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Una novela que no se puede dejar de leer

Una novela que no se puede dejar de leer

“Son los tiempos los que reinan, no los reyes”. —Proverbio georgiano

Les voy a contar una historia con final feliz. Y comienzo por el principio. Tengo un defecto que a veces es una virtud, pero solo a veces. Me encanta saber qué nuevos títulos van a publicar las editoriales que sigo asiduamente. Ello me provoca el estrés de ver anunciada una novela que querría leer ya, para dentro de tres meses.

¡Malamente!

Pero hay casos en los que una frase, una portada, un nosequé indescifrable hace que un libro de un autor desconocido por mí me llame la atención. Este es el caso de La octava vida (para Brilka), que Alfaguara publicó el pasado septiembre. Se lo pedí a mi amiga Pilar Reyes para zambullirme en él. Ya la cita que se antepone a la novela me pareció muy potente… y sí que me zambullí, sí, más que eso, no pude dejar de leerlo. Cada día era un día más que llegaba a casa y tenía “el libro” para seguir dejándome llevar por las manos de NINO. Para mí ya será siempre NINO. Dejándome llevar, decía, por las manos de Nino Haratischwili (nombre no tan difícil de pronunciar como parece).

Empecemos ya con la crónica…

A comienzos del siglo XX, al borde del imperio ruso, una familia prospera. Debe su éxito a una deliciosa receta de chocolate, transmitida de generación en generación con gran solemnidad y cautela. Una advertencia justificada: esta es una receta para el éxtasis que tiene un sabor muy amargo.

"Es una novela tan avasalladora que lo que ocurre te ocurre y cuando una mujer llora tú lloras, cuando ríe te ríes con ella o eres ella"

Georgia, 1900: con el nacimiento de Stasia, hija del respetado fabricante de chocolates, esta obra embriagadora se desarrolla a lo largo de seis generaciones. Stasia crece en la clase alta, acomodada, y se casa con el joven guardia blanco Simon Jaschi, que está, en la víspera de la Revolución de Octubre, en Petrogrado, lejos de su esposa. Cuando Stalin llega al poder, Stasia y sus dos hijos, Kitty y Kostya, buscan refugio en Tbilisi con su hermana Christine, conocida por su belleza impresionante.

Pero cuando un oficial de inteligencia llamado “el pequeño gran hombre” se da cuenta de la belleza de Christine empiezan a complicarse las cosas, con consecuencias funestas….

A partir de ese momento la historia ya te ha engullido y los personajes se van pasando la palabra para hacer de esta una novela coral. Toda ella contada por mujeres, cuestión de la que no me percaté sino una vez concluida la lectura. Y no es una cuestión menor, pero es una novela tan avasalladora que lo que ocurre te ocurre y cuando una mujer llora tú lloras, cuando ríe te ríes con ella o eres ella. Es espectacular.

Es tal la cantidad de avatares que viven sus protagonistas que no se pueden resumir sin hacer tediosa esta crónica. Hay que leer la novela.

(Sigo con lo de antes…)

Una y otra vez, esta emocionante historia contemporánea mira a Occidente desde Georgia, y no al revés, como es habitual. Eso le confiere un tono de “clásico ruso” de primer nivel. No creo que Nino quiera desafiar a Tolstoi, como es el caso de Nabokov, creo que cuenta su historia sin complejos pero, por supuesto que esta Genio tiene que haberse permeado con los grandes clásicos rusos.

"En ningún momento decae la historia. No hay respiro. No hay tregua literaria. Incluso el final es emocionante."

Los personajes están maravillosa y rotundamente bien perfilados. Ni uno deja de ser “hijo” de Nino. Nino no abandona a ninguna de sus criaturas. Y hace que los lectores queramos saber los aspectos más íntimos de ellos. Porque ellos son nosotros. Ya estamos transmutados, ya no hay otra salida que seguir adelante con esta novela. Realmente no sabría qué adjetivos calificativos dejar a un lado, por eso no pongo ninguno. Los merece todos. En ningún momento decae la historia. No hay respiro. No hay tregua literaria. Incluso el final es emocionante.

Doy gracias a Alfaguara por haber publicado esta novela. Ello me ha permitido gozar de la literatura, en mayúsculas, durante una semana. Sólo una semana, pero… ¡qué semana! Tanto es así que los personajes siguen vivos en mí desde hace ya 7 meses, y ello me ha permitido contratar los derechos —y ya se está traduciendo— al catalán. Lo merece. Y yo la publicaré. Seré editor de NINO. Estoy tan contento que salto y salto de alegría.

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Autora: Nino Haratischwili. Título: La octava vida (para Brilka)Editorial: Alfaguara. Venta: AmazonFnac y Casa del Libro.

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