Hay ejemplos morales que duran toda la vida, incluso aunque no los practiques ni hagas tuyos. Especialmente en tiempos confusos como los de ahora, cuando las redes sociales hacen tan difícil distinguir una voz de autoridad entre el vocerío de oportunistas, golfos, analfabetos y cagamandurrias que nos ensordece, tales referencias son extremadamente útiles para, al menos, situar el norte y el sur, el este y el oeste en la carta náutica de una vida. Eso no garantiza el éxito de la navegación —al final todos acabamos yéndonos al diablo—, pero al menos ayuda a saber en qué lugar exacto estás cuando el barco se hunde. Lo que, para cualquier marino razonablemente lúcido, no es despreciable consuelo en los tiempos que corren.
Emilio Paulo, que vivió entre los siglos III y II antes de Cristo, fue un ilustre general y político. Su padre había muerto heroicamente, peleando contra Aníbal en la batalla de Cannas, y él procuró vivir siempre a la digna altura de su recuerdo: fue pretor en Hispania y dos veces cónsul, general eficaz y hombre justo y valeroso, que consciente de que en aquel tiempo la cultura era griega, esmeró esa educación para sus hijos con maestros gramáticos, sofistas, oradores, pintores y escultores; y, según Plutarco, presenciaba sus estudios y ejercicios mostrándose entre los romanos el más amante de sus hijos. No por eso los mimaba ni distinguía de otros, pues se hacía acompañar de ellos —cachorros de generosa raza, escribe el biógrafo— en sus campañas militares, haciéndolos combatir en los puestos de mayor peligro. Y después de la batalla de Pidna envió todo el oro y la plata capturados al erario público de Roma, y como único beneficio personal permitió a sus hijos, tan inclinados a las armas como a las letras, escoger algunos libros de la biblioteca del rey vencido.
Fue en torno a ese monarca derrotado, Perseo de Macedonia, donde se fraguó el momento que don Antonio Gil me hizo traducir y que constituye para mí, con la anécdota de los libros para sus hijos, la más importante clave moral, la admirable virtus romana de Emilio Paulo. Porque, aunque en el desempeño de sus cargos fue tan inflexible y duro como cualquier militar de su tiempo, era también consciente de que el único bien que no es legítimo arrebatar a los vencidos es la compasión. De esa manera benévola se dispuso a acoger al rey derrotado. Pero, llevado éste a su presencia, en lugar de afrontar la desgracia con dignidad se le abrazó llorando a las rodillas, suplicando que perdonase su vida. Y ésta fue la respuesta de Emilio Paulo: «Eres un despreciable cobarde. El valor merece respeto incluso de los enemigos, pero la cobardía es lo más miserable. ¿Cómo te atreves a ensuciar mi victoria sobre ti, quitando mérito a mi triunfo, haciendo ver a todos que eres desgraciado porque lo mereces, ya que no eras un enemigo respetable y digno de los romanos?».
Así era Emilio Paulo, «el patricio ilustre admirado y respetado por todos, sin suscitar la envidia de ninguno de los hombres de bien». Tan austero, recto y honrado que, siendo muy estimado y querido por el pueblo de Roma, nunca dijo ni hizo nada de lo que hoy llamaríamos populista para halagar o ganarse el favor de las muchedumbres. Era como era, y eso le bastó siempre. Aunque la suerte le asestó dolorosos reveses con tragedias familiares, murió, según nos cuenta Plutarco, «sin que en su vida hubiese podido echar de menos nada de cuanto los hombres creen que conduce a la felicidad». Y pese a haber sido lo mucho que fue, murió tan austero y pobre que su escasa fortuna apenas sirvió para pagar la dote de su viuda.
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Publicado el 17 de enero de 2025 en XL Semanal.
¡La virtud! Entendida como componente imprescindible de todo hombre y despojada de cualquier sentido religioso. La virtud laica proveniente del mundo grecolatino, de nuestras raíces, de nuestra cultura. La virtud desnuda, sin estar contaminada por los efectos de la religión o de las ideologías de cualquier tipo. La virtud humana, desnuda.
