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Un selfi en Velázquez

Era apuesto, alto, artificioso e insincero, de ingenio tosco e ineducado, pero conseguía hábilmente, incluso con groseros modos, los objetivos que se proponía…

Estoy sentado en una terraza próxima a la esquina de las calles Velázquez y Jorge Juan, en Madrid, leyendo —hacía mucho que no volvía a este libro— las Memorias de La Rochefoucauld; y al llegar a ese párrafo no puedo menos que detenerme y mirar alrededor, buscando a alguien con quien compartir la sonrisa que me viene a la boca. Todo ha ocurrido ya, me digo de nuevo. Todo se ha vivido y se ha escrito desde Homero hasta nuestros días, y sólo la ignorancia o el olvido, cuanto nos mantiene ajenos a libros como éste y como otros, impide reconocerlo y, en caso necesario, prevenirnos ante ello. Afrontar su periódico retorno.

El caso es que al levantar la vista no encuentro a nadie con quien compartir sonrisa —sólo hay un mendigo descalzo, creo que rumano, sentado en una esquina—, pero sí veo a quien me la acentúa de un modo simpático. En la esquina de Velázquez, muy cerca, hay una pareja haciéndose fotos, o más bien él le hace fotos a ella. Que no es ninguna jovencita, observo. Debe de andar ya por los treinta y tantos: rubia, pelo largo y escarolado, ceñidísimo vestido blanco de generoso escote compresor y raja en la falda que parece a punto de reventar en las costuras y desvela una buena porción de pierna hasta casi la ingle. Más que guapa la mujer es guapetona, quizá un poco ordinaria de indumento y maneras, o al menos esa impresión me da. Pero está de buen ver, o se esfuerza por estarlo.

El amigo, novio o qué sé yo, es un tipo normal, de infantería; como ustedes o el arriba firmante. Usa gafas, lleva el pelo muy corto, y él sí viste de modo natural para las seis de la tarde: pantalón vaquero y polo azul. Le calculo a ojo la misma edad que a ella. Maneja un teléfono móvil y le hace fotos a su pareja, o lo que sea. Pero lo que despierta mi interés no es que se las haga, sino cómo transcurre el episodio. La deliciosa manera. Eso hace que me quede observándolos en plan cotilla, sin perder detalle, durante los quince minutos siguientes. Lo que supone —no les exagero en absoluto— durante el centenar de fotos siguiente.

El ritual se repite una y otra vez: la mujer posa con la calle Velázquez de fondo mientras él hace foto tras foto, y de vez en cuando ella abandona sus posturas para acercarse a ver el resultado. Lo hace continuamente, pero no parece satisfecha: lo comenta, señala esto o aquello en las imágenes, da instrucciones y vuelve a situarse en el lugar de antes. Una vez allí posa de nuevo sacando pierna, mano en la cadera, vuelta de espaldas, mientras el amigo o novio, obediente, fiel a las instrucciones recibidas, la fotografía de nuevo. Terminada la serie, ella vuelve a su lado para nuevas comprobaciones críticas, señala variantes y se aparta para posar otra vez, pierna por aquí, cadera por allá, espalda por acullá y tetas por acuquí. De pronto le oigo decir «Te he dicho que así no, pareces tonto», le quita el teléfono y se hace un selfi. «Desde este lado», insiste. Sumiso, obediente, el fulano le hace más fotos. Por un momento miro al mendigo y advierto que también observa el espectáculo con desapasionada curiosidad. Prefiero ignorar lo que puede tener en la cabeza, pero los ocupantes de un coche que sube por Jorge Juan lo manifiestan sin complejos. Al pasar junto a la pareja, el del asiento vecino al conductor saca la cabeza por la ventanilla, y en tono objetivo, ecuánime, grita: «Te comía tó el potorro».

A esas alturas del asunto, la mujer es lo que menos me interesa. Al fin y al cabo, Internet está trufado de imágenes como ésas, y es evidente que de aquí a unas horas las que le toman a ella aparecerán en una o varias redes sociales. Lo de verdad fascinante es la franciscana paciencia del novio; la manera sumisa, resignada —ni siquiera lo del potorro le hizo mover una ceja—, con que la fotografía una y otra vez, atiende sus instrucciones, encaja los reproches técnicos y vuelve a fotografiarla mientras posa en actitudes seductoras que evidentemente no van destinadas a él, sino a los muchos o pocos seguidores que ella pueda tener en Instagram, Facebook, TikTok o donde corresponda. Contribuyendo quizás a que por efecto bumerán, gracias a esas mismas fotos, algún usuario espabilado o guaperas acabe soplándole la novia; que cosas más raras —aunque nada raras en realidad— se han visto en la vida. Así que, bueno. Miro otra vez al mendigo y pienso que, en el caso de que haya leído a Lope de Vega —también un mendigo puede ser amante de la poesía—, estará seguramente, como yo, pensando que eso es amor y lo demás son tonterías. Quien lo probó, lo sabe.

____________

Publicado el 13 de septiembre de 2024 en XL Semanal.

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Ricarrob
Ricarrob
17 ddís hace

Llevo un rato leyendo y releyendo el artículo de hoy. Sí, me ha gustado, como siempre, pero es un poco más críptico que lo acostumbrado. O yo, esta madrugada, lo veo así. Sí, quizás soy yo.

