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5 poemas de «Dije luz» de Mar Benegas

5 poemas de «Dije luz» de Mar Benegas

Cada vez que cae una hoja, nace un verso suyo. Cada vez que se desata una gota de lluvia, cada vez que el primer rayo del día se clava en la pared, Mar llora. Seguramente no es capaz de asimilar la belleza de cuanto le rodea y por eso ha decidido guardarla en libros, para suerte de cuantos olisqueamos en ellos para embriagarnos. Con Dije luz, Mar Benegas (Valencia, 1975), abrió la colección Rayo Azul Poesía de la editorial Huerga y Fierro, que en muy pocos meses se ha convertido en una de las referencias más sólidas para la poesía de calidad en nuestro entorno.

Dije luz es el último poemario de la valenciana, que surge del diálogo de su autora con un septiembre que devora la luz y que engendra la luz, que es marco de los acontecimientos clave de su existencia y que, por ende, también es causa y efecto de su escritura. En él puede el lector extrañarse ante una rareza de la poesía última, que es la capacidad de escuchar: son muchos los poetas que saben decir, pero muy pocos los que demuestran saber escuchar. Y Mar Benegas lo hace con una sensibilidad y un hambre de palabra fuera de lo común, de modo que, cuando estalla, cuando surge, nos halla desarmados, entregados:

«Escucha, / escucha rampar el esternón / asfixiarse esa espiga inaudita, / abandonar todo, / ante la crueldad primera».

Pero Dije luz no es solo este último poemario, pues la generosidad de autora y editores han hecho posible que el lector pueda disponer en el mismo volumen de los anteriores poemarios de Mar Benegas: Niña pluma niña nadie (2010), El abrazo (2011) y Anáforas del derrumbe (2014). Si cada uno de ellos constituye, aisladamente, un jardín de hermosos escalofríos poéticos, juntos se convierten en una obra imprescindible para el buen lector de poesía. Habrá quien identifique a Benegas con la literatura infantil o juvenil y, por supuesto, así debe ser, pues estamos ante la que es quizás la escritora más querida por los primeros lectores. Ese es un mérito más que atribuir a esta fuerza de la naturaleza, porque hay que ser muy escritor, hay que conocer muy bien el oficio para ganarse, a la par, el respeto y el cariño de los lectores de poesía, tengamos la edad que tengamos.  (Óscar Ayala)

POEMAS 

a veces los niños
hacemos el amor
sobre una barra de pan

por debajo de la espalda
se extiende un  campo
aunque no haya suelo
y sólo una hogaza nos sostenga

amasar sin ropa
las pieles que tiemblan
dedos, ojos y boca
se mezclan con las migas

levadura y agua tibia
fermentan despacio
en un rito alquímico de masticar
aquello recién horneado

es la metamorfosis del trigo
la que deja las manos manchadas:
harina y media medida de miedo

nos cogemos, nos sujetamos
el uno al otro
porque tememos caernos
por cualquiera de los bordes

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¿qué flor era tu carne?

me abriste al milagro

fortuito rumor

de lo incontenible

placenta viva traías
que nos alimentó
y fue nuestro nido

allí nos refugiamos:

los dos éramos
recién nacidos

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Discurren
las brozas
el nogal
el ladrar monótono
del perro.

Una vieja mira
murmurando palabras:
una-tras-otra-tras-otra.

Abre sus piernas.
Grita y algo cae.

Recién parido
un llanto
revienta en el valle.
Es el otoño,
vivo llegó
todo cubierto
de tierra.

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/murmullo/

murmullan las puertas una vez al día
murmullan los árboles y sus ramas depositadas en la memoria
murmulla el pasar de las hormigas sobre la tierra, como una apisonadora
murmulla aquella manta que lo cubre y las chinches que la habitan
murmullan los muelles, y sus músculos, y los huesos, y también los pensamientos
murmullan los meses, y los años, y los recuerdos de las golpizas y el mearse de miedo

y cada segundo también murmulla
y la ausencia de sol que palidece la piel
y la mente murmulla

murmulla todo, en este cubículo

hasta que
la herrumbre del candado cede
y se abre la puerta

o la nada
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-31 de diciembre de 2001-

Acunarte sin embargo
en ese hijo árbol
que crece luminoso,
terco en su alegría.
Esa algarabía de ramas
que sujeta el hemisferio
invisible de tus huellas.

Pajarilla mía,
acunarte a ti,
temblor de abandono.
Madre migaja
como semilla triste.

Y cierro los ojos.
Os veo: madre y nieto.
Y sus manos te suben
y te hace rodar.
Rodáis, como norias felices.
Con tanta claridad, tan así
os veo reír.

No tienes miedo,
madre.
Y ríes, pajarilla mía,
como una niña
tú ríes,
y parece tan verdad.

Y aquel bebé que quedó
en mis brazos, madre,
es ahora este árbol,
que nos hace cantar
de alegría. Pajarilla,
pajarilla mía.

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Mar Benegas (Valencia, 1975) es escritora y poeta. Especialista en LIJ y poesía infantil. Además de un gran catálogo de obras publicadas, tiene un largo recorrido como formadora. Fue directora de un sello editorial de libros infantiles. Y, en la actualidad, es directora, de las JALEO Jornadas de Animación a la Lectura, Escritura y Observación, jornadas internacionales que se llevan a cabo en Valencia.

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Autor: Mar Benegas. Título: Dije luz. Editorial: Huerga y Fierro (Rayo Azul). Venta: Amazon

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