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El hipster claudica

La Covid llega también a La Cañada de Azcón, el pueblecito turolense a donde había escapado el hipster Enrique Notivol. La huida al campo del moderno urbanita y su experiencia rural la había contado con insuperable desparpajo Daniel Gascón hace solo un par de años en Un hipster en la España vacía. Las peripecias del emblemático personaje continúan y se cierran en una segunda entrega de significativo título, La muerte del hipster. Podría sospecharse que Gascón ha querido aprovechar la merecidamente exitosa acogida de esas primeras andanzas, y algo de ello hay, pero también debe reconocerse que le quedaba bastante buena materia como para agavillar un manojo de nuevos lances, novedosos a pesar de prolongar una situación conocida, porque el autor dispone de una imaginación bullente. Además, las ocurrencias de Notivol lo merecían porque, cervantinamente, han trascendido, al punto de que aquella situación primera ya es de dominio público: el libro precedente se menciona en la novela de ahora, al igual que se recuerdan las hazañas del hidalgo don Quijote en la historia que refiere las que llevó a cabo ya armado caballero.

"La tendencia propiciada por la pandemia a refugiarse en núcleos rurales también afecta a La Cañada"

Enrique Notivol se ha convertido en alcalde y debe lidiar con la inesperada y difícil situación, que tiene en el pueblo alguna singularidad: la distancia entre personas no será muy difícil de observar en un lugar de contados vecinos. Esta muestra de la capacidad de Gascón para dar la vuelta a la realidad corriente la prodiga por todo el relato, en el que cunden las señales de la extraña experiencia que llevamos viviendo ya un par de años. La tendencia propiciada por la pandemia a refugiarse en núcleos rurales también afecta a La Cañada, y la somnolienta aldea será perturbada por gente de fuera. Asimismo, los vecinos reciben las pertinentes vacunas. En ello, por ejemplo, da el autor muestra magnífica de su ingenio para sacarle punta a la observación. Me refiero a los efectos secundarios de la vacunación. La escena es descacharrante, de un humorismo franco. Una lugareña, la Paca, respondía con frases gracianescas después de la segunda dosis y otra, la tía Antonia, en inglés con versos de Leonard Cohen (ambas precisiones se explican en un apunte final). Gascón, en este caso y en otros abundantes, rinde tributo al desenfado intrínseco, al que no debe buscarse trascendencias ni tres pies al gato.

"La mirada incisiva sobre el presente sigue alimentando la narración. Por sus páginas pasan asuntos candentes de la actualidad social y política"

La mirada incisiva sobre el presente sigue alimentando la narración. Por sus páginas pasan asuntos candentes de la actualidad social y política. Así, el procés tiene su dúplica en el movimiento independentista de una aldea cercana. De las rutinas de pensamiento de última hora quedan múltiples huellas: la autodeterminación de género, los espacios de socialización, la nueva terminología (Punto del Poliamor), la refundación del capitalismo, la sostenibilidad ambiental, la corrección política… Y los ajetreos institucionales dan lugar a otro desternillante pasaje. Se trata de la visita que una delegación europea hace a La Cañada para poner en marcha un programa piloto del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Entre otras anécdotas risibles, uno de los funcionarios enviados, la holandesa Luuk Kneynsberg, se aficiona al guiñote y tiene pesadillas nocturnas con el duque de Alba.

"La distorsión humorística produce un retrato revelador de muchas tonterías y comodines ideológicos"

La muerte del hipster rinde tributo a la comicidad. A partir de tal premisa, Gascón pone en juego con extraordinaria destreza la amplia gama de recursos de que dispone la literatura a tal efecto. En las páginas de la novela despliega el puro humor, la ironía, la burla, la sátira, el sarcasmo, y otras variantes de esta clase de figuras retóricas. Pero siendo el desenfado y el jugueteo mental un objetivo de primer orden, no terminan en este propósito sino que se proyectan en una visión muy ácida y acerba de nuestros días. La distorsión humorística produce un retrato revelador de muchas tonterías y comodines ideológicos. Aunque mostrarlos a través de una pluma distorsionadora —también de trazos variados: la parodia, el absurdo, el esperpento— constituya en sí misma una meta del libro, el autor no se manifiesta neutral. El hipster choca con la realidad hipertrofiada por los latiguillos mentales y se rinde a la realidad corriente, a lo que se vive en el pueblo. Se acabaron sus ensoñaciones “modernistas”, su regeneracionismo fantasioso. Se marcha de La Cañada. Da por concluido su trabajo. Claudica. Como legado nos deja un testimonio crítico que nos apela para que desmontemos las falsedades de ciertas formas de vida y de ciertas creencias. Y, entre tanto, nos divertimos a modo con la ristra de ocurrencias intencionadas que urde Daniel Gascón.

¿Qué hará a partir de ahora el inspirado autor aragonés? Se enfrenta a un gran reto: utilizar sus extraordinarias dotes de escritor satírico en empeños menos contingentes y fungibles. En contra suya irá la propensión de nuestras letras a la escritura severa y trascendente. A su favor, sus cualidades de narrador bien facultado.

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Autor: Daniel Gascón. Título: La muerte del hipster. Editorial: Random House. Venta: Todostuslibros y Amazon.

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