Respecto al fulano del móvil, nada que objetar. Es pura sociología de la actualidad. Pero también del pasado, asunto viejo como el mundo. Sumisión, no se sabe si amorosa, morbosa o puramente de consentido, incipiente o no. O incluso de proxenetismo actualizado, de redes sociales, vamos. Siento contradecir al mendigo lopeveguiense pero eso no es amor, es sumisión bochornosa y esclavizante, pura morbosidad. Quizás ni siquiera es sumisión, sino que el fulano aspira a ser presentador de programa de éxito nocturno.

Ella, de un narcisista tecnológico subido, parece representar a esa nueva profesión, o como se la llame, de las influencers, que, sin dar un palo al agua, algunas se forran. Y la profesión ha llegado hasta las casas reales. Es que, trabajar, estudiar, investigar, es muy cansado y no reporta tanto. ¡Què sociedad!

Pero yo también me he puesto críptico, porque, ¿de qué va todo lo dicho? Pues que algo no concuerda. ¿Qué tiene que ver el primer párrafo de don Arturo con el resto del relato? ¿Hay una segunda o tercera intención, además de la puramente descriptiva de hacernos entrar en materia a los lectores?

A mi me da la impresión de que don Arturo, de rondón, nos ha descrito a un personaje actual, actual pero tristemente vigente en todas las épocas. Porque tampoco me parece que el párrafo describa a la influencer o como quiera que se llame a la del chichi-car. No cuadra del todo. Parece un párrafo desconectado del relato.

Si estoy en lo cierto, el mendigo, el consentido, la influencer e incluso La Rochefoucauld y quizás hasta el propio don Arturo, saben a quién se refiere el primer párrafo.

Por eso, recabo la opinión del resto de lectores, los zenda-adictos, la panda, para que me digan, si lo tienen a bien, si les ha parecido lo mismo que a mí. Incluso, si se atreven a especular a quièn se refiere don Arturo con esta semblanza. Les viy a dar una pista: La Rochefoucauld escribió en el siglo XVII, época convulsa, de explendor de los pederes absolutos, poderes ein límites. También fue el inicio de la decadencia del Antiguo Régimen. Luis el catorceavo parece estar retratado ahí.

Pero nada es lo que es ni lo que parece, nada representa lo representado, ni siquiera lo imaginado, ni lo simbolizado. Quizás don Arturo haya querido poner en una escena simbólica a una reciente sesión de programa televisivo de éxito que representó hace poco una escena parecida. Incluso con mendigo y todo.

Al final, todo es muy moderno pero realmente el pasado siempre se hace presente. Todo viejo como el mundo…

Por cierto, La Rochefoucauld fue muy amigo de la condesa de Sablé, una de las representantes de las influencers de la corte francesa. Todo muy complicado, muy intrincado, muchos vericuetos mentales. Todo se repite.

Saludos.

Jose
Jose
17 ddís hace
Responder a  Ricarrob

Pues yo no he visto lo que usted ha visto. Debe ser que mi visión no es tan profunda. Pero he visto que no es Luis el catorceavo, sino Luis el decimocuarto.
Catorceavo es uno dividido entre catorce.

Ricarrob
Ricarrob
17 ddís hace
Responder a  Jose

Lleva usted razón respecto a si mi intención hubiera sido indicar el ordinal. Pero mi intención no ha sido esa sino más bien la de minimizar a un rey (el sol, nada menos) que creíase Dios. En realidad era diccho rey la catorceava parte de sus propias apariencias. Pero, muchas gracias por su apunte. La literalidad es buena, imprescindible, pero siempre creo que hay que ir más allá. Un maestro en ello es don Arturo.

Mis disculpas si le he incomodado por no poner el ordinal.

Saludos.

Jose
Jose
15 ddís hace
Responder a  Ricarrob

Para nada me ha incomodado, es que mucha gente comete ese error con los números.

Lolo
Lolo
15 ddís hace
Responder a  Ricarrob

Buenos días.

Al teclado, un tipo con el conocimiento justo pa echar el día y mantener algo de decencia.

No soy muy de comentar en estos lares, solo busco satisfacer mi sentido irónico y pesimista de la vida leyendo los artículos del autor, y según la prisa, echar un ojo a lo que piensan sus seguidores. Y esta última parte es la que me ha animado a abrir el teclado del móvil.

No entiendo por qué debe haber un sentido oculto o hábiles artificios metafóricos en los artículos del autor. Coño, escribe un artículo por semana, por muy brillante que sea el autor los recursos se agotan.

Bajo mi prisma ( y le remito al primer párrafo), el autor aprovecha una situación vivida para redactar su artículo. Solo necesita edulcorarlo: Primer párrafo para ganarse al 80% de los lectores, al pensar que lo compara con Pedro Sánchez, episodio del soez piropo para confirmar al lector que la tipa está tremenda y plasmar lo prudente y elegante que es el autor, y listo. Ya tiene ganado el jornal una semana más.

Última edición 14 ddís hace por Lolo
Ricarrob
Ricarrob
13 ddís hace
Responder a  Lolo

Siento decirle que mi interpretación es la contraria. El autor, en este caso don Arturo, tiene una idea o muchas, y la transforma en una situación vívida o vivida a medias o totalmente inventada.

