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Making of de ‘La vereda de la derrota’

Making of de ‘La vereda de la derrota’

La vereda de la derrota es una clara declaración de intenciones dividida en dos partes. En la primera, titulada «La rabia del perdedor», hay cuarenta y ocho poemas. En ellos vuelco la rabia y la frustración de lo absurdo de la existencia, de la violencia y la corrupción, del espanto de las calles, del silencio imperante que puede cortarse con una cuchilla, temas recurrentes del tipo de literatura que me gusta, pero también vuelco ira y fracaso por temas más específicos, como la pandemia y Madrid o el tráfico de drogas y la esclavitud y la muerte que conlleva. Lo titulé «La rabia del perdedor» porque es rabia lo que sentía en el plano en el que me he situado para escribir, desarrollar y conformar estos poemas. Pero, ¿por qué lo del perdedor? Y, sobre todo, ¿qué es un perdedor? ¿Es acaso alguien que no consigue sus objetivos? ¿Es alguien que siempre pierde y por tanto acepta la derrota? ¿Alguien que al no lograr llevar un proyecto a buen puerto se va a su casa? No, ni de lejos. Con el tiempo la figura del perdedor se ha convertido en un arquetipo del que emanan personajes muy reales que son producto de la historia de su tiempo, generalmente el resultado de una coyuntura trágica. Los perdedores de mis novelas son de los que no se dan por vencidos. Toman la decisión de actuar, de levantarse una vez más después de caer una y otra vez, bien sea por voluntad propia o por un detonante externo. Por tanto, si me fascina la figura del perdedor es porque funciona como una figura simbólica a través de la cual los relatos cuentan versiones muy distintas a las de la historia oficial; por consiguiente, es un revolucionario que revisa y planea derrumbar los cimientos del statu quo que trata de imponerse a todos y a todo. Es un arquetipo imprescindible para barrenar el discurso oficial. La pérdida le hace actuar como si fuera un guerrero en lucha contra el pensamiento único. Así, la pérdida ni es una actitud vocacional ni una aceptación del fracaso. El perdedor lo es porque le fuerzan a ello otras personas o circunstancias muy poderosas. Por el camino perderá, pero perder no es un hecho total y definitivo, sino parcial y temporal, generalmente preludio de una victoria que puede tardar en venir, victoria que será total o parcial, pero que será, que acontecerá en un futuro moldeado por el perdedor aun sin proponérselo. La perspectiva de esta figura literaria ha sido fundamental a la hora de abordar este proyecto y también el anterior, Versografía maldita, así como el resto de mis obras en prosa.

La segunda parte del libro, titulada «Mi mesa del antro», es un compendio de dieciséis relatos cortos cuyos títulos se componen de una sola palabra, que intentan sintetizar sus significados. Se pueden leer de forma independiente, pero juntos adquieren sentido, conformando una novela corta, una novela metafórica (si es que tal cosa existe), que trata de un tipo encerrado en un escenario espacio-temporal bajo unas determinadas circunstancias. Como en todo relato, por alegórico o irreal que sea, consta de un inicio, un desarrollo y un desenlace que empieza a desarrollarse cuando el protagonista (caracterizado, como no podía ser de otra forma, a través de la figura del perdedor) empieza a hacerse preguntas sobre su coyuntura.

Para mí ha sido un placer escribir el libro, contároslo aquí en Zenda y, por supuesto y claramente, haber vuelto a publicar con Tierra Trivium, a la que ya considero mi casa y en donde más facilidades no pueden darme.

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Autor: Paco Gómez Escribano. Título: La vereda de la derrota. Editorial: Tierra Trivium. Venta: Todos tus librosAmazon.

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