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Eduardo Mendoza navega en Tres enigmas para la Organización entre Mortadelo y Agatha Christie

Eduardo Mendoza navega en Tres enigmas para la Organización entre Mortadelo y Agatha Christie

El escritor barcelonés Eduardo Mendoza ha vuelto a las librerías, después de anunciar el pasado año su retirada, con Tres enigmas para la Organización, una novela negra paródica coral que navega, según ha reconocido, entre Mortadelo y Filemón y clásicos del género como Agatha Christie.

En la presentación a la prensa de Tres enigmas para la Organización (Seix Barral), Mendoza se ha confesado un lector casi compulsivo de novela de misterio y espectador habitual de series policíacas: «Siempre tengo en la mesilla de noche una novela negra».

Aunque inicialmente no había caído en la cuenta, «las similitudes de los personajes con Mortadelo y Filemón están presentes, como gran admirador de Francisco Ibáñez, recientemente fallecido» y añade: «Los dos hemos bebido en las mismas fuentes, los personajes de los cómics que nos gustaban tanto, los de Bruguera, el loco Carioco, la familia Cebolleta, de donde salieron no solo Mortadelo, sino también Rompetechos, el Botones Sacarino y también mis personajes».

Por la estructura narrativa, con una trama que va avanzando y que culmina con todos los personajes reunidos, la novela transpira la estructura de las novelas de Agatha Christie, que un Mendoza escolar leía con fruición cada vez que caía enfermo en el colegio y tenía que quedarse en casa.

Ese bagaje y la educación sentimental, señala, están metidos en un rincón de su cabeza y asoman cada vez que escribe.

La novela gira en torno a los miembros de una organización gubernamental secreta creada durante el franquismo que deben investigar en la Barcelona de 2022 tres casos que aparentemente no están relacionados: la aparición de un muerto en un hotel de las Ramblas, la desaparición de un millonario británico en su yate y las singulares finanzas de Conservas Fernández.

«Quería que los personajes fueran un poco individualizados, que fueran arquetípicos en sus vidas privadas, como una señora que cuida a su madre enferma, otro que cuida al hijo porque está divorciado u otro al que la cabeza no le funciona demasiado bien».

Retirada anunciada y frustrada

Asegura Mendoza que el hecho de haber anunciado su retirada tras su última novela le concedió mucha libertad: «Pensé que lo que escribiera después sería como esos cantantes que se retiran pero hacen giras de verano con toda la libertad, sin miedo a tener un gallo en directo».

Eso mismo ya le pasó, reconoce, cuando escribió El misterio de la cripta embrujada, que hizo «para quitarme de la cabeza una novela que me daba mucho trabajo, La ciudad de los prodigios y entonces decidió «escribir una tontería».

Con esa misma libertad también hizo Sin noticias de Gurb que fue apareciendo en un periódico diariamente durante un verano.

En el texto, Mendoza desliza con su habitual ironía pinceladas críticas hacia la sociedad actual, ya sea el procés, la invasión turística, la permisividad de la prostitución o la idiotización a la que nos lleva la adicción al móvil.

EFE/Marta Pérez

La ausencia de corrección política convive con el humor mendoziano, que el escritor equipara a la cocina: «Si te pasas deja de funcionar, hay que saber en qué momento detenerte, y eso es pura intuición».

Revela el autor que su intención no era retratar la Barcelona actual, pero «en la foto sale el retratado y lo que pasa detrás, y es normal que se hable de la masificación de turistas porque la gente se encuentra con esas cosas en la calle».

Con tanta despreocupación afrontó esta novela que hoy ha dicho: «La novela no tiene nada que ver con la realidad. Esta novela no tiene ni contenido ni tema, es una novela autocontenida».

Ha precisado a continuación que su propósito es invitar al lector a «entrar en el juego y en todo lo que pasa dentro de la novela, que no se basa en hechos reales, para que la lea de manera lúdica, como si jugara al Monopoly, en el que compras calles, te haces rico y cuando acaba el juego vuelves a ser el mismo pobre de siempre«.

El resultado es «una farsa, una parodia», pero no quería que se pensara que es «una imitación de novelas de investigación en clave de farsa, porque es ante todo una novela de humor».

Sobre la cocina de esta nueva novela, Mendoza ha apuntado: «Es verdad que había decidido no escribir más novelas, porque pensé que ya había terminado el ciclo narrativo, pero luego pensé que era una pena no seguir haciendo lo que me gusta y empecé a escribir una novela de cualquier manera siguiendo el modelo de las series de televisión y las novelas policíacas modernas».

A su juicio, estas ficciones policíacas han cambiado de estructura: «Antes había un detective y ahora es un grupo, sea una comisaría o una agencia paralela creada por la CIA, y opté por hacer esto, pero estas series y novelas se toman demasiado en serio, y quise hacer una tontería de estas pero sin disimular».

Percibe el escritor barcelonés que el género negro, que marcó su infancia, «comenzó siendo como la comida basura, marginal, y poco a poco ha ido adquiriendo cada vez más prestigio y en estos momentos es la novela más común y también el género predominante en las series».

Sobre el futuro, Mendoza se muestra evasivo y prudente: «No sé lo que pasará dentro de un año, no tengo ahora una idea, porque estoy liado con la promoción de esta novela y necesito un período de desintoxicación».

Lo que sí es seguro es que «preferiría que esta novela no continuara, por miedo a la repetición».

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Un artículo de Jose Oliva.

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