Tras haberse zampado a su primera esposa, Metis, Zeus matrimonió con Temis. De Metis a Temis y meto porque me temo. Hay que ver el gusto que tienen los olímpicos por jalarse y aparearse entre sí. Luego bien que nos fulminan a los mortales por querer ser como ellos.
Temis debía de ser una miaja beata, ya que fue la que introdujo los sacrificios y todo lo relacionado con el culto de los dioses, entre los que ella tenía su propio altar. Aparte, parece que era ecuánime y sensata, ya que sus colegas le encomendaron el Ministerio de Justicia, al que con el tiempo adjuntará a su hija Dike / Iustitia como ayudante. Luego nos hartamos de despotricar contra el nepotismo y otras corruptelas de nuestros probos gobernantes…
De las coyundas de Zeus y Temis nacieron dos tríadas de trillizas. Una muy apañada, la segunda algo estrafalaria, ya que por sus gustos y hábitos lóbregos y siniestros podríamos considerarlas antecesoras de los góticos.
La primera tríada estaba formada por Dike, Irene y Eunomía, que formaron un grupo de esos flowerpower al que llamaron las Horai. Tan buena fama se granjeó Dike que la consideraron la encarnación del orden, las leyes y la costumbre. Los romanos la identificaron con Iustitia: hasta se podría decir que fue la precuela de los de la ONCE, pues la representaron ciega, cubierta con una venda, y sujetando una balanza en una mano y una espada en la otra. La Justicia había de ser invidente, ecuánime, imparcial y contundente.
Irene era una chica muy pacifista a la que los romanos llamaron Pax y la representaron rodeada de flores y coronada con ramas de olivo. De ahí a encasquetarle la Primavera había un suspiro. Hermana de Dike / Iustitia e Irene / Pax es Eunomía, que debía de ser una buena gobernanta pues su nombre es eso lo que significa. A las tres juntas se las llamó las Horas o sea, las Estaciones, que antaño eran tres en vez de las cuatro actuales. Dike Irene y Eunomía, con sus flores y consignas en pro de la paz, la justicia y el buen gobierno, fueron las primeras jipis de la humanidad milenios antes de los Beatles y yeyés afines.
De Zeus y Temis también nacieron unas trillizas que daban un mal fario que no te veas: las Moiras o Parcas: Cloto, Láquesis y Átropos, las góticas. Cloto debía de ser algo frígida, pues los poetas decían de ella que tenía el corazón de acero y que hilaba la hebra de la vida humana con una rueca y un huso, imperturbable a las emociones humanas, como si estuviera desgranado bajocas mientras veía la tele. Láquesis medía con una vara el hilo que su trilliza hilaba y cuando consideraba llegado el momento avisaba a Átropos para que lo cortara con sus tijeras. Lo cual hacía ésta, impasible e inexorable: no había ruegos ni tretas que demoraran el momento de la muerte. Como para ligar con una de ellas en una aplicación de citas, y a medias del lance, cuando quieres dejarla sin aliento con esa media verónica que tan bien te ha funcionado en otras plazas, te das cuenta de que se te ha pasado el efecto de la píldora azul. A ver si Átropos no usa sus tijeras para cortarte otra cosa en vez de tu hilo vital.
Papasito Zeus, en su rol de garañón olímpico, emparejó después con Eurínome, una de las tres mil hijas (en aquellos tiempos no había problema con la natalidad) de Océano y Tetis. Debían de ser muy agraciadas, ya que los poetas se refieren a ellas como las de bellos tobillos. De Eurínome Hesíodo también nos cuenta que era muy agraciada, “de encantadora belleza”. Encanto y belleza que transmitió a las tres zagalicas que parió del Cronida: las tres Cárites, más conocidas por su apelativo romano: las tres Gracias (Aglaya, Eufrósine y Talía). Esas tres zagalas resultaron tan graciosas que se les encomendó dispensar el encanto, la belleza y el poder de seducción con el que ornaban a las mujeres que a ellas se encomendaban. Así, no es de extrañar que Afrodita / Venus las incluyera en sus saraos y acudiera a sus servicios con harta frecuencia. A lo largo de la Historia del Arte han sido pintadas o esculpidas por grandes genios anónimos u otros tan renombrados como Rubens, Rafael, Cánova, … Siempre desnudas, siempre tocándose, danzando o simplemente abrazándose han sido reclamadas recientemente como ejemplo de la sororidad femenina.


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