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Sobre algunos clásicos de ayer y mañana

Sobre algunos clásicos de ayer y mañana

Si los clásicos son aquellos textos que en cada lectura nos cuentan algo nuevo, Carlos García Gual presenta en el prólogo a Voces de largos ecos a los grandes autores de la cultura grecolatina, desde Homero a Marco Aurelio, en una invitación a la lectura que nos hará descubrir el drama, la comedia y la épica; la historia, la biografía y hasta la ética y la filosofía. Desde la novela de aventuras y la de amores románticos hasta la sátira y los manuales de seducción. Un panorama incomparable de lo mejor de la cultura clásica.

Como el lector advertirá enseguida, los autores y textos griegos y latinos aquí presentados no forman un conjunto sistemático; quiero decir que no se trata de un elenco unitario de los más famosos autores del mundo clásico, reunidos en torno a una línea temática o una secuencia de autores y textos de un mismo género literario, sino de una selección personal de unos cuantos clásicos, que no se ajusta a un canon de conjunto. Los trece capítulos tratan de autores o textos antiguos, todos ellos de claro e indudable interés, y, que, en mi opinión, siguen conservando evidentes atractivos para un lector actual. Vienen a ser una serie abierta y variada de figuras y textos breves; no una nómina oficial de los grandes clásicos, los indiscutibles y representativos, como puede verse, por ejemplo, en el libro de P. Boitani, Diez lecciones sobre los clásicos. Al primer vistazo el lector descubrirá que no han entrado aquí algunos grandes autores; y advertirá la ausencia de los más conocidos representantes de los géneros literarios tan esenciales en la tradición griega como la lírica arcaica, la tragedia clásica, la historia y la filosofía, mientras que encontrará dos o tres novelistas y autores de época algo tardía. Y, por otra parte, verá que algunos están evocados no por sus obras más famosas, sino por una faceta menos conocida, como en el caso del filósofo Aristóteles, a quien aquí introduzco sólo como científico y biólogo, por razones que explicaré luego.

Hay también notables diferencias de enfoque entre los diversos capítulos o ensayos. A veces trato de un autor y su obra de conjunto (así Homero, Jenofonte, Aristófanes y Plutarco), otras voy comentando una sola narración o una parte de la producción de tal o cual autor (en los casos de Platón y Aristóteles, Virgilio y Ovidio), o bien la única obra de un autor de biografía desconocida (Longo y Pseudo Calístenes). Y resulta evidente la mayor proporción de autores griegos frente a los latinos (son siete frente a seis). Esta variedad de enfoques y textos es intencionada, y se debe a que he reunido aquí una serie de prólogos redactados para textos varios, prólogos publicados aquí y allá hace mucho, y que rescato ahora pensando que su reunión puede resultar atractiva para los lectores. Al menos me lo ha parecido a mí.

"Siempre me gusta comenzar por Homero, a riesgo de glosar sus más conocidas virtudes poéticas y rememorar la grandeza de sus héroes"

En estas evocaciones breves he intentado destacar lo que me parece más atractivo y original de un texto o de un autor, sea griego o romano, de plena época clásica o del período helenístico. (Es decir, de esa época tan a menudo marginada y considerada como «decadente», frente a los rotundos y ejemplares logros de la época áurea, y, sin embargo, en algunos aspectos moderna o precursora de la modernidad.)

No creo que al lector le perturbe el paso brusco de uno a otro ensayo (ya sea saltar del sabio Aristóteles al erótico Longo, o del sagaz Séneca al fantasioso Apuleyo). Desde luego, recomiendo leer con algunas pausas entre uno y otro capítulo. Y no voy a disculparme por concluir la serie de los griegos con la fabulosa y tardía biografía de Alejandro que ningún crítico antiguo habría considerado como un texto clásico. Mi selección se funda en mi subjetivo aprecio de estos textos. Ojalá, lector, lo compartas.

Como he dicho, todos estos breves ensayos quieren ser, fundamentalmente, invitaciones a la lectura o a la relectura de textos inolvidables, singulares y diversos. Casi todos fueron publicados como «prólogos» a traducciones españolas de los mismos que en su mayoría no se reeditan. Como es bien conocido, las versiones de los clásicos envejecen, mientras que los textos se mantienen jóvenes. El mejor ejemplo es el caso de los poemas de Homero que siguen manteniendo en su relato su terca fascinación. Y, una y otra vez, las versiones homéricas necesitan renovarse para recobrar el vivaz encanto antiguo en una lengua fresca y actualizada. De modo que los grandes textos, los de los clásicos de cualquier literatura, se retraducen una y otra vez, a la lengua de un tiempo fugitivo. Como los prólogos se refieren, fundamentalmente, al gran texto original, y sólo de pasada a la versión puntual, no suelen caducar tan pronto como les sucede a las traducciones prologadas. Pero he creído interesante subrayar la relación, y al final de cada capítulo anoto las versiones castellanas que conozco como las más asequibles y actuales, en una escueta lista o nota bibliográfica actualizada.

