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En Salamanca, en el siglo XVI, Francisco de Vitoria puso las bases del derecho internacional

En Salamanca, en el siglo XVI, Francisco de Vitoria puso las bases del derecho internacional

A lo largo de la historia se han producido diversas corrientes de pensamiento jurídico-filosóficas que han permanecido vigentes hasta nuestros días. Puedo citar como principales hitos el nacimiento y desarrollo del Derecho Romano, la compilación que de este realizó el emperador Justiniano en su Corpus Iuris Civilis, las leyes derivadas de las ideas de Montesquieu y de otros enciclopedistas sobre la separación de poderes —las cuales dieron pie a que, tras la Revolución Francesa, Napoleón dictase las normas recopiladas en el llamado Código Napoleónico— y por último, las leyes y declaraciones emanadas de la Sociedad de Naciones que desembocaron en la creación de la ONU.

Entre estos hechos históricos destacan especialmente dos aportaciones de origen español. En primer lugar, la Carta Magna Leonesa, que en el año 1188 sentó las bases del parlamentarismo y de los derechos civiles, al conciliar, por primera vez, la participación de los ciudadanos en las decisiones del reino junto con el monarca, la nobleza y el clero. Son muchos los textos que atribuyen este mérito a la Carta Magna Inglesa de 1215, pero, como ha sucedido a menudo a lo largo de la historia, cuando los ingleses alcanzaron ese momento histórico, en España hacía veinticinco años que se había adelantado al dictar la Carta Magna Leonesa. En segundo lugar, la importante creación de Francisco de Vitoria y sus discípulos: la denominada “Escuela de Salamanca”. Francisco de Vitoria (Burgos, 1483 – Salamanca, 1546) fue un fraile dominico, catedrático y pensador, líder de un influyente grupo de teólogos y juristas españoles que, en los siglos XVI y XVII, renovaron el pensamiento escolástico de Santo Tomás y sentaron las bases de la ciencia, la filosofía, la jurisprudencia, el derecho internacional, el derecho de gentes y los derechos humanos. Abordaron los problemas éticos, sociales y económicos de su tiempo desde un punto de vista moral. Su obra continuó tras su muerte gracias a la labor de sus discípulos.

"La obra constituye una auténtica lección magistral de ciencias y letras, en una prosa erudita, pero al mismo tiempo, clara, entretenida y cercana"

Ante un hecho histórico de gran repercusión, el catedrático de la Universidad Complutense León M. Gómez Rivas y el doctor en teología José Carlos Martín de la Hoz han publicado el libro La Escuela de Salamanca: Cuando el pensamiento español iluminó al mundo, en el que explican, de manera concisa, precisa y amena, los fundamentos jurídico-filosófico-teológicos de Francisco de Vitoria y la influencia de la Escuela de Salamanca, desde el nacimiento del Imperio Español hasta la vigencia actual de sus teorías. La obra constituye una auténtica lección magistral de ciencias y letras, en una prosa erudita, pero al mismo tiempo clara, entretenida y cercana.

La importancia de Francisco de Vitoria radica en la influencia que ejerció sobre humanistas y pensadores del Renacimiento. Los cambios intelectuales del siglo XVI fueron de mucho mayor calado que los conocidos en el arte, la poesía, la música o la literatura. Vitoria creó una escuela que abarcaba todos los aspectos jurídicos, filosóficos, teológicos y morales del saber de su tiempo, introduciendo razonamientos sobre la justicia, el buen gobierno y la dignidad humana.

En la Universidad de Salamanca, durante el siglo XVI, Vitoria y sus discípulos Domingo de Soto, Melchor Cano o Domingo Báñez llevaron la teología, el derecho canónico y otras disciplinas jurídicas a su máximo esplendor. En este contexto, la teología alcanzó un valor superior y dio pie al nacimiento de la mística propia del Siglo de Oro español.

