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Un cerebro tan importante como el de Einstein

Un cerebro tan importante como el de Einstein

El diario de viaje de un filósofo describe el viaje de Keyserling alrededor del mundo en 1911. Describe las culturas que visitó. Su viaje va desde Egipto a Ceilán, y se extiende por la India, China, Japón, Hawái y las Américas. Keyserling conoció a las clases altas de su época, y fue admirado y agasajado en muchos de los sitios que visitó. Sus descripciones de los lugares y culturas, así como de los diferentes estratos sociales, son un fresco impagable de una época y de un mundo ya desaparecido: en palabras de su amigo Zweig, «el mundo de ayer». Es este un libro que pervivirá por su valor histórico, además de por el aporte original de algunas de sus ideas, a veces contradictorias y otras originales. Conectó con los líderes de medio mundo y supo captar el espíritu y la esencia de sus culturas. Estuvo tentado de una idea de filosofía planetaria que acogiera lo mejor de todas ellas.

‌En sus libros puede apreciarse un esfuerzo por crear una cultura humana universal que acogiera todas las culturas y filosofías del mundo aparentemente tan divergentes, tanto de Oriente como de Occidente. Su pensamiento libre le granjeó fama y una gran popularidad, amigos y admiradores, pero también enemigos, que reaccionaron contra él al ver que sus ideas no se ponían al servicio de los gobiernos e instituciones que le rondaban a él y a su Escuela. El conjunto de su obra vendía más ejemplares que los libros de Nietzsche en su época. Fue un verdadero fenómeno editorial, ya que tuvo un público lector amplísimo, casi podría decirse que el primer autor culto de masas de un mundo en el que asomaba la globalización.

Es un auténtico libro de viajes de la mano de un filósofo que de cuando en cuando intercala reflexiones con historias de aventuras, como esta acaecida en Chittor:

«Había caído la noche cuando un elefante, con sus pisadas silenciosas, descendía las cuestas de la fortaleza y me conducía por el valle abajo. Echado sobre la plataforma forrada, con la tierra invisible bajo el elefante, dejaba vagar la mirada por el cielo estrellado. Había perdido toda conciencia de una forma de vida determinada. No sabía ni quién era, ni dónde estaba, ni lo que hacía. No sabía que estaba sobre un elefante. Habiéndome acostumbrado al ritmo de su marcha, ya no sentía su existencia. Ni caminaba, ni cabalgaba, ni volaba. Nada podía ver de la tierra. Iba envuelto en cuerpos celestes. Y, con la evidente seguridad del ensueño, flotaba en los amplios espacios del cosmos».

También en Waikiki asiste maravillado ante la visión de inmensas olas y aquellos que…

«cabalgan sobre ellas hacia la playa, agarrados a sus crines, volteándolas como tritones de un idilio marino».

"Fue amigo de Ortega, quien contactó con él en un viaje a París para que le presentara a Lev Shestov, y un importante referente para Stefan Zweig"

Tuvo fama de irracionalista en la época, más bien de pensador libre y con coraje, perspectiva desde la que se nos ofrecen pasajes de gran calado y riqueza, bien articulados y desarrollados, sobre una infinidad de cuestiones, entre las que destacamos su concepción de que el arte y la cultura han de ser eróticos para desenvolverse bien, o sobre el conocimiento, que hace desaparecer lo profundo en la persona, dejando aflorar lo superficial. También ahonda en la cuestión del hombre atrapado en la ficción histórica, e insiste en que es necesario lo irracional para explicar parte de la vida, siendo además esta parte lo eterno.

Fue amigo de Ortega, quien contactó con él en un viaje a París para que le presentara a Lev Shestov, y un importante referente para Stefan Zweig, quien quedó impresionado tras conocerlo, como le contaba por carta (11-11-1927) a su primera mujer, Fritzi. Otro de sus libros más leídos fue Meditaciones sudamericanas, una experiencia lectora decisiva para que Zweig escribiera Brasil. «Keyserling había presentado América del Sur como esperanza viva», dijo Zweig a su amigo y traductor Cahn en 1932 durante la preparación de su viaje a Argentina.

"La ciencia decidió conservar su cerebro junto al de Albert Einstein para estudiar el funcionamiento de la masa gris"

A España vino en numerosas ocasiones y fue acogido y agasajado por la élite cultural: Ortega, Alberti, De la Serna y Baroja, entre otros. En estas visitas a España la figura del autor adquiría tintes proféticos; famosas fueron también sus charlas y conferencias, e incluso sus correrías nocturnas.

Enemigo del ascenso del nazismo en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, tras haber sufrido el cierre de su Sociedad y viendo la seguridad de su familia amenazada por el gobierno, huyó a Austria. Falleció en Innsbruck a los 65 años. Una anécdota que nos da cifra de su eminente figura en la época es que la ciencia decidió conservar su cerebro junto al de Albert Einstein para estudiar el funcionamiento de la masa gris. Bien entrada ya la segunda parte del siglo XX su cerebro fue devuelto y pudo reposar junto a los restos del filósofo en el cementerio de Innsbruck.

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Autor: Hermann Keyserling. Título: El diario de viaje de un filósofo. Editorial: Hermida Editores. Venta: Todos tus libros y Amazon

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