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La reina en la cueva, de Júlia Sardà: Mezcla completa

La reina en la cueva, de Júlia Sardà: Mezcla completa

Pertenece La reina en la cueva a la estirpe de grandes obras de la imaginación tradicional y de la novela simbólica infantil contemporánea (Alicia en el País de las Maravillas, El Mago de Oz…) donde el paso de la infancia al mundo adulto toma la forma de un viaje al submundo por parte de una niña. Dicho viaje es un camino de iniciación (de ahí que convoque elementos extraordinarios) y tiene por objetivo la adquisición de una nueva identidad, a la que mueve la ley de la necesidad, el imperativo de cambio.

No es de extrañar, por ello, que en el rico imaginario de su autora, Júlia Sardà, converjan elementos de la novela de aventura hermética (la búsqueda del lado oculto que encarnaba la novela de Joseph Conrad que Coppola adaptó en Apocalypse Now), el universo ritual del butō, la danza japonesa del descenso a las raíces, o el inquietante arte de dioramas taxidermistas de Walter Potter, por poner sólo alguno de los ejemplos manifestados por la propia autora. Podrían sumarse más, pues todos ellos remiten, en último término, al simbolismo grotesco (de ahí también su similitud, dentro del imaginario infantil, con el Sendak de Donde viven los monstruos, Al otro lado, o En el vertedero con Juan y Pedro), un arte ancestral y concentrado donde anida el lado perturbador de la risa, su condición de elemento desenmascarador de lo falso, revelador de la verdad propia y de los mecanismos universales de la existencia.

"Lo que encontrará Franca al seguir la llamada que sintió como un sueño es una imagen especular de sí misma, la otra cara de su yo, vinculada al impulso íntimo, que le permite liberarse del estado de infancia"

De ahí que en el viaje que emprenden las tres niñas protagonistas de esta historia (Franca, Carmela y Tomasina) siguiendo el impulso de la mayor (el presente ha dejado de ser suficiente y siente la llamada de lo que va a ser, desea explorar el mundo que empieza más allá del escenario conocido de la casa y el vecindario) se escenifiquen escenas de muerte y resurrección (memorable, la doble página del funeral de la Matriarca de las Ratas, que porta sobre su cuerpo una enorme mariposa —símbolo natural de la metamorfosis— en medio de una fiesta suntuosa en el inframundo). Lo viejo debe morir para que lo nuevo viva. Es el principio inexorable de la existencia.

Lo que encontrará Franca al seguir la llamada que sintió como un sueño es una imagen especular de sí misma, la otra cara de su yo, vinculada al impulso íntimo, que le permite liberarse del estado de infancia. De ahí que dance desinhibida con la reina de la cueva, que completa su dimensión personal celebrando la autonomía.

"Llama la atención, sin embargo, que este aire perturbador del grotesco simbólico encuentre en Júlia Sardà siempre un contrapunto alegre"

En estas obras es frecuente que el proceso de maduración sexual muestre una transición dificultosa entre lo familiar y lo extraño, que atrae y atemoriza (de ahí que se arrope de iconografía siniestra: criaturas quiméricas, bodegones vivientes, fuerzas monstruosas…) y que el proceso metamórfico concentre a su alrededor una riqueza de material, un barroquismo artístico que Sardà compone con maestría (horror al vacío, ornamentación geométrica, imágenes enigmáticas —con profusión de rostros de perfil—, distorsión de los tamaños, personificación de los animales y los objetos…).

Llama la atención, sin embargo, que este aire perturbador del grotesco simbólico encuentre en Júlia Sardà siempre un contrapunto alegre, simbolizado en la ternura que une a las hermanas y que habla de una delicadeza, de una sensibilidad de espíritu. No parece que deba ser atribuido a una forma de deferencia sentimental con el lector infantil, a un alivio condescendiente de las sombras. Antes bien, se diría que responde a una fortaleza, a una forma completa, integradora, por parte de Sardà, de comprender las dimensiones de luz y de sombra del vivir, a un aceptar la fragilidad de todo, el continuo cambio de las cosas como parte natural de la existencia. De ahí que en La reina en la cueva se brinde un recuerdo al pasado enigmático y, sin contradicción con ello, se muestre una apertura valiente a lo porvenir. Una mezcla completa de vida.

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Autora: Júlia Sardà. Traductora: Rebeca González Izquierdo. Título: La reina en la cueva. Editorial: Blackie Books. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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