El documentalista británico y productor creativo de la BBC Laurence Rees, que acaba de publicar En la mente nazi, advierte de que, aunque “la historia del nazismo no puede repetirse, las democracias viven en la actualidad amenazadas”.
En una entrevista por videoconferencia con Efe, Rees rechaza la idea de que la historia se repite, pero admite que hay algunos paralelismos de los nazis con algunas formas de actuar de la extrema derecha actual: “la difusión de teorías conspiranoicas, la división entre el “ellos o nosotros” o la obsesión por generar un clima de miedo y terror entre la población para asegurarse el poder”. Cree además que “sin Hitler no habría habido Holocausto, pero sí persecución de los judíos”.
Piensa Rees que “exactamente lo mismo que pasó en los años 30 y 40 del siglo pasado no puede volver a suceder hoy en día, pero sí es verdad que las democracias pueden ser destruidas, y es un milagro que tengamos democracias desde la era de la Ilustración“. Advierte el autor de que la gente debería ser consciente de la importancia de los logros democráticos que rodean el Estado de Derecho: “la libertad de expresión, de prensa, de protesta, de manifestación y todos los derechos humanos que se dan por hechos son tremendamente frágiles”.
Sin mencionar ningún país concreto, Rees observa con preocupación lo que sucede en el mundo actual, con la “erosión de las democracias”. Un líder democráticamente electo puede comenzar, como hicieron los nazis, “primero atacando y destruyendo la libertad de prensa para eliminar una narrativa contraria y segundo forzando el retiro de los jueces que no te caen bien y nombrando a unos afines”. La democracia cada vez está más amenazada y con este libro quería recoger “advertencias, más que lecciones” que se pueden extraer de la historia, como cuando el médico te advierte que fumar mucho no necesariamente te matará pero es perjudicial para la salud.
Según Rees, los nazis cometieron crímenes tan horribles, como es el caso del comandante del campo de Auschwitz Rudolf Hoss, porque “muchos de ellos realmente pensaban que estaban haciendo lo correcto”. Sin embargo, Rees recuerda que, cuando entrevistó a ex miembros de la policía secreta de Stalin, involucrados en deportaciones terribles a Siberia, decían que lo hicieron porque, de lo contrario, les disparaban a ellos, y “eso es verdad, pero para los nazis nunca fue así: a nadie le dispararon por negarse a participar en el Holocausto”.
Para Rees, esa respuesta es simple y requiere remontarse años atrás: “Si te convertías en un nazi, ya estabas aceptando que los judíos eran un problema, estabas aceptando la mentira de que fueron los responsables de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, que se estaba intentando crear un Estado racial donde no hay lugar para los judíos, y cuando llegan al poder, los ataques se extienden a los enemigos políticos”.
Antes de uno de los momentos cruciales, la Noche de los Cristales Rotos, los pogromos de noviembre de 1938, Rees describe la escalada de acontecimientos, que comienza en julio de ese año con la Conferencia de Evian, “un intento fallido de Roosevelt para que otros países aceptaran a refugiados judíos procedentes de Alemania y Austria, que ya había sido anexionada”. Los periódicos alemanes y los discursos de Hitler, justo después, acusaban a Occidente de “hipócritas”, por decir que los judíos no eran un problema, pero al mismo tiempo no aceptar recibirlos como refugiados. Ante esta disyuntiva, recuerda Rees, los nazis se presentaron como los únicos dispuestos a hacer algo con estas personas que consideraban “peligrosas racialmente”. Inicialmente, la solución final pasó por recluirlos en guetos en Polonia en situaciones hostiles en donde muchos murieron, “una opción porque no saben qué van a hacer todavía con ellos”. En 1940, piensan en deportarlos a la isla de Madagascar, donde todos habría muerto, señala el autor, pero no habría sido todavía el Holocausto que conocemos.