Excelente el artículo de don Arturo para los tiempos que corren.
Había leído la historia de este simplón, pusilánime, apocado y cobarde, Perseo de Macedonia. Estas cualidades adornan a la mayoría de mandatarios políticos actuales, sobre todo españoles. ¡Porca miseria! No recuerdo dónde lo leí, si fue en Plutarco, también creo que lo nombra Michel de Montaigne, no sé si en sus Ensayos.
Emilio Paulo es su antítesis, sin síntesis posible. Creo que Hegel no presuponía que hay ocasiones en las que no se cumple la trilogía de su teoría. Hay extremos sin reconciliación posible. Hay casos en los que sí que existe el blanco, el negro y no hay matices de grises. La cobardía y la virtud, lo siento, pero no veo que tengan síntesis.
La virtud. Muy extraña se nos hace hoy esta palabra. En esta sociedad decadente. Se interpreta del pasado lo que interesa. Como, por ejemplo, en relación al poder, se interpreta aviesamente a Maquiavelo. Autor cuyo “Príncipe” puebla la cabecera de los más proclives políticos y los más astutos empresarios que se precien de un maquiavelismo mal interpretado. Conservar el poder a costa de lo que sea. Todavía hay algunos (no sé si me refiero a alguna cuestión reciente, decídanlo ustedes) que no están dispuestos a ello.
Pero no. Maquiavelo escribió más obras. Y, él, propugna que el mandatario, el príncipe, debe ser virtuoso. En el Renacimiento se volvió a recuperar el concepto de virtud en autores como Maquiavelo y Francesco Guicciardini. Así lo revela Pocock en su obra “El momento maquiavélico”, obra que creo poco leída en este país, sobre todo entre la clase política (si es que leen algo, claro). Recomiendo leerla para quitarse de encima viejas ideas y presupuestos sobre Maquiavelo.
La virtud clásica es un concepto muy sofisticado y muy diferente a la blanda y constreñida virtud cristiana. Desde que la falta de virtud se comenzó a premiar con el falso arrepentimiento, la virtud no ha sido la misma. La virtud clásica, por contra, requiere un esfuerzo, requiere una reciedumbre de carácter, requiere personas bien formadas y educadas en valores humanos y cívicos. Vamos, el compendio de lo que dice don Arturo: la República Romana. El Imperio y el cristianismo destrozaron todo esto. El poder omnímodo, sin fisuras, sin oposición, sin división de poderes, el poder autocrático, siempre es el mal, la falta de virtud. La virtud cívica, eterno valor.
Termina Pocock su obra con estas palabras que dan para mucha reflexión. Permítanme transcribirlas:
“Podemos volver a su estudio y encontrar muchas formas en las que nos hacemos a nosotros mismos, y no vernos reducidos a elegir entre ser unos solitarios ficticios o convertirnos en un mero material pasivo de alguien eternamente ansioso de inventar por nosotros”.
La virtud.
Saludos cordiales de un triste y solitario ficticio…
Buscando en balde.
Buscas en Roma a Roma, oh peregrino!
Y en Roma misma a Roma no la hallas…
Francisco de Quevedo y Villegas.
Salicio usaba tañer
La zampoña todo el año,
Y por oírle el rebaño,
Se olvidaba de pacer…
Félix María de Samaniego.
Puede leer a Plutarco,
Disfrutar del gran Marcial…
Mientras navega en su barco
Sobre las olas del mar.
Puede historiar con el “narco”
Para ganarse el jornal,
Metiéndose en algún charco,
Como hacía Juvenal.
Hacerse republicano
Contra la Roma imperial.
Revolverse con Broncano,
Peón de “Su Sanchidad”.
Criticar al “montonero”
Sin tener bula papal.
Visitar El Hormiguero
Con Audiencia Nacional.
Tener su propio criterio,
Distinto del general,
O escuchar un improperio
Asistiendo a un funeral…
Pero sepa, don Arturo,
Que nunca va a encontrar
Virtud en el lado oscuro,
Por más que quiera buscar.
PD:
Por cierto, ya se ha investido,
Día de San Sebastián,
En los Estados Unidos
Presidente a Donald Trump.
