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Las chicas de Manhattan: La historia de Dorothy Parker

Las chicas de Manhattan: La historia de Dorothy Parker

Dorothy Parker no sólo fue una de las mujeres con más carisma del Hollywood, donde fue guionista de películas como Ha nacido una estrella, sino una de las humoristas más reconocidas en los años 20, una mujer «volátil de agudeza» cuya vida ha novelado Gill Paul en Las chicas de Manhattan.

Así la califica a Efe la autora inglesa en una entrevista con motivo del lanzamiento de este libro (Maeva) que viene a recordar los 130 años del nacimiento de esta mujer, a la que también hay que adjudicarle frases como ésta: «La heterosexualidad no es normal, sólo es común».

Es un personaje que ha resultado «abrumador» para Paul porque Parker «era una mezcla volátil de agudeza, inteligencia, fragilidad y picardía. Me interesaba explorar esa combinación de brillantez y autodestrucción que se ha dado en grandes talentos del humor ingenioso a lo largo de los tiempos, incluido el gran Matthew Perry, recientemente fallecido. Captar la magia de Dorothy fue una de las partes más difíciles, pero espero haber reflejado la suficiente para hacerle justicia». Según agrega, en esta obra se ha permitido crear diálogos e inventar frases «divertidas para la mujer más ingeniosa del mundo», algo «muy presuntuoso» por su parte; y también ha llevado a la ficción algunas escenas que sucedieron en realidad, mientras que otras pertenecen por completo a su imaginación. «Pero no escribí en primera persona: habría sido demasiado aterrador», reconoce.

En concreto, Las chicas de Manhattan sitúa a Paker junto a sus tres amigas: Jane Grant, primera mujer reportera de The New York Times, la actriz de Broadway Winifred Lenihan y Peggy Leech, asistente de una revista durante el día y brillante novelista por la noche. Es un cuartero que vive y lucha por sus objetivos en pleno 1921, con la Ley Seca en auge, lo que llena estas páginas de garitos clandestinos donde corre la ginebra y suena el mejor jazz de la ciudad. «Siempre me ha fascinado la Ley Seca, sobre todo en Manhattan, donde la polémica Ley Volstead convirtió a toda una generación de gente corriente en infractores de la ley», dice, pero también fueron unos años en los que las mujeres, «además de una carrera profesional» pudieron tener «amantes».


Es una época que siempre ha «fascinado» a la autora y que le ha permitido fabular sobre la vida de estas cuatro mujeres, que juntas consiguen revolucionar la escena en la que se mueven, como por ejemplo la conocida Mesa Redonda del hotel Algonquin, formada por un grupo de periodistas, críticos, escritores y actores del mundo del espectáculo de Broadway, mujeres que, conscientes o no, ayudaron a otras mujeres porque, como sucedió en el caso de Jane Grant, ésta creó en 1924 una asociación para apoyar a las mujeres periodistas.

Aunque Paul no cree que haya vuelto a darle vida a Parker con esta novela, sí que espera «arrojar algo de luz» sobre las decisiones que tomó durante la década de 1920, que fue una época «especialmente traumática» para ella. «Me di cuenta de que las cuatro eran mujeres fascinantes que habían conseguido grandes logros. Sus historias se entrelazaron de forma muy natural. Cuando estaba enfrascada en la novela, lo más emocionante para mí fue sentir que había descubierto verdades emocionales sobre cada una de ellas, y también convertirlo (eso espero) en una historia entretenida», explica.

Con una trama llena de ritmo, musical y repleta de personajes extraordinarios, Las chicas de Manhattan aún no tiene oferta para ser llevada al cine, pero su creadora «alberga» esa esperanza y la de, confiesa, que sea Penélope Cruz la que la protagonice.

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