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Proyecto Power y la forma del blockbuster Netflix

Proyecto Power y la forma del blockbuster Netflix

Proyecto Power es el prototipo de película original de Netflix. ¿Es eso bueno, malo, regular? En realidad, ninguna de las tres cosas… necesariamente, si sabe uno a lo que se atiene. Si acaso es cierto, que lo es, que la plataforma de streaming trata de alcanzar a cuanto más suscriptores mejor, ya sea en cuanto a variedad de productos como a qué grupos toca cada uno de ellos, uno se explica muchas de las decisiones artísticas, creativas, en este thriller de acción protagonizado por Jamie Foxx, Joseph Gordon-Levitt y Dominique Fishback (tres actores que apelan a varios grupos raciales, así como de sexo y edad). No, no es que Hollywood sea nuevo en esto de establecer “targets”, ni de que el medio determine parte del contenido. Pero evidentemente estamos ante una nueva era de Big Data, no solo de consumo del entretenimiento.

La ecuación podría haber sido esta, perfectamente: thriller de acción + superhéroes + estrella de cine “senior” de clase A + actor “indie” de clase B + joven actriz de color avalada por un puñado de buenas series de televisión… Junten a ello un somero mensaje social sobre experimentos del Gobierno y cómo alguien mueve (o sigue moviendo) los hilos… y voilà, Proyecto Power, un “blockbuster» televisivo de la nueva hornada (es decir, cine estrenado en televisión) que, el maldito virus así lo ha querido, con toda seguridad se ha convertido en la comidilla del mercado en ausencia de grandes estrenos cinematográficos.

"La película, pese a haberse vendido como “una de superhéroes”, es mucho más un thriller callejero con ciertas ramificaciones sociales, entretenido y caradura"

Proyecto Power sufre por esta necesidad de diversificar públicos y objetivos, qué duda cabe. Uno se pregunta si el guión ha sido concebido para que algunos se pidan al soldado negro, otros al policía blanco y los demás a la adolescente especial. Uno tiene que comprender que la película tiene menos complejos que nosotros mismos, situando a Fishback en el centro de la acción (ella es la bisagra entre Foxx y Levitt) aunque la película, eso sí, pague un precio reseñable por ello. Sus dos protagonistas masculinos tardan en encontrarse y, cuando lo hacen, el guión ya ha jugado todas sus cartas, lo que unido a la necesidad de convertir el tinglado en una franquicia crea la impresión de que la película acaba justo cuando empieza.

En contrapartida, los directores Henry Joost y Ariel Schulman aportan aquello que ya sabíamos que podían hacer (incluso en su película juvenil Nerve, que es más que recomendable): un trabajo de cámara más dinámico y vivo y, también, menos rutinario que el de ladrillos infinitamente más serios como La vieja guardia (también de Netflix). La película, pese a haberse vendido como “una de superhéroes”, es mucho más un thriller callejero con ciertas ramificaciones sociales, entretenido y caradura, y con un trío actoral muy solvente. Menos da una piedra.

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