La llegada al poder de Hitler se explica también por una concatenación de factores, comenzando por el apoyo del pueblo: “En 1932, la mayoría de la gente votaron o por los comunistas o por los nazis, partidos que estaban abiertamente comprometidos en destruir la democracia, a la que creían inútil”. Y añade que “en absoluto significaba que estuvieran votando por un Holocausto, sino que estaban optando por una estabilidad y una nueva Alemania, en la que todos serían racialmente iguales, una Alemania que se definiría a través de la exclusión”. Ese mensaje era, según Rees, muy atractivo para muchas personas: “Se subieron a un tren sin saber su destino”.



La Alemania de los Espejismos es una expresión para compararla con el Espejismo Espartano, la creencia de ser la Esparta de la Antigua Grecia una sociedad admirable aunque en realidad era una sociedad esclavista, militarista y totalitaria, la primera sociedad totalitaria en la Historia de Occidente, aunque Hannah Arendt no la incluyó ni estudió en su clásico “Los Orígenes del Totalitarismo” (un “olvido” porque limitó su estudio hasta el Medioevo y a la vinculación del Totalitarismo con la persecución contra los judíos). En forma similar existe una visión errada de la Alemania antes del ascenso al poder de Hitler, el espejismo de ser “el país más civilizado de la tierra”, una mentira generalizada: Alemania no era antes de Hitler (un austríaco) el país “más civilizado”, “culto”, o “avanzado” de Europa. Era un país muy racista en la racista Europa; carecía de tradición democrática, recién se unificó a fines del siglo XIX por la expansión hegemónica de Prusia, de tradición monárquica, autoritaria y militarista. Alemania conoció la República y la Democracia por un corto tiempo (14 años, 1919-1933, la “República de Weimar”) porque perdió la I Guerra Mundial y los triunfadores le impusieron la democracia. Fue el Ejército Expedicionario Alemán que cometió, por orden del Káiser Guillermo II, el Genocidio contra los Herero y Namas, en Namibia, 1904-1908, cuando mataron a más de 160 mil hombres, mujeres y niños indefensos, a tiros, quemados vivos, de hambre y sed, torturados, por “experimentos médicos” o por agotamiento en trabajos forzados, ya que los esclavizaron en los primeros
Campos de Exterminio que conoció la Humanidad. Y cuando protestó la opinión pública internacional (nunca la alemana) el Gobierno Alemán, por intermedio de sus altos cargos públicos, funcionarios diplomáticos y militares, dijo por escrito (y así consta en los documentos oficiales y en la prensa de la época, que deben estar archivados en las bibliotecas y archivos públicos) que a los negros africanos, y especialmente a los Hereros y Namas, no los protegían los Tratados de Ginebra ní el Derecho de Gentes porque “no eran Humanos” sino “Sub-Humanos”, los mismos argumentos que utilizaron Hitler y sus Nazis una generación después. A este Genocidio Alemán contra los Herero y Namas lo tienen casi olvidado, quizá porque tienen menos dolientes sus víctimas negras. “La culta y civilizada Alemania” produjo en 40 años 2 gobiernos distintos (el monárquico de Guillermo II y el totalitario de Hitler) pero unidos en su vocación racista y genocida. ¿Cuándo Alemania reconocerá genocidas a Guillermo II, al General von Trotta y a su infernal Ejército Expedicionario Imperial Alemán en África? ?Y cómo es posible que existan hoy, después de dos genocidios perpetrados en el siglo XX, tantos tarados morales alemanes, los neonazis?
Cierto que la Historia no se repite, como dice Laurence Rees, aunque muchos repiten como loros el error plagiado por el sobrevalorado Nietzsche del “Eterno Retorno”, una extrapolación errada y disparatada de los antiguos filósofos griegos pre- socráticos quienes eran supersticiosos astrólogos. Lo que puede repetirse es “la infinita estupidez humana” (Einstein dixit) y producir hechos similares. En 1945, después del Holocausto, se dijo “Nunca Más” y de se repitieron Genocidios en África, Asia y Europa. Y ahora la televisión, la prensa escrita y la Internet reportar el Genocidio contra los Palestinos en Gaza por el gobierno de Benjamín Netanyahu.
