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Toma y lee (XVIII): La única intimidad

Toma y lee (XVIII): La única intimidad

Imagen de portada: Recorte de la portada de los ‘Diarios’ de Iñaki Uriarte (Pepitas de Calabaza).

En este omoshiroi que os sirvo en Zenda publico un diario de lecturas y conversaciones sobre libros.

Miércoles, 1 de febrero

Le llamo y no atiende.

Unos minutos después aparece su nombre en la pantalla. No solo voy a hablar con él. Le veré a través de una videollamada de WhatsApp.

Feliz cumpleaños, amigo.

Siempre te acuerdas, macho.

Veo al adulto de 51 y en realidad observo al niño del patio, el que me metía goles por la escuadra a pesar de mi inútil estirada. Las noches locas, coqueteando con el amanecer, en Madrid. Algún día oscuro acompañándole en lo más duro de la vida. El amigo que siempre estará cerca.

Jueves, 2 de febrero 

Presento un libro sobre la historia del AVE en Málaga, aquel sueño de unos locos muy cuerdos que cambió la ciudad de los proyectos por las realidades de futuro. Echo de menos el Talgo 200, el que duraba cuatro horas y media a Madrid, porque era más un viaje que un transporte punto a punto. Nunca sabes cuál será el próximo tren. 

Viernes, 3 de febrero

Torremolinos es una hermosa playa de invierno. Calles empinadas con souvenirs sin manosear y flotadores que esperan clientes blanquecinos de otras latitudes.

Sábado, 4 de febrero

El almuerzo acaba con una leche de pantera que no bebo. Conozco a hombres de trono con los que he confraternizado años y que aún no sé cómo se llaman. Son compañeros de varal. Uno de ellos, alto, con cero melenas, como yo, y ganas de hablar, se convierte en cómplice en la tarde que nunca se despide. A veces basta con quedarse el penúltimo para que algo nuevo fluya. 

Sábado, 7 de febrero 

Es el día tope para poner las notas de #GPIO22, el hashtag de Twitter que utilizo para la asignatura de la Facultad. Claro, con tres faltas de tilde no puestas o mal colocadas estás suspenso. O con una falta de ortografía grave. Los reportajes son extraordinarios. No son conscientes de lo bien que escriben con 20 años. 

Miércoles, 8 de febrero 

Me presento a un premio sabiendo que voy a perder. No, no es verdad. Tacho la frase Me presento a un premio sabiendo que voy a perder. Si venzo, lo contaré aquí. Escribiré al principio del verano: El premio al que me presenté en febrero lo gané contra todo pronóstico. Si pierdo, ni hará falta. Será lo habitual.

Hoy le dan la medalla de oro del Ateneo a Antonio Soler: mi brújula. 

La brújula de Antonio Soler

Viernes, 10 de febrero 

Juan Soto Ivars y Alberto Olmos lanzan un podcast en El Confi. Parece que carecen de guion o lo disimulan muy bien. Cuando se les vaya de las manos quiero estar cerca del iPad, el aparato donde suelo escuchar estos audios del siglo XXI. Larga vida a la radio en directo. Que conste en antena. 

Sábado, 11 de febrero 

La paella de Pepi en Jacaranda está deliciosa. Sólo nos ha faltado aplaudir.

Por la noche vemos los Goya en Sevilla con la ilusión del niño que se sentaba en la butaca del América Multicines. Siempre faltarán películas en tu biografía. No hacemos quinielas, pero estamos contentos que al final Toñi y yo hemos visto, en salas o en plataformas, la mayoría de las buenas películas de esta cosecha. Y no, por favor, el cine español no existe: no es un género. Existe el cine filmado en España.

Lunes, 13 de febrero

Terminamos de ver En un muelle de Normandía, la película que dirigió Emmanuel Carrère. En el diario en papel apunto cosas de la mañana: una conversación, rodeados ambos de libros, que quizá no pueda desvelar, y que me sirve para coger más confianza.

“No hay que hacer caso ni imitar a los que siempre están luchando por el poder”, dice la madre de un amigo que me encuentro en la calle Atarazanas. “Hijo, tú siempre piensa en hacer el bien”.

Un día de consejos. Los pido, los escucho, los acepto (o no). Los doy, me hacen caso o ninguno.

Martes, 14 de febrero

Estoy volcado en la lectura de los diarios de Iñaki Uriarte.

Miércoles, 15 de febrero

Almorzamos un delicioso pez espada con coliflor. Por la noche hablo con Rafa Latorre al acabar La Brújula, que se emite para toda España desde el Museo del Videojuego. Javier Caraballo promete fiesta. Nos espera una ensalada César.

Jueves, 16 de febrero

Admiro la prosa de Paco Cerdá. Su forma de enfocar cada libro, la arquitectura de una obra de no ficción muy meditada, firme y que sorprende. Me inscribo en su taller en Fuentetaja sobre la escritura de lo real. Mi objetivo es aprender técnicas que me sirvan como periodista y como autor. También poder conocer otros métodos de impartir clase de periodismo narrativo.

Lo podemos pasar bien.

