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Toma y lee (XVI): Tintín en Madrid

Toma y lee (XVI): Tintín en Madrid

En este omoshiroi que os sirvo en Zenda, publico una vez al mes un diario de lecturas y conversaciones sobre libros.

WhatsApp, audios, diario de lecturas

Jueves, 1 de diciembre

España-Japón. ¿Quién quieres que gane? Me lo preguntan muchos amigos, que no saben si mi nipofilia es tan robusta como para querer que pierda Luis Enrique. Si fuera por el seleccionador, seguro. ¿Para qué tanta chulería?

Tras el partido, vemos casi 50 minutos de Mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet. Recordaba que Enjoy the silence aparecía en otra secuencia de la película.

Viernes, 2 de diciembre

No enseño novela, sino periodismo narrativo, pero entramos en el terreno de la opinión y escribirán un artículo y un cuento de Navidad. Solo en este contexto me atrevo a decir esto en clase: “Ahora podéis inventar, hacer ficción incluso”. Han aplaudido y todo.

—¿Usted ha hecho teatro? —me pregunta una alumna al acabar la clase.

—Lo sabía, lo sabía. —Y se siente satisfecha de haber acertado.

¿Convalida interpretar a Jesús Hermida en COU, cuando tenía flequillo, en el salón de actos del colegio? Supongo que sí. También imitar a los profesores en el intercambio de clase. Menos mal que siempre había un compañero vigilando la puerta. Que viene, que viene. Venga, para ya. Pero yo seguía poniendo caras y soltando frases lapidarias. Estábamos flipados.

Sábado, 3 de diciembre

Fran Chacón murió ayer y yo no sé qué escribir. Era un enorme periodista de Cultura. Dominaba la música y el arte. Le encantaba debatir, aprender cosas nuevas, las redacciones de los periódicos y disfrutar de los amigos. Estaba siempre dispuesto a ayudar, te preguntaba cosas, le entusiasmaban Modiano y Lobo Antunes. Cumplió el sueño de ser corresponsal. Lisboa fue su casa. Escribía en ABC, y antes, donde le conocí, en El Mundo. Nunca olvidaré los veranos en Benajarafe, donde era tan feliz en El Pollo, y esos WhatsApp que guardo de conversaciones larguísimas hablando de nuestros tiempos en Pradillo, 42, del periodismo actual y de cómo la vida era maravillosa.

Domingo, 4 de diciembre

—Venga, imítanos —me pide Toñi cerca de la Avenida del Gran Capitán de Córdoba tras tomarme una magdalena de toda la vida en la Pastelería Roldán.

Toñi quiere que imite a alguien de la familia. Somos media docena y lo hemos pasado muy bien en una pizzería donde han tenido la gentileza de no ponerme queso ni derivados. También hemos disfrutado de la judería empedrada. Me he fijado en carteles de lugareños cosmopolitas, los grupos de turistas eran inevitables, pero no agobiaban, y en la hermosa La República de las Letras me he comprado un libro que me acompañará toda la vida, como una amistad de niños.

Me había quedado en lo de la imitación. Procedo. Hago lo que puedo con la madre de Toñi, con Pepi, mi queridísima suegra. Me sale una imitación regulera, como diría Arancha, pero se ríen. Qué público más agradecido.

Carteles de Córdoba. Podría ser un género:

  • Hoy hay bacalado de Bilbado sin raspas.
  • Pintor muy económico. Gran experiencia, limpieza y formalidad.
  • Excursión al Peñón de Gibraltar. Preguntar por Marina. Seguridad y garantía.

Resumen del día: 22.738 pasos.

Lunes, 5 de diciembre

Voy con día de retraso en este diario. Me explico. Lo que he escrito del viernes, sábado y domingo ocurrió un día antes, pero no sé si a alguien le importa eso. Lo de este lunes no es de este lunes, sino del domingo. Seguimos igual.

Desayunamos en Los Tejeringos de Echevarría. Una ventana baja, de esas que le gustan a Mamá para pasar la tarde entera. Gran reportaje de Pablo Ordaz en El País semanal: “Málaga, en la boca de todos”, con una fotografía al atardecer del Pompidou. Todavía no estamos muertos de éxito. La herida ya se ve. Que no se haga más profunda.

