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Luis de Oteyza, el hombre que revolucionó el periodismo español entrevistando al enemigo

Luis de Oteyza, el hombre que revolucionó el periodismo español entrevistando al enemigo

Poeta, duelista, escritor, viajero, humorista, diplomático y director de periódicos, Luis de Oteyza revolucionó el periodismo español entrevistando al líder de la rebelión rifeña, Abd el Krim, tan solo un año después del desastre de Annual, como destaca su recién publicada biografía.

El ingenioso e inquieto Oteyza en campo enemigo (Crítica) es la primera biografía de Luis de Oteyza (Zafra, Badajoz, 1883 – Caracas, 1961) escrita por el antropólogo y también periodista Guillermo Soler García de Oteyza, nieto de un sobrino del propio Luis de Oteyza y quien le sigue la pista por librerías de viejo desde que su abuelo le pidió, cuando era muy joven, que avisara si encontraba algún libro de aquel remoto familiar.

El título de esta primera biografía de Oteyza se debe precisamente a aquella entrevista durante la cual el periodista permaneció encañonado por la pistola de uno de los guardaespaldas del guerrillero rifeño, como puede apreciarse en la fotografía conservada en el archivo histórico de la Agencia Efe.

Que Oteyza era un adelantado a su época lo demuestra, además de su pasión por la ciudad Nueva York, sus viajes en avión para escribir reportajes y su afición a la radio, el que para aquella entrevista se hiciera acompañar por dos fotógrafos —uno de ellos el famoso Alfonso y el que hizo la famosa foto, Pepe Díaz— cuando su periódico, el madrileño La Libertad, no publicaba fotos en sus páginas. Guillermo Soler ha dicho a Efe que las fotografías se publicaron en la competencia de La Libertad, pero que eso, lejos de importarle, reforzó la apuesta de Oteyza por el interés que suscitaron sus crónicas de un Marruecos en guerra —»campo enemigo»— y su búsqueda de prisioneros españoles —también publicó el libro Abd-el-Krim y los prisioneros, que ha sido reeditado por Ediciones del Viento—.

Según Soler, en una época en la que la prensa no era ajena a las exageraciones e incluso a algunas invenciones, Oteyza fue consciente de que las fotos con el líder rifeño, enemigo público número uno de España, eran la prueba de que había estado allí, de que había hablado con él y de que sus palabras eran ciertas. Abd el Krim no era solo enemigo de España sino también de la fotografía, y Oteyza hubo de convencerlo para que posara —el gesto de tensión es evidente en el rostro del guerrillero— con esos mismos argumentos: el Gobierno español escucharía sus demandas y se fiaría de su veracidad si lo veía en la prensa retratado junto al periodista.

Después de la entrevista, los fotógrafos advirtieron a Oteyza de que el guardaespaldas de Abd el Krim había llegado a apoyar el cañón de la pistola en su nuca, una circunstancia a la que el periodista restó importancia, primero diciendo que no lo había notado y más tarde, en sus crónicas escritas, echando mano del humor que lo caracterizaba, afirmando que aquello no había sido para tanto.

Aquella exclusiva publicada en agosto de 1922 —el ejército español había sufrido una de las mayores derrotas de su historia en Annual sólo trece meses antes— valió para que el periódico de Oteyza alcanzara tiradas de 200.000 ejemplares, en una época en la que el 30 por ciento de la población era analfabeta. También provocó que la opinión pública se dividiera entre los que consideraron que la entrevista y la visita de Oteyza al «campo enemigo» y su aproximación al responsable directo de la muerte de miles de jóvenes españoles era poco menos que traición, y los que respaldaron una iniciativa que podría poner fin al infierno de una guerra sin sentido.

Además de polifacético, Oteyza fue precoz, y en Barcelona dirigió El Liberal con treinta años —edad exigida entonces para dirigir un periódico—, si bien de hecho lo había estado dirigiendo antes de cumplirla, y en los últimos años, además de su libro sobre los prisioneros de Abd el Krim, se han rescatado tres de sus novelas y los dos títulos que dedicó a su viaje al Japón.

Guillermo Soler ha recordado que «Al Senegal en avión», un largo reportaje que publicó en libro, fue previo a La vuelta a Europa en avión de Manuel Chaves Nogales, y que Chaves Nogales, como redactor jefe, publicó las crónicas del viaje en avión de Oteyza en El Heraldo de Madrid. El biógrafo también emparenta a Oteyza con la estirpe de periodistas que, como Chaves Nogales, se mantuvo al margen de las dos Españas en guerra, ya que cuando estalló el conflicto fue destituido como embajador de la República en Venezuela y, cuando la España nacional le ofreció seguir en el puesto lo rechazó para permanecer en el exilio valiéndose por sí mismo. Fue tan adelantado a su tiempo que su biógrafo ha afirmado tajante: «Si viviera hoy estaría liándola en las redes sociales».

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