Disculpen mis errores. Corregí mi comentario:
Cierto que la Historia no se repite, como dice Laurence Rees, aunque muchos repiten como loros el error plagiado por el sobrevalorado Nietzsche del “Eterno Retorno”, una extrapolación errada y disparatada de los antiguos filósofos griegos pre-socráticos quienes también eran supersticiosos astrólogos. Lo que puede repetirse es “la infinita estupidez humana” (Einstein dixit) y producir hechos similares. En 1945, después del Holocausto, se dijo “Nunca Más” y se repitieron Genocidios en África, Asia y Europa. Y ahora la televisión, la prensa escrita y la Internet reportan el Genocidio contra los Palestinos en Gaza por el gobierno de Benjamín Netanyahu. Quizás una causa que explique el pasado Genocidio contra los judíos por los Nazis es la propaganda antijudia, de odio homicida, que desarrollaron la mayoría de las Iglesias Cristianas (Católica, Ortodoxas y Protestantes) de Europa durante siglos, y quizás Alemania fue una de las naciones más expuestas a éste discurso de odio porque por un lado estaba la voz del Papa y del otro Martín Lutero, ambos coincidentes en calificar de “Pueblo Deicida” al pueblo judío y llamar durante siglos a los cristianos (contra la misma Doctrina de Cristo, un judío como la Virgen, San José, los Apóstoles, San Juan Bautista, Moisés y sopotocientos santos y mártires) a discriminar, perseguir y matar a los judíos. El discurso de odio genocida de los líderes religiosos durante siglos de adoctrinamiento reforzó los atavismos más deplorables de la sociedad alemana cuando se unió al nacionalismo delirante de fanáticos demagogos como Hitler y sus Nazis. Y en un pueblo ignorante y manipulable como el pueblo alemán de la época era previsible el resultado: Genocidios contra los judíos, gitanos, afro-alemanes y demás minorías étnicas o religiosas.
Así como los alemanes votaron por Hitler y por el General Hindenburg en 1933, cuyos partidos políticos se alieron para gobernar con Hindenburg (un monárquico confeso) y Hitler (un partidario de la dictadura de partido único) para destruir la frágil República de Weimar, así los rusos votaron para elegir la primera vez a Vladimir Putin, ex jefe de la tenebrosa KGB en su mayor colonia, la Alemania Comunista, los colombianos votaron por un exguerrillero de una organización guerrillera que robó la espada de Simón Bolívar para darla en custodia de un jefe del narcotráfico internacional, los venezolanos votaron por un fracasado militar golpista presuntuoso de su amistad con el Dictador Comunista Vitalicio de Cuba y los griegos, tan presuntuosos de su apego a la verdad y al imperio de la Ley, votaron por un mentiroso, condenado como delincuente por sus tribunales y actor del deplorable “Asalto al Congreso” para intentar desconocer su derrota electoral, me refiero al inescrupuloso empresario metido a improvisado político demagogo Donald Trump, quien cree que el pueblo de Estados Unidos lo eligió Rey y no Presidente. Así que es cierto lo que dijo Albert Einstein: “La estupidez humana es infinita”.
