Un sitio donde estar a salvo es el segundo libro de Eduardo Quijano, editado por Coleman Ediciones. Tras su debut con El frágil orden del universo, el autor regresa con una obra de relatos llena de humor ácido, gamberro y deslenguado que recupera el espíritu de escritores como Quim Monzó, Javier Tomeo y Augusto Monterroso.
A continuación reproducimos dos de los cuentos incluidos en Un sitio donde estar a salvo.
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UN SITIO DONDE ESTAR A SALVO
Al señor Glup, todas las mañanas, cuando sacaba a pasear a su educado dóberman, le acontecía alguna desgracia.
Convencido de que existía, el señor Glup preparó un petate con libros y víveres y salió con su educado dóberman en su busca.
Tras meses de viaje creyó encontrarlo en las islas de Tahití. Pero una noche un dragón de Komodo se coló en su cabaña y estuvo a punto de comérselo. ¡Mierda!
Pensó hallarlo en el Himalaya, tierra de paz y serenidad, donde se construyó una fortaleza para él y su perro. Una tarde, mientras jugaba a las cartas, se coló dentro el yeti y casi los mata a golpes.
Después de cientos de viajes perdió la fe en encontrarlo.
Entonces, de vuelta a casa, Glup dio con el lugar más recóndito y seguro del mundo: una cueva a cien mil metros de profundidad donde no había nada. ¿Habría llegado al fin a un lugar donde estar a salvo?
Paseó por allí con su perro. No le atacaron bestias, ni tormentas, ni animales salvajes. ¡Aleluya! ¡Un lugar sin peligros!
A la hora de cenar Glup descubrió que aquel día se había olvidado de meter la comida en el petate. Y, al ver que su educado dóberman dejaba de ser educado y se le acercaba hambriento mostrando los colmillos, empezó a barajar la tonta idea de que quizá en este planeta no hay ni un maldito lugar seguro.
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CUANDO NOS ENVUELVA LA OSCURIDAD DE NUEVO
Timmy enciende la linterna en medio de la tienda de campaña, que hasta aquel momento había permanecido a oscuras.
―Sí ―responde Bob desperezándose―. Sigo aquí. Como todas las noches. ¿Dónde coño voy a estar? ¿Qué quieres?
―Estoy preocupado ―dice Timmy―. El gordo Phil no deja de molestarme. Mi hermana y sus amigas no paran de llamarme pichacorta. Y el rubio ese de tres tiendas más allá siempre anda diciéndome culo gordo. Creo que voy a llamar a mi ángel de la guarda para que solucione esto.
―Dicen que Jack Raphelson, aquel flacucho que vino hace dos años al instituto, llamó al suyo antes de tirarse por un puente ―responde Bob.
―¿Y qué pasó?
―Pues que, al lado de la barandilla del puente, se le apareció.
―¡Joder! ¡Qué bien! ―Timmy levanta una ceja.
De repente el viento golpea la tienda de campaña.
―El ángel de la guarda le preguntó qué le pasaba ―continúa Bob―. Raphelson le contó todos sus problemas. Su madre no le dejaba ni un segundo a solas. Desde que le tocó una teta, Elisabeth Warren no paraba de perseguirle por el instituto dándole patadas en los huevos. Henry Bullshock se pasaba el día detrás de él para que hicieran un campeonato de pajas.
―¿Y qué hizo el ángel? ―pregunta Timmy curioso.
―Le dijo a Raphelson que todo aquello era demasiado trabajo para él. Lo tiró del puente. Y se largó.
Timmy traga saliva y alumbra la lona de la tienda de campaña, que no para de moverse.
―Creo que ya me solucionaré yo mismo mis problemas ―suelta Timmy.
―Mejor ―añade Bob.
Le quita la linterna y la apaga.
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Autor: Eduardo Quijano. Título: Un sitio donde estar a salvo. Editorial: Coleman ediciones. Venta: Todostuslibros.


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