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La lingüística del fútbol

La lingüística del fútbol

La lingüística del fútbol es cada día más enriquecedora, pues cae sobre un terreno en barbecho, con nutrientes de buena calidad. Un ejemplo lo tenemos en la expresión, recién acuñada, “actitud corporal” (oída en la tele a uno de los habituales comentaristas). Dicha expresión antes no existía, o estaba adormecida. Hoy se usa para definir “la forma de moverse en el campo de un jugador”.

¡No me digan que no es bonita la expresión! Da gusto oírla. Actitud corporal. Cuando la escuché hace unos días, me trasladó a otros escenarios donde la expresión corporal es fundamental. Los escenarios aquellos de nuestra ensoñación eran los escenarios que pisaban, por ejemplo, el bailador Vicente Escudero y la bailarina y coreógrafa Mariemma, que eran castellanos de nacencia y universales por la danza. Ellos sí que tenían “actitud corporal” prolongada hacia una expresión corporal que los convertía en artistas de la danza. Algo hemos adelantado. Lo contrario sería “recular”, expresión que se sigue usando mucho en el fútbol, y que no es apropiada para deportistas ya que, como bien se sabe, “recular” es un verbo que suelen ejecutar los cuadrúpedos (caballos, mulas, asnos) y los toros cobardes, que se han rajado, y reculan y se aculan en tablas para defenderse.

"Esta claro que el fútbol está sobredimensionado. Se le da demasiada importancia a cosas que en su mismidad no la tienen"

No sería malo que además de “recular” (reculando el hablar), se fueran olvidando las expresiones que seguimos oyendo y que en puridad son como piedras en el camino. Ejemplos: “línea medular”, “abrir la lata”, “Fulanito parece funcionar con gasolina súper” (expresión que se ha trasladado a los tenistas), “Menganito no ha podido armar la pierna” y otras zarandajas.

Esta claro que el fútbol está sobredimensionado. Se le da demasiada importancia a cosas que en su mismidad no la tiene. Quizá la culpa sea del apasionamiento de los aficionados y del dinero (excesivo) que se maneja en el negocio, que lo hace cada vez más sensible. Se hacen dramas de resultados adversos, se vive (en el caso de algunos entrenadores) en un sinvivir, por no haber podido ganar puntos en la clasificación de la Liga. No es bueno hacer de la imposible victoria una cuestión de honor. Cada uno hace el cesto con los mimbres que tiene. Cada uno lucha con lo que tiene (o le dan) y si un club, pongamos por caso, está en franca recesión, próxima a la ruina económica, solo les harán responsables quienes se sientan perjudicados económicamente. Recuerden que la palabra fundamental es la palabra “afición”, que a nadie obliga y se tiene por voluntad propia.

Releyendo días atrás un libro muy querido por mí, me encontré con una frase sorprendente y molesta para algunos aficionados. El escritor catalán José Pla, en su libro Lo infinitamente pequeño, (Ediciones Destino, colección Áncora y Delfín, número 95, primera edición abril 1954. Página 215), dice, en el capítulo titulado «Tarde de domingo», en el que está de visita en un pueblo entre paisanos que juega al ramiro, lo siguiente: “El fútbol es hoy, en este país, una cosa muy parecida a este ramiro que juegan aquí mismo: un esfuerzo de cretinización general progresivo”.

"Tengamos afición al fútbol, pero sin una ciega pasión que nos impida ver la realidad, la verdad de las cosas y el significado de las palabras"

En materia futbolística y en tiempos de Pla, el fútbol llegaría a transformar la idiosincrasia del pueblo catalán llegando a formar, progresivamente, una población diferente, cretinizada. No olvidemos que el cretinismo, según el diccionario de la RAE es una “enfermedad caracterizada por un peculiar retraso de la inteligencia, acompañado, por lo común, de defectos del desarrollo orgánico”, en una primera acepción. Y en una segunda: “Estupidez, idiotez, falta de talento”, cosas todas ellas antitéticas de las características intelectivas que caracterizan al emprendedor pueblo catalán.

Dejo aquí la reflexión del imaginativo autor por si a algún lector le puede mover los pensamientos. Y recuerdo un dato que servirá a muchos de consuelo: lo escribió en 1954 o antes, lo que nos induce a pensar, sin ningún género de duda, que se refería al fútbol-espectáculo y no al fútbol-negocio practicado en su área regional, que tan bien conocía. El velado consejo de Pla podemos interpretarlo, con buena voluntad, como un pensamiento truncado, como un consejo escrito con estas palabras: Vivamos una vida buena sin depender de pasiones prescindibles. O, de otra manera, tengamos afición al fútbol, pero sin una ciega pasión que nos impida ver la realidad, la verdad de las cosas y el significado de las palabras.

En ese mismo libro de José Pla hay un artículo titulado «El fútbol en los presentes días», que no deben perderse.

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