Y, aunque escriba un coño-artìculo por semana, coño, yo pienso de don Arturo que nada de lo que escribe es superficial ni rutinario sino que todo ello es cuidado, pensado y elaborado minuciosamente. Coño.

Lo de la tipa, si lo lee usted bien no está tremenda sino que se le está pasando ya el arroz, por mucho que enseñe o intente enseñar, con rajas o sin rajas. El mensaje, la segunda lectura o la tercera, está ahí, para quien quiera y pueda verlo.

Respecto a con quien se puede identificar al personaje del primer párrafo, hay tambièn varias lecturas. Incluso la tipa y el sumiso, son sibilinamente interpretables. Y el mendigo es otra dinensiòn aparte, entre espectador, actor mudo y de miradas y fuera del tiempo. Es el dios Kronos, presente, pasado y futuro. Es un Diògenes sin Alejandro, es el Homero ciego y eterno que todo lo ve. Es. Quizàs el único que es.

Saludos.

Julia
Julia
17 ddís hace

Buenos días Capitán.

Vivimos en una época de tanta frivolidad, que tomar selfies es la actividad preferida de la gente, especialmente los jóvenes.
Yo me acuso de querer contemplar de cerca los estragos de la vejez y me hago de vez en cuando una fotos para comparar.
Siempre me pareció una estupidez y me sigue pareciendo, pero me he vuelto más indulgente conmigo misma.

El muchacho torpe y complaciente, seguro que era de reciente adquisición, tal vez querría conseguir los favores de la joven que tal como la describe usted,debía de ser poderosa.

En cuanto al berrido chabacano del que iba en el coche, a mí me produce por una parte repelús, pero no puedo evitar que el tono que utilizan para decir barbaridades me haga gracia.
En general, la gente mete en una conversación, alusiones a los genitales constantemente. No sólo los hombres en ocasiones, las mujeres llevan la delantera.

En mi generación, los piropos eran agradables o usaban la ironía. Recuerdo a una señora con cara de caballo a la que dedicaron una canción en boga titulada ‘Mira que eres linda’.
Estando en la playa con dos sexagenarias muy graciosas, acertó a pasar un buen mozo y una de ellas comentó: Ese está como para hacerlo padre.

Era otro nivel; ahora, las puritanas consideramos los piropos casi como agresiones verbales y alguna razón tenemos, no?

Isabel
Isabel
17 ddís hace
Responder a  Julia

Y tanto que tenemos razones en considerarlos agresiones verbales. Yo me acostumbré a llevar cascos con música por la calle para no escuchar lo que me decían. Cualquier «señoro» que pasara por tu lado o te viera pasar, se creía con el derecho de hablar sobre tu físico y decirte barbaridades delante de todo el mundo a grito pelado. Y no estamos hablando que se los gritaran a mujeres hechas y derechas (que tampoco hay derecho a que ellas lo sufran), sino a niñas que quizás se habían desarrollado prematuramente. Estamos hablando de menores de edad (como lo era yo), que nos veíamos sometidas a vejaciones del tipo que comenta aquí el señor Pérez-Reverte y cosas aún peores («te voy a comer tó lo negro», «Te voy a hacer un traje de saliva») y otras mil cosas que creo que la mayoría en los años ochenta y parte de los noventa hemos vivido.

Un día, ya cansada, recuerdo que me volví y le espeté que no tenía por qué decirme nada de ese estilo, que no tenía ni que opinar sobre mi pelo ni sobre ninguna otra cosa (esta vez el comentario había sido light, pero ya me tenían todos hasta las mismísimas narices). No pasé más miedo en mi vida. El hombre me siguió casi hasta la puerta de mi casa. Y es que detrás de esos piropos, siempre había algo más oscuro. Tan oscuro, que mejor que no te encontraras con ninguno de ellos en un sitio solitario porque si no las cosas seguramente no iban a quedar en palabras.

Yo lo único que digo es que si un desconocido no es capaz de contenerse a la hora de soltar «lindezas», no sé, lo mismo debería ir con bozal por la calle.

Basurillas
Basurillas
17 ddís hace
Responder a  Isabel

Ahí se nota que ustedes las mujeres son mas civilizadas y pacientes, casi siempre, que los hombres. Lo ideal sería partirles la boca a esos voceras, abusadores y maltratadores verbales; para que la llevaran cerradita una temporada…

Ricarrob
Ricarrob
17 ddís hace
Responder a  Isabel

Toda la razón lleva usted, doña Isabel. Espero y confío en que esos descerebrados, inneducados y rijosos sean minoría. Pero, es así, las minorías son siempre muy ruidosas.

Sabrina Analia Cabrera
Sabrina Analia Cabrera
16 ddís hace
Responder a  Isabel

«LAS COSAS

SEGURAMENTE

NO IBAN A QUEDAR EN

PALABRAS».
Isabel
Contexto: La
desubicación
humana.

FASCINADA CON LA
FIGURA DEL
MENDIGO.
EL AUTOR DEL
RELATO ELEVA SU
DISCRETA
ELEGANCIA AL
ASUMIRLO COMO
ESPECTADOR DE UNA
ESCENA
COMPUESTA , ENTRE
OTROS, POR UNA
SENSUAL
MUJER.

1- EL MENDIGO NO
FUE GROSERO PORQUE
SÓLO SE
DESCRIBE QUE
«OBSERVA EL
ESPECTÁCULO
CON
DESAPASIONADA
CURIOSIDAD».

