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Tripa de fuera

Juan Manuel García-Junco, más conocido en el mundillo cultural mexicano como H. Pascal, murió rodeado de diez mil libros, envuelvo en olor a tabaco y, en definitiva, enfermo de literatura. Y ahora su hija, la escritora Aura García-Junco, ha escrito una novela híbrida en la que establece un diálogo con aquel maestro de la ciencia-ficción.

En este Making Of, Aura García-Junco explica la historia oculta tras las páginas de Dios fulmine a la que escriba sobre mí (Sexto Piso).

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Este libro tiene la característica de que reporta su propio proceso de escritura. Es una investigación emocional con las entrañas de fuera. Mucho de lo que fue su armado se puede rastrear desde la página tres, cuando la narradora declara por qué va a escribir: porque está atorada en los días grises de un duelo no enunciado. Los libros híbridos posibilitan esas intersecciones entre narrar una vida, una emocionalidad y un proceso a la vez. Son un gran cuaderno de notas arduamente editado y moldeado para parecer a la vez espontáneo y definitivo.

Pero todo empezó un poco antes. Desde que murió mi papá sabía que iba a tener que escribir sobre él. Para mí, la literatura es una herramienta para conocer el mundo y explorar emociones e ideas, de modo que nunca tuve duda de que llegaría ahí. Lo heredé de él, un enfermo de literatura vilamateano en toda regla. Y sin embargo, al inicio escribir me era imposible. Hice un par de intentos infructuosos de explorar la pérdida desde la ficción. Quería un homenaje en toda regla. Quería un libro de dragones y de replicantes, para honrar su memoria lectora y los libros que me dio de niña, pero cada vez que me sentaba a escribir ni una palabra salía. Meses después de su muerte, sus libros seguían adornando mi sala sin que los tocara siquiera. Una parte de mí sabía que eso era simbólico, hablaba de algo que no terminaba de aceptar. Decidí entonces hacer un ensayo que partiera de lo más material que tenía: esos libros y que abriera una puerta para lo más emocional, poco a poco. También me di cuenta de que un homenaje a secas no iba a funcionar porque yo todavía tenía la tripa de fuera. Había una serie de emociones durísimas que purgar.

"La investigación probó ser todo un reto porque implicaba la siempre arriesgada tarea de hablar con más gente. Preguntar cosas concretas sobre mi papá, sin saber si las respuestas no me iban a partir la cara"

Y así, con los libros de frente, me decidí a empezar el proceso de desempolvar una biblioteca y una historia. Los primeros textos estaban tan llenos de dolor y amargura que cuando los llevé a taller vi con claridad cómo las caras de mis compañeras se fruncían. Esos nunca llegaron al libro, había primero que hacer un vómito emocional intenso para llegar a un material un poco más maleable. A partir de eso me planteé hacer ensayos temáticos que tuvieran como detonante un libro en particular. Un ensayo, un libro, un capítulo. Eso tampoco duró demasiado. Los ensayos desbordaban temas y se colaban en nuevos capítulos. Lo que yo necesitaba era contar una historia.

La investigación probó ser todo un reto porque implicaba la siempre arriesgada tarea de hablar con más gente. Preguntar cosas concretas sobre mi papá, sin saber si las respuestas no me iban a partir la cara. Leer, escuchar. Ir explorando su biblioteca poco a poco y partiendo de la intuición. Luego registrar todo en el titubeante libro en proceso.

"Después de todo, era la pregunta que llevaba años haciéndome yo misma: ¿por qué mi papá dejó todo y no terminó de consolidar su gran sueño a pesar de que todo parecía puesto para que lo lograra?"

Conforme avanzaba me empecé a dar cuenta de que el libro debía tener un arco. Y ya había ahí uno que se atisbaba, que era el del propio duelo en tiempo real. Solo había que encontrar una estructura para que esto funcionara mejor como libro y no solo como catarsis. Acomodé capítulos, decidí énfasis para los que faltaban, moví fragmentos de aquí para allá. Y finalmente me puse a pensar en una preocupación central que había dejado de lado temporalmente porque aún no había domado el tono y el rumbo. Era tiempo de pensar en el centro de la tensión. Para mí la pregunta esencial en ese punto es ¿por qué alguien debería seguir leyendo? ¿dónde está el enigma y el magneto que jalará la lectura? No fue difícil contestar esa pregunta ya que, además del tono y el ritmo, había un vacío en la narración que es el que me serviría para plantear una pregunta común a lo largo del texto. Después de todo, era la pregunta que llevaba años haciéndome yo misma: ¿por qué mi papá dejó todo y no terminó de consolidar su gran sueño a pesar de que todo parecía puesto para que lo lograra? ¿Cuándo, cómo y por qué se rompió algo en él?

Con todos esos elementos listos terminé los diez meses de borrador y pude dejar el libro en una gaveta un año entero. Al abrirla, tuve mucho más claridad para repetir la última etapa del proceso de escritura, pero esta vez enfocado a la edición. Mucha gente intervino en cada etapa dándome retroalimentación y en este final fue especialmente importante tener lecturas de cuerpo completo, de mi editor, mi pareja y también de amistades admiradas. lo demás, quedó registrado en este libro, diario, confesión, perdición, homenaje, llanto, despego.

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Autora: Aura García-Junco. Título: Dios fulmine a la que escriba sobre mí. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todostuslibros.

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