Hay que constatar que tenemos numerosas traducciones de los clásicos griegos y latinos, casi todas de excelente precisión y calidad literaria, más que en ninguna otra época anterior de la cultura española. En estos tiempos de una marginación académica de los estudios de Humanidades, esta abundancia de renovadas traducciones de los clásicos me parece un vivaz testimonio de la seducción que mantienen esos textos, en contraste con la escasa atención a la cultura humanista. Es un claro testimonio de la vitalidad de la tradición de la literatura, el arte y el pensamiento de Grecia y Roma.

"En oposición a su maestro Platón, Aristóteles se dedicó a la investigación de la naturaleza, más interesado en la biología y la zoología que en las matemáticas"

Tal vez convenga añadir alguna explicación acerca de la abigarrada secuencia de ensayos. Están dispuestos en orden cronológico: van primero los griegos y luego los latinos. Algunos versan sobre un autor y su obra de conjunto (Homero, Aristófanes, Plutarco y Marco Aurelio), otros sobre una sola obra de un escritor con una extensa producción (Fedón de Platón, Anábasis de Jenofonte, Eneida de Virgilio) o sobre una selección especial (como los Tratados de ciencias naturales de Aristóteles), y algunos sobre una obra única de un autor cuya biografía desconocemos (como en Dafnis y Cloe de Longo, el Satiricón de Petronio y la Vida de Alejandro del Pseudo Calístenes).

Siempre me gusta comenzar por Homero, a riesgo de glosar sus más conocidas virtudes poéticas y rememorar la grandeza de sus héroes, con su fascinante narrativa y sus escenarios épicos y aventureros, desde la trágica Troya a las peripecias de Odiseo. He incluido aquí un resumen sobre Aristófanes, tan moderno y a la vez tan chispeante. Aunque sus comedias se reponen ahora con frecuencia, me parece conveniente verlo como un representante de un teatro a la vez muy extraño, revolucionario y tan actual. De Platón y Jenofonte he escogido dos obras de más impacto: el diálogo que evoca la muerte de Sócrates y la discusión sobre la inmortalidad del alma, y el relato de la gran marcha de los Diez Mil cruzando la estepa asiática hasta el rencuentro con el mar.

Debo explicar por qué he seleccionado el extenso capítulo que dedico a los Tratados de Historia Natural del gran filósofo discípulo de Platón. Lo presento aquí porque pienso que, para la mayoría de los lectores, esos escritos son un aspecto muy desconocido del legado aristotélico. En oposición a su maestro Platón, Aristóteles se dedicó a la investigación de la naturaleza, más interesado en la biología y la zoología que en las matemáticas. Sus tratados sobre estos temas son parte esencial de su extensa obra y les destinó una gran parte de su vida. Las páginas que presento reproducen mi prólogo a su Investigación de los animales (traducida en la BCG por J. Pallí; creo que es un tomo difícil de encontrar). En fin, contrastar lo que el filósofo del Liceo pensaba y veía con lo que ahora se sabe puede ser un ejercicio interesante.

"Los novelistas latinos y griegos compusieron unas narraciones que reúnen, en asombrosa mezcla, seductor misterio y modernidad sentimental"

Plutarco es hoy tal vez menos leído que en otros tiempos, pero aun así vale la pena acercarse a su extensísima obra para redescubrir su admirable dominio de la historia y la tradición literaria griega y romana y su genial agudeza como biógrafo.

La Vida de Alejandro del Pseudo Calístenes, una biografía fabulosa y novelesca del siglo II o III d.C., es un texto pintoresco de enorme fama y difusión en el Medievo, que traduje hace muchos años.

Los Soliloquios o Confesiones de Marco Aurelio es un texto muy excepcional, inolvidable, por la sinceridad y nobleza del Emperador, triste y estoico.

Los novelistas latinos y griegos compusieron unas narraciones que reúnen, en asombrosa mezcla, seductor misterio y modernidad sentimental. Petronio, Apuleyo y Longo son enormes escritores, de estilos muy distintos, inquietantes y fantasiosos.

Tal vez mis notas sobre Virgilio y Ovidio parezcan breves, pues sólo intentan muy escuetamente subrayar los rasgos admirables de esos dos príncipes de la poesía latina. Y algo parecido podría decir de mis apuntes sobre las sentencias de Séneca, uno de los más brillantes prosistas y pensadores de la Antigüedad, de inmensa sombra en la tradición humanista a lo largo de muchos siglos, en el Renacimiento y la Ilustración.

No conviene alargar los prólogos, ciertamente. En esta pequeña galería de retratos y textos no he pretendido, como decía, más que invitar a la lectura de estos seductores clásicos de tiempos antiguos, tan vivaces y no faltos de modernidad.

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Autor: Carlos García Gual. Título: Voces de largos ecos: Invitación a leer a los clásicos. Editorial: Ariel. Venta: Todostuslibros y Amazon

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