2- «TAMBIÉN UN
MENDIGO PUEDE SER
AMANTE DE LA
POESÍA»
EN ESA TIPOLOGÍA
TEXTUAL SE
PONEN EN JUEGO
DIVERSOS
RECURSOS, LOS
CUALES EXIGEN UN
ATENTO Y
ENTRENADO
LECTOR.
CANTIDAD DE
PREJUICIOS: CERO.
3 – «ESTARÁ
SEGURAMENTE, COMO
YO, PENSANDO
QUE ESO ES AMOR Y
LO DEMÁS SON
TONTERÍAS».
EL MENDIGO ,
SITUACIÓN
TEMPORAL, ES UNO DE LOS MÁS APTOS PARA
ENTROMETERSE. LA
SENSIBILIDAD EN SU
FORMA DE
ACERCARSE A LO
EXPUESTO.
4- «QUIEN LO
PROBÓ, LO SABE».
EL PUNTO ENCUENTRO
ENTRE AMBOS
SERES
EN ESTADO DE
CONTEMPLACIÓN.

LA CULTURA –
LA CORDURA –
EL CONTENIDO
COGNITIVO-
EL AMOR
SENTIMENTAL
EXPERIMENTADO:
EL MENDIGO.
SI BIEN NO ERA ÉL
QUIEN QUERÍA
ENCONTRAR UN
CÓMPLICE
RECEPTOR PARA UNA

SÚBITA CARCAJADA A PARTIR DE UNA
LECTURA, SE
DESCUBRE EN EL
TEXTO QUE TENÍA
HERRAMIENTAS PARA
HACER USO DE LAS
PALABRAS.
POR QUÉ NO,
POSICIONADO COMO
EL ACOMPAÑANTE DE
LA DAMA , SERÍA LA
PERSONA
INDICADA PARA
SACARLA DE ESE
‘MUNDO
DE FANTASÍA’ Y
DEVOLVERLA A TIERRA.

• EL
MENDIGO ENTENDIÓ
TODO.

Última edición 16 ddís hace por Sabrina Analia Cabrera
Francisco Brun
15 ddís hace

Los dos personajes de esta curiosa e intrincada historia, el mendigo y el insensato que irrumpe en esta historia desde un automóvil gritando a viva voz una frase grosera e irrespetuosa, la cual desdibuja todo otro tipo de fantasía romántica o de aparente sumisión de un hombre acorralado por el amor que le tiene a la dama, que para su desgracia parece ser desprejuiciada o de vida fácil; me dejan un sabor de no estar entendido algo.
Para mi, el mendigo es la clave de esta historia; por su mente al ver la pareja, quizás piensa algo morboso y sangriento; que incluso puede llegar al extremo de querer matar a alguien…tal vez al que toma las selfies, para después quedarse con la mujer…pero no creo que esa mujer sea de esas que se enamoren de un mendigo, por eso de: billetera mata galán.
Evidentemente el señor Perez Reverte menciona al mendigo que en apariencia podría no estar en la historia, para reforzar la idea que toda la situación no es un invento y en realidad él jamás estuvo en ese lugar, ni tampoco vio a la pareja.
En fin, sería bueno que el señor Pérez Reverte, destrabe estas dudas, pero no creo que eso ocurra; por lo cual me quedaré con ese sabor de no llegar a entender.
Aunque pensando mejor, existe otro personaje, que no se menciona pero está presente…el conductor del automóvil.
.

Lolo
Lolo
14 ddís hace
Responder a  Isabel

Y así es como hemos llegado hasta aquí. Políticos asquerosos sin escrúpulos aprovechan una situación real, la catalogan como problema nacional (hermana yo sí te creo), abordan dicho problema para beneficio propio, es decir, polarizando a la sociedad (si naces hombre, mala suerte) y terminan con la degeneración absoluta (los niños tienen derecho a decidir con quién quieren tener relaciones)

El problema es que cuando nos queremos dar cuenta de lo ocurrido el daño que han hecho por el camino es irreparable.

Basurillas
Basurillas
17 ddís hace

A ver como lo digo en fino para no herir susceptibilidades; ella una tonta creída ya en proceso de desvencijamiento, sacando el último partido de la carne que el Creador le concedió, sin mérito alguno por su parte, antes de que se consuma la definitiva ruina corporal -la mental ya hace tiempo que triunfó- y quede para poblar el cajón de tantas supuestas «influenciantes» venidas a menos. Uno de esos ejemplares que te hacen dudar de la causa femenina y feminista para determinadas mujeres, que quieren y prefieren seguir siendo objeto y no sujeto de su propia historia.
Y él, un panoli, un tonto enamorado (lo digo en su descargo) que se deja amedrentar en plan pasivo por acurrucarse un rato más ante la supuesta belleza de la acompañante, pensando que jamás podrá tener otra oportunidad de tener tan cerca su objeto de deseo, aunque sea una tirana de medio pelo.
Y bueno, el del coche, vulgar, rastrero, cretino, machista, soez y que deja ver claramente su baja catadura moral y personal y su altura de miras, aspirando únicamente a saborear con delectación la zona próxima al vello púbico de su presa.
El más normal, el mendigo descalzo, consciente probablemente de la futilidad y del carácter accesorio de todos los personajes de la escena, descrita por don Arturo para enmascarar la verdadera trama del relato: lo bien que se retrató con una anticipación asombrosa, en un libro de memorias clásico, a un ladino personaje que, tal vez, alcanzaría en un futuro el cargo de presidente de gobierno. Brillante.

ricarrob
ricarrob
17 ddís hace
Responder a  Basurillas

Permítame, por favor, sr. B., contradecirle en esta ocasión. Un personaje tan alambicado, tan vitriólico, tan sofisticado, tan complicado como el mendigo, nunca podrá ser presidente del gobierno, por lo menos en España.