Está loco, cual siroco,
Cosa que es una obviedad,
Mas los niños y los locos
Siempre dicen la verdad.
No somos socios fiables,
Tanto zascandilear…
Zapatero, renovables,
Grupo Puebla y demás.
Hacen que vea Marruecos
Como una prioridad,
Mientras seamos muñecos
Entre Rota y Gibraltar.
Eso Mohamed lo sabe,
Tratará de aprovechar…
Por si duda el respetable
Ya tiene una razón más.
Quousque tandem abutere, “Sanchilina” patentia nostra?
Marco Tulio Cicerón (Si viviese aquí y ahora)
Virtuosismo en los versos. Virtuosismo en el lúcido análisis político en forma poética.
No con todo estoy de acuerdo pero me he carcajeado con lo de “su sanchidad”. Excelso.
Hace poco decía yo que el país tiene el trasero permanentemente orientado hacia el sur. A partir de ahora nos van a dar por… un día sí y otro también. Y, Europa, mirando para otro lado.
A su pregunta final, decirle que Catilina abusará de la paciencia del personal hasta que descubramos dónde realmente reside la virtud y dónde brilla por su ausencia, recordando a don Arturo… y a Cicerón. Hay gente, a la que casi no se le escucha, que lleva escribiendo catilinarias varios años.
Saludos cordiales.
Catilina intentó llegar a tener el poder absoluto… Ahora el “fraudillo” también…
Y siendo “franco” creo que ninguno de los dos pueden compararse a César…
Un saludo.
Sr. A., para serle serle a usted franco (y no va con segundas, o sí), yo prefiero a Escipión, me refiero al grande, al Africano. Vencedor de elefantes con cuernos (tampoco va con segundas, o sí) y de entuertos varios (no me refiero a Anibal, o sí). Realmente César, buen general, no era precisanente virtuoso. Además, fue vencido por Axterix y Obelix y nunca llegó a conquistar la aldea gala.
Pero bueno, en esta columna de don Arturo todos nos expresamos francamente, incluso el propio don Arturo. Aquí nos expresamos francamente; en otros ámbitos celebran a Franco al que le deben el eterno pesebre izquierdista. Han resucitado a un personaje olvidado entre las brumas del tiempo y sólo accesible para la Historia. Por el pesebre.
Francamente, esto no será una democracia hasta que tengamos una izquierda que no celebre a Franco. Pero, bueno, antes las ranas criarán pelo o la legión se convertirá en un convento de clausura.
Francamente. Saludos.
Tiene usted razón, hay mucho “peinaranas”, bueno estilista de batracios, entre quienes nos prescriben…
En cuanto a César tiene de todo, como en botica, pero es imprescindible en la Historia, con mayúsculas.
“Tú también Bruto, hijo mío?”
Saludos
GracIas por llamarme bruto, sr. A. Lo entiendo como apelativo cariñoso…
Siempre desde el cariño…
Las puñaladas las dan otros, pero lo de Axterix… hay mucha víctima de la LOGSE que puede confundir ficción con realidad con más facilidad que el culo con las temporas…
Un saludo
Mis disculpas por lo de “Axterix, Asterix, o Asteris”. Los franceses se crean sus propios héroes aunque sean ficticios. Nosotros denostamos a nuestros héroes aunque sean verdaderos, como el caso del Cid que, ya se sabe, por los de la LOGSE, digo, que era franquista y fascista.
Realmente, César dejó hecha fosfatina toda la Galia, sin aldeas galas ni pimientos en vinagre. Aquí. los romanos, nunca llegaron a conquistarnos del todo. Las verdaderas aldeas, no galas sino cántabras, existieron aquí. Y a los numantinos no pudieron llevarlos como trofeo a Roma como hicieron con el pobre Vercingetorix. Por cierto, ¡vaya fascistas estos numantinos!
Numantinos. Espíritu de un pueblo. Poco queda hoy de aquel espíritu…
Numancia, Viriato… y “Roma no paga traidores” …
Por otro lado Sagunto…
Los hispanos son duros y “cabezudos”… mejor tenerlos como aliados que como enemigos…
Que vaya tomando nota el loco “pelinaranja”, cuando acabemos con don Julián terminará por llamarle al golfo el de Nueva España.
