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La realidad fragmentada de la literatura del siglo XXI

La realidad fragmentada de la literatura del siglo XXI

Pagès Editors y la Universitat de Lleida han publicado en 2023 el libro Un hombre que se parecía a Al Pacino (Cuentos del primer café) del escritor madrileño Justo Sotelo, que nos aporta una mirada analítica y profunda de la realidad de nuestro tiempo. La capacidad de asociación y relación entre las ideas y las imágenes de Sotelo le conducen a un libro con una estructura profunda en la forma y en el fondo. La cubierta del libro reproduce un fotograma de la película El filo de la navaja, de 1946, basada en la novela homónima del escritor inglés Somerset Maugham, que sirve de sustento analítico al prólogo, escrito por el propio autor, que no tiene por qué ser exactamente Justo Sotelo. Y éste es un aspecto esencial del que hablaré en las siguientes páginas, ya que es uno de los motivos literarios que más he disfrutado en su lectura. Con esa foto, el narrador del texto reflexiona en primera persona sobre la importancia que tiene el cine en la literatura y las relaciones que existen entre estas dos disciplinas, eje que vertebra y articula las páginas de este ensayo. En la contraportada se desvelan las líneas maestras que están detrás de esta obra verdaderamente única en el panorama de las letras españolas, en un siglo ya avanzado donde existe la supremacía de la Inteligencia Artificial. Esta obra es un ejemplo perfecto de la Inteligencia humana y emocional.

"La presentación invertida de la temporalidad es uno de los principios rectores que rige el texto, con una focalización interna fija dentro de todos los relatos"

Reseñar este ensayo abre un abanico de posibilidades a la reflexión sobre la escritura de Justo Sotelo. Posee una original estructura invertida circular dividida en cuatro partes, las estaciones del año. El autor invita al lector a abordar la lectura de sus “fragmentos literarios” desde el verano (cualquier verano) hacia atrás en el tiempo, focalizando su interés en la circularidad del texto, algo semejante al anillo circular de la “Tetralogía” operística de Wagner, como se pone de manifiesto en la primera parte del ensayo. Su discurso fluido y coherente mantiene la esfericidad, la tensión y la intensidad necesarias para aportar autenticidad y verosimilitud al conjunto de sus relatos, cincuenta cuentos numerados dentro de cada una de las estaciones del año. En sus páginas hay literatura, cine, música, filosofía, historia y viajes. Se puede considerar un texto poliédrico en cuanto a los géneros que aparecen en sus páginas. Gracias al conocimiento que encierra el texto sobre temas y estilo, este ensayo se convierte en un fondo de biblioteca al que acudir continuamente para observar la situación de la literatura y el resto de artes en la actualidad.

Abordar este libro implica desvelar las claves de la “Poética” del autor, como también puso de manifiesto hace dos años con su sexta novela, Poeta en Madrid, publicada por la editorial Huso (2021). Ahora da una vuelta de tuerca a este planteamiento. Existe una interconexión entre la realidad y la conexión virtual con las herramientas de creación artística donde todo es verosímil, lo plural, lo híbrido, lo posible dentro de un contexto de realidad virtual, multiplicidad e hibridación de géneros de ficción y una combinación semiótica dentro de un laberinto textual.

"La mayoría de los personajes que acompañan al autor a lo largo de este ensayo posmoderno son inmigrantes ya que proceden del mundo real"

La presentación invertida de la temporalidad es uno de los principios rectores que rige el texto, con una focalización interna fija dentro de todos los relatos. Es una obra abierta en la que los lectores deben rellenar los huecos y vacíos, ampliar y completar la referencia y el sentido para indagar sobre la intención del texto que, en realidad, es indagar sobre el autor en el sentido de “modelo” de referencia. Umberto Eco en su obra Lector in fabula defendía la cooperación interpretativa del lector y la apertura de los textos, la misma que debe existir entre los lectores de este ensayo. La metáfora del tiempo invertido que articula el libro de Sotelo nos muestra una doble temporalidad; por un lado, los textos se presentan en tiempo real, pero, en realidad, por otro, el autor está mostrando un tiempo invertido.

