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Carlos Mayoral

Conocí a Carlos hace unos años, cuando Karina Sainz Borgo lo entrevistó para Zenda: me pareció un escritor de gran talento y un periodista con mucho estilo.

En esta época de confinamientos y dificultades para la movilidad, decidimos hacer el reportaje para este blog en la casa de la amiga Laura Riñón: su librería Amapolas en Octubre.

Para saber más sobre Carlos:

Carlos es periodista: colabora en la sección de cultura de El Español, en los medios digitales Zenda y The Objective, así como en las revistas culturales Jot Down Magazine y Archiletras. En el ámbito periodístico, fue finalista del premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en el año 2018.

Ha publicado el ensayo literario Empiezo a creer que es mentira (Círculo de Tiza, 2017), que fue finalista en 2017 del premio El Ojo Crítico Narrativa, otorgado por Radio Nacional de España, en su modalidad de Narrativa. Ha formado parte del ensayo colectivo La España de Abel (Editorial Deusto, 2018), donde un grupo de escritores nacidos en democracia analizan el papel de la Constitución del 78 por su cuarenta aniversario.

En 2019 publica su primera novela, Un episodio nacional (Espasa, 2019), finalista del premio Hislibris 2020.

Nos recomienda este libro a los lectores de Zenda:

Recomiendo a Azorín porque para mí es el primer novelista moderno de nuestras letras. Al contrario de lo que se venía haciendo en la novela del XIX, Azorín pone el foco en las imágenes, no en vano a su trabajo se le suele llamar novela impresionista. Los capítulos de Doña Inés, para mí la mejor novela de cuantas hubo publicado, son pequeños cortometrajes, un plano-secuencia extraordinario, se adelanta varios años al efecto que el cine ejercería sobre la prosa mundial, y que seguirían Dos Passos, Cela y tantos otros. Antepone un jardín, traza sus colores, hace pasar a un viandante, nos hace llegar el sonido de un ave, al fondo dos enamorados conversan. Puro cine. Ese es Azorín. Con su estilo pulcro. Sin el machaque de sus compañeros de generación, sin los enrevesamientos de Valle, ni los experimentos existencialistas de Unamuno. Sé que esto podría correr en su contra, pero lo cierto es que las corrientes posteriores fueron más azorinianas que otra cosa. Fue un precursor.

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