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Carlos Bardem

Fue un placer retratar a Carlos para este blog. Estas fotografías las realicé minutos antes de que Jesús F. Úbeda lo entrevistase para esta web, con motivo de la publicación de su nueva novela, Mongo Blanco.

Charlamos sobre historia, política y sus autores de referencia.

Descubrí a un Carlos humano, comprometido y tremendamente amable.

Para saber más sobre Carlos:

Carlos Bardem nace en Madrid el 7 de marzo en 1963. No tenía intención de seguir los pasos de su familia en el mundo del cine. Se licenció en Historia en la Universidad Autónoma de Madrid, y posteriormente se diplomó en Relaciones Internacionales.

En 1999 publicó su primera novela, Muertes ejemplares, que mereció una mención especial del jurado en el Premio Nadal.

En 1996 debuta en el cine con Más que amor, y a continuación sigue trabajando en películas como Perdita Durango, Torrente, el brazo tonto de la ley, Princesas, Alatriste, Los fantasmas de Goya, la mexicana La zona o Che: Guerrilla, entre otras muchas. En 2011 es nominado al Goya como mejor secundario por Celda 211. Dos años después Santiago Zannou lleva al cine su segunda novela, Alacrán enamorado, que también coprotagoniza. En 2015 aparece en el thriller de proyección internacional La deuda; en 2016 trabaja en la serie La embajada.

Este año publica su novela histórica Mongo Blanco, editada por Plaza y Janés.

Nos recomienda este libro a los lectores de Zenda

Las benévolas, de Jonathan Littell.

Me fascinó esta novela, Premio Goncourt y Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. Novela extensa y llena de información histórica sobre el nazismo y sus atrocidades, e intensa, una disección minuciosa del Mal, con mayúsculas. Del monstruo que nos habita como especie y que, afortunadamente, solo liberan unos pocos. A través del enrolamiento, auge y ¿caída? de un miembro de las SS, Littell nos invita a asomarnos a un pozo profundo, cruel, aterrador pero fascinante, un agujero de paredes resbaladizas, sin asideros, en el que reptan el alma del protagonista y de Europa en una de sus épocas más oscuras.

Las benévolas está en el origen, uno de ellos, de mi Mongo Blanco. Ambas describen el mal, los monstruos que cada atrocidad crea y eleva para poder realizarse. La trata de esclavos del XIX fue precursora de muchos de los aspectos del Holocausto nazi: la cosificación de seres humanos para así poder destruirlos mejor, la participación de miles, millones, de personas “normales” en su ejecución —esa banalidad del mal que tan bien describió Hannah Arendt— pues para cometer una atrocidad contra millones de individuos hace falta la colaboración, la complicidad, de otros tantos millones.

Como digo, hay una influencia de Las benévolas de Littell en uno de los grandes temas de mi novela. No así en la forma. Los escritores somos producto cultural de nuestra época y geografía, de la cultura que amamos y, quizás aun más, de la que combatimos. La novela de Littell tiene un tono seco, directo, muy sajón, yo diría que incluso protestante, que impregna el periodo de sus frases, el ritmo y el léxico de la novela. Características que sin duda encajan perfectamente con la descripción de su germánico protagonista y de la razón aberrante del nazismo.

Por contra, mi Mongo Blanco es un monstruo latino, católico renegado y teñido de África y Caribe. Me gustaría pensar que las frases, ritmo y léxico tienen un aire a Carpentier.

En cualquier caso, dos novelas que retan al lector y le invitan a asomarse a pozos lóbregos y profundos. Valor.

“Fortuna audaces iuvat!”

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