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Luis García Jambrina: «El Camino de Santiago es un tiempo fuera del tiempo»

Luis García Jambrina: «El Camino de Santiago es un tiempo fuera del tiempo»

Han pasado trece años desde que Luis García Jambrina (Zamora, 1960) tuvo la feliz idea de vestir hábito de pesquisidor a Fernando de Rojas, el enigmático autor de La Celestina, para ofrecer a través de él una visión nueva de un tiempo complejo y fascinante. El manuscrito de piedra, la novela en la que Rojas se veía casi forzado a emprender su carrera detectivesca en una Salamanca donde confluían los saberes académicos y los tejemanejes del poder, acabó siendo el primer eslabón de una serie que a lo largo de esta década ha venido retratando las luces y las sombras de una España que se iba consolidando como imperio mientras trataba de mantener ocultas sus miserias. Jambrina retoma ahora ese hilo en El manuscrito de barro (Espasa), una nueva entrega en la que Fernando de Rojas, ya un hombre maduro y curtido en desencantos, recorre el Camino de Santiago siguiendo las huellas de un criminal que amenaza con remover los cimientos de las tradiciones jacobeas en una época en que la reforma luterana y las inquietudes que preludiaban la irrupción de una nueva etapa histórica empezaban a poner en solfa ciertos dogmas.

—Si no recuerdo mal, alguna vez le he leído o escuchado que, cuando publicó El manuscrito de piedra, su idea de convertir a Fernando de Rojas en un pesquisidor tardomedieval no se proyectaba más allá de un ciclo de tres o cuatro novelas. El manuscrito de barro es la quinta que protagoniza el autor de La Celestina. ¿Se ha encariñado con el personaje o ha encontrado en él el mejor vehículo para explorar una época que, como la que ahora vivimos, se caracterizó por su ajetreo?

"En un primer momento, El manuscrito de piedra iba a ser un cuento; luego se convirtió en una novela, después en una tetralogía"

—Sí. En un primer momento, El manuscrito de piedra iba a ser un cuento; luego se convirtió en una novela, después en una tetralogía (la de los cuatro elementos), y, por último, en una serie literaria que durará lo que dé de sí el personaje y la época en la que vivió. Por lo general, aún no he terminado uno y ya estoy pensando en el siguiente; de alguna forma, se van solapando unos con otros, sin que pueda evitarlo. De hecho, ya existe una sexta entrega que saldrá en enero del año próximo y que he escrito durante la pandemia. Las novelas, eso sí, se pueden leer de forma independiente, ya que son autoconclusivas y no siguen una cronología determinada, sino que van dando saltos hacia adelante y hacia atrás. Para mí Rojas es un personaje muy potente y enigmático. De modo que da mucho juego. Como apenas sabemos nada de él con certeza y casi no tiene biografía, he intentado darle una vida literaria como pesquisidor o investigador de crímenes que iremos conociendo a través de las sucesivas entregas de la serie. La idea es ver cómo su vida se va desenvolviendo a lo largo del tiempo y cómo va saliendo airoso de las diferentes pruebas y experiencias. El personaje es siempre el mismo, pero también se va transformando, en función de sus vivencias y de sus relaciones con otros personajes. Por otra parte, mi relación con él se ha hecho muy estrecha, pues llevamos juntos unos catorce años, con algún que otro paréntesis para tomar distancia, lo que hace que formemos algo así como una pareja de hecho literaria. A mí, desde luego, me da cierta continuidad y estabilidad emocional. No sé qué haría sin él

—En esta ocasión, pone a Rojas a hacer el Camino de Santiago. La elección es interesante porque en aquella época las peregrinaciones a Compostela empezaban a experimentar una de sus grandes crisis.

—Hace ya muchos años que me atrae e interesa todo lo que tiene que ver con el Camino de Santiago, no sólo como experiencia vital, sino también como símbolo y como concepto, ya que en él se entrecruzan lo religioso, lo espiritual, lo literario, lo cultural, lo político, lo social y lo económico. Asimismo, es un escenario muy propicio para las aventuras y las intrigas criminales, como la que aparece en la novela. Por él transita todo tipo de gente. En la época de Rojas, finales del XV y primera mitad del XVI, el Camino vive un período de crisis y decadencia que se ve agudizada por la irrupción de Lutero en Alemania y la aparición de los llamados “falsos peregrinos”, que por entonces son vistos como una plaga que lo invade todo.

—Hay, de hecho, una disquisición interesante a raíz de esos falsos peregrinos que caminaban hacia Santiago empujados no por su fe, sino con otros objetivos menos piadosos.  

