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Pedro Vera: “Hay mucha gente rota en mis historietas”

Pedro Vera: “Hay mucha gente rota en mis historietas”

El sábado 30 de mayo, Pedro Vera estaba terminando su segunda firma de libros en la Feria del Libro de Madrid, en el parque del Retiro. Al acabar, nos juntamos y empezamos a caminar en dirección a una de las puertas, donde se había citado con sus editores. La función principal de las aplicaciones de mapas es hacernos la vida más fácil y guiarnos por los caminos más cortos, pero a Pedro y a mí nos costó más de 20 minutos llegar a la puerta. Agradecimos la virtud de nuestros oficios, ya que si fuésemos exploradores o guías de montaña no llegaríamos al segundo día.

Un murciano y uno de Villaverde andaban por el Retiro, charlando para que el otro no notase que su compañero no sabía cómo salir de ese laberinto de caminos abarrotados de peña, perros y algún que otro personaje autóctono de dichos jardines.

Aprovechamos el paseo para charlar sobre su trabajo y nuevos proyectos. Al llegar a la codiciada puerta, saludamos a sus editores de Astiberri y nos dirigimos a una de las calles cercanas a Ibiza para hacer algunos retratos y continuar la conversación.

***

—Pedro, si tuvieses que definirte, ¿cómo lo harías? Ilustrador, humorista gráfico, dibujante…

—Dibujante de cómic. También hago un poco de radio y tele muy de vez en cuando. Todo siempre dentro del ámbito del humor.

—En tu trabajo, imagino que el método es muy importante. ¿Cómo lo haces ahora? ¿Directamente en digital, o lo haces en papel y luego lo digitalizas? ¿Echas de menos la época analógica, donde trabajabas con otras herramientas y otros plazos? 

—Casi que soy “dibujante a secas”, porque hace tiempo que abandoné la tinta líquida por la electrónica. Estaba en una sesión de firmas de Astiberri, compartiendo mesa con David Sánchez, y en un momento dado me dijo que vendía una tableta de dibujo para pillarse una mejor. Se la compré y no puedo estar más contento.

"Ahora, con Ranciofacts, voy un poco más relajado. La forma de trabajo es muy diferente, digamos que lo disfruto más. Los guiones ya no los tengo cerrados, los voy modificando o completando según dibujo"

Obviamente, con la edad que tengo, empecé de forma tradicional: papel, lápiz y tinta china. Poco a poco fui incorporando el ordenador, para picar los textos y rellenar algunos negros. Muchos años doblado sobre el tablero, con las manos negras de tinta y grafito y la presbicia rematando el calvario. Con la tableta digital jubilé el escáner, alivié la espalda y la vista y multipliqué la velocidad de trabajo, de disfrutar de nuevo dibujando. Todo ventajas.

—Cuéntame cómo es tu proceso creativo, desde que te viene la idea hasta que se entrega el trabajo. 

—Cuando dibujaba las historietas de Ortega y Pacheco o Nick Platino escribía primero el guion y los bocadillos, luego el boceto a lápiz, perfectamente acabado, y por último el entintado con tinta china y el rotulado de los textos, todo a mano. Era un poco sufrido porque seguía el esquema clásico de historia con planteamiento, nudo y desenlace o punch final. Eso cada semana era un poco un parto, sacar una historia buena semanalmente era un pequeño sufrimiento. Ahora, con Ranciofacts, voy un poco más relajado, la forma de trabajo es muy diferente, digamos que lo disfruto más. Los guiones ya no los tengo cerrados, los voy modificando o completando según dibujo. Primero decido el tema y busco el mogollón de ítems que tengo apuntados sobre el mismo, porque voy apuntando ranciedades según se me ocurren y luego las agrupo por categorías. Al principio, cuando subía una viñeta suelta a redes, los lectores y seguidores me decían: “te has dejado este ranciofact, o este otro”. Entonces me di cuenta de que era mucho más divertido, antes de dibujar, compartir las ranciedades en mis redes sociales, echar un buen rato de risas con la peña, contando las que se saben o les han contado, y finalmente hacer una selección de todas ellas y partirnos el ojete toda la comunidad rancia. Muchos de esos hilos, que luego han acabado en historieta, han sido gloriosos, con cientos de respuestas graciosísimas. Porque tenemos una comunidad rancia de puta madre, a la que he bautizado “La Stasi de lo Rancio”, una red mundial de rastreadores y delatores de lo rancio que nos retroalimentamos y me abastece de ideas infinitas. Al principio reconozco que iba un poco a cuchillo contra la ranciedad, pero pronto me di cuenta de que era mucho más divertido asumir que todos somos unos rancios de puta madre, y es mucho más divertido hacer una puesta en común de nuestras ranciedades, enorgullecernos de ello y despollarnos todos juntos, al tiempo que demostramos sincera admiración por las muchas masterclasses de ranciedad que nos dan nuestros mayores.

"Ranciofacts puede aparentar ser una obra costumbrista, pero hay, creo yo, mucho más ahí dentro. Además de lo sociológico, hay pequeñas puertas a las simas de lo bizarro, a la introspección, te asomas al abismo de la locura en algunos momentos"

—¿Es la actualidad tu musa? Y si no es el caso, ¿de dónde beben tus ideas?  

