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Magallanes. Más allá del mito, de Felipe Fernández-Armesto

Magallanes. Más allá del mito, de Felipe Fernández-Armesto

El famoso explorador y navegante portugués, Fernando de Magallanes, ha sido aclamado durante siglos como un verdadero héroe… ¿pero fue realmente así? El autor de este ensayo presenta a un Magallanes muy diferente cuya conducta con los pueblos indígenas fue cuanto menos controvertida. Zenda adelanta el prefacio escrito por su autor para este libro.

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El fracaso es nefasto para la felicidad, pero puede ser propicio para la fama. En un sentido metafórico, las resurrecciones suceden con frecuencia a las crucifixiones. A veces, un éxito parcial, si es espectacular, añade encanto a las caídas, como les ocurrió a Alejandro o a Napoleón. Magallanes es una excepción, porque su fracaso fue total. Y, aun así, su renombre parece inexpugnable.

Los portugueses —entre quienes nació— y los españoles —a los que pertenecía por naturalización— se disputan el privilegio de llamarlo compatriota. Al mismo tiempo se reclama para su figura una importancia mundial que trasciende los nacionalismos y, de hecho, varios países compiten por conmemorar el quinto centenario de su muerte. Su nombre —a juzgar por la popularidad de la que goza entre los profesionales de la imagen de marca— confiere aprobación instantánea a quien lo usa y le aporta connotaciones relacionadas con la ciencia, el emprendimiento y el éxito. Dignifica (o, al menos, aspira a dignificar) desde un crucero de postín hasta empresas dedicadas a la gestión financiera o la ingeniería aeroespacial, pasando por una compañía especializada en la provisión de atención sanitaria a precios prohibitivos. La misión de la NASA a Venus fue bautizada con el nombre de Magallanes. En la conclusión de este libro (véase pág. 411) se mencionan unos cuantos más de esos usos o abusos nominales con ánimo lucrativo y diversos grados de ignorancia e irrelevancia. A juzgar por el número de empresas y proyectos llamados «Magallanes», el atractivo de su figura resulta innegable.

Y, sin embargo, la cuenta de sus fracasos es casi tan larga como la lista de homónimos en su honor. En el viaje que le hizo célebre se perdieron la mayoría de los navíos y apenas un puñado de sus hombres no murieron ni desertaron. El beneficio monetario tradicionalmente atribuido al resultado de la empresa es un mito. Magallanes ni siquiera alcanzó su destino declarado. En su misión para dar con una ruta más corta que conectara España con las islas de las Especias, hizo algo más que fracasar: perseveró en avanzar hacia el desastre cuando el fracaso ya era obvio. Las ambiciones que perseguía en lo personal —hacerse con un lucrativo feudo— se vinieron abajo por los fatales errores que él mismo cometió. Jamás se le pasó por la cabeza intentar la hazaña de circunnavegar el mundo y, desde luego, no fue él quien la logró, pero la opinión generalizada continúa reconociéndosela. Para sus admiradores, su significación es universal, como la de la primera emisión radiofónica o el primer alunizaje humano: ven en él a alguien que hizo una gran aportación al saber y a la ciencia, y no a quien se entregó al ejercicio de la fuerza bruta o de la explotación material como la mayoría de los demás exploradores blancos del pasado.

Sus intenciones eran imperiales y, sin embargo, hasta el momento se ha salvado de la escabechina indiscriminada que está dejando tras de sí la actual oleada de repulsa y venganza poscoloniales. Su conducta, aunque audaz y resuelta, fue tan sanguinaria y destructiva como la de la mayoría de aspirantes a conquistadores. Pero murió sin fundar colonia alguna. Ese fue otro de sus fracasos, aunque, gracias a ello, y a diferencia de Colón o de Cortés (por poner dos ejemplos), ha podido eludir bastante bien la imputación de imperialista.

De todos los afamados (o, últimamente, más bien denostados) exploradores de la «era de la expansión» europea, Magallanes parece ser el héroe más apropiado (o el villano menos flagrante) para los actuales escrutadores poscoloniales y políticamente correctos del panorama histórico.

