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Miguel Ángel Hernandez o la novela en directo

Miguel Ángel Hernandez o la novela en directo

En una reciente entrevista, John Maxwell Coetzee afirmaba que escribimos para saber lo que queremos decir, y añadía que esta reflexión era particularmente cierta en un género narrativo largo como es la novela. No he podido dejar de recordar las palabras del Nobel surafricano mientras leía El dolor de los demás, de Miguel Ángel Hernández (Anagrama, 2018) y su diario de escritura: Aquí y ahora (Fórcola, 2019).

Alcanzada ya la sexta edición en apenas un año, El dolor de los demás aborda el crimen cometido por su mejor amigo de la infancia en la Nochebuena de 1995, quien asesinó a su hermana en la huerta de Murcia y, acto seguido, se suicidó lanzándose por un barranco. El trauma que este luctuoso suceso produjo en Hernández lo impulsa, lo arroja a escribir la novela.

En este punto conviene dejar hablar al autor: Él la mató y esa misma noche se suicidó. No hay más intriga. No hay más misterio. O precisamente ahí está el misterio ¿Por qué la mató? ¿Qué pasó por su cabeza? ¿Por qué entró en la habitación? ¿Qué desencadenó la pelea? (…) Nadie sabía nada. Nadie lo llegó a saber jamás. El caso se cerró y las preguntas se quedaron sin contestar.

"Esa voluntad de expresar su mundo interior, su estado anímico, se convierte en una inquisición que hace avanzar el relato mezclando vida y literatura"

Nos encontramos, por tanto, ante un caso resuelto cuyos pormenores, sin embargo, pertenecen a la investigación de la policía judicial; pero desde el primer momento el autor reconoce no estar demasiado interesado en la investigación policial, ni en los hechos en sí mismos. Aunque a lo largo de las páginas trate de indagar lo sucedido, su escritura pretende, parafraseando a Coetzee, saber lo que el escritor Miguel Ángel Hernández quiere decir acerca de su amigo. Esa voluntad de expresar su mundo interior, su estado anímico, se convierte en una inquisición que hace avanzar el relato mezclando vida y literatura, autobiografía y trama novelesca. Todo ello de un modo singular.

El núcleo indescifrable de su indagación, de su pesquisa ajena a lo policial es comprender cómo puede seguir sintiendo amistad por un asesino, una vez sabe de modo inequívoco que lo fue. Eso es lo que le duele y le hace presa de pesadillas. En pocas palabras, es el trauma del que desea liberarse. Cómo lo logrará —si es que tal cosa es posible— constituye la verdadera trama de la novela. La investigación periodística y policial son solo el atractivo andamiaje sobre el que se asienta el verdadero enigma personal del autor.

Pero las páginas de la novela no dejan de ser mera especulación, porque, al decir de Hernández: «Las palabras siempre fallan; la escritura nunca llega al fondo de las cosas. Con suerte lo bordea, lo toca, puede rozar la herida. Pero ese lugar siempre permanece oscuro, opaco, indescifrable, como los garabatos que ahora decides desechar».

"Si las páginas de El dolor de los demás resultan brillantes desde el punto de vista literario, aun me lo parece más la idea que da pie a su diario de escritura, Aquí y ahora"

Si las páginas de El dolor de los demás resultan brillantes desde el punto de vista literario, aun me lo parece más la idea que da pie a su diario de escritura, Aquí y ahora, que el autor define como «una pulsión de escritura» que lo «llevó a documentar el proceso creativo». Dicha pulsión, a modo de vaso comunicante, deparó que El dolor de los demás se pareciera a un diario, y éste se convirtiera en un “making of” de la novela, que comenzó a funcionar en sí mismo como una novela en curso —según reflexionó Juan Gómez Bárcena, editor digital de la revista Eñe, donde Aquí y ahora se publicó inicialmente—.

Me ha resultado especialmente interesante esta idea de la novela en curso porque, en mi condición de escritor, he experimentado un impulso similar mientras escribía Un amor de Redon, novela que publicará a comienzos del otoño precisamente Fórcola. Ese impulso me llevó a escribir ciertos artículos acerca de cómo escribía mi novela, de la toma de decisiones en ella. También, de un modo más sutil, el motivo por el cual escribí aquellos artículos se acerca a las palabras de Hernández: Cuando la escritura se vuelve futuro (la novela por escribir), necesitas también la escritura del presente (el diario).

"Da la casualidad de que antes de leer Aquí y ahora, yo había concebido también la idea de publicar el próximo otoño en Zenda Libros los artículos que escribí sobre mi novela Un amor de Redon"

Lo anterior me lleva a la siguiente reflexión: el proceso de redacción de una novela es tan largo y solitario que la exhibición previa y parcial de la propia novela, o de aspectos de la misma, puede convertirse en paradigma de la cultura actual: frente al silencio y al aislamiento, la necesidad de mostrarnos a través de internet, a través de las redes sociales; no como un acto de exhibicionismo literario, sino como una manifestación de nuestra condición de creadores. Por reformular el concepto de “novela en curso” de un modo metafórico más radical, yo afirmaría que Aquí y ahora es una “novela en directo”, que se escribe “en el aire”, mientras se escribe la novela principal y, a veces, sin solución de continuidad entre el diario y la novela.

Da la casualidad de que antes de leer Aquí y ahora, yo había concebido también la idea de publicar el próximo otoño en Zenda Libros los artículos que escribí sobre mi novela Un amor de Redon. Por ello la lectura del diario de Miguel Ángel Hernández me ha resultado aún más grata. Aquí y ahora engloba materias diversas: las aludidas decisiones creativas en torno a El dolor de los demás; reseñas de los libros que leyó el autor mientras escribía la novela; su cotidianeidad de profesor de arte en Murcia; ágapes y congresos literarios; enfermedades; visitas al gimnasio. Todo ello forma un conglomerado que muestra las venas abiertas del proceso creativo y de la vida.

Por citar un referente literario de Miguel Ángel Hernández, haré alusión a quien quizá sea el maestro, el alma mater de la novela. Me refiero a Emmanuel Carrère y, en particular, a su obra Una novela rusa (Anagrama, 2007), que aborda la indagación del protagonista en la vida de su abuelo, colaboracionista francés con los nazis. ¿Cómo se asume que tu abuelo fuera un criminal nazi, o que tu mejor amigo asesinara a su hermana? Este último es el misterio que tratan de desentrañar Aquí y ahora (Fórcola, 2019) y El dolor de los demás (Anagrama, 2018).

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Autor: Miguel Ángel Hernández. Título: Aquí y ahora. Editorial: Fórcola. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro

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