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La experiencia no es un grado

La experiencia no es un grado

Cuando uno lee la primera novela de un escritor y encuentra entre sus páginas una trama digna de los autores consagrados del género, suele exagerar su nivel de sorpresa ante la impropia maestría de un recién llegado. Es también un dato que suelen mencionar los críticos, reforzando la idea asumida de que una ópera prima debe ser un trabajo inexperto, quizá digno pero seguro torpe, poco más que la punta del iceberg de lo que será la carrera futura de ese autor. “Un debut que augura un gran futuro” o “un trabajo excelente para tratarse de una primera novela” son frases habituales en reseñas al trabajo de nuevos autores. Son sentencias armadas de un doble filo que, aun elogiando el valor de esa ópera prima, también la catalogan como el menos bueno de los trabajos que ese autor podrá ofrecer.

La historia ha dejado, sin embargo, innumerables debuts que han pasado a la historia y que acabaron siendo la mejor novela de sus autores —en ocasiones, la única—, demostrando que la experiencia no siempre es un grado y que las primeras obras deben ser tenidas en cuenta por su valor singular, sin compararlas con nada, y mucho menos con historias potenciales que el autor ni siquiera ha escrito aún. La máquina del tiempo, Matar a un ruiseñor, Jane Eyre, El club de la lucha, El maravilloso mago de Oz, El guardián entre el centeno, Sentido y sensibilidad, Robinson Crusoe… Todos esos clásicos fueron en su momento el inicio de la carrera de nuevos autores. Algunos de ellos no escribieron nunca más, otras tardaron cincuenta años en volver a hacerlo y muchos tuvieron productivas trayectorias con trabajos que, sin embargo, no alcanzaron la perfección de sus debuts.

"Fitz-Simmons firma un thriller tecnopolítico que se lee a la velocidad de la fibra óptica."

También es un debut La soga, de Matthew FitzSimmons. Y uno muy bueno, independientemente de las novelas que sea capaz, o no, de escribir más adelante. A nadie le sorprendería encontrar este libro entre la bibliografía de los mejores años de Michael Connelly, Frederick Forsyth o Lee Child. Alianza de Novelas la publica además en un momento muy apropiado: teniendo como trasfondo político una batalla electoral por la Casa Blanca, el thriller adquiere especial resonancia leído durante este peculiar episodio de la historia de Estados Unidos que ha terminado con la victoria del villano, como en una novela de triste final.

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En La soga no son Donald Trump ni Hillary Clinton quienes aspiran a sentarse en el despacho oval, sino Benjamin Lombard, vicepresidente actual de la nación cuya hija desapareció diez años antes. El aniversario incita a un antiguo jefe de seguridad del político a reabrir una investigación secreta, labor para la que solicita los servicios del hacker y marine Gibson Vaughn, héroe de la novela y personaje que promete regresar en futuros libros del autor. Son las pesquisas de Vaughn las que sustentan la trama, adentrándonos en redes cada vez más complejas, redes no sólo informáticas sino también de mentiras, de falsos contactos, de sucios intereses. FitzSimmons logra guiarnos a través de complejos entramados técnicos, militares y políticos, liando una trama que sorprende a cada salto de párrafo pero que en ningún momento desorienta al lector, algo que podría haber ocurrido fácilmente dado el nivel de detalle en el que entra el autor.

Tan experto con las letras como su protagonista con los puertos abiertos, Fitz-Simmons firma un thriller tecnopolítico que se lee a la velocidad de la fibra óptica y sorprende tanto como el resultado de las últimas elecciones norteamericanas.

Autor: Matthew FitzSimmons. TítuloLa sogaEditorial: Alianza de novelas. VentaAmazon y Fnac

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