Nota: Escribí “gringos” y el corrector ortográfico de mi teléfono lo cambió por “griegos”. No sé sí por razones de “corrección política”. “Gringos” es una palabra de uso popular, coloquial, en casi toda Hispanoamerica para referirnos a los naturales de Estados Unidos de América, porque rechazamos usar el gentilicio “Americano” porque todos los naturales del continente “América” somos americanos y la palabra mexicana, una contracción de “Green go to home”, “Verdes váyanse a su país” tan común durante la Guerra de 1848 entre México y Estados Unidos, se impuso desde México a la Argentina para llamar a los ciudadanos de Estados Unidos de América
?Por qué “Verdes”? Por las etiquetas de un Gigante Verde en las latas de comida que tenían las bien apertrechadas tropas invasoras gringas, que contaron con un arma decisiva: Los recién inventados revólveres calibre .45 de seis tiros y cañón extra largo, de rápida recarga, que además cada soldado gringo disponía de dos revólveres, que superaba doce a uno (12/1) al poder de fuego de los mal armados y mal alimentados soldados mexicanos, que contaban con viejos fusiles de un disparo y recarga. El resultado fue aplastante: Los gringos ganaron, México perdió la mitad de su territorio original y los gringos no se fueron a su casa, se anexaron antiguos territorios mexicanos y los convirtieron en parte de su poderoso país. Y México se quedó con la palabra que inventó, que ahora es común en la América Española, con sus variaciones: Gringo, Gringa, Gringito, Gringita y Gringolandia, que algunos llaman con humor “Gordilandia”.
Otro factor que debe ser estudiado para conocer más las razones que hicieron posibles las irracionales conductas genocidas de los gobernantes alemanes que perpetraron los genocidios contra los Hereros y Namas en Namibia en 1904-1908 y el Holocausto durante la II Guerra Mundial es la difusión y admiración generalizadas en Alemania durante las primeras cuatro décadas del siglo XX del Espejismo Espartano y las tesis del “Superhombre” y “la Moral del Señor y de los Esclavos” de Nietzsche. La admiración de la Antigua Esparta de Licurgo incorpora la aceptación de una sociedad esclavista, militarista, totalitaria y cruel, que practica el abandono a las fieras de los recién nacidos con cualquier malformación física, que considera que los espartanos son hombres “superiores” a los esclavos mesenios (llamados ilotas) quienes pueden ser asesinados impunemente en cualquier tiempo y más aún durante los rituales de iniciación de los guerreros espartanos (Los Homoi o “los Iguales”, porque la igualdad es solo para los hombres espartanos), y esto fortaleció el racismo. Recordamos que los mesenios y los espartanos eran dos etnias distintas y que al triunfar Esparta y conquistar toda Mesenia, sometieron a los mesenios a la esclavitud del Estado Espartano y experimentaron otra forma de organización social, política y económica para asegurar la hegemonía de los espartanos y la esclavitud de los mesenios, un experimento de reingeniería social que conocemos como la Esparta de Licurgo. Cuando una sociedad racista como la sociedad alemana admira tanto salvajismo, tanta barbarie, es natural que involucione al salvajismo y a la barbarie. Y esto aconteció en Alemania desde 1900 cuando se sumó al Espejismo Espartano la admiración por las tesis nihilistas de Nietzsche, de combatir la caridad, la compasión, la solidaridad y la igualdad humana como valores del Cristianismo, que Nietzsche llama despectivamente “Moral de los Esclavos”, por la imposición nuevos valores del supuesto “Superhombre”, que en esencia es el abandono de la civilización y el regreso al salvajismo, al primitivismo, a la barbarie de la violencia y la fuerza bruta, que Nietzsche llama “Moral del Señor”. Ya sabemos que terribles crímenes han cometido hombres bárbaros en la Historia de la Humanidad y la admiración por la bárbara sociedad totalitaria de la Antigua Esparta y por las tesis anticristianas de Nietzsche, de regreso a la barbarie, potencian las posibilidades de perpetrar nuevos genocidios. Aquí existe un amplio campo de investigación antropológica, porque el Cristianismo aún hoy no ha logrado ser integrado en forma coherente por muchas sociedades humanas, fruto de su contaminación por los resabios y reliquias del politeísmo pagano (de la tradición grecorromana, de los pueblos bárbaros del Norte de Europa y del sincretismo con elementos indígenas asiáticos, africanos y americanos) que aún sobreviven (Halloween el más publicitado) y nos permite indagar sí tales creencias paganas populares en pueblos europeos y especialmente en Alemania durante la primera mitad del siglo XX fue un factor que potenció, reforzó o maximizó que un gobierno monárquico bajo la batuta de una aristocracia (supuestamente culta) como el del Káiser Guillermo II y un gobierno totalitario dirigido por una caterva de demagogos ignorantes, los Nazis, coincidieran en perpetrar dos Genocidios en la primera mitad del siglo XX, aunque supuestamente los aristócratas alemanes de la época eran “muy distintos” a los pobres y marginados que ascendieron al poder político con el austríaco Adolf Hitler. ?Era Alemania un país de gente tan primitiva, racista y sin brújula moral que sus gobernantes derivaron en criminales genocidas sin importar la forma de gobierno adoptada? ?Es Alemania un pueblo esencialmente tan racista y primitivo que aún después de tantas décadas tiene latente en su seno la tara moral que permite el renacimiento de potenciales genocidas como los actuales neonazis? ?Puede Alemania recaer en sus delirios pasados y perpetrar un terrible tercer Genocidio?
