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Fronteras

Si hubiera que rotular mi libro Sujeto elíptico mediante algún subtítulo, éste no sería otro que El libro marroquí. Hacía tiempo que el viaje, el desierto, las mudanzas y el desarraigo ocupaban en buena medida mis narraciones, de modo que cuando me vi trasplantado durante un par de años a la región de Sus-Masa-Draa, en el sur de Marruecos, mi proyecto literario se encontró, sin haberlo nunca planeado, con una incentivadora faceta, con una insospechada variación de sí mismo. Desde el principio, la ausencia resultó un concepto clave para escribir Sujeto elíptico. Ausencia de un “yo” que comprendía y que, por eso mismo, prefirió ceder la mirada (y la palabra) a lo que, sencillamente, era y estaba a su alrededor. Y ausencia, sobre todo, de una cultura —la bereber o amasigh— que ha permanecido en una zona de penumbra de la Historia y de las propias naciones modernas en cuyos territorios se había asentado. La lengua bereber, desgajada en numerosos dialectos, se expresa y escribe mediante un asombroso alfabeto, tan llamativo que parece extraído de un cuento fantástico de Jorge Luis Borges. Su cultura, apoyada en una riquísima tradición oral, forma parte de un mundo muy próximo para aquellos que han crecido en los márgenes del Mediterráneo, actualmente convertido en una suerte de trágico confín. Sobre este país invisible trata entonces Sujeto elíptico, un libro de fronteras tanto geográficas como genéricas. Esta realidad múltiple y huidiza exigía, en mi opinión, una estructura particularmente flexible; por esa razón se conjugan relatos, pasajes de diario, figuraciones autobiográficas, ensayos sobre varias de las tensiones y paradojas de la modernidad, o reescrituras de la tradición oral. Sujeto elíptico transforma esta encrucijada de formas en un artefacto narrativo donde los desafíos inherentes a la multigenericidad literaria y a la ductilidad del ensayo y del relato se condicen con las historias más antiguas del espíritu humano. El que viaja, como el que escribe, parece que no está, que está en otro sitio. Sin embargo, sí está realmente, ya que, como afirmó el escritor Cees Nooteboom, está en sí mismo. Pocas veces estuve más en mí mismo que al escribir estas páginas, donde creo haber explorado algunas de las posibilidades poéticas de la extrañeza.

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Autor: Cristian Crusat. Título: Sujeto elíptico. Editorial: Pre-textos. Venta: Amazon

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