El autor posee una mente muy bien amueblada con diría Umberto Eco, que está en alerta y tiene una fuerza receptiva continua ante el mundo que le rodea. No solo es cuestión de ver la vida sino de percibirla, sentirla, paladearla y enamorarse de ella. Se pueden establecer diferentes grados de los elementos reales y de ficción. Según la tipología de T. Parsons, alude desde un punto de vista lógico a tres tipos de objetos: nativos —producto de la invención del autor—; inmigrantes —procedentes del mundo real o de otros ámbitos de ficción e integrados en el mundo ficcional elegido por el autor—; y subrogados o sustitutos —entes reales dentro del texto de la ficción modificando o cambiando sus propiedades—. La mayoría de los personajes que acompañan al autor a lo largo de este ensayo posmoderno son inmigrantes ya que proceden del mundo real, bien porque pertenecen a su círculo social (actual tertulia literaria, amigos íntimos, alumnos, profesores, familia) o son amigos virtuales de las redes sociales. Otros pertenecen al mundo cinematográfico, numerosos directores (Woody Allen, Garci, John Ford, Alfred Hitchcock y Frank Capra, Hawks, Godard, Melville, Rohmer, Truffaut, Chabrol, Rivette, Varda, Erice, Tarkovski, Bergman, Almodóvar, Fellini, Bergman, Pasolini, Scorsese, etc.), actores y numerosas películas (El club de los poetas muertos, Memorias de África, La Dolce Vita, La gran belleza y Ocho y Medio, La edad de la inocencia, Parásitos) que marcaron e influyeron de manera notable en la vida del autor. Dentro del mundo literario alude y comenta su visión sobre La Comedia de Dante, El Quijote, Ulises, Madame Bovary) y analiza autores como Juan Ramón Jiménez, Machado, Borges, Cortázar, Murakami, Henry James, Marcel Proust, Javier del Prado) del mismo modo que nos introduce en cada una de sus obras literarias; otros pertenecen al mundo musical (la ópera Tosca de Puccini, los valses de Strauss, las sinfonías de Beethoven, Mahler, Mozart). A Sotelo no se le olvida tomarse un café con sus filósofos favoritos, los mismos que le han aportado las bases sólidas que sustentan su pensamiento y su creación literaria (Platón, Aristóteles, Kant, Walter Benjamin, Levi Strauss). No hay que olvidar que muchos de sus cafés artístico-literarios se los toma con cada uno de los tertulianos que cada martes del año le acompañan, actualmente en el Restaurante Casa Manolo 1934, del famoso barrio madrileño de Argüelles.

"Surgen los conceptos de simulacro, portabilidad, fragmentación, hibridación, conectividad o diseminación en esta posmodernidad del XXI que Sotelo expone a lo largo de su ensayo"

De cada uno de los cuentos se podría escribir una novela, o tal vez del ensayo completo se podría diseñar otro ensayo como respuesta al mismo, una novela e incluso proponerle a Víctor Erice o cualquier director de su talla, llevarlo a la gran pantalla. Este ensayo supone una importante reflexión sobre el cine y la literatura a través de la descripción, el razonamiento y la argumentación de ideas que aúnan impresiones, reflexiones y juicios sobre la concepción del creador, la creación y la obra de arte. Se trata de un discurso donde el cine se fusiona con la literatura en un puente que une a ambas disciplinas. Su escritura se sustenta sobre material intertextual donde reaparece la metáfora creativa que identifica a su autor, un escritor posmoderno que asimila y capta su propia historia intentando resolver lo que todavía no está resuelto en el momento histórico en el que vive. Surgen los conceptos de simulacro, portabilidad, fragmentación, hibridación, conectividad o diseminación en esta posmodernidad del XXI que Sotelo expone a lo largo de su ensayo. Defiende y apuesta por la fragmentación, las secuencias, el fondo, la nueva realidad a través de la construcción, el collage, el pastiche, la cita, la ironía, las referencias intergéneros, el remake y, por último, la permeabilidad en la narrativa, los personajes y los géneros. Queda en manos del lector valorar el contenido, la estructura y la forma del ensayo para sacar unas conclusiones acerca de este libro desde un espíritu crítico y libre. Derrida, Roland Barthes, Foucault, Vattimo, Aristóteles, Jameson, Paul Ricoeur, Edmund Husserl, Lyotard son quizás los autores que más se asemejan a lo que Sotelo ha querido resaltar como metáfora creativa de la posmodernidad.