El libro de Martín y Gómez analiza también la importancia de la reforma de la Iglesia con el fin de lograr coherencia entre la fe y la vida de los fieles. Revisa asimismo el papel de grandes protagonistas de la Reforma, como Lutero, Calvino, Melanchthon o Erasmo, y la respuesta de la Contrarreforma.

En el siglo XVI coincidieron grandes pensadores en la Universidad de Salamanca, lo que impulsó debates y la formulación de teorías que fundamentaron la Escuela de Salamanca.

"El dominico desarrolló múltiples teorías sobre los límites del poder regio, los derechos de los indígenas como súbditos de la Corona, el precio justo de los bienes"

La revolución teológica y jurídica impulsada por Vitoria y sus discípulos se apoyaba en la dignidad de la persona humana, concepto derivado de la antropología cristiana que terminó por incidir en todos los ámbitos de la vida civil y eclesiástica. Cientos de frailes fueron los que se formaron en Salamanca y llegaron a ocupar posiciones relevantes en universidades, conventos, gobiernos y púlpitos de España y América, contribuyendo a difundir esta nueva visión filosófica, teológica y jurídica.

Durante su estancia en París, Vitoria aprendió a estudiar los problemas reales de la sociedad: la pobreza, las leyes de mercado, la libertad de los indígenas, así como los fundamentos de las ciencias naturales, las matemáticas y la física. Esta metodología le permitió crear la Escuela de Salamanca basada en la unidad de las ciencias y las letras.

El dominico desarrolló múltiples teorías sobre los límites del poder regio, los derechos de los indígenas como súbditos de la Corona, el precio justo de los bienes. Sus reflexiones sobre el derecho y el sentido misional de la conquista inspiraron las Leyes de Indias, en particular las de Burgos y Valladolid, que conformaron un corpus jurídico pionero en la primera mitad del siglo XVI. Estos principios, basados en la dignidad de la persona y en la libertad de comercio, iban más allá del derecho de gentes de la época y consolidaron a Vitoria como fundador del derecho internacional y defensor radical de los indígenas. Todo ello permitió, gracias también a la colaboración de los nativos —sin la cual en gran medida no habría sido posible—, una evangelización en buena parte pacífica de América, cuyas consecuencias perduran hasta nuestros días. Hoy, América constituye uno de los principales focos de fieles cristianos en el mundo.

"Desde entonces quedó claro que no podían adoptarse medidas contrarias al derecho natural ni al derecho de gentes"

Es indudable que, desde el siglo XVI, la proliferación de universidades (en América se fundaron veintisiete), colegios (fueron más de veinte las instituciones colegiales creadas), hospicios, escuelas, conventos y catedrales creados por los españoles a lo largo del continente americano contribuyó a que discípulos de la Escuela de Salamanca difundieran las enseñanzas de Vitoria. En muchos lugares se impartieron incluso en lengua nativa, evitando las dificultades de traducción del castellano.

Las aportaciones de la Escuela de Salamanca resultaron decisivas para la renovación de la civilización occidental. Hasta su aparición, pocos se habían atrevido a dirigirse a las autoridades regias, civiles, militares y eclesiásticas para reclamar la restitución de derechos adquiridos o la defensa de la dignidad y la libertad de la persona. Desde entonces quedó claro que no podían adoptarse medidas contrarias al derecho natural ni al derecho de gentes. Ya en el siglo XVI, Vitoria afirmó que: la persona tiene libertad para transitar allí donde su libre albedrío la lleve.

Los discípulos de la Escuela asumieron que sin derecho no hay sociedad, y más adelante admitieron que no es posible gobernar sin separación de poderes. También comprendieron que, sin paz social ni un justo valor en los mercados, los gobernantes no podrían ganarse la confianza de los gobernados. Vitoria subrayó la importancia de que la carga impositiva fuese justa, legal y proporcionada, anticipándose a teorías fundamentales de la economía moderna. En sus reflexiones se encuentra el germen de conceptos como la utilidad marginal, el equilibrio entre oferta y demanda y la doctrina sobre el trabajo y los salarios justos.

