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Irene Chikiar Bauer: “Creo en Edith Stein y celebro que el reconocimiento que quería le haya llegado”

Irene Chikiar Bauer: “Creo en Edith Stein y celebro que el reconocimiento que quería le haya llegado”

La periodista, escritora y doctora en Letras Irene Chikiar Bauer (Buenos Aires, 1965) acaba de publicar una lustrosa biografía —768 páginas tiene la criaturita— de Edith Stein, una de las mentes más brillantes del pasado siglo. La judía Stein, quien siempre se sintió llamada a “algo grande” desde su infancia, cambió la fe de sus padres por el agnosticismo. Después, se zambulló de lleno en el mar de la fenomenología y fue la primera alemana en doctorarse en Filosofía, con la calificación summa cum laude. En 1921 se convirtió al catolicismo, en 1933 ingresó en el Carmelo de Colonia, donde adoptó el nombre religioso de Teresa Benedicta de la Cruz, y, nueve años después, los nazis la arrestaron, la deportaron a Auschwitz y la asesinaron en la cámara de gas el 9 de agosto. Juan Pablo II la canonizó en 1998 y proclamó copatrona de Europa a una mujer que consideraba que “quien busca la verdad, consciente o inconscientemente, busca a Dios”. Conversamos sobre Edith Stein. Judía, filósofa, santa (Taurus, 2025), un ensayo exhaustivo e interesante, con su autora:

—¿Conoce la canción de Franco Battiato “Il carmelo di Echt”?

—No, ¡qué bueno, me has sorprendido! 

—Le canta el italiano a Edith Stein: “Has dejado las cosas del mundo, / el pensamiento profundo de los vuelos insondables, por una luz que sentiste dentro”. ¿Se ajustan esos versos a la realidad?

—Claro. Sintió algo interior, por supuesto, que la llevó de la filosofía a la convicción de la trascendencia y del camino. Lo interesante en Edith Stein es cómo ella, que ya tenía decidida la conversión, lee a santa Teresa de Ávila y se decide por el camino del Carmelo. 

—Escribe: “Contar una vida, tarea de la biografía y de la autobiografía, no es inocuo; se parte de la idea de que la vida en cuestión merece ser contada”. ¿Por qué le interesaba contar la vida de Edith Stein?

"Siempre me han interesado mujeres que han buscado el sentido de la vida. Que no han pensado que la vida es sólo un transcurrir y un pasarla bien, sino que hay más"

—Siempre me han interesado mujeres que han buscado el sentido de la vida. Que no han pensado que la vida es sólo un transcurrir y un pasarla bien, sino que hay más. En esa búsqueda, Edith hace un camino maravilloso. A los trece años, dice que es agnóstica, que no sigue la religión de los padres y que su camino pasa por el estudio. Primero, piensa que va a estudiar Psicología. Luego, descubre la Filosofía y se entrega a ese saber y a ese estudio con gran pasión, hasta lograr ser la primera doctora en Filosofía en Alemania. Que le den un summa cum laude a una mujer, cuando todavía había profesores que decían: “¿Cómo van a entrar mujeres a la universidad?”…, ella deja boquiabiertos a sus profesores. Y con esa misma entrega, cuando se le abre el camino religioso, también lo sigue. Desde el ámbito católico, se han hecho muchas biografías confesionales que la definen como una buscadora de la verdad. A mí me gusta decir que es una buscadora de sentido: para qué estamos acá, quiénes somos, qué vinimos a hacer al mundo… Son las preguntas que se hace primero desde la filosofía, y luego, desde la religión. 

—Imagínesela compartiendo mesa con usted, Victoria Ocampo y Virginia Woolf. ¿Cómo cree que transcurriría la velada?

—Victoria Ocampo estaría fascinada. Era una mujer que tenía una religiosidad no institucional. Era amiga de Thomas Merton (monje trapense, escritor y teólogo), quiso traducir Tipos psicológicos, de Carl Jung… Pensemos que Jung es un psicólogo que habla de psicología y de religión… Victoria estaría fascinada. Y Virginia Woolf era agnóstica. Tal vez estaría fascinada por una personalidad con ese nivel de entrega y de convicción religiosa. Era una persona muy curiosa. 

—Defiende que, en el caso de Stein, su obra no se entiende sin su vida.

—Tal vez, quien mejor lo expresó fue una filósofa argentina que es especialista en filosofía medieval, Claudia D’Amico. Hice un par de presentaciones, en una estuvo Claudia presentando y dijo algo que me encantó: “Este libro podría estar en la carrera de Filosofía, para que los estudiantes vean que la filosofía no es sólo un sistema de ideas, sino que te transforma la vida”. 

—Leo en un reportaje publicado en El País en octubre de 2020: “Una pensadora que pudo haber cambiado radicalmente el camino de la filosofía alemana y, con ella, de todo el pensamiento contemporáneo”. ¿No lo hizo?