Son muchos los sentidos en los que se hizo acreedor a la estima que hoy se le profesa. Entre las cualidades que exhibió en abundancia están la intrepidez, la tenacidad, la resiliencia ante las adversidades y la devoción por los nobles valores caballerescos en los que tan versado y leído estaba. También era poseedor —para bien o para mal— de un carisma difícil de precisar, aunque inconfundible, que inspiraba lealtad entre sus amigos y seguidores en momentos de peligro y penosidad, que nunca faltaron en su trayectoria. Su vida, como veremos, ejemplifica muy bien los motivos por los que todavía se sigue reconociendo la figura de los exploradores, aun cuando estos parezcan contravenir ciertas exigencias morales oficiosas (y anacrónicas).

Ahora bien, las personas que lo elogian o tratan de apropiarse de su fama no saben quién era Magallanes realmente. Deberían pensárselo un poco más. No le están ensalzando por las mejores razones para inmortalizarlo —que son las que aparecen en las páginas que vienen a continuación—, sino por falsedades. Y cualquiera que se sienta llamado de algún modo por las celebraciones que se están dedicando a su figura en todo el mundo y que han alcanzado su clímax en 2022 haría bien en desechar los mitos, profundizar en la verdad y aprender más sobre cómo fueron la vida y la época del explorador.

En su caso particular, las fuentes no posibilitan biografías tan íntimas como las que sí se han podido escribir sobre Colón o Vespucio, porque Magallanes dejó muy poco escrito con sus propias palabras. No obstante, en las páginas que aquí siguen, he acometido la lectura más minuciosa jamás hecha de los textos disponibles. Como consecuencia, creo que he podido mostrar más sobre cómo era Magallanes que ninguno de mis predecesores en esta tarea. En particular, he desvelado parte del dinamismo de su carácter tal como fue cambiando con la experiencia, y he detectado influencias previamente inadvertidas que influyeron en la percepción que él tenía de sí mismo y le proporcionaron modelos para su vida o valores con los que guiar su, en ocasiones, inescrutable o desconcertante comportamiento. Sus actos, hasta donde podemos precisarlos entre los relatos, las descripciones y las valoraciones contradictorias que de ellos han sobrevivido, dan fe de sus interacciones con el mundo que lo rodeaba; por eso dedico mucho tiempo al contexto, comenzando por cómo era el mundo en los años que le tocaron vivir, o al menos, cómo eran aquellas partes del orbe en las que él vivió, luchó y exploró.

Dado lo poco que se puede afirmar con seguridad al respecto, y en vista de lo predominantes que son las suposiciones, los mitos, las aseveraciones y las falsedades sin justificación en la tradición histórica, intentaré mantener al lector en contacto constante con las pruebas empíricas y proporcionar así material para la discrepancia cuando haga un juicio en el que intervengan mi imaginación o mi intuición propias. No me disculparé, de todos modos, por hacer uso de esa imaginación disciplinada por las evidencias e informada por un prolongado estudio del tema. Empecé a trabajar con las fuentes cuando edité el Atlas The Times de las grandes exploraciones unos treinta años atrás. No escribí las secciones de aquel libro en las que aparecía Magallanes y tampoco respaldaría ahora todo lo que se decía allí. Pero aquella experiencia despertó en mí un interés que nunca he perdido desde entonces.

La historia de las exploraciones ha continuado siendo un tema recurrente en mi trabajo y ahora me sirve de contexto amplio en el que intento dar sentido a lo que Magallanes hizo en su día y valorar hasta qué punto ha tenido importancia para el mundo.

Por otra parte, y de conformidad con lo que es tradicional en los prefacios, también tengo que aportar aquí ciertas notas autoexculpatorias.