"El pacto narrativo entre el autor y lector es una especie de juego donde se siembra la duda para resolver el misterio que estructura las obras literarias en la actualidad"

El ensayo comienza con la estación del Verano donde destacan los colores. Nos encontramos con el amarillo de la energía, de la felicidad y de la vida, mientras el sol resplandece por la luminosidad y el calor que desprende. El naranja acompaña al amarillo presentándose con él en el cielo despejado con un azul que provoca calma, serenidad y libertad. Estos colores cálidos se asocian con el culmen de la creación artístico-literaria donde Sotelo se plantea qué es la literatura, aporta las pinceladas de lo que significa la posmodernidad y lo relaciona con las demás artes, en especial con el cine. El primer cuento del verano nos sitúa ante el origen de la escritura del autor atribuido, en este caso, a dos mujeres, su madre y su mujer, aportando razones suficientes de la misma. La reescritura e hibridación de los géneros literarios y la experimentación con ellos, la valoración de lo fragmentario y de lo marginal frente a lo totalizador y central, la intertextualidad, la metatextualidad, la ironía, la polifonía, las ficciones internas del creador y los mundos imposibles caracterizan la metáfora creativa de Sotelo desde el principio.

Queda reflejada en el verano la importancia de la tríada “autor – texto – lector” dentro de la obra artística. El pacto narrativo entre el autor y lector es una especie de juego donde se siembra la duda para resolver el misterio que estructura las obras literarias en la actualidad. De ese modo, Sotelo pide al lector cierta complicidad para calibrar el grado de veracidad que existe en el texto. ¿Cómo representa el conocimiento en el siglo XXI el autor a través de estas páginas? ¿Es capaz de traducir los conceptos y las ideas a las imágenes? ¿Cuál es su percepción del «todo», del conjunto, de la idea, de la realidad que vive y percibe? ¿Cómo “mapea” sus ideas? Sotelo desmenuza todas sus novelas y sus cuentos a lo largo de estas páginas donde la figura del creador y de la creación literaria resaltan como ya hizo en Poeta en Madrid.

"Un viaje metaliterario recorre las páginas del verano lleno de acacias, cipreses, panochas, melocotones. La unicidad del autor reaparece en el texto reflejando siempre los valores de la libertad, la paz y la igualdad"

Como ya he dicho, el autor se toma un café con sus lectores (leitmotiv de todo el libro) con un cadencioso ritmo de la prosa. Se pasea y vaga por calles y plazas de Madrid, Londres, Roma, Milán, etcétera, y se sienta a la mesa con un café o un té en el Café de Oriente, el Café Comercial, el Café Gijón o el Café Venecia o en su propia casa. Escucha música, piensa y lanza su mirada caleidoscópica al lector retrocediendo y avanzando en el tiempo e indagando en el mundo de la ficción y la realidad. Exalta la belleza y la felicidad a través del cine, la literatura y la música siempre gracias a la Poética de Aristóteles. Y el verano refleja el sopor, el canto de la cigarra, el silencio de la siesta, el fresco de la sombra y las noches bajo las estrellas donde late un mundo creador en cada uno de sus cuentos y se refleja la importancia de “lo sublime – lo siniestro – lo bello” vertido en un universo inteligible, sensible y emocional. Un viaje metaliterario recorre las páginas del verano lleno de acacias, cipreses, panochas, melocotones. La unicidad del autor reaparece en el texto reflejando siempre los valores de la libertad, la paz y la igualdad.