Mi propósito es que leáis mejor y diferente.

Esta será mi experiencia, mi manera y cómo lo veo yo.

No termino casi ningún libro de los que empiezo, me quedo con aromas y atmósferas.

El ser original es una obligación.

Y así dos horas de taller, que transcurren —ya lo había advertido — como si fuera el primer día de playa de un niño chico.

Viernes, 17 de febrero

Vemos Cleopatra en televisión y pienso en Terenci Moix antes del primer beso con Marco Antonio. Una vez estuve en la presentación de una novela suya, de Terenci, aclaro. La cola llegaba a la puerta del hotel. Y se reía firmando los libros.

Cosas que no puedes entender: “Los jerséis que no me gustan los pondré en el altillo”. ¿Hace falta esconderlos tanto? “Qué largo se hace el invierno”. Invierno, largo y Málaga. En fin.

Sábado, 18 de febrero

“Los secretos son la única intimidad”, sentencia Toñi en no sé qué momento del día. La frase queda más limpia escrita sin las comillas, pero la cita es la cita.

Domingo, 19 de febrero

El Unicaja gana la Copa del Rey en Badalona. Andrés Montes llevaba razón: el baloncesto puede ser maravilloso.

Miércoles, 22 de febrero

Cena en el Mariano. ¿Hay que tomarse las alcachofas? Aldekoa y Caparrós, a los que veré estos próximos días, acaban de conseguir el Premio Ortega y Gasset. La recompensa a la calidad del reportaje y de la escritura.

—¿Eso también lo estás apuntando? ¡Vaya! 

Jueves, 23 de febrero 

El Golpe de Estado no es el 23-F más importante en mi familia. Fue el 23-F de 1983, cuando se produjo la intervención de Rumasa. Mi padre dirigía la sucursal del Banco de Jerez en Torremolinos, entonces propiedad del holding de Ruiz Mateos. Ese día temí, a mis 11 años, que mi padre perdiera el trabajo por aquella decisión del Gobierno. Tener que dejar el colegio en el que me sentía tan a gusto y que mis padres pagaban con gran esfuerzo económico. Quizá habría que mudarse a un piso más pequeño y asequible. Al final mi padre siguió en el mismo empleo, pero ese día y los posteriores le vi fumar más Ducados de la cuenta y quizá apareció su primera cana. Creo que nunca verbalicé ese miedo. 

Viernes, 24 de febrero

Isabel Allende participa en el Festival Escribidores desde su casa de California. Está contenta de recibir preguntas, como si fuera una luminosa Ana María Matute que se tomaba gin tonics en el hotel Molina Lario. Ella, Allende, que era una mala periodista, dice, un día se preguntó: ¿por qué no trasladar a la literatura lo que en periodismo es malo? Y así se hizo escritora. Fue una conversión por necesidad. La experiencia apenas sirve; tampoco darle vueltas una y otra vez al texto: “Pierde frescura cuando lo sobas tanto”. Su literatura es un ballet, al menos es a lo que aspira, que las páginas bailen hasta el final. 

Sábado, 25 de febrero

Justo Navarro tiene un diálogo, repleto de guiños, confidencias y risas, con Héctor Márquez en el Tercer Piso de la librería Proteo. Narra con imágenes que recrean su memoria de lector, de niño curioso del centro de Granada. En la calle Álamos se toma una cerveza a sorbo lento y enciende un pitillo rubio. También hablamos de fútbol.

Mario Vargas Llosa me dedica con generosidad La Tía Julia y el escribidor, el libro que me recomendó José María de Loma en la redacción de Compositor Lehmberg Ruiz de Diario 16 Málaga. Mis recuerdos de este libro son en gerundio: leyéndolo en la cama, esperando a que empezara una rueda de prensa intrascendente de un concejal sin vocación —¿hay alguno que la tenga? — y disfrutándolo en el diminuto Aeropuerto de Asturias, en un raro verano de cambios veinteañeros.

Vargas Llosa habla con pasión y sin papeles de su amiga fallecida Nélida Piñón y, antes de que se clausure Escribidores, sube con brío las escaleras del Museo Picasso. Le sigue su hijo Álvaro. Hasta luego, Varguitas, aquel joven Mario, el que era director de Informaciones de Radio Panamericana, se tomaba cafecitos en la Colmena, y vivía con sus abuelos en el barrio de Miraflores.

Domingo, 26 de febrero

Maruja Torres realza los valores del reporterismo en Lo de Évole: “Hay exceso de opinión porque es muy barata. Y falta reporterismo. Esto es lo más grave que nos ha pasado”. Amén, Maestra.

Lunes, 27 de febrero

¿Qué es ser andaluz? Dediqué casi un libro entero a intentar descifrarlo.

Martes, 28 de febrero

Mañana, al fin, lo podré anunciar.

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Raoul
Raoul
11 meses hace

¿Suspender a un alumno por tres tildes mal puestas o una falta de ortografía? Éste es el primer texto que leo del señor Rivera, pero como en alguna de las muchas páginas que imagino que escribe se le escape una falta de ortografía, es como para cubrirle la calva de tomatazos…