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Cinco años, tres manuscritos

Cinco años, tres manuscritos

Patricia Almarcegui ha escrito una carta de amor a Menorca e Irán a través de una novela en la que dos mujeres, una de cada uno de esos lugares, coinciden en un hotel abandonado que ha sido ocupado. Las dos protagonistas de Las vidas que no viví descubrirán enseguida que, pese a sus orígenes diferentes, tiene muchas cosas en común.

En este making of Patricia Almarcegui cuenta el origen de Las vidas que no viví (Candaya).

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El trabajo de mi tercera novela, Las vidas que no viví, ha sido largo. Empezó hace cinco años y ha dado lugar a tres manuscritos. Posiblemente, ha sido el libro que más dudas me ha generado. El origen arranca con una treintena de entrevistas a mujeres de nacionalidades y tres generaciones diversas. A todas les pregunté lo mismo: en qué situaciones laborales, sentimentales, familiares, etc. se habían sentido en inferioridad de condiciones respecto a los hombres. Desde el principio supe que no quería hacer una compilación de entrevistas ni un libro de no ficción. Cómo crear unas voces que pudieran transmitir la intensidad de lo que me habían contado y de lo que quería contar.

"Usé la misma poética de mi penúltimo libro, el fragmento: me permitía trabajar más el lenguaje y buscar un tono de mayor intensidad"

Hice una lista de los acontecimientos y acciones que habían surgido en las entrevistas y luego creé tres voces. Una mujer de Barcelona, otra de Yazd y una tercera de Tokio. Era el primer manuscrito y las voces se alternaban. Se titulaba La herida. Más tarde decidí que la japonesa (una actriz de veinte años) desapareciera. Quedaron Pari (iraní de 75 años, que se ha mantenido desde el comienzo) y Anna. No sé cuándo decidí que ella sería menorquina, pero eso, creo, ha sido uno de los encuentros del libro. He vivido los últimos diez años en la isla, los lugares pueden llegar a determinar y generar los relatos, y encontrar una voz para ella tendría que ver también con mi experiencia aquí. Irán y Menorca son los sitios de mis afectos de los últimos años.

Usé la misma poética de mi penúltimo libro, el fragmento: me permitía trabajar más el lenguaje y buscar un tono de mayor intensidad. Había acontecimientos que obligatoriamente tendrían que tener una extensión más grande: el aborto, la excursión al faro, el préstamo y la peluquería. Los hechos, en definitiva, que van trazando las vidas que viven y que no viven las dos protagonistas. Y mientras, se colaron mis otros intereses y obsesiones de estos años: la maternidad, el derecho a la vivienda, la gentrificación, el turismo y lo que hoy se denomina la liternatura (travel writing), a través del huerto y el jardín. Espacios en los que crecen las protagonistas y que las definen, y que permiten además ir desplegando multitud de cuestiones que tienen que ver con la naturaleza y el paisaje en la actualidad, dos espacios que deben redefinirse en plena crisis climática.

"Luego están las imágenes sensitivas, el ritmo de palabras y sintagmas, los puntos y aparte y la forma de la página, el lenguaje poético, todo aquello que puede devolver el tiempo real de los acontecimientos que se cuentan Anna, Pari, Menorca e Irán"

A Anna y Pari las imaginé en una larga conversación y, a medida que hablaban de Irán y Menorca, surgió una escritura a medias mítica a medias cronística que en el último manuscrito decidí que fuera una tercera voz. La única que hablaría en tercera persona, frente a la primera de ellas. Las tres voces se alternarían, y dividí la novela en tres partes. Surgieron catástrofes naturales, naufragios, conquistas y revoluciones. Circunstancias no elegidas por los menorquines e iraníes pero que han configurado sus vidas y destinos y son, algunas, casi desconocidas. A veces también se han deslizado frases, versos, ideas de las deudas artísticas de estos cinco años: Nizami, Beauvoir, Farrojzad, Hafez, Panahi, Rubio i Tuduri.

Luego están las imágenes sensitivas, el ritmo de palabras y sintagmas, los puntos y aparte y la forma de la página, el lenguaje poético, todo aquello que puede devolver el tiempo real de los acontecimientos que se cuentan Anna, Pari, Menorca e Irán. Como esas frases sueltas que pertenecen a algunas de las entrevistas de las mujeres pero podrían ser versos de Hafez y que, al igual que en su poesía, no se resuelven, pero denuncian y restituyen lo que sintieron, y flotan en la página como un mensaje a veces iniciático y a veces de alarma. “De qué tiene memoria este jardín”.

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Autora: Patricia Almarcegui. Título: Las vidas que no viví. Editorial: Candaya. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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