A continuación, le sucede la Primavera donde la naturaleza se pinta de verde, ya que es la temporada en donde las hojas empiezan a crecer después de haberse caído. Reaparecen los tonos verdes, símbolos de transformación, abundancia y grandes oportunidades; el amarillo proporciona más horas de luz solar para el crecimiento de las hojas y aporta energía. El azul de la primavera se combina con los demás colores como símbolo de libertad y tranquilidad. Es la estación del año donde el autor focaliza su concepción del espacio y la ensambla en la luz y el color de la ciudad de Madrid, escenario por excelencia donde retrocede en el tiempo su discurso. Se toma un café y viaja por las capitales europeas (Viena, París, Berlín, Roma, Londres, etcétera), escucha una frase musical, recuerda el paso del tiempo a través de sus manos, observa una fotografía, repasa sus apuntes, se pregunta el porqué de las cosas, admira un ballet y piensa en la música apropiada para el mismo.

"La realidad de pequeños fragmentos se desvanece, se diluye hasta convertirse en un simulacro, una nueva forma de percibir la realidad, una mirada donde se aprecian los procedimientos que definen su escritura fragmentaria"

Llega el momento de meditar y pensar sobre el proceso creativo, indagar en el origen de las censuras que se suceden en las obras artísticas, el flujo del instante y el significado primigenio de la creación, la contemplación espiritual, los síndromes de Stendhal y Villa de Adriana como aparecen en el último ensayo de Javier del Prado Biezma, publicado por la misma editorial que el suyo. El autor se recrea, medita y piensa en el mundo que está creando, en la escritura desde la vanguardia de la creación artística y en el origen de la belleza y la Verdad como premisa ontológica de la escritura. Penetra en la “poiesis”, incide en la armonía necesaria del ser humano para avanzar en la creación y apuesta por el lenguaje como punto de encuentro entre el arte, el cine y la literatura. Tampoco se le olvida hablar de la importancia de la moda como también lo hizo en su novela Poeta en Madrid, ni en abogar por la teoría humanista de las artes; apuesta por la experimentación corporal del espacio y de la forma. Intenta traspasar las barreras que separan la literatura y las demás artes, se acerca al proceso de la lectura indagando en los motivos, los temas, el paisaje literario con el fin de penetrar en los ejes de la lectura con sus tres verbos esenciales, captar, comprender y valorar. Dentro de su escritura se aprecia la deconstrucción del sujeto y la realidad, el fin del tiempo y de la historia lineal, la ironía y la parodia intertextual, el ocaso de la utopía, el pastiche como herramienta estructural, etcétera. En cada página en que se adentre el lector podrá encontrar la ruptura entre las fronteras de la ficción y la realidad, así como la forma en que sus textos se engarzan en la realidad como texto, donde la intertextualidad es la mayor referencia posible cuya premisa es la textualidad ontológica del mundo. La realidad de pequeños fragmentos se desvanece, se diluye hasta convertirse en un simulacro, una nueva forma de percibir la realidad, una mirada donde se aprecian los procedimientos que definen su escritura fragmentaria, la hibridación genérica, la intertextualidad o la autoficción y de esa forma se plasman a través de la voz del narrador.