"Ella, por ser mujer y judía, siendo doctora summa cum laude, no consigue que le den un cargo por los cupos que había"

—Pensemos en la época. Ella, por ser mujer y judía, siendo doctora summa cum laude, no consigue que le den un cargo por los cupos que había. ¿Qué hubiera sido de ella y qué hubiera sido de la filosofía si hubiera tenido un cargo? Edith Stein escribió su autobiografía en 1933 porque sus confesores y gente del ambiente católico le dice: “Escribe tu historia, porque la propaganda antijudía debe ser contrarrestada”. Sentían que había que escribir historias de gente que venía del judaísmo y mostraba otra realidad, no la de la propaganda. Hubo cosas de las que, por la época, seguramente, no pudo hablar. Entonces, ¿qué hubiera pasado si hubiera sido totalmente libre para escribir, incluso, la historia de su familia? Lo mismo podemos preguntarnos acerca de santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz, que también escribieron en una época donde existía la Inquisición. 

—En esta vida, ¿dónde está el amor? No me refiero al amor al prójimo o al conocimiento, sino al de los amantes, al que se rige por la ley del deseo.

—Tuvo pretendientes a los que ella no hizo caso, y luego, aunque ella no lo dijo, pero sí lo dijo gente que estaba en su entorno, se le ha vinculado o pudo tener expectativas con dos filósofos de la época: Roman Ingarden y Hans Lipps. Hay cartas que muestran una cercanía muy grande de ella hacia Ingarden. Del tratamiento más formal de la época pasa a…

—A un tonteo.

—Algo así, pero luego se corta. Ingarden reconoció toda la vida a Edith: le ayudó muchísimo en su trabajo, como ayudó a todos sus amigos. 

—En el artículo “¿Qué es la fenomenología?”, publicado en 1924, Stein manifiesta que en Investigaciones lógicas Husserl elabora “en toda su pureza la idea de la verdad absoluta y el conocimiento objetivo correspondiente a ella”. Y añade: “El espíritu encuentra la verdad, no la engendra”. Quizá la fenomenología no quede lejos del catolicismo…

"Husserl bromeaba diciendo que la Iglesia Católica le iba a tener que santificar por la cantidad de discípulos suyos que se habían convertido al catolicismo"

—Husserl era judío y se convierte al cristianismo luterano, que es el mayoritario en Alemania. Quería llegar a lo trascendente a través de la ciencia, de la filosofía. No quería mezclar filosofía y religión. Sin embargo, esta fenomenología de ir a las cosas mismas, ir a la esencia, hace que muchos de sus discípulos se conviertan al catolicismo. Husserl bromeaba diciendo que la Iglesia Católica le iba a tener que santificar por la cantidad de discípulos suyos que se habían convertido al catolicismo. 

—¿Cómo entiende Stein, judía asimilada, impregnada del ideal de la Bildung (formación) germánica, el auge de los nazis?

—Ella insiste en el poder transformador de la educación. La Historia le demostró lo contrario. Se produce en ella un cambio paralelo al de Hannah Arendt. Cuando Hannah Arendt dice: “Lo que me queda es el amor a la lengua materna…”. Ellas amaban esa cultura que tanto les había dado. Edith Stein le agradecía al Estado alemán que le hubiera permitido estudiar. Luego, es una lectora de Goethe y de Schiller, le apasiona Bach…, sentía eso como propio. De repente, le dicen: “Esto no es tuyo”. Fue tremendo para todos ellos. 

—Vamos acabando, Irene. ¿Cuál es el mayor descubrimiento o, si lo prefiere, aprendizaje que ha hecho mientras escribía este libro?

"Edith Stein fue una buscadora del sentido de la vida, con una gran ética y una entrega total a esa búsqueda"

—Edith Stein fue una buscadora del sentido de la vida, con una gran ética y una entrega total a esa búsqueda. Si nosotros dejamos la búsqueda, si sólo nos dedicamos a ver si la pasamos bien, que es como un mandato de época, nos gana la era de la angustia. En el caso de ella, tiene una experiencia religiosa que es iluminadora. Muchos de nosotros podemos no tener experiencia religiosa, pero sí podemos ser buscadores de sentido y valorar todo esto que nos ha dado la Historia de la Humanidad hasta ahora: el arte, la literatura, la filosofía… Una inteligencia artificial nos puede servir mucho, pero lo que nos hizo humanos fue la búsqueda y la profundidad. 

—¿Le ha quedado algún lugar oscuro por iluminar?

—Esta es mi biografía de Edith Stein. Me quedan incógnitas. También me hubiera gustado hablar con Teresa de Ávila, con Juan de la Cruz…, gente que vivió en una época donde muchas cosas quedaron en lo no dicho, porque no lo podían decir. Lo que me queda como duda es qué hubiera sido de Edith Stein, o qué hubiera dicho, si hubiera tenido más libertad. 

—Y, para finalizar, ¿usted cree en santa Teresa Benedicta de la Cruz?

—A ver… Yo creo en Edith Stein y celebro que el reconocimiento del lugar donde ella quería ser reconocida le haya llegado, siendo santa Teresa Benedicta de la Cruz.

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