Apunto ideas durante toda la tarde. Me voy a poner en YouTube el concierto en Bagdad de Franco Battiato que me han recomendado Capi y Juan.

Un alumno me dice: “Profesor, el año pasado iba a dejar la carrera, pero leí a Julio Camba y todo cambió”.

—El cielo es el límite—, me dice un estudiante en la tutoría vespertina.

“Tenemos que vivir, no importa cuántos cielos hayan caído” (D.H. Lawrence).

Martes, 6 de diciembre

Luis Enrique, eliminado del Mundial.

Miércoles, 7 de diciembre

Por la mañana, bien temprano, le pego tan fuerte a la bola de pádel que no sé si tendré fuerza para las siguientes. Venga, agáchate. Ahora practicamos volea. Cuidado con ese revés. Pégale como si fueras Robocop. No tan fuerte; mejor colocada y al final de la pista. Ahí me has pillado. Cuidado con esa bola, quítala de en medio. Cambiamos ahora. “¿Tienes mucho trabajo hoy?”. Soportar las agujetas.

Envío a Zenda la entrevista a Pedro Simón que saldrá publicada el viernes. Espero que la inteligencia artificial solucione ya el asunto de transcribir las entrevistas de una forma fiable. Sí, sé que existen algunas apps que lo ponen más fácil, pero todavía no hay nada que pueda transformar las palabras y la particular forma de expresarse de cada entrevistado. Ni existirá, por fortuna. ¿O no?

Pedro Simón: «La literatura está para desnudarse»

Jueves, 8 de diciembre

Tengo varias novelas que esperan a la izquierda de mi mesa pidiéndome, casi con súplica, ser la próxima, la elegida, que no me vaya con otra. Mientras pienso cuál de las dos será, llaman al portero automático. Dicen mi nombre. Abro la puerta y me llega una. Es la esperada. Eres tú. 

Viernes, 9 de diciembre

Agustín Pery sobre David, «el mejor de los nuestros»:

Reconocimos en Gistau a un Moisés del periodismo, que nunca bajó los brazos y siempre escribió lo que pensó. No hay mayor honestidad, ni respeto, ni valor que eso. Porque no le conocí doblez ni giro artero creo que a David no habría que recordarlo hoy sino aprehenderlo siempre, estudiarlo en las facultades, tenerlo como credo, él que nunca quiso ser gurú de nadie y sin embargo, yo así lo siento, fue fanal alumbrando las zonas oscuras de este mundo perro

Sábado, 10 de diciembre

El árbol de Navidad se encuentra algo escorado a la derecha. El nacimiento tiene el papel Albal en su sitio. Hay un pajarillo con un sombrero que está a punto de saltar de la estantería.

Estaba en Mallorca, a punto de viajar a Málaga para reunirme con Antonio Banderas, poco antes de empezar el rodaje de El Camino de los Ingleses del que luego acabaría publicando mi primer libro. Todavía no le había dicho al periódico que me cogería vacaciones y días libres. Mi abuela, Mamárora o Marora, como le llamábamos, muy animosa, me preguntó cómo estaba. “Estás ronquillo, ¿verdad?”. Ronquillo. Hoy, como tantos días, la recuerdo. Acabo de oír su voz.

Domingo, 11 de diciembre

Es el cumpleaños de uno de mis mejores amigos. El mismo día fallece el padre de nuestro gran amigo común. La vida es despedirse a fuego lento.

Con varias décadas de retraso, veo Gattaca, película de ciencia ficción de culto. Ya está en mi olimpo cinematográfico.

Lunes, 12 de diciembre

“No estoy tocando, estoy viendo con las manos”.

Martes, 13 de diciembre

Ángeles Caso, ese largo silencio de las mujeres abandonadas, su devoción por el Museo del Prado y las tardes viendo a su padre encerrado en su despacho, entre libros.

Miércoles, 14 de diciembre

¿Aquí el fragmento de algún libro?

La reescritura es una sinfonía de tachaduras.

Jueves, 15 de diciembre

Viaje a Madrid para la cena/cóctel/fiesta de El Confidencial. El reencuentro con muchos compañeros y amigos en el clásico local de la calle Serrano es una alegría tras los años de pandemia. Las conversaciones fluyen. El ibérico, como siempre, delicioso, para ponerle cinco pisos.

