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Mis «primos», de J.J. Benítez

Mis «primos», de J.J. Benítez

Mis «primos» es la continuación de Sólo para tus ojos (2016). Se trata del libro número 25 de J.J. Benítez sobre el misterio de los «objetos volantes no identificados». El investigador navarro reúne más de doscientos casos registrados en todo el mundo desde la más remota antigüedad.

Zenda adelanta las primeras páginas de la obra, editada por Planeta.

***

LIBRO SEGUNDO

1

Tras demostrar que el fenómeno ovni es real y que somos visitados por cientos (quizá miles) de civilizaciones «no humanas», la siguiente pregunta es obligada:

¿DESDE CUÁNDO ESTÁN AQUÍ?

En mis archivos duermen miles de casos sobre lo que denomino «ovnis en la antigüedad». He seleccionado algunos que —entiendo— responden a la pregunta anterior.

Empezaré por uno sorprendente, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Según los expertos, la pintura en cuestión habría que datarla entre 5.000 y 7.000 años, aunque no están seguros. En otras palabras: en una época en la que nadie se preocupaba del fenómeno de los «no identificados». ¿O sí?

Veamos.

PEÑARROYA

En 2008, tras la publicación de El hombre que susurraba a los «ummitas», recibí una carta de José Manuel Frías, un joven e inquieto investigador de misterios. En ella decía, entre otras cosas:

… Ante todo quisiera presentarme. Soy José Manuel Frías, y me dedico al periodismo de investigación desde hace poco más de una década… Aunque, cuando comencé en el periodismo de investigación me dediqué, sobre todo, al campo de los fenómenos extraños y las casas encantadas, desde hace cuatro años, y por motivos totalmente casuales o causales, me he ido tropezando con el fenómeno ovni, y todo lo que el mismo engloba. Por ello, de pasar a desdeñar el fenómeno, me he convertido en otro enamorado de los «no identificados ». El apasionamiento ha sido paulatino, sobre todo a raíz de una intensa ruta que durante cuatro años me llevó a recorrer los más recónditos pueblos de la geografía andaluza. Mi interés pasaba simplemente por hacerme eco de las tradiciones populares enigmáticas, la mayor parte de ellas relacionadas con añejos fenómenos religiosos. Y ahí llegó la sorpresa. Después de varios años de andanzas, estoy plenamente convencido de la relación directa que existe entre los presuntos seres de otros mundos y las miles de apariciones y prodigios relacionados desde hace siglos con vírgenes y santos… Pero sería muy largo de contar todas las curiosidades que me han llevado a creer que, en el pasado, sobre todo entre los siglos XV y XIX, una inteligencia desconocida y ajena al mundo ha manejado al ser humano (de forma benéfica) a través de apariciones marianas y otros prodigios… Pues bien, casualmente por la fecha en que leía con gusto su último trabajo —El hombre que susurraba a los «ummitas»— me encontraba trabajando en la investigación de avistamientos ovni clásicos en las afueras de Córdoba (España)… Y como es mi costumbre visité una cueva donde había pinturas rupestres… No esperaba encontrar nada impactante, pero algo me decía que el alto nivel de avistamientos ovnis en la zona tal vez fuera más antiguo de lo que sospechaba. Y de pronto me encuentro (le adjunto la imagen) con algo que me dejó de piedra. En una de las paredes del refugio veo una pintura rupestre en la que se aprecian cinco individuos danzando y adorando algo que se eleva sobre sus cabezas. Y ese objeto en el aire es… ¡el símbolo de «UMMO»! Antes de llegar a conclusiones precipitadas quise cerciorarme de la antigüedad de la pintura, y para ello me puse en contacto con uno de los más destacados arqueólogos andaluces, quien me confirmó que la pintura estaba catalogada y que se remontaba a la época del Calcolítico (hace unos 5.000 años)… Dado que había leído su libro sobre «Ummo», en el que da una antigüedad mucho mayor de la que se le conoce al fenómeno «ummita», a través de la simbología de los dogon, quería hacerle saber de este descubrimiento, que si es como parece, situaría a «Ummo» en el 3000 antes de Cristo, en una zona, además, de frecuentes avistamientos ovni…

El símbolo «ummita» sobre «danzantes». Foto: Blanca.

Naturalmente me puse en movimiento.

Y visité la cueva.

Se encuentra en las cercanías de Peñarroya, en la provincia de Córdoba (España). Coordenadas: 38° 19’ 10” N y 1° 36’ 00” W.

En aquella primera oportunidad me acompañó José Manuel Frías.

La cueva, protegida por una reja importante, se encuentra en la ladera este de un peñasco de 775 metros de altitud. Lo denominan «el Peñón». El abrigo (llamado Carmelo) fue descubierto oficialmente a finales de julio de 1965 por Carmen Ruiz, Carmelo Ruiz, Manuel Sierra y Javier Ruiz. El grupo principal del panel fue descubierto por Javier Ruiz. La pintura era conocida entre los habitantes de la región desde hacía siglos.

Quedé sorprendido.

La pintura se encuentra en buenas condiciones, debido, probablemente, a las características geológicas del abrigo que no permiten la formación de películas de caliza sobre el referido panel.

Y durante un tiempo, como tengo por costumbre, me dediqué a observar aquel pequeño gran tesoro.

¿Qué fue lo que vi?

El símbolo «ummita» en lo alto, tal y como había descrito el amigo Frías. La famosa «H», que aparece en varios de mis libros, se presenta nítida. Por debajo se distinguen varios hombres, algunos con los brazos en alto y otros a la carrera (aparentemente).

No tuve la menor duda. El artista quiso representar una escena… importante. Un disco con la «H» en la panza sobrevoló el lugar o el poblado en el que se encontraban los nativos. Fue un acontecimiento… El suceso —si es que fue así— se ha repetido en todo el mundo y en numerosas ocasiones. Invito al lector a que consulte Sólo para tus ojos y El hombre que susurraba a los «ummitas».

Después me dediqué a las mediciones de la pintura y las fotografías.

Y hubo otro detalle que me llamó la atención. La roca en la que aparece la pintura se encuentra a dos metros del suelo, y en un lugar de difícil acceso. ¿Cómo fue pintada? El desnivel del terreno, en este punto, es del 40 por ciento.

En días sucesivos interrogué a José Ignacio Expósito, concejal de Cultura de Peñarroya, a Jerónimo López, historiador local, y a Juan Carlos Vera, arqueólogo y conocedor de la pintura en cuestión.

Confirmaron la posible antigüedad (entre 5.000 y 7.000 años). Prudentemente, el arqueólogo no quiso pronunciarse sobre el significado de la mencionada pintura. Otros, como Moure, afirman que «podría tratarse de una danza solar, con las clásicas representaciones animalísticas esquemáticas».

Por supuesto, no estuve de acuerdo.

En las sucesivas indagaciones pude averiguar que, muy cerca del cerro en cuestión, fue detectado un poblado del Neolítico. Los restos se encuentran relativamente cerca, y hacia el oeste del Peñón. Esto ratificaría mi hipótesis. Quizá la nave «ummita» se presentó en la zona y los lugareños dejaron constancia del suceso en la pintura que puede contemplarse en el referido abrigo. Naturalmente, el acontecimiento les impresionó. Por eso lo pintaron.

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Autor: J.J. Benítez. Título: Mis «primos». El suceso más importante de la historia. Editorial: Planeta. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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