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La cotidianeidad de lo maravilloso

La cotidianeidad de lo maravilloso

Ya no va a poder ser. Pilar Adón abría De bestias y aves (Galaxia Gutenberg, 2022), su aclamada última novela, por la que recibió entre otros el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa, con el “Vive oculto” de Epicuro, que luego Descartes convertiría en lema vital con aquel “avanza subrepticiamente”, un mensaje que no me importaría tatuarme, por si la edad provecta me niega los dones de la memoria y me quedo sin ese reservorio de experiencias y decires que espero me socorran en la senectud (a ver si llego). El caso es que no va a poder ser, como digo. Pilar Adón (Madrid, 1971) ya ha pasado a ser una escritora necesaria en el recuento del panorama literario en lengua española. Si en la vertiente creativa su narrativa y poesía ocupan un lugar destacado entre la producción de las dos últimas décadas, no es menos importante su labor editorial y traductora, al frente de Impedimenta, donde ha traducido a autores de la talla de Penelope Fitzgerald, Edith Wharton o John Fowles.

"No es inoportuno recordar que la potencia de una buena historia reside en una parte importante en el poder que ostenta para ordenar el mundo de quien se adentra en sus páginas"

Lejos quedan sus libros de relatos Viajes inocentes (Páginas de espuma, 2005) y La vida sumergida (Galaxia Gutenberg, 2017). En medio de ellos sobresale El mes más cruel (Impedimenta, 2010), que hoy se reedita con aires de novedad y al que se le ha caído en esta nueva salida al mundo el prólogo —ya innecesario a estas alturas— de Marta Sanz. Sabemos, por ejemplo, que en los catorce relatos que componen el volumen se muestran recetas infalibles para sobrevivir a la pérdida, la separación, la locura y el miedo. Lo que todavía quedaba por mostrar es el modo en que estas historias de hace más de una década encajan en la trayectoria de Pilar Adón. Fluyen con la naturalidad de lo que siempre estuvo ahí. A lo sutil que ya es marca de la casa hay que añadir lo inesperado, a lo presagiado lo desacostumbrado y a lo sugerido la voluntad de pervivencia en el recuerdo tras el ejercicio de lectura. Cabe llamar ‘ejercicio’ porque la labor de recomposición, al tiempo que ordenamiento, corresponde a todo aquel que se adentra en estos cuentos tan inquietantes como reveladores. Bien dice Olivia Fouquet a su amiga Sara en el hermoso cuento “El materia de jardines” que abre la colección que “no es cierto” que “cualquiera pued[a] contar historias”. Están Salinger y Emily Dickinson, Chéjov y Turguénev, así como la mirada gótica de Flannery O’Connor, pero no todos pueden llegar a vertebrar algo que vaya más allá de la anécdota y se instale en el tuétano del lector durante el tiempo suficiente para dejar huella. El moroso sopor de las ambientaciones que destilan algunos de estos relatos permite que lo contado vaya calando, se filtre e inocule la sustancia que hace de algunos cuentos pesadillas (“El infinito verde”) y de otros divertimentos (“Los seres efímeros”), pero en todos ellos late el influjo de la mejor literatura y el ansia de pervivencia, la ambición de contarse y, de paso, contarnos, porque no es inoportuno recordar que la potencia de una buena historia reside en una parte importante en el poder que ostenta para ordenar el mundo de quien se adentra en sus páginas, aunque sea para darle la vuelta, que es otra forma de ordenar lo que se mantenía artificialmente en calmado equilibro.

"Pocas veces lo leído presagia angustias o divertimientos que prosperan mientras las alas de algún insecto de dimensiones extraordinarias nos abanican en el proceso"

Infortunios, decesos, metamorfosis, hallazgos, miradas, siempre miradas, las de los personajes y las de los narradores de El mes más cruel. Desde T. S. Eliot sabemos que abril es el mes más cruel; con Guillermo Cabrera Infante descubrimos el desenlace de algunas vidas presumiblemente felices en ese mes aciago; con Pilar Adón confirmamos que hay otros tiempos, pero todos pasan indefectiblemente por las impiedades que trae consigo el mes de las flores. En efecto, hay otros mundos (y otros libros) pero están en este. No siempre se tiene la ocasión de degustar aventuras de la imaginación en las que lo obvio no tiene carta de naturaleza. Pocas veces lo leído presagia angustias o divertimientos que prosperan mientras las alas de algún insecto de dimensiones extraordinarias nos abanican en el proceso. Bienvenida, de nuevo. Bienvenida siempre.

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Autor: Pilar Adón. Título: El mes más cruel. Editorial: Impedimenta. Venta: Todos tus libros.

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