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Toma y lee (XIX): Una mañana en el Mediterráneo

Toma y lee (XIX): Una mañana en el Mediterráneo

En este omoshiroi que os sirvo en Zenda publico un diario de lecturas y conversaciones sobre libros.

Domingo, 1 de octubre

Ni el 1 de enero, ni el 1 de septiembre. El 1 de octubre. Ese día es para mí el auténtico arranque del año. Hace ya una semana que empezaron las clases en la Facultad y hace ya casi seis meses que no publico este Toma y Lee. No sé si alguien me echaba de menos. ¿Acaso algún lector? He seguido escribiendo el diario, cada día, aunque solo fuera una frase. Casi siempre, tres o cuatro párrafos. Las jornadas más fructíferas, dos o tres páginas. Y entonces, ¿por qué no lo he publicado? No es lo mismo apuntar tus ideas en las libretas que exhibirlas aquí. Me atropelló el día a día en estos meses, sobre todo por la promoción de mi libro.

En el diario público y publicado no había comentado aún Hiroshima: Testimonios de los últimos supervivientes. Fue el 1 de marzo cuando lo anuncié. Acababa de entrevistar a Ibon Navarro, para El Confidencial, tras ganar el Unicaja la Copa del Rey. Había aparcado frente al Palacio de los Deportes y desde el coche, con el tuit en modo borrador, le di a publicar. Ya está. Anunciado. Me quité un peso de encima. Un libro que se remonta a la década de los noventa. Lo podría haber publicado hace 20 años. Me faltaban lecturas, experiencia y conocer más Hiroshima y Nagasaki.

Empieza el viaje

Hoy es 1 de octubre, y ya casi están acabando las entrevistas, las reseñas y los bolos. Ha sido intenso. He intentado que no se olvide la memoria de los hibakusha, los supervivientes de la bomba atómica. Me han preguntado por la película Oppenheimer, por Ucrania y el militarismo japonés. Contesté y siempre intenté destacar lo más relevante: el factor humano. Escuchar a las víctimas.

Lunes, 2 de octubre

Aún me acuerdo del chapoteo de ayer en la piscina. Como si fuese agosto, pero sin apenas gente. La temperatura resulta ideal. La escafandra que no cesa. Entrar en el agua y saber que es el mejor No Lugar posible. Una extraña, solitaria e íntima sensación de perderte. Son solo unos minutos, pero suficientes para saber que, si practico más, me puede enganchar. Al salir del agua lo primero que hago es mirar en el móvil WhatsApp y Twitter. Error. Descansa un poco, vamos.

***

Golpe de suerte, de Woody Allen, en el cine Albéniz. Los títulos de crédito, la banda sonora y un efecto repetición que encaja dentro de la historia. Y París, siempre París. Parece una película ligerita, pero no lo es. El manuscrito de una novela, una protagonista enamoradiza y enamorable. Tiene un aire a Match Point, la cinta que el propio Allen siempre coloca en su Olimpo cinematográfico. La volveré a ver. Quizá sea en una noche de verano a los sones de «Cantaloupe Island», de Herbie Hancock.

Antes de acostarme Toñi lee de la Revolución Industrial, y a los dos nos dan ganas de viajar a Escocia.

Miércoles, 4 de octubre

El padre Laureano Manrique fue un ser excepcional, lleno de luz, inteligencia y sumamente generoso. Ha sido el agustino que más ha querido Málaga, que más sabía de la historia del Colegio Los Olivos PP. Agustinos, del Colegio de San Agustín y Asociación Antiguos Alumnos de los Colegios San Agustín y Los Olivos.

Un ejemplo de cariño, tesón, intelectualidad y corazón agustiniano. Inolvidables sus clases de Latín, Griego, Lengua y Literatura. Casó a mi hermana en 2004 y quería que lo hubiera hecho también conmigo, pero ya se había retirado de oficiar bodas en 2015.

Falleció en Salamanca el 24 de septiembre.

Hoy ha sido su funeral, y Agustín Herrero de Miguel, el prior de la comunidad y director del colegio, ha arrancado la homilía citando al filósofo británico Bertrand Russell, quien a la vuelta de un viaje por Argelia, dedicado al estudio de San Agustín, afirmó que para entender el concepto de iluminación había que vivir una mañana en el Mediterráneo.

Manrique escribió la letra del himno de Los Olivos: “Yo he nacido junto al mar, donde nunca muere el sol”. Tenía 91 años, era natural de Congosto de Valdavia (Palencia), y se fue echando de menos sus caminatas por el Paseo de las Palmeras. También sus investigaciones filosóficas en su celda de la residencia del colegio, desde donde veía el mar que tanto añoraba.