Escucho el discurso del director justo detrás de Ignacio Varela. Le iba a saludar después de las palabras de Cardero, pero me despisto (no del discurso, sino de Varela) luego y ya no lo veo más. Siempre echas de menos a compañeros que no están. Aquí Antonio estaba tomándose un vino. Ana dándolo todo en la mitad de la pista. Todos los años con Juan Soto Ivars contándonos la vida. Cuando nos conocimos en una fiesta como esta, aún estábamos solteros, ya comprometidos, eso sí, y él era una joven promesa del articulismo, pero aún no era una estrella. Carlos fue el primero que vio su talento.

La alegría de reencontrarme con Elena, Alberto, Marcos o Ángeles. Esa complicidad con tantos. Muchos brindis, abrazos, risas. La celebración del compañerismo, de la amistad, del periodismo. Me fotografío con varias antiguas alumnas de la UMA que ahora están en nómina en el periódico. El orgullo del profesor también está. Hay trabajo, hay empleo y hay futuro en esta profesión. Que nadie lo dude.

Voy paseando de Serrano hasta el barrio de las Letras sin prisa, pensando que la ciudad es para mí. La noche sigue. En el cuaderno escribo, ya muy de madrugada: “Madrid es Madrid. Nunca me fui. Querer volver, regresar siempre”.

Viernes, 16 de diciembre

En la librería Antonio Machado del Círculo de Bellas Artes compro el libro/diálogo que escribe Jesús García Matilla sobre y con Antonio Muñoz Molina. La forja de un narrador. Una ida y vuelta a Madrid. Muñoz Molina se confiesa.

Veo con Santi Molina la formidable exposición de Tintín. Me asombran todos los detalles, cómo está cuidada la muestra donde suena sin descanso, en bucle, una canción de David Bowie que al principio gusta mucho, pero que puedas llegar a aborrecer de tanta machaconería. Tintín demuestra lo sexy que es (¿o solo lo era?) ser reportero, el hecho en sí de presentarse como tal. No se le ve escribiendo una crónica, ni con un bloc de notas o máquina de escribir. En realidad, es un explorador. El periodismo es una excelente excusa para viajar.

Quien mejor ha contado esto ha sido Álvaro Rigal, un ‘Tintinólogo’ de referencia.

Si Hergé viviera, habría que animarle para que creara una aventura de Tintín en Madrid. Que nunca falte Milú.

Sábado, 17 de diciembre

Se lo escribo y digo por su 50 cumpleaños. Confraternizamos y nos vamos los últimos: “Recuperar nuestra amistad es de lo mejor que me ha pasado al regresar a Málaga. Compartir instantes. Saber que siempre estás ahí, cerca, y lo a gusto que estamos juntos, celebrando la vida”.

Domingo, 18 de diciembre 

Argentina gana el Mundial. Sí, sin duda es la final más emocionante de la historia del fútbol. Pasó de todo. Me alegro infinito por los argentinos. ¿Messi o Maradona? Creo que Messi es más completo y ha estado más tiempo en el máximo nivel. De mayor uno admira el talento. Cuando tienes 14 años, en el apogeo de la locura futbolera, y ves ganar México ’86 a Maradona, desde ese momento un ídolo para toda la vida, solo respondes a la emoción, que siempre es subjetiva y apasionada. 

Martes, 20 de diciembre

Emilio Morenatti tiene una misión y la cumple, con creces, en su discurso/muestra de fotografías tras recibir el Premio de Periodismo Ciudad de Málaga. Sus fotografías son un golpe al corazón.

Miércoles, 21 de diciembre

De niño, mi amigo de barba que le hace mayor y pelazo que podría donar siempre estaba malo de la garganta. También tenía vegetaciones. Le quitaron las amígdalas y se quedó sin campanilla. Tiene la voz rotunda, gravísima, y se dedica de manera profesional a la radio. Yo creo que con amígdalas hubiera sido tenor en La Scala de Milán.

Jueves, 22 de diciembre

Último día de clase antes de las vacaciones. Tenemos varios décimos y participaciones del sorteo del Gordo. No suena el soniquete de los niños de San Ildefonso por ningún lado de la Facultad. No miro nada de lo que tengo y no me toca nada, por supuesto. Hacerse millonario debe ser un tostón. Espérame que me ría. Por la noche me acuerdo que este año no he visto los informativos con el cava enseñando la fotocopia del número. Ahora, al Niño.