En algunos puntos (indicados en el texto y en las notas) he ensanchado los límites normales de la convención académica al convertir en diálogo lo que era una cita en discurso indirecto. Espero que los lectores meticulosos entiendan por qué esta ruptura con la convención está justificada en cada uno de los casos y de qué modo ayuda a hacer que las pruebas originales sean más expresivas y los acontecimientos más inteligibles de lo que serían si no. En el capítulo 1, al introducir partes del trasfondo histórico general, sobre todo para contextualizar las irrupciones de Magallanes en el océano Índico y la costa Suajili, he tomado como referencia algunas páginas de un libro anterior mío, 1492. Como la presente obra se escribió principalmente durante la pandemia de 2020-2021, tuve que lidiar con periodos de aislamiento en los que no siempre pude disponer de acceso a las mejores ediciones de todos los textos. En tales casos, cito en las notas el texto que usé en su momento, así como la versión superior (cuando la haya) con la que más adelante podría contrastarlo. Salvo allí donde se indique, las traducciones al inglés son mías; sin embargo, en las citas de las traducciones del relato que hizo Antonio Pigafetta sobre el gran viaje, he recurrido (excepto que se diga lo contrario en las notas) a la excelente publicación editada por mi colega Theodore Cachey. Él trabajó a partir de una edición de 1987 (a cargo de la conocida poeta y crítica Mariarosa Masoero) del manuscrito más autorizado, que no he podido consultar; he comprobado la traducción cotejándola con la famosa edición de Da Mosto (véase pág. 443) y he incluido referencias cruzadas en las notas.

Cuando se escribe sobre Magellan (en inglés), Magallanes o Magalhães, la coherencia onomástica es imposible. Por lo menos, la grafía del nombre en inglés («Ferdinand Magellan») tiene la ventaja de resultar familiar a los lectores de muchas lenguas y evita tener que comprometerse con un bando en la lucha por la custodia de nuestro protagonista entre los aspirantes españoles y portugueses.

No habría podido escribir este libro en tan desfavorables circunstancias de no haber sido por el trabajo previo realizado por los editores de las fuentes, a todos los cuales cito en las notas. Quiero dedicar un especial reconocimiento a aquellos que tanto y tan bien han trabajado por hacer que hoy estén disponibles a través de Internet transcripciones o facsímiles nuevos y fieles de documentos muy conocidos; en especial felicito a Cristóbal Bernal, Tomás Mazón y Braulio Vázquez, y a sus dedicados colaboradores del personal profesional de los archivos respectivos. La investigación, especialmente la realizada por F. Borja Aguinalde, Salvador Bernabéu, José Manuel García y Juan Gil, ha puesto sobre la mesa importantes pruebas o reflexiones nuevas en años recientes. A veces discrepo de sus interpretaciones, pero no podría habérmelas arreglado sin su trabajo.

También debo dar las gracias a Guido van Meersbergen, de quien partió la idea de que yo escribiera este libro; a Tessa David, que me convenció para hacerlo y me aportó sugerencias muy útiles sobre cómo acometer la tarea; a Andrew Gordon, que tuvo la generosidad de permitirme trabajar con un agente rival; a Michael Fishwick, Niels Hooper, Francisco Reinking y Elisabeth Magnus, desinteresados y sagaces editores todos ellos; y a Sebastián Armesto, Theodore Cachey, Joyce Chaplin, Kris Lane, Manuel Lucena Giraldo, Lincoln Paine, Carla Rahn Phillips y Sanjay

Subrahmanyam, quienes tuvieron la gentileza de leer borradores parciales o totales del libro y de ser unos muy útiles depuradores de disparates; si algún que otro error o afirmación inoportuna han pervivido, solo a mí se me puede culpar de ellos. Estoy agradecido a mis colegas, alumnos y personal asistente en la Universidad de Notre Dame por haberme facilitado el mejor entorno posible en el que enseñar y aprender, y, en especial, al personal de la Biblioteca Hesburgh por haberme procurado materiales en abierto desafío al virus que ha afligido al mundo mientras escribía este libro. Este es un trabajo poco compasivo con la idea de los «grandes hombres», pero ha tenido sus héroes.

Culworth, Northamptonshire (Inglaterra) / Notre Dame, Indiana (Estados Unidos). Enero de 2020-agosto de 2021

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Autor: Felipe Fernández-Armesto. Título: Magallanes. Más allá del mito. Editorial: Espasa. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

 

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Luis Gorrochategui
Luis Gorrochategui
1 año hace

¡Magnifico prefacio! Si que es caprichosa la fama… y sujeta a intereses…