—No me interesa demasiado para mi trabajo. Prefiero atesorar los grandes momentos cotidianos del ser humano para plasmarlos en mis historietas. Tampoco hablaría de costumbrismo, aunque en alguna entrevista lo haya mencionado, depende de cómo me pille en ese momento la pregunta. Ranciofacts puede aparentar ser una obra costumbrista, pero hay, creo yo, mucho más ahí dentro. Además de lo sociológico, hay pequeñas puertas a las simas de lo bizarro, a la introspección, te asomas al abismo de la locura en algunos momentos. Hay mucha gente rota en mis historietas. La actualidad me interesa menos, me da pereza estar al tanto de ella, por no hablar de que utilizarla para hacer historietas las deja obsoletas a muy corto plazo. Y si ya metemos en la ecuación la política es el coñazo máximo, para mí, claro. Yo me fijo más en lo atemporal, en los personajes anónimos que enriquecen nuestras vidas con sus genialidades o sus subnormalidades, en el teatro de la vida, que dijo alguien alguna vez.

—¿Qué papel juega la creatividad en tu vida? ¿Y el humor?

—Una frase que digo mucho, aplicada a mí o a otras personas cuando nos las estamos tomando es: “No puedo parar de crear, jajaja”. “No puedes parar de crear, hijo de puta”. Podrían ser dos ejemplos de la creatividad y el humor en mi vida, jaja. Diría que soy gracioso en las distancias cortas, aunque mi mujer te podría decir lo contrario: “Huy, te tienes que mear de risa en tu casa con tu marido”, me suelta en esos magic moments chungos de la pareja. Por resumir, creo historietas de humor; por lo tanto, ambas cosas son de capital importancia en mi vida.

—Si tuvieses que elegir uno de tus trabajos para definirte como autor, ¿cuál sería?

"También hay deporte, fútbol por supuesto, y runners rancios. Desde los que corren en crocs o los que van disfrazados con una piña en la cabeza a los cuatro cuñaos que entran por la meta cogidos de la mano"

Yo creo que en toda mi obra está plasmada mi esencia. Ortega y Pacheco o Nick Platino eran más destroyers en los 90-2000, más garrulos, punks, más para los muy cafeteros, y Ranciofacts, aparentemente, es más sofisticado, pero mantiene la misma gañanidad, y un humor también muy a quemarropa que algunos definen como de trazo grueso. Ranciofacts los puedes chupar lentamente como un caramelo que se deshace en tu boca, pero si los muerdes, como a un Mon Cheri, te van a estallar en el cielo de la boca, colega. Es que echo la vista atrás y todo son disparates del mismo calibre. Mira, primicia: el año que viene va a salir, por fin, el integral de Nick Platino, con Caramba Cómics, Astiberri, donde hay, por ejemplo, un delirio de historieta sobre El resplandor, pero protagonizada por unos trasuntos de Ángel Cristo y Bárbara Rey (Ángel Osborne y Barbra King), que… dios mío… nos os vais a arrepentir de soltarme los billetes a cambio. Nick Platino, el detective de lo oculto y de lo astral, que trabajaba en un bingo sex para vivir y salvaba a la humanidad de amenazas del espacio exterior e interior, contactando con una espumadera a modo de antena interdimensional, con El Ente Extraterrestre Torralba. Ojete y Mojete, Fredo (el simio ígneo) el monstruo Catalino, Pulpo Carrasco… Tenéis una cita con todos ellos el año que viene.

—¿Qué se va encontrar el lector en tu nuevo libro Ranciofacts 7: Orgullo cuñao?

"Hablo de religión, de la Biblia, de familia, de historia, de sexo y vicio, de televisión, de peinados terribles, de monumentos urbanos horriblemente graciosos… como ves, bien de ranciedad y cuñadismo"

—Pues otra esquirla del inmenso iceberg rancio sobre el que cruzamos los gélidos océanos de nuestra existencia. “Las esposas están para besarlas… no para escucharlas”, le decía el hombre de goma a su esposa, la chica invisible, en una viñeta de Los 4 Fantásticos. Hay un capítulo sobre la ranciedad en el cómic. Otro ejemplo: Eloganto, un supervillano torero que martirizaba a Daredevil vestido con montera y traje de luces. Y en la cima, los de aquel mítico funcionario de Valencia que estuvo diez años sin ir a trabajar porque regentaba un puticlub y hacía cómics como “Fallerella” y “Españísima”, dos especies de supergolfas con mantillas, peinetas, y sujetadores de murciélago una y cornamenta de toro la otra. Una especie de universo Marvel para pajilleros de extrema derecha. También hay deporte, fútbol por supuesto, y runners rancios. Desde los que corren en crocs o los que van disfrazados con una piña en la cabeza a los cuatro cuñaos que entran por la meta cogidos de la mano, entorpeciendo a los que vienen por detrás. Los que la cruzan con un bebé en brazos poniendo en riesgo su integridad física, y en la otra el palo selfie para retransmitir toda su gilipollez en redes. Ranciofacts del descubrimiento de América: Nacho Cano diciendo que si no hubiéramos descubierto América la Segunda Guerra Mundial la habría ganado Hitler. La realeza, esos miembros de familias reales yendo al tercer mundo para hacer bailes ridículos con gorros indígenas o fotos con negritos a lo Audrey Hepburn o la típica influmiérder petarda que pone en la foto “son felices con tan poco”… Hablo de religión, de la Biblia, de familia, de historia, de sexo y vicio, de televisión, de peinados terribles, de monumentos urbanos horriblemente graciosos… Como ves, bien de ranciedad y cuñadismo.

—¿Tienes algún personaje rancio favorito?

—Corto Maltés.

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