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Todos nosotros

Los diarios están de moda. Decenas de escritores, artistas o políticos han decidido contarnos sus avatares cotidianos con desigual acierto. El interés de una obra de tal género no proviene únicamente del autor que nos cuenta sus peripecias. De hecho, un hombre con una vida tan apasionante como Andy Warhol escribió unos diarios flojísimos y un desconocido como Samuel Pepys narró con agudeza el siglo XVII británico. Los célebres diarios de Chirbes, por ejemplo, contienen partes de extrema lucidez, pero también cierta sobredosis de malditismo que los alejan de sus mejores novelas. El interés de unos diarios proviene de lo que cuenta el autor y de cómo lo hace, de cómo mira el mundo y a los demás. O, lo que es lo mismo, de su técnica y de su mirada. En el fondo, no hay mucha diferencia entre una novela y unos diarios. Ambos tienen unos personajes —en los diarios son los del círculo íntimo del autor o los protagonistas de sus obsesiones— y una trama, que en los diarios es la propia vida, impulsada por los propósitos del escritor. Además, siempre que alguien escribe sobre alguien, aunque sea sobre sí mismo, lo convierte en un personaje. Yendo a De mis sombras hijo, adelanto que lo que cuenta Maldonado es enriquecedor al margen de que nos interese o no este señor, cuya vida transcurre, sobre todo, en una farmacia de un pueblo andaluz.

"En su acercamiento sobrio a la gente más humilde y sus motivaciones, a esa red de secretos y mentiras que nos rodea a todos, consigue universalidad"

En sus diarios, Rafael Maldonado se muestra mucho más diáfano que en sus novelas. Es curioso que un autor que alaba tanto el gran estilo y se declara nostálgico de autores como Benet u Onetti, a quien ha llegado a editar con excelente gusto, consiga sus mayores iluminaciones cuando se acerca a los personajes con absoluta desnudez. Así pasa, por ejemplo, cuando describe a los clientes que se acercan a su farmacia. En concreto, por citar un ejemplo, cuando analiza las causas, en apariencia triviales, de que alguien haya dejado de comprar en su establecimiento. Ahí, en su acercamiento sobrio a la gente más humilde y sus motivaciones, a esa red de secretos y mentiras que nos rodea a todos, consigue universalidad. Lo hace porque nos vemos reflejados: los sentimientos más profundos no entienden de clases sociales ni de orígenes. El logro se incrementa por su empatía, concretada en el respeto a los personajes que se cruzan por su vida y la comprensión de sus motivaciones profundas, pese a que a veces no favorezcan a sus intereses.

Para quien lee el diario desde la ciudad (es decir, para la absoluta mayoría) llama la atención la excelente descripción de la vida rural y el modo en que Rafael Maldonado se las arregla para conseguir lo mejor de los dos mundos, gracias a su cercanía con Málaga. Es decir, contemplamos las ventajas del día a día en comunidad, de que te conozcan y te cuiden y el agobio que puede causar esa falta de privacidad. También es destacable su perspectiva sobre la paternidad, que domina todo el libro porque su hijo es el destinatario de las palabras. Podría considerarse, desde esa perspectiva, una especie de guía vital, de diccionario moral desordenado, que le servirá al pequeño para orientarse en la vida cuando crezca. En estos tiempos tan dominados por el descreimiento y el cinismo, reconforta el interés verdadero por una educación moral.

"Desde una perspectiva literaria destaca, sobre todo, la capacidad del autor para contemplarse a sí mismo, sin caer en el victimismo o en la laceración, pero tampoco en el autoelogio"

Otro ámbito destacado de los diarios es la relación con un mundo literario tal vez idealizado en exceso, en el que Maldonado intenta abrirse paso. Tal vez esta área sea la más interesante para los curiosos —o cotillas, como yo mismo— aunque no posea la relevancia humana de la dedicada al ámbito familiar o al laboral. Es indiscutible, por otro lado, que cualquiera que empieza a escribir puede sentirse identificado con sus zozobras y esperanzas.

Desde una perspectiva literaria destaca, sobre todo, la capacidad del autor para contemplarse a sí mismo, sin caer en el victimismo o en la laceración, pero tampoco en el autoelogio. Mantiene una distancia adecuada, imprescindible para cualquier obra literaria. También es notable su dominio de la descripción, absolutamente literario, que permite al lector contemplar por su cuenta los espacios elegidos.

Un libro, concluyendo, interesante para cualquiera, aunque no tenga ni la menor idea de quién es su autor, ni le interese especialmente su vida, porque habla de todos nosotros.

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Autor: Rafael Maldonado. Título: De mis sombras, hijo. Diario de Cabotaje 2016-2017. Editorial: Confluencias. Venta: Todos tus libros.

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