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«Creedme»: La víctima puede ser más importante que el psicópata

«Creedme»: La víctima puede ser más importante que el psicópata

La serie Creedme muestra un planteamiento innovador que no debería sorprendernos, pero lo hace. En esta ficción de 8 capítulos hay un violador terrible, un psicópata de manual, pero él —¿qué?— no va a ser el protagonista de la historia, lo será la víctima, en realidad las víctimas, en plural. No te estoy haciendo spoiler: los creadores de esta producción la venden así, y esto que estoy adelantando es algo que descubres a los 10 segundos de estar viendo el primer capítulo. 

Esta miniserie está basada en una historia real, la de Mary Adler, que reconstruyeron los periodistas Christian Miller y Ken Armstrong, ganadores de un Premio Pulitzer por su relato An Unbelievable Story of Rape. La editorial española Libros del K.O. publicó en nuestro país el libro que inspiró esta serie.

"Agradezco enfrentarme a una serie en la cual no tengo que soportar al enésimo psicópata, tan listo él, tan jodidamente inteligente, con una mirada penetrante y una sonrisa Colgate"

Agradezco enfrentarme a una serie en la cual no tengo que soportar al enésimo psicópata, tan listo él, tan jodidamente inteligente, con una mirada penetrante y una sonrisa Colgate. Es curioso que muchos de los grandes asesinos en serie sean auténticos mentecatos como Moses Sithole, Ed Gein o Jeffrey Dahmer. Criminales sin el coeficiente intelectual ni el amor por la alta cultura del mitificado hasta el extremo Hannibal Lecter.

En Creedme el personaje del violador ni siquiera tiene una presencia real hasta el final de la serie. Aunque recrearse en él podría haberle dado más presencia mediática a esta ficción, sus creadores han preferido obviar esa dualidad —odio / fascinación— que nos producen estos asesinos. Como ya te he contado, desde el primer episodio esta serie pone el foco en la víctima, una adolescente violada, frágil, que ha pasado de una familia de acogida a otra, que ahora se encuentra en un programa de tutela. Una joven que lanza un grito desesperado: «Creedme», pero a la que nadie, ni sus tutores, ni las personas con las que pasó su infancia, ni sus amigos, ni la policía dan el más mínimo crédito; nadie pierde un minuto para escuchar lo que tiene que contar. Susannah Grant, la creadora de la ficción, humaniza a Mary con sus dudas, sus temores y contradicciones, consiguiendo así uno de los mejores true crime —o anti-true crime, según se mire de los últimos tiempos.

Volvamos a la serie: el violador en serie no para, no se detiene. Es un depredador que se mueve por diferentes estados en busca de nuevas víctimas sin un patrón claro ni determinado. La acción evoluciona para que conozcamos a esas mujeres, asustadas, humilladas, que nos cuentan por lo que han pasado, la violación y la negación. Mientras la adolescente Marie —fabulosamente interpretada por Kaytlin Dever, con una economía narrativa que nos anticipa a una de las actrices con más futuro de los próximos años— primero se enfrenta al desamparo, para más tarde sufrir el acoso por parte de los policías que instruyen su caso inicialmente; su actuación es calificada posteriormente al revisar el caso de abuso y coerción. La joven es llevada a los tribunales acusada de mentir en su declaración.

"La investigación periodística, el libro, la serie, desmontan el artificio que sitúa una duda perenne alrededor de la mujer que ha sufrido una agresión sexual"

No se trata de un relato de introspección ni de configurar un retrato psicológico de la mujer violada. A lo largo de los siguientes seis capítulos Unbelievable se convierte en una buddy movie protagonizada por dos mujeres, Karen Duvall —una acertada Merrit Weaver, de quien ya te hablé cuando escribí de Run— y Grace Rasmussen—una sobreactuada Toni Collette, el único lunar para mí de esta ficción—, dos policías que buscan encontrar las conexiones entra las diferentes violaciones.

El relato de la protagonista vuelve, en los últimos episodios, conforme las dos detectives se acercan a la pista del violador. La acción se precipita en el penúltimo capítulo, y deja para el final un octavo episodio donde Mary recupera todo el protagonismo, en el cual reivindica su dolor de forma atenuada para terminar con un mensaje necesario: nunca hay que perder la esperanza.

Creedme tiene muchos aciertos. El mayor de ellos es mostrar que una víctima de una violación es una persona que ha sufrido un hecho traumático, que no tiene que mostrar una actitud especial, no tiene que demostrar nada. La investigación periodística, el libro, la serie, desmontan el artificio que sitúa una duda perenne alrededor de la mujer que ha sufrido una agresión sexual. Creedme es mucho más necesaria que todas esas series de psicópatas sibaritas y megainteligentes con las que nos bombardean las diferentes plataformas de televisión y las productoras de cine. Pongamos el foco en las víctimas, pensemos en ellas como protagonistas. Es hora de acabar con el exceso de celo con que las juzgamos y, sobre todo, es momento de escucharlas.

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Título: Creedme

Creadores: Susannah Grant, Michael Chabon y Ayelet Waldman

Reparto: Merritt Wever, Kaitlyn Dever, Toni Collette, Vanessa Bell Calloway, Dale Dickey, John Hartmann, Austin Hebert, Liza Lapira, Kai Lennox, Danielle Macdonald, Elizabeth Marvel, Omar Maskati, Blake Ellis, Scott Lawrence, Aubrey Fuller, Eric Lange, Connor Tillman

Temporadas: 1

Capítulos: 8

Dónde verla: Netflix

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