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Mónica Maristain, la vida por los libros

Es triste despedir a una colega, máxime cuando ha sido generosa y atenta, crítica y valiente, tierna e inquebrantable. Porque la periodista, escritora y editora argentina Mónica Maristain, quien residía en México desde finales de 1999 y desarrolló una dilatada trayectoria en medios de comunicación, literatura y difusión cultural, falleció hace pocos días a los 68 años, según informaron fuentes de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), cita a la que acudía de forma ritual desde hace años y en cuya reciente edición había presentado su libro Leeré hasta mi muerte (Editorial Jus), donde reflexiona sobre la lectura, sus posibilidades, límites, riesgos y placeres. El trabajo periodístico de Maristain, quien había estudiado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para seguir su vocación literaria, comenzó en su Argentina natal, donde dirigió revistas como Cuerpo & Mente y La Contumancia / Sólo música, y ya en México trabajó en la agencia France Press y fue editora de la revista Playboy. También colaboró con el diario El Universal y fue responsable del espacio Puntos y Comas en la revista SinEmbargo, además de participar en la agencia Efe. En años recientes lideraba el sitio digital Meromoto M, el cual fundó porque quería publicar sin cortapisas de ninguna especie y para el que había apostado todos sus ahorros. Obsesionada con la vida y obra del chileno Roberto Bolaño y apasionada del fútbol, fue autora de varios libros, entre ellos dos obras esenciales para entender la figura del autor de Los detectives salvajesEl hijo de Mister Playa, una biografía publicada por Almadía, y La última entrevista a Roberto Bolaño (Axial). Esta aproximación al escritor chileno fue reconocida por críticos y lectores, pues es quien más ha ahondado hasta ahora en la vida personal y literaria de Bolaño. Además, publicó los poemarios Drinking Thelonious (Axial) y Antes: Paisaje sonoro con mujer mirando una ventana (Literal Publishing / Universidad Autónoma de Nuevo León). Sus amigas más cercanas cuentan que si bien murió sola, de un infarto que la pilló en su cama, no lo estaba, y una legión de escritores la recordarán porque se fijaba en todos, al margen de éxitos y modas, recomendaciones o presiones editoriales. Su partida cubre de luto no solo al periodismo cultural mexicano, sino al de toda Hispanoamérica. Descanse en paz.

LA BANDA DEL AUTOMÓVIL GRIS

Hace poco más de un siglo, un grupo de ladrones tuvo la idea de disfrazarse de militares para cometer espectaculares atracos en casas ricas de la Ciudad de México. En sus golpes, huían a toda velocidad en un automóvil gris tipo torpedo que les daría fama y renombre. “Para ellos”, apunta el repositorio digital Memórica, del Archivo General de la Nación, “era fácil robar, pues contaban con órdenes de cateo oficiales con las cuales ingresaban en los domicilios seleccionados sin prácticamente oposición de sus habitantes y, una vez dentro, robaban a placer las riquezas acumuladas: joyas, dinero y toda clase de objetos valiosos”. Sus atracos fueron tan famosos que su historia fue llevada al cine por el director Enrique Rosas en una película muda de 1919, cuatro años después de que fueran atrapados y condenados al paredón. En ese filme, el realizador recrea los asaltos, secuestros y la aprehensión de la banda, e incluye material real del fusilamiento de sus integrantes, filmado el 20 de diciembre de 1915, hace exactamente 110 años. Esa es la historia que recupera, a partir de una nueva investigación, el escritor y periodista Juan José Rodríguez en el libro El inextricable caso de la banda del automóvil gris (Grijalbo), en el que analiza de qué forma influyó la Revolución Mexicana, momento en el que cometieron los robos, en su modus operandi, y relata una historia plagada de conspiraciones, autos lujosos y crímenes impunes, donde se entrelazan pasado y presente, historia nacional y memoria familiar, crónica y ensayo, en un mosaico narrativo que refleja el oscuro tránsito del ideal revolucionario al autoritarismo en México. Dice su autor que a la Revolución Mexicana siempre se le ha ubicado en el norte desértico y en el campo mexicano, con las batallas de caudillos como Villa, Zapata o Carranza en lugares como Ciudad Juárez, Chihuahua, Zacatecas, Morelos o Veracruz. Pero la Ciudad de México, sostiene, también fue importante, y se ha olvidado que la capital fue victimizada mucho tiempo por hambrunas, epidemias y hechos delictivos, como los de la banda del automóvil gris, quien según el libro de Rodríguez no sólo aprovechó la tecnología del momento, como el veloz automóvil en el que escapaban, sino que también “estaba cobijada por la policía y el jefe de ésta, el general Pablo González”, una connivencia que, por desgracia, sigue sucediendo en todo el país. Esta obra, ha dicho su autor, forma parte de una trilogía basada en personajes de la Revolución Mexicana, y los siguientes volúmenes contarán las historias de Rodolfo Fierro, uno de los hombres más cercanos a Pancho Villa, y José Juan Tablada, poeta poblano que apoyó al exiguo dictador Victoriano Huerta.

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