Ánimo pues.
Aguijón hace sátiras
y alegorías,
quizá se salve el mundo
aún, todavía.
Pero lo ve muy negro
este Jacinto,
porque hoy la poesía
importa un pito.
No pierda la esperanza don Jacinto
Pues perseveraremos con ahínco.
Que nadie diga que el señor Rodríguez
No intenta que eso pueda conseguirse.
Un saludo.
No me cabe duda: tras la Patente de Corso de esta semana, don Arturo ha querido mostrarnos un referente, un ser virtuoso y digno con el que comparar, aunque no lo diga de forma demasiado explícita salvo al principio, los ejemplares de personajes de toda índole que pueblan en la actualidad los comentarios en los medios de comunicación, vida social, cultural, deportiva y, en especial, de las más altas magistraturas de la política española.
Para mi existen también, dentro de las expresiones latinas, otras dos que no convendría separar de esa virtud, de ese espejo del alma individual e interno de la persona, pero en el plano más específico de la relación y la jerarquía social y política. Una es la potestas (e incluso el imperium en un ámbito más militar y de poder) y otra es la auctoritas. La primera hace referencia a las posibilidades de actuación que brinda un cargo político, administrativo o militar, por el mero hecho de haber sido designado para él o haberlo conseguido por cualquier otra forma menos ortodoxa. La auctoritas en cambio se asemeja o asimila al prestigio ganado por una persona con sus desvelos, su trabajo, su arte y sus actuaciones pasadas y con el honor y ética demostrado en todas ellas. Y quien dispone de potestas y auctoritas, como Emilio Paulo, es un personaje, un ciudadano completo digno de admiración, elogio y emulación.
Comparen ahora ese modelo de ciudanano con los que actualmente pueblan los estamentos políticos y de poder más elevados de nuestro país salvo raras excepciones. Solo cabe bajar los ojos de vergüenza.
Si señor B., por supuesto, comparen, comparen.
Agregaría otra más “Templanza”
Recomiendo en “Las Vidas Paralelas” de Plutarco este pasaje de la vida de Alejandro Magno:
Vinieron a su poder diez de los filósofos gimnosofistas, aquellos que con sus persuasiones habían contribuido más a que Sabas se rebelase y que mayores males habían causado a los Macedonios. Como tuviesen fama de que eran muy hábiles en dar respuestas breves y concisas, les propuso ciertas preguntas oscuras, diciendo que primero daría la muerte al que más mal respondiese, y así después, por orden, a los demás, intimando al más anciano que juzgase. Preguntó al primero si eran más en su opinión los vivos o los muertos, y dijo que los vivos, porque los muertos ya no eran. Al segundo, cuál cría mayores bestias, la tierra o el mar, y dijo que la tierra, porque el mar hacía parte de ella. Al tercero, cuál es el animal más astuto, y respondió: “Aquel que el hombre no ha conocido todavía”. Preguntando al cuarto con qué objeto había hecho que Sabas se rebelase, respondió: “Con el deseo de que viviera bien o muriera malamente”. Siendo preguntado el quinto cuál le parecía que había sido hecho primero, el día o la noche, respondió que el día precedió a ésta en un día, y añadió, viendo que el rey mostraba maravillarse, que siendo enigmáticas las preguntas era preciso que también lo fuesen las respuestas. Mudando, pues, de método, preguntó al sexto cómo lograría ser uno el más amado entre los hombres, y respondió: “Si siendo el más poderoso no se hiciese temer”. De los demás, preguntando uno cómo podría cualquiera, de hombre, hacerse dios, dijo: “Si hiciese cosas que al hombre es imposible hacer” y preguntado otro de la vida y la muerte cuál podía más, respondió que la vida, pues que podía soportar tantos males. Preguntado el último hasta cuándo le estaría bien al hombre el vivir, respondió: “Hasta que no tenga por mejor la muerte que la vida”. Convirtióse entonces al juez, mandándole que pronunciase; y diciendo éste que habían respondido a cuál peor, repuso Alejandro: “Pues tú morirás el primero juzgando de esa manera”; a lo que le replicó: “No hay tal ¡oh rey! a no ser que te contradigas, habiendo dicho que moriría el primero el que peor hubiese respondido”.