"Para muchos peregrinos, era una penitencia por haber pecado, pero, para otros, una buena ocasión para pecar; era un camino, a la vez, de perfección y de perdición"

—En esos años, el Camino se ha vuelto muy inseguro y peligroso, ya que se ha llenado de pícaros, mendigos, delincuentes, prostitutas, traficantes de reliquias, salteadores de caminos y hasta asesinos. Para muchos, era una forma de buscarse la vida y conseguir el sustento. Raro es el pícaro que en una época de su vida no emprende el Camino de Santiago. Esto hizo que los peregrinos propiamente dichos, los que lo hacían «de buena fe», disminuyeran. Para muchos peregrinos, era una penitencia por haber pecado, pero, para otros, una buena ocasión para pecar; era un camino, a la vez, de perfección y de perdición. En esta novela he intentado ofrecer una visión inédita del Camino de Santiago y mostrar el día a día de los peregrinos: cómo eran los caminos, los albergues y los hospitales, qué comían, qué hacían cuando llegaban a un sitio, cómo eran los lugares por los que pasaban, cómo vestían, de qué hablaban, los ritos, las costumbres…

—En aquellos años hasta se ponía en cuestión la propia santidad del sepulcro apostólico, en buena parte a causa de la reforma protestante, con Lutero haciendo valer sus tesis en Alemania y la Iglesia católica pugnando por contrarrestar una teoría que venía a echar por tierra muchos de los postulados que la habían fortalecido durante siglos.

—Dentro del contexto de la lucha de Lutero contra las indulgencias, Lutero se convertirá enseguida en un enemigo declarado de la peregrinación a Santiago, lo que hace que el número de peregrinos alemanes descienda de forma considerable. De ahí que la guía de Künig deja de reeditarse. Pero no sólo Lutero, también Erasmo de Rotterdam arremete contra las peregrinaciones y pone en duda la autenticidad de las reliquias del santo. Todo esto tiene que ver con la aparición del humanismo y el cambio de paradigma que tiene lugar en Europa. Una nueva visión del hombre y de la religión. Y todo este asunto está de una manera u otra en el trasfondo de la novela.

—Ya es tradición que a Rojas, en sus andanzas, le incorpore usted un «escudero», en este caso un sacerdote que, precisamente, rinde homenaje a quien fue uno de los mayores defensores del Camino de Santiago en nuestra época. 

"A Elías Valiña se debe en buena medida el resurgir del Camino"

—En efecto, es su escudero andante, pero también su ayudante en las pesquisas, un poco a la manera del doctor Watson de este peculiar Sherlock Holmes que es Fernando de Rojas. Rojas y Elías son dos personajes muy distintos, con dos visiones contrapuestas del mundo, de la religión y del Camino de Santiago. Elías lo sabe todo sobre el asunto, pues lo ha mamado desde niño y es el archivero de la catedral de Santiago. Al principio no se entienden, incluso discuten, pero luego, conforme avanza la peregrinación y comparten muchas cosas, se irán contagiando el uno del otro y acabarán siendo muy amigos. El personaje del clérigo es también un homenaje a Elías Valiña, párroco de O Cebreiro en los años sesenta. En ese momento, el Camino de Santiago había sido abandonado. Casi nadie peregrinaba y se habían borrado las señales de buena parte de su recorrido porque eran pocos los peregrinos que se aventuraban en él. Después de hacer una tesis doctoral sobre los aspectos jurídicos del Camino, este hombre se dedicó a recuperar o resucitar el camino; incluso se dedicó a ir con su propio coche pintando las célebres flechas amarillas con pintura sobrante de una carretera. A él se debe en buena medida el resurgir del Camino, que ha permitido que las peregrinaciones vivan desde hace treinta años una nueva era de esplendor. Por eso quería que de alguna manera ese curioso párroco estuviera en la novela.

—Se habla mucho de Aymeric Picaud, el autor de la guía que figura en el Codex Calixtinus, pero no es muy conocido en España a Hermann Künig von Vach, a quien acaba de mencionar hace un momento y que escribió, a finales del siglo XV, otra guía de peregrinación bastante peculiar…

—Fue para mí todo un descubrimiento. Me topé con Hermann Künig y su guía del Camino de Santiago cuando me estaba documentado para la novela. Este monje servita me pareció tan atractivo e interesante que enseguida decidí convertirlo en uno de los personajes de la novela e incluir la llamada vía o camino de Künig en el recorrido que hacen los protagonistas, desde León a Finisterre, en pos de unos asesinos que se dedican a sembrar el terror a lo largo del Camino Francés. Es la primera guía del Camino de Santiago publicada en toda Europa. Apareció en 1495 y se reeditó varias veces. A juzgar por su éxito, debieron de ser muchos los romeros alemanes que hicieron el Camino con su ayuda. La guía está escrita en verso para facilitar su memorización y está llena de sabrosas informaciones y detalles prácticos. Pero lo más sorprendente es que todavía hoy hay algunos peregrinos de esas lejanas tierras que emprenden el Camino después de haber leído el libro del monje servita. Una lectora me contó que tenía un cuñado alemán de religión protestante que antes de hacer el Camino de Santiago fue a visitar a un párroco católico de su localidad para que le diera algún consejo, y lo primero que éste le dijo fue que tenía que leer la guía de Hermann Künig, cosa que hizo en cuanto pudo, lo que le deparó una grata sorpresa. De modo que puede decirse que la guía de este curioso monje todavía sigue viva, al menos para algunos alemanes. Recuerdo que la leí por primera vez en gallego. Después busqué más información sobre el asunto y descubrí que en varios lugares de León y de Lugo algunos estudiosos del Camino y varios alcaldes estaban intentando recuperar el trazado de esa vía alternativa para que volvieran a pasar por ella los peregrinos, como lo habían hecho en tiempos del monje alemán. Y eso es lo que he intentado yo: volver a transitarla literariamente.

