a quien lo busca. Así también hace la arena que se desliza en los escenarios que frecuenta, como una madre infinita y dispersa. Ante la presencia fronteriza del mar, desde ese territorio del vacío tan ajeno a nuestro núcleo imaginario medieval que es la playa, participaremos en un proceso intenso de desasimiento. El desatarse paulatino del núcleo nómada de un yo, frontalmente inasible, que sigue una trayectoria presuntamente circular.

El trayecto desde la ciudad de Kobe hasta Amanohashidate, “el puente celestial”, y el regreso por otro camino al punto de partida, constituye la materia aparente de este libro. Recomiendo al lector seguir desde el principio, hoy asunto sencillo con los ordenadores, la senda narrada junto con sus desvíos espontáneos. De manera metafórica navegaremos en la penumbra, bajo la luz de la Luna, sin perder de vista la costa. Un poco/mucho, esto lo añado yo, como también lo solicita la vida.

"Esta criatura, sanguinaria y honesta a la par, acecha desde el exilio y domina las situaciones de soslayo. Lo más similar entre nosotros sería el gato de Alicia"

El protagonista comparte en su vagabundeo, y en eso este libro también es un excelente y muy ameno libro de viajes, un prontuario de descripciones centradas muchas veces en parajes naturales y saberes lingüísticos, estéticos y antropológicos expuestos con inteligencia y solicitud. La seducción novelesca, impregnada del espíritu del gato bifurcado, ayudará que el lector le acompañe de buen grado en el recorrido de una zona por entonces ajena al turismo masivo, donde en todo momento no perderemos el pulso del pasado.

Nekomata yama “vivía originalmente en el monte Fuji, dicen que era un viejo gato que servía al prior del templo principal del monte”. Enciclopedia Yokai (Volumen 2. Satori). Esta criatura, sanguinaria y honesta a la par, acecha desde el exilio y domina las situaciones de soslayo. Lo más similar entre nosotros sería el gato de Alicia.

José Pazó es autor, traductor y editor; como autor destacar y recomendar encarecidamente, aparte de este libro, su novela El enigma de los espejos (Cuadernos de Langre, 2016).

Como él mismo asevera: “es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y ha vivido y enseñado en los Estados Unidos y Japón”. Y sin embargo posee a fuer de una flexibilidad felina la sabiduría veloz y sorprendente del zorro…

Luego las puertas se abrieron y desaparecí en la ciudad.

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Autor: José Pazó Espinosa. Título: Nekomata, el gato de las dos colas. Editorial: Langre. VentaTodos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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