Viernes, 23 de diciembre

—¿No habías visto Casablanca?—, le preguntó el hijo, ya talludito, a su madre.

—Sí, claro, pero no me quería perder tu cara viéndola por primera vez.

Sábado, 24 de diciembre

Mañana de librerías. Pregunto en Rayuela por uno que no tienen. Llegará pronto. ¿Te lo pido? No, no te preocupes. Ya me pasaré otro día. Veo a Noelia Clavero, la dueña. Estoy a punto de saludarla, pero está apurada atendiendo a varios clientes. Otro día mejor, más tranquilo.

En La Campana suena el gong cuando alguien deja propina. Tardamos en conseguir un lugar en la barra. De rechupete el tomate aliñado, el pinchito moruno y las gambas a la plancha. Al salir vemos sentado en la terraza a Julián Rojas, fotografiando con su mirada los personajes que ve por la calle.

La última Nochebuena en familia fue la de 2019. Tres años después, aquí estamos todos. La felicidad de estar con los tuyos. Qué vicio los polvorones de almendra.

Domingo, 25 de diciembre

—Mamá, cuéntame cómo os enamorasteis Papá y tú.

Qué bonito lo cuenta. Esto es para mí.

Más polvorones. Incluso mantecados de canela y limón.

Lunes, 26 de diciembre

Conozco a Amaia, la más pequeñita de los Rivera, el bebé de Candela, mi primera ahijada. Nació en Australia y mira a todos con mucha curiosidad. Esta niña, con toda probabilidad, tendrá edad para conocer el siglo XXII. Qué vértigo. Es una gozada poder estar sin mascarillas todos juntos: niños, jóvenes, adultos y mayores. Mi padre y Pepe, mi tío, hacen ‘chalauras’, como si fuesen chaveas. Hay conversaciones para enmarcar. Este día no se olvidará.

Martes, 27 de diciembre

Las profesoras María Jesús Ruiz e Irene Raya han escrito Cómo se escriben las series de televisión en España. Conversaciones sobre guion con sus creadores. El libro, muy útil y divulgativo, se basa en entrevistas a diferentes perfiles —desde showrunners a documentalistas, coordinadores de guiones y responsable en la creación de personajes— que ayudan a que los estudiantes de cine y también a los interesados en los making of sepan muchas claves del mundo audiovisual. Se comentan los casos prácticos y hay consejos profesionales para principiantes.

Arantxa Cuesta en el capítulo Aprender y enseñar el oficio del guionista:

Yo no escribo lo que quiero, no me siento delante del ordenador para contar lo que se me ocurra ese día, sino lo que se trate dependiendo de la serie en la que esté trabajando, según las directrices que me den. En este sentido, hay mucho de oficio en el ámbito del guion, y la manera de desarrollar ese oficio es a través de la práctica, día a día, paso a paso y desde abajo.

Miércoles, 28 de diciembre

¿Dónde fueron los monigotes de la infancia?

Rodrigo Cortés, en Verbolario, que me regaló Toñi en Nochebuena.

Inocente, adj.

Infantil para bien. // 2. Culpable vocacional lento de reflejos.

Viernes, 30 de diciembre

Hoy publico la lista de libros favoritos del año. Son, eso digo, los favoritos. He leído muchos más, claro, pero no los contabilizo. Creo que hay tantas buenas obras que no hace falta hablar de ellas.

Mis libros favoritos de 2022

Sábado, 31 de diciembre

Quedan apenas diez minutos para que la luz del día sea historia. Me tengo que poner delante del ordenador para escribir el minicuento de Nochevieja. En unos 20 minutos lo dejo listo.

Unos 15 años después, volvemos a una fiesta de Fin de Año. Toñi y yo tenemos tantas ganas, que llegamos los primeros a ese lugar tan especial. Los Electroduendes son unos figuras interpretando canciones de grupos de los ochenta y noventa. Nos vamos antes de que se haga de día. Antes, sonó Cien gaviotas. ¡Cómo lo disfrutó Jesús!

Todo tuyo, 2023.

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Alfonso
Alfonso
1 año hace

Muy buen relato de las Navidades,coincido con lo de la canción de Bowie en la exposición de Tintin.