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Una historia real e inédita en la literatura sobre la vida de Cervantes

Una historia real e inédita en la literatura sobre la vida de Cervantes

He aquí una novela histórica basada en unos hechos reales de lo más desconocidos: un mercante mallorquín decide ayudar a unos amigos acusados de asesinato y, durante la investigación judicial, descubre que el testimonio del soldado del tercio Miguel de Cervantes, a la sazón recién llegado de su cautiverio en Argel, puede ser fundamental para resolver el caso. Ahí es nada.

En este making of, Begoña Valero se remonta al origen de la confección de Un testigo llamado Cervantes (Sargantana).

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Descubrir la historia que llena las páginas de Un testigo llamado Cervantes me produjo una sensación entre euforia, sorpresa y desconcierto. La sensación que cualquier escritor de novela histórica percibe cuando se encuentra con un pedazo de vida desconocido de un personaje ilustre. Si ese personaje es Miguel de Cervantes el asombro domina cualquier emoción.

Esto es lo que me ocurrió cuando tropecé con los resultados del trabajo de un investigador que había hallado un documento con la firma de un joven Cervantes en el Archivo del Reino de Valencia. ¿Qué tenía de especial este hallazgo? Se trataba del testimonio de nuestro insigne escritor en un juicio en Valencia por un asunto criminal. Una circunstancia que llamó poderosamente mi atención.

"Sin duda era un acontecimiento digno de ser contado. No obstante, me di cuenta de que nada de lo narrado mencionaba a Cervantes hasta casi concluido el pleito"

El hecho sucedía en Valencia, en el año 1580, cuando Cervantes acababa de ser rescatado de Argel, donde había permanecido cautivo durante casi cinco años. Pese a su breve estancia en la ciudad del Turia, de tan solo cinco semanas, su declaración en el juicio provocó enfrentamientos entre la población hasta el punto de ser recogido por un cronista de la época por lo insólito del caso.

Conforme investigaba me daba cuenta de que tenía en mis manos una historia rocambolesca que, a modo de novela negra, plasmaba los más bajos instintos del hombre, y donde la verdadera amistad era capaz de alcanzar lo inalcanzable. Me obligué a ordenar cronológicamente unos sucesos al que le faltaban piezas para tratar de dar coherencia a la narración, al tiempo que en cada capítulo intentaba buscar la manera de mantener en tensión al futuro lector.

Sin duda era un acontecimiento digno de ser contado. No obstante, me di cuenta de que nada de lo narrado mencionaba a Cervantes hasta casi concluido el pleito. Necesitaba que estuviera presente en toda la narración. Por ello, decidí comenzar con una carta que desde Valencia dirigía a su madre en Madrid. Una misiva que apenas dejaba entrever lo que le había sucedido, si bien contribuía a crear un clima de misterio.

"Los cristianos capturados por las galeotas corsarias en el Mar Mediterráneo representaban una cuarta parte de la población de Argel, alrededor de 25.000 personas"

Cuando me adentré en la vida de Argel para descubrir cómo había sido su terrible estancia en cautiverio encontré tal contraste entre culturas que no pude dejar de documentarme hasta conocer a fondo cómo un cristiano podía subsistir en aquel corral de esclavos. Tenía a mi disposición el más importante y extenso tratado sobre la historia y las costumbres argelinas en el siglo XVI: Topografía e historia general de Argel, publicada por fray Diego de Haedo, en 1612. Un tratado que ha sido atribuido a Antonio de Sosa, un clérigo que convivió con Cervantes cautivo en Argel. Algunos investigadores defienden que nuestro escritor le facilitó información al clérigo para su trabajo o, incluso, participó en él.

Durante el siglo XVI, el bey o rey de Argel (ciudad del noroeste de África) era vasallo del sultán turco de Constantinopla, cabeza del Imperio otomano, mientras Valencia formaba parte del Imperio español de Felipe II. Este monarca había convertido el puerto de Valencia en punto de salida y llegada de los barcos oficiales que se dirigían a Argel para rescatar cautivos. Ambos eran enemigos acérrimos en materia de religión, pero a la hora de negociar la liberación de cristianos los límites eran otros. Los cristianos capturados por las galeotas corsarias en el Mar Mediterráneo representaban una cuarta parte de la población de Argel, alrededor de 25.000 personas. Eran tan cuantiosos los beneficios que aportaba este negocio que la ciudad era comparada con «Las Indias» de los cristianos.

"Ambas historias confluyen en Valencia durante las cinco semanas que permaneció en la ciudad. Para mantener a Cervantes presente a lo largo de toda la novela los capítulos de las dos tramas se van intercalando"

Ante estas circunstancias, decidí ofrecer la imagen de dos mundos contrapuestos obligados a entenderse. Y para Un testigo llamado Cervantes encontré el personaje idóneo. Nadie mejor que el futuro autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha para contar cinco años de su vida en aquel terrible lugar que era Argel. Entonces solo era un joven soldado aventajado de los tercios, abrumado por haber perdido la libertad. Sin embargo, distaba mucho de considerarse un vencido y me sorprendió la actitud valiente y heroica que demostraba. Pude comprobar que no existía duda respecto a sus hazañas, pues se conservan las declaraciones de muchos compañeros de cautiverio ante el notario de los frailes trinitarios antes de regresar a España.

Un testigo llamado Cervantes presenta dos líneas narrativas, una en Valencia con el asunto criminal y otra en Argel durante el cautiverio del escritor. Ambas historias confluyen en Valencia durante las cinco semanas que permaneció en la ciudad. Para mantener a Cervantes presente a lo largo de toda la novela los capítulos de las dos tramas se van intercalando. He pretendido que en ningún momento decaiga el interés por su lectura al dejar los capítulos pendientes de resolución con permanentes incógnitas sobre la evolución de la historia.

"En cuanto a Argel, el lector se adentrará en la vida del renegado, que ha renunciado a la fe católica para enriquecerse y tener libertad para hacer cuanto quiera"

¿Qué se va a encontrar el lector como telón de fondo? Va a descubrir la ciudad de Valencia durante el siglo XVI al recorrer sus calles, edificios y el burdel más famoso de Europa. También podrá contemplar un juicio tal y como se desarrollaba en el Reino de Valencia por el Justicia Criminal, máxima autoridad judicial. Le sorprenderán las costumbres ancestrales de los labradores como, por ejemplo, defender el derecho de riego ante el Tribunal de las Aguas. Todo un paseo por un tiempo pasado que nos hace regresar a las tradiciones y vivencias de los habitantes de la ciudad del Turia.

En cuanto a Argel, el lector se adentrará en la vida del renegado, que ha renunciado a la fe católica para enriquecerse y tener libertad para hacer cuanto quiera. Conocerá las relaciones entre los cautivos y sus amos para introducirse en las costumbres argelinas de hace más de cuatro siglos.

En definitiva, Un testigo llamado Cervantes nos muestra a nuestro escritor más universal como un soldado de los tercios valiente, leal, noble y sensible, que no solo es testigo en un juicio de asesinato en Valencia, sino de las atrocidades cometidas en la ciudad de Argel.

Para terminar, en las páginas de la novela se hace un guiño a «la más alta ocasión que vieron los siglos». Una batalla que destaca en la cubierta con una bella portada fruto del lienzo «Cervantes en Lepanto» de Augusto Ferrer-Dalmau.

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Autora: Begoña Valero. Título: Un testigo llamado Cervantes. Editorial: Sargantana. Venta: Todos tus libros.

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