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Elmer, de David McKee: In Memoriam

Elmer, de David McKee: In Memoriam

El fallecimiento, el pasado mes de abril, de David McKee, autor de álbumes como Ahora no, Bernardo, Dos monstruos, y, muy especialmente, de las series protagonizadas por Mr. Benn y por el elefante Elmer, invita a reflexionar, a modo de homenaje, sobre esta última, construida sobre uno de los álbumes más celebrados en el último medio siglo.

"McKee apostó por otro tipo de presentación: Elmer es un elemento de la manada, un miembro de una sociedad de individuos"

La primera consideración que conviene hacer sobre Elmer es acerca de la naturaleza de su protagonista. Elmer es un elefante, animal de gran poder simbólico en las culturas africana y asiática que siempre ha ejercido fascinación en Occidente, hasta el punto de ser uno de los favoritos de los visitantes en los lugares de encuentro vinculados al entretenimiento, estrechamente relacionados con los niños (el zoo, el circo). En el mundo de la imaginación infantil ha dado lugar a héroes muy populares, como Babar o Dumbo. En aquellos casos primó siempre el elemento individualizado (pese a ser animales sociales y vivir en manada, los zoos o los circos rara vez podían permitirse disponer de más de uno o dos de ellos). El elefante tendía a presentarse como una montaña individual, como un coloso aislado.

Sin embargo, McKee apostó por otro tipo de presentación: Elmer es un elemento de la manada, un miembro de una sociedad de individuos. Ello le permitió combinar diferentes posibilidades del libro álbum, como el juego de diferencias o el libro rebosante. Elmer era un álbum de doble cara, un libro de lectura completa en 180 grados.

Pero ¿qué tipo de individuo era Elmer en su sociedad de elefantes? Uno muy específico: un arlequín, un payaso. Elmer representa la risa alegre, comunitaria. El color gris de la piel de los paquidermos permitía un juego de contraste muy vivaz que McKee supo explotar con talento: el ajedrezado multicolor que distingue a Elmer lo convierte en una presencia atractiva y estridente. El cromatismo extremo, combinado con la planitud del dibujo, permitía la contemplación de un mundo accesible y pleno para el lector, un mundo hecho con la intensidad orgánica de lo que es a la vez un sujeto y su representación: Elmer se convirtió en una creación, en un ser que dotaba de sentido cuanto tocaba (de ahí su supervivencia en toda una serie de aventuras encarnadas en libros).

"La naturaleza entera, en forma de lluvia que muestra la verdad de la cosas, celebraba el regreso de Elmer"

La identidad de Elmer es la broma bienhumorada, la cohesión del grupo. De ahí que, tras un episodio fugaz de crisis de identidad (tal era el tema de aquel primer álbum: la depresión del payaso), resurja con intensidad su naturaleza y el grupo festeje que las cosas permanezcan en su sitio. Recordemos el final del álbum, tras el regreso de Elmer y su incapacidad para mantenerse embozado —pretendió teñirse de gris, renunciar a su aspecto arlequinado—, de no ser quien verdaderamente es: la manada, regocijada con su presencia, decidió consagrar un día en homenaje a la broma de Elmer (su orientación inexorable a la risa, por encima de cualquier titubeo). La naturaleza entera, en forma de lluvia que muestra la verdad de las cosas, celebraba el regreso de Elmer, permitía la revelación de su identidad como parte fundamental del grupo, destiñendo el embozo gris. Su fiesta sería, a partir de ahora y para siempre, el carnaval: la fiesta en la que el grupo se disfraza para que nadie sea ni más ni menos que nadie.

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Autor: David McKee. Título: Elmer. Editorial: Beascoa. Venta: Todostuslibros

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