Jueves, 5 de octubre

De niño, incluso antes de ser adolescente, veía a Jesús Álvarez presentando los deportes en el Telediario. Motivado y con conocimiento de lo que decía. No me perdía sus coberturas del Mundial de fútbol o la Copa de Europa, cuando no era Champions ni había sinfonía de The Queen. Desde hace menos años, escucho a Pilar Casado en la COPE. Especialista en baloncesto, tiene un brío especial narrando los partidos y las previas.

Qué seguridad tienen ambos. Son cercanos en el trato personal. Jesús rememora pachangas entre futbolistas y periodistas en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid. Ahora es un milagro conseguir los teléfonos de las estrellas. Todo pasa por los jefes de prensa, se lamentan. Casado acaba de estar en Japón y Filipinas cubriendo el Mundial de baloncesto. Al acabar, los estudiantes piden consejos de futuro. Tienen ganas, dice. Muchas, muchas.

Hoy tengo un diálogo con Jesús y Pilar en el contexto del X Congreso de Periodismo de la Fundación Manuel Alcántara, para hablar del periodismo deportivo actual y de cómo ha evolucionado. En la mitad del diálogo interrumpo la conversación para anunciar el Premio Nobel de Literatura. Ni idea de quién es el autor noruego.

Comemos en Teatinos, en la terraza, y Álvarez se va un rato para intervenir en el 24 horas de TVE. Llega Ángeles Caballero y empieza la fiesta. Eva Díaz Pérez pregunta y pregunta. Guillermo Busutil ríe y aporta su memoria histórica del periodismo cultural. David Felipe Arranz aporta contexto; Eva Defior escucha, relajada; y Xesús Fraga reflexiona: me lo imagino apuntando frases en su cerebro. Aterriza Olga Viza y narra detalles simpáticos de Barcelona ’92, el sueño de varias generaciones.

Cenamos en Los Delfines, justo debajo de la antigua redacción de Diario 16 Málaga, de la calle Faro, 4, el primer periódico donde trabajé. Le enseño a Díaz Pérez el lugar donde vivió y murió el poeta Jorge Guillén. Muy ricas las coquinas. No hubo salmonetes.

Acabamos, de madrugada, en el Emily. Emilio, con su sempiterno traje blanco, su barba nívea y educación de otro siglo, sigue atendiendo la comanda de bebidas en papel y bolígrafo. “Algún día tú y yo nos vamos a tomar una copa”. Santi, delantero del Club Deportivo Málaga de hace millones de años, está sentado, sin prisa, mirando el cielo del local. Emilio nos despide hasta la puerta. En la avenida de Pries huele a salitre.

Viernes, 6 de octubre

El diario es su refugio, una vía de escape a la destrucción interior. El hogar donde Carlos exhibe su auténtico yo, el más descarnado, aunque con matices, porque tacha lo que le parece demasiado fuerte. Un diario de maldad, de ventanas oscuras del alma encapsuladas en el tiempo.

Antonio Soler relata en Yo que fui un perro el diario de un estudiante de Medicina que lleva, aparentemente, una vida normal. Amigos, una madre, lecturas, fiestas… y Yolanda, su novia. Es Yolanda el objeto de sus frustraciones, de sus inseguridades; la trata como un objeto sexual nunca satisfecho que le lleva al control exhaustivo de vidas ajenas. Un espejo que muestra el reverso más tenebroso.

***

Disfrutamos de El sol del futuro, de Nani Moretti. Yo quiero verte danzar, aunque desde aquí no se escuche Radio Tirana. Dentro vídeo.

Sábado, 7 de octubre

Nuestra amiga Silvia es argentina, vive en Berlín, y viene a casa a la hora de la merienda. Le regala a Toñi La uruguaya, de Pedro Mairal. La empieza a leer y se queda entusiasmada:

Me dejó venir. Me esperó con los ojos. Un beso largo, de desmayo. Otra vez la intimidad con ella. La distancia del secreto al oído. Esa fusión de espacios en uno solo. Y salía por la ventana de la casa una especie de rock folclórico, muy distorsionado, con un bajo repetitivo, insistente, y una voz de mujer que gritaba: ‘Yo tuve un amor, lo dejé esperando, y cuando volví, no lo conocí, no lo conocí’. De pronto pararon de tocar y nos quedamos abrazados, agitados por el envión, el encontronazo.

Domingo, 8 de octubre

Los Fabelman, de Steven Spielberg. Me quedo con la escena final con David Lynch en el papel de John Ford y una madre que tiene que decidir entre la felicidad personal y la familiar. Leo luego varias reseñas. Hay que volver a ver este tipo de películas cuando se estrenan, en pantalla grande.

Me gusta el estilo fragmentado, como si fueran poemas, de Marit Kapla en Osebol: Voces de un pueblo sueco. Un mundo que se extingue. El valor de los testigos y la memoria de un tiempo.

Cuando llegamos a la granja
hacía dos o tres grados bajo cero.

Fue a finales de septiembre
o principios de octubre.

