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María Casares, la musa del existencialismo francés

María Casares, la musa del existencialismo francés

La escritora Clara Fuertes reivindica la figura de María Casares en el centenario de su nacimiento con la novela Todas las horas del día. «Interpretó tantos papeles que se perdió en ellos. Sombra y luz, todo y nada, voz en el escenario, rompedora, desarraigada, libre, diva, sencilla, una mujer recuerdo».

María Casares fue mucho más que la amante de Albert Camus y la hija del republicano Santiago Casares Quiroga. María fue, por encima de todo, una de las grandes figuras de la interpretación del siglo XX. Una actriz extraordinaria que triunfó en el exilio francés y frecuentó los círculos de la intelectualidad.

Esta es la historia de una mujer que vivió y amó intensamente.

Recuerdos, confidencias, cartas de amor y una pasión inquebrantable son los mimbres de esta ficción basada en la vida de María Casares. Una mujer que, como hija del político republicano Santiago Casares Quiroga, sufrió el desgarro de abandonar su tierra gallega cuando apenas contaba 14 años. Y como amante de Camus, supo lo que es estar a su sombra y en su luz: Albert jamás dejó a Francine, su mujer, pero amó con locura a María.
María transitó un camino de dolor. También de gloria. La actriz, que nació española y murió francesa, está considerada como una de las más notables de su generación.
María Casares fue musa del existencialismo francés.  Más allá de los textos de Camus fue el alma y la carne en escena de obras de Sartre, Cocteau, Claudel, Genet… Su libertad y su dramatismo le dieron el carácter necesario para hacer temblar la escena. Aún podemos disfrutar de su talento en filmes como Orphée, de Cocteau, o La lectora, de Deville, el recuerdo visible de quien fue reconocida con la Legión de honor francesa.
En Todas las horas del día, Clara Fuertes devuelve la voz a esta extraordinaria mujer marcada por el mar, el teatro, el amor y la soledad. Una mujer que siempre vivió en «estado de urgencia».
ALBERT Y MARÍA
El amor de María Casares fue correspondido por Albert Camus, aunque compartido con Francine, su esposa. El escritor y la actriz se amaron durante 16 años, hasta la muerte de él en un trágico accidente. Años después, María seguiría acostándose cada noche abrazada al recuerdo del que fue el hombre de su vida. Su correspondencia da fe de la profundidad de su relación. También la hija de Camus, Catherine, reconoció que María fue «el gran amor» de su padre.
UNA VIDA DE NOVELA

Clara Fuertes recoge el testigo de las cartas y arma con sus palabras la voz de María Casares. Escucha las ausencias y encuentra en los silencios a María y a Albert, desnudos: «Hay algo que es solo nuestro y donde te encuentro siempre sin esfuerzo. Son las horas que guardo silencio…» (Camus a Casares, junio de 1944).

En Todas las horas del día, Clara Fuertes narra la vida de María por su boca, interrumpidos estos capítulos por los de una segunda voz, la de un periodista llamado Airas que escribe un reportaje sobre la gran actriz. Un interesante cruce de caminos que acaba por pintar el paisaje vital de esta gran dama del teatro desde diferentes ángulos.

LA AUTORA

Clara Fuertes es una autora prolífica con siete títulos a sus espaldas. Vive volcada en la escritura. Su primera novela Agua de limón fue autopublicada y ha vendido miles de ejemplares. Clara Fuertes ama a María Casares y se nota en lo que escribe, en cada palabra y en cada ausencia. Cansada de no ver a la mujer en todo aquello que leía, decidió darle una voz íntima, una voz que pusiera en valor su talento y su pasión. Su vida al completo. No solo quería ver a esa mujer de mujeres —Casares fue Lady Macbeth, Ana Petrova, María Tudor, Yerma, Titania….—, también a la niña que se hizo desde cero en el exilio, la María que sufrió, la que amó sin mesura y fue correspondida, la mujer que aparece en las cartas personales, publicadas ya en Francia por Catherine Camus, la hija del escritor.

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Adriana
Adriana
1 año hace

Leyendo “Todas las horas del día”, leyéndote, me descubrí a mí misma luchando contra la ardua tarea de acertar a distinguir en qué momento, escribías sobre María, o te describías, “mujer que vivió y amó intensamente”.
¡Qué bonito es verte crecer!