Un indicador de la posibilidad de una recaída moral del pueblo alemán al abismo del racismo y el genocidio es conocer y sumar la cantidad de alemanes que hoy admiran a Nietzsche, (propagandista del regreso a la barbarie), a Martín Heidegger (nazi de uniforme, soplón de la Gestapo y charlatán admirador y propagandista de Hitler), a Werner von Braun (inventor de la Bomba V-2, impune jefe nazi de las fábricas con mano de obra esclava, después “héroe del mundo libre” como jefe de la NASA), a la cineasta nazi Leni Riefenstahl y al mismo Adolfo Hitler (los descerebrados neonazis). Para conocer cifras absolutas y porcentajes relativos se puede cruzar los datos de encuestas confidenciales con los datos públicos de los votos obtenidos por los partidos políticos neonazis en las elecciones alemanas.
Y a estos datos deben también sumarse el número de alemanes que desean la expulsión de los extranjeros, especialmente de aquellos no blancos, musulmanes, turcos o de otros países asiáticos o africanos.
falta de brújula moral en la mayoría de los actuales gobernantes de Alemania en la “Cuestión Palestina” ?Tendrá relación con las influencias de los desvaríos de Nietzsche? No ver que el gobierno de Benjamín Netanyahu ordenó y ejecuta una Expedición Militar Punitiva de Castigo Colectivo contra el pueblo palestino habitante de la Franja de Gaza y apoyar la mentira de tratarse de “una Guerra” para acto seguido apoyar la barbarie de Netanyahu y sus aliados de la extrema derecha de Israel con el galimatías, el absurdo, el disparate de una supuesta “Razón de Estado” que obliga a Alemania a apoyar cualquier barbarie, Terrorismo de Estado y hasta Genocidio que pueda perpetrar un gobernante de Israel parece la repetición, en menor escala, de la falta de cordura, de buen criterio, de racionalidad, que llevó al pueblo alemán a apoyar al delirante criminal Adolf Hitler desde 1933 hasta que se suicidó en 1945. Borregos salvajes, salvajes borregos.