En Poeta en Madrid, Sotelo reflejó ya rasgos del siglo XXI focalizando su mirada en la moda, del mismo modo que se fijó en la moda actual —Valentino, Channel, Carmina Rotger, Hugo Boss, Makus Huemer, Custo, Jil Sanders, Exte, Francisco Valiente, Costume Nacional, Jeremy Scott, Cerruti, Naokii Takizawa, Ágatha Ruiz de la Prada, Adolfo Domínguez—. El lector que se adentre en las páginas de Un hombre que se parecía a Al Pacino encontrará más claves de su narrativa posmoderna. Vivimos en el mundo de lo simbólico, la representación de una idea socialmente aceptada; para comprender el mito es necesario remontarse al conocimiento y buena parte de éste es simbólico representando así, por medio del lenguaje, la idea de lo representado. Se unen pensamiento y lenguaje para dar como resultado el signo, la imagen y el símbolo en nuestra sociedad donde avanzan las comunicaciones, el progreso, el hipertexto, las redes sociales, el consumismo y los avances tecnológicos. Una nueva era de comunicación inmediata y fugaz, donde el signo se identifica con lo convencional regulado y aceptado por la sociedad tecnológica y de mercado; el símbolo es pura obligación en el mundo de la publicidad y la moda, en la familia y en los amigos que crean un submundo y pertenecen a un grupo. Impera y obliga a la sociedad inquietante del XXI a ser simbólica como lo es el aprendizaje y el desarrollo económico y social. Roland Barthes también cuestiona el modo en que nuestra sociedad asume o elude la arbitrariedad de los sentidos en su libro sobre los signos sociales.

"En la tercera estación del año según el orden cronológico del discurso narrativo, surgen los textos del Invierno, donde todo se vuelve más frío y bajan las temperaturas"

Sotelo focaliza su mirada en la curiosidad intelectual del lector, el espectador o el oyente. El jazz nace y muere en el mismo instante en que se crea la identidad de los mundos posibles del arte. En su discurso narrativo aparecen músicas de diferentes épocas, así como los recuerdos evocados que le permiten viajar a través de la historia buscando el conocimiento. Su mundo se ha ido fraguando a través de un conjunto de relaciones, semejanzas y comparaciones. Reaparecen en plena primavera las flores, las aves, el optimismo vital de los niños que juegan y ríen. El mundo animal desborda la creación del mundo y surgen las golondrinas, las alondras, los gorriones y las mariposas en medio de un paisaje de amapolas, rosas, azahar y margaritas. Todo renace y florece como la época de preparación del acto creativo.

En la tercera estación del año según el orden cronológico del discurso narrativo, surgen los textos del Invierno, donde todo se vuelve más frío y bajan las temperaturas. Aparecen los blancos que permiten reflexionar en la pureza, el frío y la limpieza del ambiente. El gris es el color más usado en este momento y significa elegancia, formalidad y melancolía. El color invita a la calma, el recogimiento y, a veces, a la tristeza. Sotelo indaga en esta tercera parte en el origen, el punto inicial de la creación gracias a los factores que influyen en ese proceso creador desde el nacimiento de la vida (la familia, la escuela, la universidad, los predecesores en la actividad intelectual). Las evoluciones artísticas y culturales son necesarias para avanzar en la vida posmoderna del XXI al igual que los paradigmas de un mundo cambiante permiten al hombre mutar sus comportamientos y actitudes ante el mundo. En esa escarcha provocada por el frío, aparece la oscuridad y una extraña sensación de aburrimiento o vacío e, incluso, soledad. El miedo, el engaño, el olvido le permiten recordar y ahondar en la sustancia y en la esencia de las cosas. Surge el café como lugar y espacio en la escritura de Sotelo, que adquiere el equilibrio mental e intelectual a través del estudio y la lectura. Se convierte en un personaje de novela o en un actor de sus películas preferidas y, gracias a eso, se da cuenta de que su cerebro funciona. Sus primeros libros y los discos que escuchaba en su juventud modelaron su perfil de escritor. Admira la belleza del mundo a través del espacio y lentamente comienza, sin saberlo ni darse cuenta, el viaje de su creación literaria hasta alcanzar la sabiduría.