Fue justo antes de la caza del alce.

La Vía Láctea era
como una barrera de estrellas por el cielo. 

Lunes, 9 de octubre

Una conversación muy larga, con Mamá, sobre sus primas en el Jaén de su infancia. La felicidad de ser niña en una pequeña ciudad, donde todo el mundo se conocía. Lo cuenta y se le ilumina el rostro.

“Mañana en la siesta ya volveré a ser yo”, dice Toñi.

Martes, 10 de octubre

El oráculo —así le denominan sus amigos más jóvenes— Carlos Pérez Ariza presenta Andrés de Urdaneta en su Tornaviaje. El retrato de Carlos III siempre aparece en todas las crónicas de los actos en la Sociedad Económica de Amigos del país. Cuenta el autor, periodista malagueño que de joven se fue a Venezuela y volvió a España principios de los noventa tras haber sido enviado especial a Chile, Nicaragua e Irak en los setenta, la formidable aventura en el Nuevo Mundo. Aquel mar de valientes.

***

Devoro con pasión irremediable los dos tomos de The Paris Review (entrevistas 1953-1983). Elijo escritores que he leído, otros que espero que lleguen pronto y quizá algunos que pasarán de largo por mi vida. Recuerda Robert Graves, en Deià, donde fue un treintañero que buscaba la esencia cultural de Mallorca, qué le ocurre si el poema que está escribiendo no le hipnotiza.

Ayer mismo me ocurrió. No es algo que se pueda forzar intelectualmente. Estropearías el poema, lo echarías a perder. Cuando uno ha trabajado el auténtico nivel lírico del poema, la red de conexiones que se establece entre las palabras está más allá de lo intelectual. Un ordenador no podría crear esos vínculos. No sólo tienes sonidos y sensaciones, sino la etimología de las palabras, ritmos cruzados, interrelaciones entre todos los significados posibles de cada palabra… Es un auténtico microcosmos. Uno nunca consigue darle la forma perfecta, pero si te acercas a la perfección, el poema escapa de la dimensión temporal. Ése es el motivo por el que los poetas más de verdad viajan a través del tiempo

Jueves, 12 de octubre

Hace cuatro décadas de las primeras emisiones de Radio Torremolinos. Los 40 Principales Málaga actuales. La emisora estaba frente a casa. Calle Palestina. Cruzaba la calle y podría ver en la pecera, pinchando discos incluso antes de la época de los CD, a Javier Arquimbau, Antonio Martín Lupión, Juan Gámez, Eduardo Martín, Isabel Ladrón de Guevara… Una alineación imbatible para acercarnos el pop y rock de los ochenta.

Manuel Vicent en Zenda: “A menor plazo de entrega mayor creatividad en la mente del escritor”. Qué cierto. Me quedan menos de 24 horas para la entrega de este diario y todavía no voy ni por la mitad. Siempre al límite.

Aprende a escribir con… Manuel Vicent

Viernes, 13 de octubre

Se cumplen tres años de la perrita de Raúl del Pozo. Valdeón y Fernández Úbeda hicieron maravillas relatando la vida del columnista con alma, corazón y vida —¡menuda vida! — de reportero.

***

“La playa estará bien cuando le pongan moqueta”. Lo decía Carlos Pumares, que acaba de morir. Voy a recopilar sus frases más míticas. Aquí están los homenajes de Alsina, Julia Otero, Rafa Latorre, La CulturetaMiguel Ángel Santamarina en estas páginas. Aguantaba, con las cortinillas caídas, como dice mi padre, hasta después de José María García para escuchar qué le preguntaban los oyentes: “Sí, buenas noches, dígameee”.

Sábado, 14 de octubre

Lectura empedernida de suplementos culturales. Estos placeres semanales.

La app de Kiosko y Más va cada vez más lenta. Bueno, también será mi iPad, que necesita un buen Plan Renove.

***

Animal Azul, de Juan Gaitán:

Como quien se pone ante
el espejo
un poco antes de morir
y se inspecciona,
detente un instante frente
al silencio.

Luego

escribe despacio,
hundiendo las palabras
hasta que tiemble la vida.

***

Iba a seguir escribiendo este Toma y Lee hasta llegar al resto de la quincena, como sería lo habitual, pero noto que voy a forzar los días que quedan. No tiene sentido. Así que paro y la próxima semana lo culminaré, con más calma, sin el cogote del plazo de entrega. Un entrenador me diría que me falta ritmo de competición. Mejor quedarse justo aquí, en esta meta volante de octubre, el mes donde todo empieza.

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Héctor Márquez
Héctor Márquez
11 meses hace

Yo es el primero que te leo, Agustín. Pero enseguida he recordado el lema del escudo de Los Olivos: tolle et lege. Me encanta el formato bitacorero y cómo lo mueves. Enhorabuena. Abrazo