Además de los movimientos dictatoriales de Fascistas y Comunistas Marxistas, también las democracias pueden ser amenazadas por los fanáticos religiosos que consideran que las sociedades humanas deben ser gobernadas por unos supuestos “santones” que se atribuyen arbitrariamente el carácter de “Representante de un Dios” para imponer sus primitivas Dictaduras Teocráticas y tiranizar a los pueblos; y por gobernantes “democráticos” que carecen de brújula moral (por ser demagogos) o por falta de claridad en la comprensión de la realidad, como los políticos de Estados Unidos y de Europa Occidental que apoyan al delirante Benjamín Netanyahu y sus secuaces en sus políticas de exterminio, de genocidio contra el pueblo árabe de Palestina, que convirtió a la Franja de Gaza en un gigantesco Gueto imitando a los Nazis. Es irónico pero el mundo olvidó el Bloqueo de Berlín desde junio de 1948 a mayo de 1949 cuando la extinta Unión Soviética tiranizada por Stalin cercó y cerró Berlín Occidental para obligarla por hambre y mengua a rendirse ante la Dictadura Comunista y perder su libertad. Entonces, Estados Unidos y Reino Unido apoyaron a los berlineses libres y organizaron un puente aéreo para abastecer de comida, combustibles, medicinas y todos los bienes esenciales para la vida humana al pueblo berlinés sometido al cerco comunista, hoy un cerco más criminal sufre el pueblo palestino en la Franja de Gaza, porque es cerco, asedio militar y ataque de agresión por una Expedición Militar Punitiva de Castigo Colectivo por decisión del gobierno de Benjamín Netanyahu y Estados Unidos (antes con Joe Biden y ahora con Trump), Reino Unido y Alemania lo apoyan, y en lugar de establecer un puente aéreo para abastecer al pueblo palestino, continúan regalándole o vendiendole armas a Benjamín Netanyahu para que continúe matando a los palestinos en la Franja de Gaza, la mayoría civiles inocentes, la mayoría mujeres, niños y ancianos indefensos. Éstos crímenes monstruosos, éstos genocidios, también amenazan la Democracia porque son conductas propias de Dictaduras.
Ya que muchos amigos míos me dicen que exagero al señalar que el Fascismo y el Comunismo Marxista, por estar inspirados en la antigua Esparta de Licurgo, el primer Estado Totalitario en la Historia de Occidente, eran esencialmente monarquías absolutas militarista y esclavistas, pienso que es pertinente recordar que la Antigua Esparta de Licurgo fue un experimento de reingeniería social para asegurar la esclavitud de los ilotas, los esclavos, la mayoría mesenios, pueblos derrotados en guerra por los espartanos y sometidos a esclavitud pública, pertenecientes al Estado y no a un propietario particular. El trabajo de los ilotas era la base económica de la existencia del Estado Espartano. Así mismo el Nazismo se nutrió del trabajo esclavo de los prisioneros de guerra y de todo aquél considerado “indeseable” (judíos, gitanos, homosexuales y otras minorías) y en su racismo genocida fue el régimen más parecido a la antigua Esparta de Licurgo, y también el Totalitarismo del Comunismo Marxista de la extinta Unión Soviética se benefició del trabajo esclavo y organizó todo un sistema de campos de trabajos forzados antes de la Segunda Guerra Mundial para esclavizar a sus enemigos políticos (“el enemigo interno” o “contrarrevolucionario”) y cuando requería más esclavos públicos condenaba a más “ciudadanos” a trabajos forzados, sin causa aparente y conforme a unas “cuotas”, que solo son comprensibles sí las entendemos dentro de un sistema de explotación de esclavos del Estado (como en la Esparta de Licurgo).
?Cuántas grandes obras públicas fueron construidas en la extinta Unión Soviética gracias al trabajo esclavo, el trabajo de los prisioneros “anticomunistas” y después por los prisioneros de guerra?
Por esto, no eran una arbitrariedad ni una manía paranóica la condena masiva de cientos de miles de “ciudadanos” soviéticos a trabajos forzados, era para de un plan monstruoso para explotar gratuitamente y hasta la muerte dicha fuerza laboral. Parece una aberración de dementes, pero en la esencia, el Totalitarismo Fascista y el Totalitarismo Comunista Marxista son expedientes para restablecer una Monarquía Absoluta y Totalitaria como la que rigió su modelo admirado e imitado: La Antigua Esparta de Licurgo. No son revolucionarios los fascistas ni los comunistas marxistas, son contrarrevolucionarios porque quieren restablecer la Monarquía Absoluta para reemplazar la Democracia, el verdadero modelo revolucionario que nació en la Antigua Atenas de Clístenes. Una verdad que está allí desde que Marx plagió “El Manifiesto de los Iguales” con su “Dictadura de los Trabajadores”, publicado en un periódico de París en 1794 por el revolucionario francés Francois “Graco” Babeuf, quien dijo estar inspirado en la Antigua Esparta de Licurgo y en la Utopía de Tomás Moro, pero los analistas políticos de los siglos XIX hasta el presente, están muy atareados escudriñando cada palabra escrita por el fracasado heresiarca Nietzsche y por supuestos “filósofos” como Heidegger, un charlatán admirador de Adolfo Hitler, nazi de cargo y uniforme y soplón de la Gestapo, cuyos escritos son palabrería hueca articulada con la astucia del estafador bajo el disfraz de “hermetismo filosófico”. Algún día sus admiradores se percatarán de la realidad y entenderán que admiraron a un farsante, como los millones de alemanes que admiraron a su Líder, el delirante embaucador Adolfo Hitler.