En ese puesto, en España, solamente caben cretinos, estúpidos, pasmados y malvados sin ninguna exquisitez especial (ponga usted los apellidos a los cretinos, malvados, estúpidos o pasmados, por favor). En ese puesto sólo caben los personajes que describe La Rochefoucauld en el primer párrafo de don Arturo.

El mendigo es don Arturo o una imagen de él. El mendigo es Muñoz, el ajedrecista de «La tabla de Flandes», un perdedor consciente de serlo y regodeándose en su inteligente y asumido fracaso. el mendigo es Coy de la «Carta esférica». El mendigo es Bascuñana de «Línea de fuego». El mendigo es uno de los personajes más repetido y más atrayente de las novelas de don Arturo. El mendigo es don Arturo.

Respecto al resto de su comentario, sr. B., estimado, lo comparto completamente.

El panoli quizás no es tan panoli. Quizás vive de ella, por ahora, hasta que ella encuentre al príncipe-porsche o príncipe yate (lease príncipe azul) que la rescate de tan insufrible y hedionda actividad. El supuesto panoli, cuando se quede sin trabajo, buscará otra influencer de la que chupar y chupar (entiéndaseme bien, por favor, estoy empleando el verbo de manera figurada, o no). Es otra de esas parejas (de supuesta belleza periclitada) que se repiten en el ámbito patrio y que es perfectamente identificable con escenas recientes de prebodas, engaños supuestos, reconciliaciones, bodas con pago de exclusiva y apariciones en master chef o chof.

Un abrazo.

Basurillas
Basurillas
17 ddís hace
Responder a  ricarrob

No lo he debido de explicar bien. El mendigo, en mi opinión, es un mero espectador también. Todo va referido a la primera frase en cursiva del relato. Ahí se define y se destacan, en plan Nostradamus, las «cualidades» de cierto personaje de la política cercana, tan apreciado él en nuestros comentarios. La historia posterior del selfi, para mi, es mero camuflaje, casi una operación de falsa bandera de Falcó, un subterfugio a lo Sun Tzu para despistar.
Un abrazo.

Aguijón
Aguijón
16 ddís hace
Responder a  Basurillas

Efectivamente… Nos gusta la fruta…
¡Qué se le va a hacer!

Basurillas
Basurillas
16 ddís hace
Responder a  Aguijón

Quien nos lo iba a decir, señor Aguijón. Y yo era de los que únicamente tomaba unas pocas ciruelas, muy de vez en cuando, y sólo cuando el tránsito (normalmente por la izquierda) lo hacía necesario.
Y ahora, desde hace ya unos cuantos años, es que me gasto el presupuesto mensual en manzanas (las de él tienen gusanos) peras (y cada vez más peros), melocotones (hasta mentales, en sus tesis), melones (él se junta con muchos), fresquillas (su sabor sienta cátedra), mandarinas (made in China) y uvas (cada vez más malas en intenciones). Pero vamos, fíjese, quien lo iba decir, yo ahora casi voto por seguir un régimen, casi como antaño. Últimamente hasta parece más saludable comparado con la dieta actual. Una pena…

Aguijón
Aguijón
15 ddís hace
Responder a  Basurillas

Un consejo… el chotis del higo…

Ricarrob
Ricarrob
15 ddís hace
Responder a  Aguijón

Sr. A., sr. B., no entiendo nada. Esta vez todo es críptico, don Arturo incluido. Frutas, higos, melones… quizás muchos higos y pocas nueces, quizás. Mala uva, quizás. Porque higos y nueces, como dice el refrán, no se comen juntos todas las veces.

Les gusta a ustedes mucho la fruta y ello, efectivamente, facilita el tracto, aunque no mencionen las tropicales que tienen mucha fibra.

Quizás se refieren ustedes a políticos a los que no les gusta la fruta y tienen mal tracto. A los que mencionan frases históricas como la de «Madrid bien merece una misa», aunque sean ateos.

Pero, bueno, para qué vamos a ahondar en un mal defecar. El estreñimiento es un mal político a quienes no les gusta la fruta.

Les adjunto algunas lindezas de nuestro refranero:

«Mujer hermosa, viña e higueral, muy malos son de guardar».

«Caerle a uno el higo en la boca, no es suerte poca».

«A la sombra de una higuera, ni te sientes ni duermas».

«Los hombres somos como los higos: el que no cae hoy, cae mañana».

«Por comer va el pájaro a la higuera, que no por amor que le tenga». Esta frase le va al pelo del higo, al sumiso del relato.

Y Manuel Vicent tiene una frase muy honita sobre el higo:

«Comerse un higo chumbo junto a una tapia encalada y saber íntimamente que el azar es una de las formas que adopta la luz del sol cada día, eso modela nuestra felicidad».