—Puede que esta novela sea la más coral de todas las suyas, quizá con la excepción de La corte de los engaños, en el sentido de que en ella tan importantes son las voces de Rojas y Elías do Cebreiro como las de los personajes que van encontrando al paso en su ruta a Compostela. 

"Mi objetivo era mostrar la gran variedad de peregrinos que había entonces, cada uno con sus motivaciones, con sus historias y su secreto a cuestas"

—En efecto, he querido que sea una novela con personajes que van y vienen, aparecen y desaparecen, se entrecruzan y conviven durante un tiempo, un poco como sucede en el Camino de Santiago. Mi objetivo era mostrar la gran variedad de peregrinos que había entonces, cada uno con sus motivaciones, con sus historias y su secreto a cuestas. En la novela los personajes cuentan toda clase de aventuras e historias de todo tipo, lo que al final hace que el libro sea también una especie de relato de relatos, como en los Cuentos de Canterbury. Entre ellos se encuentran el propio Hermann Künig o las peregrinas Marcela y Rosalía. La primera tiene que disfrazarse de hombre para no ser forzada o acosada y la segunda es una novicia que quiere peregrinar para conocer mundo, como la célebre Egeria. También los hay que tratan de seguir las huellas del hereje Prisciliano o que se ganan la vida traficando con reliquias. Muchos de ellos serán sospechosos de haber cometido los crímenes.

—Supongo que no es casualidad que la novela vea la luz en este 2021 que es, además del segundo año de la pandemia, un año Xacobeo. En la novela queda clara la importancia del Camino a la hora de configurar una cierta conciencia europea antes de que ésta acertara a definirse a sí misma de ese modo. ¿Qué sentido tiene en nuestros días? 

"Es posible que la historia de España no hubiera sido la misma sin el Camino de Santiago"

—Es posible que la historia de España no hubiera sido la misma sin el Camino de Santiago; fue una manera de vertebrar Europa e integrar en ella el extremo occidental, aislada un poco del resto por su peculiaridad geográfica: una península separada por esa barrera que eran los Pirineos. De ahí que pueda considerarse una especie de antecedente de la Unión Europea. Yo creo que, en las peregrinaciones, y de manera especial en el Camino de Santiago, está el origen del turismo: los suvenires, las guías de viaje, el desarrollo de la hostelería… La ruta jacobea, además, tiene mucho de viaje iniciático en busca de lo trascendente; es también una vía de autoconocimiento y de transformación personal. Por otra parte, el Camino está lleno de rituales que hay que cumplir y que lo convierten en algo sagrado. De todas formas, como señala Cavafis en su célebre poema, lo importante no es la meta, sino el camino, que hay que procurar que sea largo y, sobre todo, rico en experiencias y aventuras. Lo del sepulcro de Santiago no es más que un pretexto, una excusa o un macguffin, como diría Hitchcock, algo que pone a los peregrinos en movimiento, pero que no tiene la menor relevancia. Y es que la vida en cierto modo es una peregrinación; se llega más o menos lejos; se tienen más o menos aventuras… En apariencia, las razones que llevan a la gente a peregrinar son muy distintas, pero en el fondo a todos los mueve la necesidad de ponerse a prueba y encontrarse a sí mismos. Se trata de una vía de conocimiento y autodescubrimiento. El Camino es un tiempo fuera del tiempo, un espacio fuera de nuestra zona de confort, un paréntesis en la vida ordinaria en el que uno se pone a prueba y cualquier cosa puede suceder, o al menos eso creemos.

—Conocimos a Fernando de Rojas en su juventud, lo vimos luego en su vejez y en sus dos últimas novelas (El manuscrito de aire y El manuscrito de barro) nos lo ha venido mostrando en etapas intermedias de su vida. ¿Se ha impuesto algún límite a la hora de trazar esta biografía apócrifa de uno de los nombres indiscutibles de nuestra literatura?

—Mi idea es escribir alguna novela más sobre el Rojas crepuscular, hacia el final de su vida en Talavera; también otras situadas en el Nuevo Mundo o en algún escenario europeo. Incluso me planteo situar alguna en un período anterior al de El manuscrito de piedra. Y, por supuesto, en los períodos intermedios entre unas y otras y en lugares ya conocidos como Salamanca. Dado que de Rojas no puede escribirse una biografía por carecer de documentos y certezas, quisiera darle al menos una vida de ficción, y la única forma de saber más cosas sobre él es ponerse a escribir.

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