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Cartarescu: «Ucrania es hoy el escudo de la libertad de toda la humanidad»

Cartarescu: «Ucrania es hoy el escudo de la libertad de toda la humanidad»

Foto de portada: Cosmin Bumbut

No duda en afirmar el escritor rumano Mircea Cartarescu que la invasión de Ucrania se vive de forma muy distinta en Madrid o Barcelona que en su Bucarest natal. Allí, destaca, todo el mundo tiene un fuerte sentimiento de «implicación, solidaridad y responsabilidad, como si fuera nuestra guerra».

En una entrevista con EFE, Cartarescu, que ha participado en el Ateneu Barcelonés en un acto con motivo del Día Mundial de la Poesía organizado por el PEN catalán, considera que, independientemente del rumbo que tome la guerra, ésta «ya ha sido ganada por el pueblo ucraniano».

Sostiene que lo que empezó el día 24 de febrero es «una guerra sucia, primitiva, sin ningún sentido, que sobre todo muestra un deseo brutal, bestial de querer agredir, de atacar deliberadamente lugares pacíficos, lo que ha puesto a todo el mundo en contra de la Rusia de Putin», al frente de un régimen que tilda de «criminal».

A la vez, muestra su preocupación por el hecho de que hoy existan «mecanismos, medios que pueden destruir todo el mundo y, desgraciadamente, no están en las manos más adecuadas».

Para Mircea Cartarescu, «todo depende de la resistencia de los ucranianos, una población que ha quedado sola ante los agresores, un país que es ahora el escudo de la democracia y la libertad de toda la humanidad».

Admirando a una gente que «sacrifica su vida por el bien del mundo», subraya que «la guerra ya ha sido ganada por Ucrania y por quienes están unidos e imponen sanciones a Putin».

«El problema del gobernante ruso —argumenta— no es la victoria, sino cómo retroceder, cómo quedar de una manera honorable dando un paso hacia atrás. Ha hecho cálculos equivocados iniciando esta guerra y nada de lo que quería lo ha conseguido«.

Más allá de sus escritos teóricos y sus ensayos sobre el conflicto, Cartarescu se ha implicado a nivel personal y descubre que en su casa está acogiendo a una familia de ucranianos.

Otra de sus preocupaciones en estos últimos años es el auge de los partidos de extrema derecha y de las políticas populistas, tanto en Europa como en América, sin olvidar que en Rumanía, «desgraciadamente, hay un partido de estas características, la Alianza para la Unión de los Rumanos, con una gran influencia, que son como una grada de fútbol, llena de hombres primitivos».

POETA, POR ENCIMA DE TODO

Considerándose, por encima de todo, un poeta, y precisando que incluso sus monumentales novelas «son poemas muy largos», asevera que «nada hay más precioso y valioso que la poesía, una actitud ante la vida».

A pesar de que cuando contaba con 32 o 33 años decidió que no escribiría ningún otro verso, porque entonces le pareció más atractivo el arte de la prosa, cuando estalló la pandemia se vio obligado a volver a ella, tras sufrir una profunda depresión, que acabó en un libro de poemas, No grites buscando ayuda.

En este volumen invocó a todos sus «demonios interiores, temores, sufrimientos» y los eliminó de su mente. «Gracias a eso me he salvado de la pandemia».

Principalmente lector, hasta el punto de rememorar que su primera imagen es de cuando tenía dos años y su madre le sentaba en su falda para leerle un libro, tampoco esconde que en la adolescencia sus amigos eran los libros y que podía estar hasta ocho horas viviendo en ellos, hasta llegar a perder el contacto con la realidad y preocupar seriamente a su progenitora.

«Ella —describe— me enviaba a jugar con otros niños fuera, pero a los diez minutos volvía a estar ante el dintel de la puerta, porque solo quería leer».

En plena escritura de una nueva novela, Theodoros, calcula que se publicará en Rumanía a finales de este año y advierte que «será más accesible que otras anteriores, más agradable de leer, llena de aventuras, de hechos excepcionales, de cuentos y relatos de amor».

Uno de ellos, centrado en el Rey Salomón y la Reina de Saba, que tendrán un hijo, tal como aparece en la Biblia de Etiopía.

Será, de nuevo, voluminosa, unas 600 páginas, «llena de fantasía y de nostalgia», aludiendo a paisajes de las islas griegas, del Líbano o de Etiopía, alejándose del Bucarest gris de altos bloques de pisos de otras obras suyas.

«No me gusta repetirme, sino que quiero escribir libros muy diferentes entre sí, como hacía Flaubert, ninguno de cuyas obras se parece», apunta.

Autor de un dietario desde que cumplió los diecisiete años, que es como su «segunda piel», según proclama, Mircea Cartarescu no da nunca consejos a nadie, pero si un joven le pidiera ahora qué debe hacer para escribir, simplemente le diría: «No escuches a nadie, sigue tu corazón».

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