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Gran ofertón, de Natalia Carrero

Gran ofertón, de Natalia Carrero

Con motivo del festival de cómic de autor Graf Barcelona, Natalia Carrero ha decidido incursionar en el fanzine para conocer la experiencia de vender discursos sin pasar por los consejos editoriales rentabilistas. Su fanzine Gran ofertón consta de unas fotocopias grapadas que evolucionarán en siguientes tiradas, es decir, que irán ganando y perdiendo páginas a medida que pase el tiempo. (Para conseguir un ejemplar del fanzine hay que contactar con la autora a través de Instagram).

En Zenda publicamos un texto (“¿Por qué ahora un fanzine?”) en el que la autora explica el origen del fanzine Gran ofertón, y dos páginas (“Cita médica” y “Sociedad hiperletrada”) de la primera edición del mismo.

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¿Por qué ahora un fanzine?

Por fin se atreve a equivocarse públicamente creyendo que la literatura también podría ser esto, un acontecimiento palabra viva, la letra suelta que salta y queda errata, pues sí, casi treinta papeles grapados de lectura frugal interrumpida, tan movidita que por momentos se pierde extravía deslavaza demasiado, el contacto directo tú a tú, oye, cuánto tiempo, cómo te va, fatal, no tanto, ni tan calvo, buena salud todavía, precariedad normativa, injusticia bélica de trasfondo que nos malvenden y mientras nosotras aquí, GRAF Barcelona lo llaman, es mi primera vez, bienvenida y ya ves, nosotras aquí intentando qué ¿también vender? pues aunque solo sea por un instante de fulgor y transfiguración asegurada te compro el fanzine, toma 4 euros, qué ilusión cómo me aligera el pesar el yugo el yunque el palique amordazado bajo el que siempre he vivido aplastada y reducida pero ya nunca más jamás de los jamases, gracias y hasta la próxima, ah una advertencia, cuidado con la verborrea que malgasta emborrona y verbos peores.

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Cita médica

Pregunta la doctora si es autónoma para darle la baja hasta que se le pase el curioso eczema epidérmico, por no llamarlo directamente alfabético. Es asombroso y ha hecho fotos con el móvil, para su análisis posterior junto a colegas especialidad dermatología.

Bueno, es autónoma en cierto modo, claro, cada mañana se viste y se asea, y más cosas, sin ayuda. A efectos económicos sin embargo es dependiente, como algunas vecinas, del hombre blanco encorbatado que al final del día exige los halagos que considera que se le adeudan. Con todo lo que ha trabajado, y el cansancio patente que supura la piel, cómo pica, cuánto durará, ¿acaso ese mensaje llamado eczema no se lo está diciendo todo? Pues resulta que la jornada aún debe alargarse más en formato juerga carnal unilateralmente solicitada. ¿Y si ruega a la doctora un poco más de atención y que lea bien lo de la piel?

¿Qué le voy a decir, doctora, soy o no soy autónoma? Estoy paralizada. Dependemos unas personas de otras hasta límites desconocidos, al igual que los animales y las plantas, y que su móvil del coltán procedente de unas esclavitudes que preferimos eliminar del sistema del pensamiento limpio, con las conciencias recién higienizadas no vaya a ser. Dejémoslo, no me dé la baja ni la pomada, si por la tarde encuentro el momento ya me leo el eczema y me autoprescribo lo primero que alcance. Con un poco de suerte todo esto también pasará.

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Sociedad hiperletrada

En el barrio de Los ayeres la noche del 23 de abril a las 10:47 se detectaron contabilizaron registraron computaron trescientas doce personas tratando de escribir la novela de su vida o la novela de los orígenes con sus correspondientes desajustes, dolores, malestares, frustraciones, traumas.

Declaró la vicealcaldesa en funciones: “Se sabe lo mal que se encuentra una sociedad por lo mucho que escribe. Y ya que los expertos aseguran que esta actividad más bien mansa podría llegar a sanar, votemos por esta forma tan económica de contención comunitaria.”

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