Y con la intención de probar la naturaleza monárquica y absolutista del Comunismo Marxista y del Fascismo, conforme a la clasificación aristotélica: Aristóteles sostiene en “Política” que todo “gobierno ejercido por un solo hombre en forma vitalicia es Monarquía”, sin importar el título que use (Rey, Emperador, Cónsul Vitalicio, Presidente Vitalicio, Secretario General del Partido Único, Comandante, Líder, Caudillo, Generalísimo, Supremo, Perpetuo, Eterno, etcétera), agrego. Y puede ser un “Monarca Electivo” (como lo era el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, electo por los Grandes Electores Imperiales; el Hüey Tlatoani de los Mexicas o Emperador Azteca, electo por el Consejo de los Tenocas de su propio seno y lo es el Papa, Rey del Estado del Vaticano, electo por el Cónclave de Cardenales, Príncipes de la Iglesia, de su propio seno) cuando la dirección colegiada del Partido Único (Comunista o Fascista) es fuerte y escoge de su propio seno al nuevo Monarca, lo que sucedió en la extinta Unión Soviética y en sus Estados Satélites de Europa y sucede en la China Comunista y es la norma en la mayoría de los países que sufren o sufrieron el Totalitarismo Comunista, o “Monarca De Dinástico o Hereditario”, una degeneración que se presenta cuando la dirección colectiva del Partido Único (Comunista o Fascista) es débil y el Monarca impone a su sucesor escogiendo a un familiar, como en una dinastía, y constituye un modelo minoritario que revela la naturaleza monárquica del régimen político existente en forma abierta (aunque los acólitos se empecinen en decir que se vive en una república y existe la igualdad jurídica de los “ciudadanos”) como es el caso de Corea del Norte y Cuba y más recientemente Nicaragua, donde los Reyes Comunistas, Daniel Ortega y su esposa o Reina, tiranizan bajo el título de “Co-Presidentes”, porque la conveniencia, el oportunismo y el maquiavelismo políticos les impide usar las palabras apropiadas (Rey y Reina) y quieren mantener la infantil ilusión de encarnar el disfraz de “revolucionarios en una república igualitaria”. Tampoco olvidemos que Aristóteles sostiene que la Democracia puede ser destruida por los demagogos que logran el poder engañando y halagando al pueblo y después establecen su tiranía o porque la Democracia se envilece al excluir a la mayoría y someterme al control de una minoría gobernante, una oligarquía, que al estar basada en la riqueza, es una “Plutocracia”, el gobierno de los ricos, como parece se está imponiendo en Estados Unidos, donde es casi un requisito ser rico para participar como candidato en la política, por el enorme costo de las campañas electorales, lo que se agrava ante el poder oligopólico de los grandes medios de comunicación, que ya no solo son la prensa escrita, la radio y la televisión, ahora existen también las grandes empresas tecnológicas que controlan las redes sociales y ejercen poder en la Internet.
Estimado Señor Rees, usted tiene mucha razón, la Democracia está bajo amenaza, grandes y peligrosas amenazas de muchos y poderosos enemigos, y la mayor es que la mayoría no la defienda porque no reconozca el peligro, porque no logra ver la realidad y la engañe quienes quieren imponerle su yugo.