LXV.- Dejó, pues, ir libres a éstos, habiéndoles hecho presentes,
Leí Vidas paralelas en mi adolescencia, lamentablemente no recuerdo mucho de lo leído, pero ya saco el libro del estante y aprovecharé para leerlo de nuevo. Muchas gracias por la motivación.
Hoy en día la austeridad pasa lógicamente desapercibida y no se aprecia como una virtud sino como algo irrelevante y de escaso nivel social. Políticos de tercera división, puteros y adictos a toda clase de excesos y corrupciones muestran un camino que a la larga terminará mal en este país, sobretodo para la gente honrada y de algún modo austera. Ya se está comprobando.
La “Virtud Romana”, sin intención de siempre cargar las tintas con lo reprochable del ser humano… últimamente creo que me he convertido en un viejo quejumbroso, de esos que todo ven mal excepto su conducta. Pienso que el valor, la virilidad, la excelencia, la integridad, la honestidad, la seriedad, la sabiduría, la equidad, sin nombrar más cualidades; es muy difícil que hoy podamos encontrar un hombre que reúna todas estas características, digo hombre, porque en la época de la antigua “Virtud Romana”, no creo que se tuviera en cuenta a la mujer.
Evidentemente “la virtud Romana” suena a antiguo, a pasado de moda, incluso a muchos jóvenes les puede causar risa. Esa es para mí la consecuencia de nuestro mundo en donde, la astucia, la picardía, el sacar partido, la cobardía, el no dar la cara, el no hacerse responsable, el pensar que porque sabemos teclear un teléfono somos sagaces e inteligentes.
—Mi nieto tiene una facilidad para usar la computadora que asombra. —dice la abuela con orgullo en la feria.
No quiero ser pesimista pero el buque de nuestra civilización está escorado y no le prestamos atención. No quiero decir con esto que existan millones de personas en todo el mundo que se levantan todos los días para ir a trabajar y tratar de hacer un mundo mejor; pero la verdad, cuando observo a la mayoría de los políticos evidentemente los malos van ganando la partida.
Quisiera estar equivocado, pero me cuesta ver un futuro prometedor, por ejemplo, en muchos países el cáncer de los narcos, que pueden comprar el alma y la voluntad de quien sea, porque su “negocio” es muy próspero, es más que preocupante.
También ocurre por ejemplo que en mi país, un médico, gana igual o menos que un peluquero…me pregunto cómo estudiar medicina con esa perspectiva.
También se dan otras curiosidades, muchos desean hacerse ricos vendiendo empanadas, zapatos, o incluso escribiendo; y esto no digo que sea imposible pero como mínimo es algo ambicioso. Esa nefasta idea de que, o se es rico o se ha fracasado, lleva a situaciones de una profunda condición de baja estima, que no todos saben manejar, o mejor dicho no pueden encontrar un equilibrio en su vida laboral y familiar.
La vida hoy es compleja y competitiva, por lo cual debemos preparar a nuestros hijos a que se defiendan, no solo enseñarles a encontrar el “éxito”; porque si este no aparece, ¿que les queda?.
Cordial saludo
Un poco de ánimo sr. Brun, aunque sólo sea un poco.
Ante tanto detrito social, curiosamente, en contrapartida, se está poniendo de moda la filosofía estoica. Bastante gente está siguiendo estas enseñanzas y esta forma de ver la vida, con la que está cayendo.
Sin ir más lejos, más arriba, un compañero de tertulias ha mencionado a los filósofos gimnosofistas, que significa ir desnudos. Provienen de la India, de los yoguis, y su vida era ascética. Hace muy poco he leído el libro “A orillas del tiempo” de Fernando Wulff y también menciona a estos filósofos desnudos que reprochaban a los cínicos el ir vestidos por ser un lujo.
