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«Siento que partir es morir un poco»: Sofía Blasco y el Mexique

«Siento que partir es morir un poco»: Sofía Blasco y el Mexique

Voy hallando la viva fuerza ausente
desde el valle de México, callado,
tembloroso de luces y de anhelo.
Y la esperanza se abre por mi frente
subiendo desde el pecho más cerrado,
desnudando mi espíritu y el cielo.

Estos versos corresponden al poema «Esperanza», de Francisco Giner de los Ríos Morales, sobrino nieto del que fuera fundador de la Institución Libre de Enseñanza, exiliado en 1939 en México tras alistarse en el ejército republicano. El poema de Giner de los Ríos recoge el sentimiento generalizado de muchos de los españoles que tuvieron que abandonar la piel de toro en la búsqueda no solo de un futuro mejor sino, simplemente, de uno realizable.

Sabemos del periplo de muchos intelectuales que se convirtieron en emigrantes forzosos por el peso de la derrota o por el terrible fusil de la persecución, y nos asaltan del mismo modo los versos de Alberti, Juan Ramón, Rosa Chacel, Max Aub, Guillén o León Felipe. Sin embargo, muchas fueron las voces olvidadas por la historiografía canónica.

La Fundación Pablo Iglesias nos ha permitido recuperar un testimonio privilegiado de los primeros años del exilio tras el conflicto civil español, publicando Mexique: La última crónica de Sofía Blasco, del escritor y periodista Fernando Olmeda (Madrid, 1962) en donde, a través de la mirada de la intelectual Sofía Blasco —hija del escritor Eusebio Blasco, el que fuera apodado por don Mariano de Cavia como «nieto legítimo de Lope», autor de El joven Telémaco y otros tantos éxitos de cartelera—, se narra el periplo hacia el exilio de unos dos mil españoles en julio de 1939 desde la ciudad de Burdeos a Veracruz a bordo del barco Mexique.

"Esta estructura de cajas chinas permite a Olmeda construir su relato histórico alternándolo con fragmentos vivenciales"

Defensor desde cada tribuna —literaria, vital o periodística— de todas las libertades, independientemente de condición, raza, sexo y orientaciones políticas, Fernando Olmeda ha ido construyendo una voz narrativa precisa y preciosa, pues al pormenorizado estudio de las fuentes históricas (véase su El Valle de los Caídos: Una memoria de España, Península) se une una concienzuda búsqueda de la palabra exacta y un dominio más que sensato de las tramas fabulares (a la sazón, su A seis pasos de ti, Espasa). Olmeda ha construido para la ocasión un relato comprometido, crítico y político, pero además tremendamente ameno.

Tomando como premisa el tan usado —y por tanto narrativamente exitoso— recurso del «manuscrito encontrado», Olmeda se vale de la ficticia voz femenina de una historiadora que compra, por casualidad, una maleta en cierto anticuario parisino. El objeto contiene documentos personales de Sofía Blasco, exiliada republicana a bordo del Mexique, y una crónica autobiográfica que, a modo de cuaderno de bitácora, se dispone —nos cuenta— a transcribirnos.

Esta estructura de cajas chinas permite a Olmeda construir su relato histórico alternándolo con fragmentos vivenciales; al recuerdo fragmentario de los episodios de la vida de Sofía Blasco se suman, entretejidos, párrafos sobre el presente vital de la misma y sobre su viaje cruzando el Atlántico tras la partida en barco gracias a que el presidente mexicano Lázaro Cárdenas decidiera acoger este envío de expatriados. Las reflexiones de la escritora se unen al colorido abanico conversacional que surge durante la travesía, entrando en contacto con intelectuales, militares, políticos, filósofos, escritores, actores, que se encuentran «en las entrañas del Mexique, un jirón herido del pueblo español que lamenta su aflicción de hoy y empieza a soñar con su gloria de mañana». De esta manera, Olmeda ha sabido generar un caleidoscopio en el que, gravitando sobre la figura de Blasco, aparecen testimonios directos sobre el horror de la guerra y el sufrimiento de la partida.

Sofía Blasco representa ese catolicismo liberal no exento de compromiso, una autora singular que tomó el pulso a las letras de su tiempo. «Escribo para que no nos olvide la historia», dice la protagonista —y por su voz también Olmeda—, recordándonos que la escritura tiene mucho de salvación terapéutica. Amante de la palabra y de la escena, Blasco estrenó su primera obra teatral, la comedia Rayo de luz, en el Victoria Eugenia de San Sebastián, donde gozó de cierto éxito, como atestiguan las otras piezas que fue representando por la zona hasta llegar a las carteleras madrileñas con Hacia la vida, en 1930 en el teatro Infanta Isabel, Una tarde a modas, que se representó en 1931, en el Teatro de la Zarzuela y en la que intervino como actriz, o Las ilusiones de Amanda en el Teatro de la Comedia en 1932. Abandonaría el teatro para dedicarse al periodismo con el seudónimo de Libertad Castilla, que encerraba en sí mismo un nombre parlante, abogando por la autonomía femenina y la reivindicación del espíritu castellano.

"Sofía Blasco fue, paulatinamente, alejándose del corsé impuesto por el peso varonil, que obliga a aceptar el rol de madre y esposa obediente"

La recreación de la voz de Blasco, viuda a los 47 años, nos permite como lectores vivir de primera mano ese periplo emotivo que, en sus palabras, se convierte en «una aventura que, siendo la menos deseada, nos salva la vida», pues huye del pasado bélico, y lo representa con cierta perspectiva, pero sigue estando muy presente en su dolor. Siempre con un pedazo de Madrid en el alma de la exiliada («¡Madrid, ¡cuánto te echo de menos! No fuiste la tumba del fascismo, y el eco de tu llanto aún nos alcanza»), Blasco recuerda su intervención directa en la guerra civil, donde acudió al socorro y ayuda de cientos de milicianos e intervino como voluntaria en primera línea.

Sofía Blasco fue, paulatinamente, alejándose del corsé impuesto por el peso varonil, que obliga a aceptar el rol de madre y esposa obediente, y acercándose a posturas cada vez más feministas, como lo demuestran muchos de sus artículos, de absoluta modernidad. En ellos alienta a las jóvenes de la época a no quedar empequeñecidas por la figura del hombre y a buscar siempre la ruptura de los tópicos y la libertad real del género, así como del sufragio femenino. Además, denunció situaciones de desigualdad en las que únicamente son víctimas las mujeres y escribió sobre las dificultades que tenían estas —por el hecho de serlo— de estrenar sus obras teatrales.

«Siento que partir es morir un poco», dice Blasco, sufriendo la agónica experiencia del exilio, pero gracias a esta nueva novela de Fernando Olmeda logramos como lectores dotarla —a ella como símbolo de todos los que se fueron— de nueva y renovada vida.

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Autor: Fernando Olmeda. Título: Mexique: La última crónica de Sofía Blasco. Editorial: Fundación Pablo Iglesias. Venta: Todostuslibros y Amazon

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