Bueno, cuando nada se entiende, cuando nada tiene explicación y si todo te importa o no un higo, es necesario siempre recurrir al refranero y… a Manuel Vicent.

Sabiduría popular. Los higos.

Saludos.

Sabrina Analia Cabrera
Sabrina Analia Cabrera
17 ddís hace

«TAMBIÉN UN MENDIGO
PUEDE SER
AMANTE DE LA
POESÍA»
Arturo Pérez- Reverte

Previo, el autor
advierte al Mendigo
contemplando la
escena : «EN LA
ESQUINA DE
VELÁZQUEZ» , un chico
fotografiando ‘a pedido’
una chica. Luego, la
chica ‘en modo
selfie’. Todos miraban.
Me enamoré de la
caballerosidad del
Mendigo: NO DIJO NADA.

Pepe Cuervo
Pepe Cuervo
17 ddís hace

Un «Paga-Fantas» de manual, como bien dice, todo está inventado.

Juan Ruiz Rico
17 ddís hace

Buen artículo, como siempre, aunque me he detenido, con cierta cavilación mediante, en un punto, no por periférico, menos exacto: es el que cita que todo lo que se escribe se dijo, tiempo ha, de uno u otro modo. Biblioteca, alude a menudo el maestro. Biblioteca.

Última edición 17 ddís hace por Juan Ruiz Rico
ricarrob
ricarrob
17 ddís hace

Disculpadme, estimada audiencia de Zenda-Reverte, por reiterarme en mis comentarios. Es que este artículo de don Arturo no tiene desperdicio. También es al hilo de los comentarios del sr. B., mi estimado amigo.

Menciona don Arturo, como en muchas ocasiones, al origen de todo: a Homero.

Todo lo que fuimos, pero todo también todo de lo que somos y de todo lo que seremos está en Troya, en Homero. en múltiples aspectos de nuestras vidas.

Si somos sinceros, casi todos y todas, en este mundo heterosexual que ya está extinguiéndose (quizás el mundo se extinga pero a lo que me refiero es a la extinción de los heterosexuales), hemos tenido que elegir. En algún momento de nuestras vidas, los unos hemos elegido (o nos han elegido, nunca se sabe) entre Helena o Andrómaca. Las otras han tenido que elegir entre Páris o Héctor. Las influencers como Helena han elegido a Páris, y Andrómaca ha elegido a Héctor. Y Héctor ha elegido a Andrómaca, nunca a Helena. La verdad es que Páris queda un tanto gilipollas… y cobarde, además.

En mi caso, creo que tuve en mi senda vital a una o des Helenas. Es una tentación, la verdad. Pero elegí a mi Andrómaca, de lo que nunca tuve que arrepentirme. No me quiero hacer de valiente pero es evidente que los cobardes eligen las helenas, llámese esta a la protagonista del chupa-chicho del artículo de don Arturo o llámese a cualquier chupa-chicho-influencer de la prensa rosa.

Y Andrómaca-Penélope, siempre esperan al héroe que regresa del viaje y de las redes de Calipso, la influencer de Homero. Odiseo se niega a seguir haciéndose selfies con Calipso y negándose a que lo llame tonto.

Aquiles siempre se queda al pairo. Ni chicha. ni limoná. Este no tiene problemas de elección, ni de erección, hasta que le matan a Patroclo.

Don Arturo, mencionar a Homero siempre trae problemas, aunque sean gratos. TODO está ahí.

Saludos.

Francisco Brun
17 ddís hace

Hoy las relaciones de pareja están tan mezcladas como las ideas, las percepciones de género, los ánimos, o aquello que está bien y que está mal.
Los límites se han convertido en membranas muy finas, permeables y en muchos casos rotas.
La novedad es que nadie sabe por dónde o hacia dónde se dirige el mundo.
Las religiones siempre han puesto límites que ya no están; si esto es bueno o malo nadie se anima a asegurarlo.
La familia se ha convertido en una institución en retirada, para dar paso a otros sistemas de vida, si se quiere abiertos, en donde los chicos viven como bola sin manija; una semana comparten su vida con la madre y su pareja y otra semana con su padre y su pareja, que a su vez tiene hijos; es decir que sufren las consecuencias de tener que repartida su vida entre dos familias, o tres, o cuatro; las consecuencias de estas situaciones se verán en el futuro. Futuro que es tan incierto como el complejo presente, porque nadie sabe a ciencia cierta sí el mundo continuará igual que cuando nos acostamos.
No deja de ser curioso el cuidado del cuerpo, la norma es que el clavo debe conseguir tener pelo, la señora con arrugas debe quitárselas, el bajo debe convertirse en alto, el obeso en flaco, y los dientes deben ser perfectos como las teclas de un piano. Bajo ningún concepto pienso que el cuidado corporal esté mal, todo lo contrarío, pero me gustaría observar al menos un pizca de belleza interior; de encontrar personas con valores firmes.
Esto ya lo he dicho otras veces; no me gustan los padres “amigos” de sus hijos; me gustan los padres que ponen límites a sus hijos.
Irremediablemente esta forma de vida de caretas, entre caretas; los políticos la adoptan con pasión; se han convertido en estrellas de cine, en lugar de ser responsables pensadores para solucionar los complejos problemas sociales; que dicho sea de paso aumentan a la velocidad de la luz; estos hombres o mujeres dan discursos como si fueran filósofos, y solo son muñecos de torta que en cuanto ven una cámara de un noticiero son capaces de correr para que los filmen; perfil bajo jamás.

