Por fin vuelve a estar disponible una de las mejores ediciones bilingües del clásico de John Milton de cuantas existen en castellano. Enrique López Castellón, catedrático de Ética en la Universidad Autónoma de Madrid, traslada al español el pentámetro inglés, mantiene la métrica de Milton y añade 150 notas de un aparato crítico que facilita la lectura de un modo extraordinario.
En Zenda publicamos los primeros versos de El Paraíso Perdido (Abada), de John Milton.
***
A los frutos de aquel árbol vedado,
cuyo sabor letal trajo a este mundo
la muerte junto a todos nuestros males,
por perder el Edén el primer hombre
que desobedeció, mientras no vino
otro mucho mayor a redimirnos,
recobrando también la feliz sede,
canta Musa celeste, que en las cimas
de Horeb o Sinaí, tan escondidas,
inspiraste al pastor, que fue el primero
en enseñar al pueblo ya escogido
cómo del Caos salieron Cielo y Tierra:
o si el monte de Sión más te complace
y es Siloé la fuente de tu gusto,
tan cerca del oráculo divino,
ayuda desde allí a mi osado canto,
pues se pretende alzar en sumo vuelo
sobre el monte de Aonia por contaros
lo que nunca narróse en prosa o verso.
Y, sobre todo, Espíritu grandioso,
que un corazón correcto y siempre puro
prefieres al altar y a grandes templos,
ven a darme instrucción, puesto que sabes;
tú, que existías ya desde el principio
y con alas extensas de paloma,
cubriendo aquel abismo interminable,
lo incubaste tornándolo fecundo:
prorrumpe con tu luz en mis tinieblas,
alza y sostén mi enorme abatimiento,
para que bajo el sol de esta gran trama,
defendiendo a la Eterna Providencia,
los caminos de Dios muestre a los hombres.
Puesto que a tu mirar no escapa el Cielo
ni la sima infernal, oscura y honda,
dinos, en conclusión, ¿por qué motivo
nuestros padres a Dios abandonaron
y, llevando una vida afortunada,
quebrantaron su solo mandamiento,
pese a tener su ayuda y siendo reyes
de las demás criaturas de la Tierra?
¿Quién les indujo, en fin, a rebelarse?
Fue la infernal Serpiente, corroída
por la sed de venganza y por los celos,
quien engañó a la madre de los hombres;
su orgullo, tiempo atrás, la echó del Cielo,
en unión de sus ángeles rebeldes,
con cuya ayuda urdía situarse
por encima de todos sus iguales.
Creyendo, así, llegar hasta el Más Alto,
si se enfrentaba a él, provocó al punto
una guerra sacrílega en el Cielo,
contraria a la divina monarquía,
con inútil tesón y lucha altiva.
Mas quien todo lo puede, de cabeza
a Satán arrojó, cual llamarada,
ardiendo con horror en su caída
desde el etéreo Cielo a la insondable
y oscura perdición, entre cadenas
y al tormento del fuego castigado
por alzar contra Dios sus armas todas.
Nueve veces el tiempo con que miden
sus noches y sus días los mortales,
vencido sucumbió con su horda horrible
y en el ardiente abismo revolcóse,
pasmado, aunque inmortal. Pero el destino
un encono mayor le reservaba,
pues hubo de sufrir nuevas torturas:
la dicha temporal y el daño eterno.
[…]
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Autor: John Milton. Título: El Paraíso Perdido. Traducción: Enrique López Castellón. Editorial: Abada. Venta: Todostuslibros.


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