"Consigue el equilibrio perfecto, la armonía en su vida y la fuerza del creador que busca la belleza. La mirada de Sotelo siempre se focaliza en el surgimiento de la belleza y su sentido dentro de lo cotidiano"

En la cuarta y última parte del ensayo, llegamos a la estación del Otoño en la cual las hojas de los árboles se empiezan a caer, no sin antes tornarse naranjas o en tonos ocres. El otoño se asocia al color naranja, un color asociado al fuego en que se tiñen las hojas de los árboles; el amarillo y más concretamente el ocre acompaña al naranja y se representa la luz y el optimismo. El color marrón acompaña a los anteriores en la paleta de colores del otoño y simboliza la naturaleza, ya que infunde la calma e induce a la transición. Sotelo, con una sólida inclinación intelectual, se sumerge en una aventura espiritual durante esta etapa en la que, a través de sus cuentos, focaliza su mirada en la esencia de las cosas; recuerda su adolescencia, sus películas, crea atmósferas y personajes a través de las relaciones que va tejiendo entre literatura y cine. En este período de cambio penetra en la forma, en las teorías, en la poética e indaga en la literatura comparada. Su pasión por las librerías le conduce a un “egoísmo intelectual” en el que es necesario ahondar en el conocimiento.  Mediante la mímesis ligada y obtenida del espacio de la representación de la Poética de Aristóteles, la música y el cine, Sotelo busca la belleza en el mundo a través de una inteligencia emocional y un pensamiento crítico. El jazz le acompaña en ese proceso de búsqueda de nuevas ideas para su creación. Lee, reflexiona, estudia y viaja. Consigue el equilibrio perfecto, la armonía en su vida y la fuerza del creador que busca la belleza. La mirada de Sotelo siempre se focaliza en el surgimiento de la belleza y su sentido dentro de lo cotidiano.

Existe un narrador en gran parte autobiográfico o semi ficcional, expresado en primera persona del singular y utiliza un presente narrativo, es decir, intercala verbos del tiempo presente entre verbos del pasado con la intención de describir hechos pasados como si fueran actuales, lo que aporta viveza a la narración. Existe un autor implícito dentro del cual Justo Sotelo, con alta calidad estética, proyecta una imagen dentro de sí mismo en el texto y dialoga con el lector. El flujo de conciencia es el estilo narrativo que utiliza el autor para capturar de manera realista su forma de pensar. Es el autor textualizado, es decir, la imagen del autor que se trasluce a través de la lectura de esta obra, a partir de sus juicios intelectuales, éticos, posicionamientos frente a los personajes y acciones, construcción de la trama, presuposiciones que deducimos del texto, etcétera. En la lectura del texto, los lectores nos tomamos un café con el autor que expone sus juicios y pensamientos intelectuales, éticos y literarios, y crea una versión real de sí mismo. A lo largo de las trescientas páginas que contiene la obra, Sotelo expone su rigor estilístico, su técnica, su forma de afrontar la vida y su mirada ante el mundo y la realidad a modo de literatura testimonial.

"Un hombre que se parecía a Al Pacino es un libro de gran calado intelectual y humanístico. No me extraña que tantos lectores digan que Justo Sotelo es uno de los últimos hombres del Renacimiento"

Desde el comienzo del verano nos adelanta meta narrativamente peculiaridades de su discurso y de su estructura, sobre todo, cuando la estación del año a la que se refiere a continuación retrocede en el tiempo. Se exhibe un compromiso humanístico, una sensibilidad artística y una emoción estética por parte del autor. Por medio de un narrador auto diegético en primera persona se otorga al yo una posición central en el que el yo ensayista se confunde con el yo del autor. Un trasfondo autobiográfico a lo largo del texto nos confirma que el personaje-narrador equivale o se asemeja al autor del texto. Sotelo impregna la figura del narrador homodiegético con características y puntos de vista personales. De ese modo es capaz de vincular en sus textos o cuentos breves con personajes de distintas épocas, objetos y lugares.

En definitiva, Un hombre que se parecía a Al Pacino es un libro de gran calado intelectual y humanístico. No me extraña que tantos lectores digan que Justo Sotelo es uno de los últimos hombres del Renacimiento.

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Autor: Justo Sotelo. Título: Un hombre que se parecía a Al Pacino. Editorial: Pagès. Venta: Todostuslibros.

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