Toda época de descomposición moral, de decadencia, de la búsqueda de la riqueza y el poder por cualquier medio, de mentiras o, como lo quieren llamar ahora, de posverdad, de relativismo, trae aparejadas corrientes ascéticas, corrientes morales, deseos de recuperar la ética perdida, las buenas costumbres, la familia, la amistad…
Desde el fondo de nuestros sustratos más íntimos, surgen impulsos de regeneración. Estamos mal dirigidos, hay cabreo, hay enfado, hay descontento y, a veces lleva a decisiones equivocadas de la gente, como en unas recientìsimas elecciones en el Imperio. Quizás el mundo, antes de superar esta degradación, como siempre en este proceso ha ocurrido, tenga que pasar por una fase y una crisis de autoritarismo extremo.
¡Dios nos coja confesados!
Saludos.
Eso señor Brun, como bien dice nuestro amigo común, el señor Ricarrob ¡Ánimo!
Nunca debemos olvidar que la virtud no busca la comparación con el mal y los malvados; los da por hecho; han existido de una u otra forma desde que el mundo es mundo. La virtud nace de dentro, segura, sin cortapisas ni agonías por tropezarse todas las veces que sean con la maldad. La virtud sabe y valora por encima de todo que está en el lado bueno, aunque sea la única persona en el mundo que lo piense. De ahí nace su fuerza, no busca pactos inmorales, no cede, no se rinde, sabe que la muerte es sólo una frontera y por eso no la pueden comprar, aunque alguna vez deba fingir que ha sido derrotado para, estrategicamente, al final, ganar la partida más importante: la de de mirarse cada noche y al final de esta vida en el espejo de su conciencia y su moral y dormir a pierna suelta. Jamás olvidemos que la nada nunca puede ser más que el todo. Y mientras quedemos gente que lo piense -que siempre ha quedado por los siglos de los siglos- los malos pierden y cada uno de los otros gana. Ahí radica la fuerza de la virtud, bondadosa ella por definición. Como axioma.
Abrazos para todos. ¡Virtuosos del mundo: unios!
Entre las diferentes acepciones que podemos encontrar en el diccionario de la Real Academia de la lengua de la palabra “virtud”, hay algunas que merece la pena traer aquí, al abrigo de su artículo. Por ejemplo:
3.- Fuerza, valor o vigor.
4.- Poder o potestad de obrar.
5.- Integridad de ánimo y bondad de vida.
6.- Disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza.
7.- Acción virtuosa o recto modo de proceder.
Aquel trabajo de traducción de Plutarco que le mandó hacer su profesor de latín tenía dos objetivos: uno, obviamente, que usted aprendiera latín. El otro, que supiera apreciar las “virtudes de la virtud”. Normal que lo recuerde usted con cariño.
Si solo fueran las RR.SS., es fácil prescindir de ellas. Lo peor es que esos cagamandurrias que nos gobiernan, hacen lo mismo y, por lo que parece, no podemos prescindir de ellos.
Este artículo me ha traído gratos recuerdos de las clases de latín que también recibí de D. Antonio Gil en el instituto Juan Sebastián de Elcano de Cartagena. Un gran maestro y un tipo muy elegante y culto. Estás cosas solo se aprecian con el paso del tiempo…
La virtud cómo valor, es un recuerdo en estas épocas. Cada vez que busco virtud, no pueda más que leer algún libro o novela de otra época. Gobernantes de cabotaje (no solo propiedad de la peninsula), se encargan todos los días de recordarnos la extinción de los valores en general. Somos pocos creo, los que tratamos de mantener esos recursos para la vida. Aún así mismo, estamos contagiados en más de una acción, por el virus de la ignorancia, la estupidez y la supina e instintiva maldad. Admiro a Don Arturo y veo en cada personaje de su obra a esos que tratamos de equilibrar el bien y el mal… Por suerte, siempre el lado claro opaca con su brillo al obscuro. Ojalá, sigamos teniendo estás reflexiones. Creo que estamos cerca de regar los campos con bebidas energizantes porque pensamos que hacen bien.
Virtud. Divino tesoro.