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Un libro retrata a «El Tigre» de la inteligencia mexicana durante la «Guerra sucia»

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Un libro retrata a «El Tigre» de la inteligencia mexicana durante la «Guerra sucia»

El libro El Tigre de Nazar ofrece un retrato inédito de Miguel Nazar Haro, director de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) mexicana que entre 1978 y 1982 lideró la persecución y tortura de disidentes durante la «Guerra sucia».

«El Tigre» se definió a sí mismo como “una fiera sumamente sigilosa”, según explica este lunes en una entrevista con EFE el autor del material, el periodista Gustavo Castillo García.

Entre 2003 y 2011, Castillo García entrevistó en diferentes ocasiones a Nazar Haro para conocer su paso por el llamado ahora Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y al personaje que numerosos activistas y opositores de mediados del siglo XX acusaron de torturador.

“El Tigre era una denominación que tenía como parte de él. Incluso, de alguna manera, nos lo dice en las entrevistas, que es una fiera sumamente sigilosa, (…) que ataca cuando debe atacar”, explica el reportero reconocido en dos ocasiones por el Premio Nacional de Periodismo.

De hecho, tuvo un tigre de bengala en su despacho que utilizó en algunas ocasiones para sonsacar información a las personas que interrogaba. 

«Muy importante» para el sistema

El agente de seguridad y presunto torturador fue un personaje “muy importante” para el sistema político de mediados del siglo XX, tal y como señala Castillo, pues tuvo bajo su mando un organismo considerado tanto “garante de la seguridad” como persecutor “de entes subversivos”.

Cuando «El Tigre» pasó por la DFS, México vivía aún la resaca del movimiento estudiantil de 1968, donde alumnado y profesorado pusieron en jaque la idiosincrasia nacional, y en el contexto de la Guerra Fría que dividió al mundo en dos.

De hecho, el agente se caracterizó por su anticomunismo y la defensa de una ideología “mexicanista o guadalupana”, en referencia a la Virgen de Guadalupe.

“El asunto es cómo sus creencias y su mentalidad llegaban a niveles donde a su hijo, por hacer unos carteles de protesta por lo ocurrido el 2 de octubre (de 1968) en Tlatelolco (la masacre de cientos de estudiantes a manos del Estado), lo quiere poner a disposición del Ministerio Público», relata Castillo.

“Imagínate con la gente que no era su familia”, remacha. 

La Brigada Blanca y su represión

Antes de llegar a director de la Federal de Seguridad, Nazar Haro funda la Brigada Especial o Blanca, en contraposición a la Brigada Roja de la guerrilla, “un grupo destinado particularmente a combatir a los grupos inconformes” y que fue “tristemente conocido” por su represión de 1968.

El libro añade que el «brazo operativo» de la DFS “arrasó con poblados de la sierra de Guerrero para eliminar el apoyo a guerrillas”, además de ser “artífice de los vuelos de la muerte, en los que se arrojaba al mar a seres humanos vivos”.

La Brigada Blanca, que unificó a los distintos cuerpos policiales en el país y estuvo vigente durante la «Guerra Sucia», periodo en el que el Estado persiguió y desapareció a miles de disidentes, está acusada de practicar detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas.

“Él te dice: Yo hacía interrogatorios psicológicos. Cuando lees el libro, te preguntas cuál era la parte psicológica”, opina Castillo.

Por ello, promete que en el libro hay pasajes de la vida de «El Tigre» que parecen sacados de “aquellas viejas películas de espías”. 

Una carrera fulminada por «decir pendejo»

Nazar Haro se codeó con las más altas esferas policiales y políticas de México, pero su carrera terminó abruptamente “por haberle dicho pendejo (imbécil) a alguien que, después, asume el máximo poder” en el país, Miguel de la Madrid, presidente entre 1982 y 1988.

En 2004, autoridades detuvieron a «El Tigre» por cargos como desapariciones de personas, secuestros y genocidio, por lo que vivió dos años bajo prisión domiciliaria hasta septiembre de 2006, cuando lo absolvieron.

“Puede haber muchos que lo señalaron, pero las investigaciones nunca acumularon esas pruebas”, apunta el autor, que agrega que se trata de un caso donde la información «es muy complicada».

Para Castillo, el relato de «El Tigre», que murió en 2012, “no es una voz que deba quedarse en el pasado, sino que advierte de lo vivido”.

“Creo que lo más relevante es que alguien que estuvo en el sistema hable de cómo se operaba: la parte de intervención y de espionaje a todo Dios”, zanja.

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