"De la Escuela de Salamanca salió el concepto de que los gobernantes no pueden redactar leyes injustas, contrarias a la ley natural y eterna, porque atentarían contra la dignidad de la persona humana"

Fue tan importante la influencia de la Escuela en otras instituciones académicas como demuestra el hecho de que, a principios del siglo XVII, el jesuita y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares Juan de Mariana analizó y explicó en su tratado De monetae mutatione el efecto perverso que tiene sobre los precios la emisión excesiva de dinero o la alteración del contenido metálico en monedas de oro y plata. Analizó, con mirada de teólogo moralista y jurista, que el fin de todo gobierno es el “bien común” de los gobernados, respetando el orden legal vigente, ya que todos somos iguales ante la ley.

De la Escuela de Salamanca salió el concepto de que los gobernantes no pueden redactar leyes injustas, contrarias a la ley natural y eterna, porque atentarían contra la dignidad de la persona humana.

Como compilación de todas las teorías y las ideas enunciadas por Vitoria surgió la necesidad de un orden internacional con leyes comunes a todas las naciones, que favoreciera la igualdad, la libre comunicación, el respeto a la idiosincrasia de los pueblos y el desarrollo de los más desfavorecidos.

Los autores del libro pretenden ofrecer un compendio de las enseñanzas de Francisco de Vitoria y de la Escuela de Salamanca. En él se expone cómo los principios jurídicos y teológicos influyeron en la organización política, el derecho civil, la economía y las normas que debían regir la primera globalización mundial. Esta se impulsó a través de las rutas marítimas y terrestres que unieron Manila, Acapulco, Veracruz y Sevilla, creando un comercio sin precedentes que fortaleció la economía de tres continentes.

"Como demuestra la obra de Martín de la Hoz y Gómez Rivas, el saber y el conocimiento están al alcance de todos. Solo hace falta leer, comprender y poner en práctica lo que sabios del pasado nos dejaron"

En sus conclusiones, los autores afirman: “El pensamiento de Francisco de Vitoria se fundamenta en la revalorización de la dignidad de la persona humana y, por tanto, en incentivar la libre circulación de personas en el mundo, la transmisión de la fe católica, el compartir de los bienes materiales y espirituales y la fraternidad universal (…). La honradez, para Vitoria, radicaba en la conciencia personal de cada cristiano”.

Tras leer sobre la Escuela de Salamanca considero imprescindible que, dada la vigencia actual de sus tesis y postulados, los políticos estudien y comprendan lo que Francisco de Vitoria y sus discípulos enunciaron. De este modo, hoy contaríamos con gobernantes preparados para aplicar el bien común, en lugar de una clase política caracterizada por carencias intelectuales y falta de ética, que buscan el bien propio y partidista.

Como demuestra la obra de Martín de la Hoz y Gómez Rivas, el saber y el conocimiento están al alcance de todos. Solo hace falta leer, comprender y poner en práctica lo que sabios del pasado nos dejaron. Sin enseñanza, educación, esfuerzo e inteligencia es imposible gobernar a millones de personas. La meritocracia —entendida como el sistema en el que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales— debe ser el vértice sobre el que pivota la política y el desempeño de todos los que a ella se dedican.

El libro de Martín y Gómez rinde un sentido homenaje al legado de un hombre tan importante para la historia de España y el derecho español, como ignorado y desconocido por ambas. Esta obra ayuda a difundir su herencia y a la vez reivindicar la importancia del pensamiento español en el mundo.

Después de reflexionar sobre Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, viene a mi memoria el dicho de sor Juana Inés de la Cruz: “Leo no por saber más, sino por ignorar menos”. Motivo más que suficiente para recomendar la lectura sosegada y meditada de la magnífica obra de José Carlos Martín de la Hoz y León M. Gómez Rivas.

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Autores: José Carlos Martín de la Hoz y León M. Gómez Rivas. Título: La Escuela de Salamanca: Cuando el pensamiento español iluminó al Mundo. Editorial: Sekotia. Venta: Todos tus libros.

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