Cordial saludo

Ignacio
Ignacio
17 ddís hace

Al ver la cita del principio, pensaba que nos iba a hablar usted del presidente del Gobierno.

Félix
Félix
17 ddís hace

Un artículo divertido y bien escrito. Así da gusto leer la prensa.

Aguijón
Aguijón
17 ddís hace

Tengo que reconocer
Respecto a esta «cuestión»
Que he de omitir mi opinión
Por si pudiera ofender.

Más eso no puede ser
Apodándome aguijón…
Usando la educación
Veamos qué puedo hacer.

Como la fruta.

Velázquez pinte la escena
Y nos guíe Jorge Juan,
Ahí va esta cuarta
De este «aprendiz de gañán»:

Cuando tengas que escoger
No «juegues» con «probadura»,
Como fruta, la mujer,
Dulce, fresquita y madura.

Basurillas
Basurillas
17 ddís hace
Responder a  Aguijón

Genial el talentoso rapsoda
Dulce, fresquita, madura…y a la boda.

Aguijón
Aguijón
16 ddís hace
Responder a  Basurillas

Quien tenga la suerte… que no deje pasar la ocasión

Francisco Brun
17 ddís hace

Esta frase con la que encabeza su comentario el señor Pérez Reverte:
“Era apuesto, alto, artificioso e insincero, de ingenio tosco e ineducado, pero conseguía hábilmente, incluso con groseros modos, los objetivos que se proponía”…
No creo que sea algo al azar, sin lugar a dudas debe guardar un mensaje por elevación; parece no coincidir con el resto de la historia.
No obstante no creo que recibamos una aclaración del maestro.
Yo aventuro a opinar que se refiere a un buen mozo y conquistador de mujeres, uno de esos que no por nada muchos envidiamos cuando éramos jóvenes, tienen la capacidad de ser conquistadores de corazones femeninos; aunque ellas finjan no quedar cautivadas; mueren por estos…yo les llamo chantas…son aquellos que no les hacen ni bien ni mal a nadie, pero las mujeres se derriten por ellos…si, todas las mujeres.

Cordial saludo

Gabriel Fernández
Gabriel Fernández
16 ddís hace

Si al novio, amigo o lo que sea aguanta ese chaparral, llegará en un momento que le pondrá los puntos sobre las íes. Y hasta que no llegue a ese punto no sabrá lo feliz que será, he visto lo que hace una persona tóxica así y no merece la pena

Francisco Brun
16 ddís hace

Desde este lado del Atlántico para los prestigiosos comentaristas de este sitio, pensando en la señorita de la selfie.
Muñeca brava: tango con letra de Enrique Cadícamo y música de Luis Visca, compuesto en 1929.

“Che, mandán que parlás en francés
Y tirás ventolín a dos manos
Que escabias copetín bien frappé
Y tenés gigoló bien bacán

Sos un biscuit de pestañas muy arqueadas.
Muñeca brava, bien cotizada
Sos del Trianón, del Trianón de Villa Crespo
Miloguerita, juguete de ocasión
Tenés un camba que te hace gustos
Y veinte abriles que son diqueros
Y muy repleto tu monedero
Pa’ patinarlo de Norte a Sur
Te baten todos, muñeca brava
Porque a los giles mareás sin grupo
¡Pá mi sos siempre la que no supo
Guardar un cacho de amor y juventud!
Campaneá la ilusión que se va
Y embrocá tu silueta sin rango
Y si el llanto te viene a buscar
Escurrí tu dolor, y reí
Meta champán, que la vida se te escapa
Muñeca brava, flor de pecado
¡Cuando llegués al final de tu carrera
Tus primaveras verás languidecer!”
Cordial saludo

Francisco Brun
16 ddís hace

No puedo dejar pasar esta letra estimados:
De Cátulo Castillo (el poeta del tango) La canchera.
Cumplio cuarenta señores
Y esta un kilo todavia,
Aun guarda la lozania
De sus primeros albores.
La mesa llena de flores
Daba un sello de esplendor,
A la fiesta que en su honor
Un viejito le ofrecia,
Que a más de su simpatia,
Era un cheque al portador.
Una luz pa’ cachar giles,
Pinta fina, alma orillera,
Se diplomo de canchera
Justo a los dieciocho abriles.
Tira los mangos de a miles,
Fuma y le gusta el caviar,
Empilcha que ni que hablar,
Lastra en la mejor cantina,
Y cuando llega la matina,
Recien se va a apolillar.
No hay lugar transnochador
Que no conozca esta leona,
Desde un bar tipo martona
Hasta el cabaret más flor.
Aerolineas, tren, vapor,
Mar del plata, miramar,
Casino, bruto fichar,
La vivio bien de primera,
El diploma de canchera
Lo supo hacer respetar.
Bien sabe que a su hermosura
Ya le queda poco paño
También sabe que los años
Se morfan cualquier pintura.
Pero ya cuando natura
Le empiece a dar con rigor,
Tendra un piso, un auto flor,
El viejito, la chequera,
Y más guita en la cartera,
Que el banco de nueva york.
Recomiendo escucharla cantar por Edmundo Rivero.

Perdón si soy cargoso

Aguijón
Aguijón
15 ddís hace
Responder a  Francisco Brun

No conocía estos tangos que usted nos ofrece.
Me gusta más La Canchera…Muñeca brava también es bueno…
No osaría jamás dar lecciones de tango a nadie y mucho menos si es bailando pero yo creo que Gardel es el sumun y mi preferido Por una cabeza…
Por cierto lo bueno nunca carga gracias por ilustrarnos, por lo menos a mí.
Un saludo desde una tierra jotera que celebra San Mateo.

D.G.A.
D.G.A.
16 ddís hace

Estoy de acuerdo con usted en casi todos, y al siguiente instante, algún mecanismo, probablemente a causa de la educación, valores y principios inculcados de niño en el proceso en que mis padres me educaron, me lleva a plantear distintas interpretaciones al «acto de esa obra teatral» de la que fue testigo.
Lo raro es que entre las primeras que puedo imaginar, algunos esperarían que fueran incompatibles y opuestas a la suya.
Entrando en materia y siguiendo el orden de los detalles según su descripción, lo primero que se me pasó por la cabeza, fue que no deben ser tantos hombres los que tragan en público y sin inmutarse ese tipo de situaciones, o al menos, no por mucho tiempo, quizás me confundo y resulta más habitual de lo que creo.
Esto me lleva a pensar, tres alternativas.
1 Quizás, ella busca nueva pareja (o clientela para la profesión más antigua…) y él es un amigo bienintencionado o algún profesional mandado cumpliendo órdenes. Al escribir soy consciente de las consecuencias…
2 ¿Alguien sin amor propio puede amar? ¿Eso es amor?
Creo firmemente, que si cambiáramos los papeles entre los actores, habría una avalancha que lo negaría, y argumentaría que él (ella en el caso que relata) tiene una actitud de superioridad, dominante y posesiva, que anula la voluntad de ella, y que por muy enamorada que declárese ella sentirse de su pareja, evidentemente, responde a una relación toxica, de abuso y sumisión, coercitiva y bla bla bla…
3 También podrían ser familia…
4 Ya en el caso de coincidir con la hipótesis sobre la relación sentimental, quizás las fotos sean para un álbum relacionado con su boda o la luna de miel, incluso según el argumento más esgrimido por miembros del sexo femenino, ella sólo busque sentirse guapa consigo misma, y no busqué competir con sus amigas o féminas de su entorno ni causar atracción física a los miembros del sexo contrarío… (no puede contenerme, lo siento)…
En la misma línea, y aceptando su planteamiento, ¿no sería una muestra de seguridad en si mismo y confianza hacia las intenciones y fidelidad de su pareja la actitud mostrada por él? Dudar de esto sin más datos podría considerarse prejuicioso

Total, y para terminar, una vez planteados otros escenarios sin dejarme llevar de primeras por la opinión y el criterio ajeno, estoy de acuerdo con usted en que lo más probable es su deducción…
No pudiendo estar, de acuerdo, por convicción y por haber cometido y sufrido en mis propias carnes, en definir eso como AMOR

Antonio
Antonio
15 ddís hace

Siempre tengo que darle las gracias, porque me permite decir todo lo que se me pasa por la cabeza, ella casi ni tiene que pensar en lo que digo. Tienen en común que todos pero ya sabe que cuando se improvisa a bote pronto, se pueden pensar cosas o imaginar cosas que realmente no tienen que ser necesariamente lo que parecen. Por ejemplo: como sabemos que el atontado que le hace las fotos es el novio y no un currante? Y si los del coche; en vez de decir: -te voy a comer todo el potorro, sueltan:-te voy a comer todas las salchicha atontado.
Lo del rumano, es una cosa ordinaria, en todas las calles de todas las ciudades hay rumano con los pies doblados, y no es trato de forma despectiva a ninguna etnia, es un hecho constatado. Y nada por lo de la muchacha de la raja hasta la ingle brasileña o no, igual está intentando poner algo que le suban los me gustas o que le dé algo de pasta, porque al fin y al cabo, todo el mundo puede pensar que puede vivir de su propia imagen. De hecho eso hoy está muy en boga. Lo de buscar una sonrisa… Qué bonito. Yo también lo hago. Me llena el espíritu. También levantó la cabeza buscando una sonrisa y que no hay nada raro a mi alrededor.
Un saludo Cortés y entrañable

Francisco Brun
14 ddís hace

Creo yo que bien podemos incluir este texto del señor Pérez Reverte en lo que podemos denominar como un relato gótico; es decir que el maestro logra un clima si se quiere decadente y en apariencia inconexo, en donde él, o cualquier otro, ni siquiera puede compartir al menos una sonrisa cordial en el espacio público; el cual está contaminado por la chabacanería, el fracaso, la humillación, y la vulgaridad. El señor Pérez Reverte describe un mundo, que se ha repetido y se repite, a lo largo de la historia, con ciertos matices, pero hasta el hartazgo; siendo; siempre, siempre; el mismo. Curiosamente, los únicos que suelen compartir una sonrisa en el espacio público, con extraños; son los niños, ellos aún poseen esa cualidad que los adultos parece que ya hemos perdido.
Cordial saludo