Inicio > Actualidad > Entrevistas > Reyes Monforte: «Adelina Patti fue la mujer más famosa de la segunda mitad del siglo XIX»

Reyes Monforte: «Adelina Patti fue la mujer más famosa de la segunda mitad del siglo XIX»

Reyes Monforte: «Adelina Patti fue la mujer más famosa de la segunda mitad del siglo XIX»

En el siglo XIX una mujer trastocó el papel que solían tener las féminas en el mundo de la ópera y de los negocios. Adelina Patti, soprano española, dio carpetazo al rol de cantante que, tras la maternidad, se retiraba de la interpretación para convertirse en una adelantada a su época: fue la cantante mejor pagada de todos los tiempos, se casó tres veces, batalló un duro divorcio y, desde pequeña, tuvo voz en lo referente a sus contratos.

De ella se ha dicho que desayunaba huevos de canarios para conservar la voz, fue pionera en utilizar su imagen para promocionar marcas, y, desde su primera actuación —con 8 años— mostró un fuerte carácter que contribuyó a forjar el mito. Adelina Patti deslumbró a compositores, reyes y a miles de personas sobre el escenario, fue musa de escritores y, tras el telón, su arrojo le valió el apodo de “diva”. Rivalizó en popularidad con las reinas del momento y no se amilanó ante las dificultades que ante ella puso el destino.

Sobre ella, Reyes Monforte ha construido una novela, La diva (Plaza & Janés). Tras conocer la historia de la Patti, se asombró de que no hubiera apenas trascendencia en la actualidad de su trabajo. Buceó en la documentación existente, se empapó de su profusa difusión mediática, contrastó datos y fue, poco a poco, convirtiendo un personaje, descubierto casi por casualidad, en el motor de una deliciosa novela que dibuja una época, con su esplendor y sus sombras.

Reyes Monforte se dedica, desde hace tiempo, a perseguir historias. Lo hizo varios lustros en radio y televisión, y en los últimos años en ficción escrita. Suyas son algunas de las historias más poderosas que han poblado nuestras librerías, novelas protagonizadas por fuertes mujeres, como María (protagonista de Un burka por amor) o Laia (Besos de arena)… Monforte tiene la capacidad de dar brillo a historias que la sociedad y el paso del tiempo han enterrado en el olvido. Con La diva desentierra una historia, la de la Patti y, a la luz del siglo XXI, pule una vida extraordinaria, rescata a la mujer que se construyó a sí misma para toda la eternidad.

******

—¿Quién es Reyes Monforte?

—(Risas). ¡Pues como me lo preguntes…! (Risas) Reyes Monforte sobre todo es una lectora empedernida y, a partir de ahí, soy una lectora que escribe, una periodista que escribe, sobre todo una persona a la que le gusta contar historias. Durante veinte años las conté en la radio, las he contado en prensa escrita, en televisión y, ahora, tengo la gran fortuna de poderlas contar a través de la novela.

—Ha publicado una novela sobre el personaje de Adelina Patti. ¿Cómo se le ocurrió? ¿Cómo le llegó la historia de Adelina?

"Encontré un personaje que, más que una persona real, parecía un personaje de ficción, de película, de novela"

—Me llegó por casualidad. Estaba de vacaciones en el Reino Unido. Me gusta mucho la zona de Gales, siempre que voy procuro alquilar un coche y dar una vueltecita por allí. Tomando un café, hablando con la encargada de un establecimiento, le contamos que éramos españoles y nos preguntó: “¿Vendrán a ver el castillo de la gran diva de la ópera Adelina Patti, que era española y nació en una casa de huéspedes de Madrid?”. No sabía de lo que me estaba hablando. Me gusta mucho la ópera, suelo ir, aunque no soy una gran entendida y no sabía de quién me hablaba. Hasta que llegué al castillo estaba convencida de que estaba equivocada, que se refería a Maria Callas, pero no. Esta mujer estaba en lo cierto. Encontré el que hoy día es el mayor castillo de Gales, y el más embrujado, ya que aseguran que el fantasma de Adelina Patti se aparece por el castillo. Empecé así a conocer su historia, a documentarme… Encontré un personaje que, más que una persona real, parecía un personaje de ficción, de película, de novela. Creí que tenía una novela.

—¿Quién es Adelina Patti, para quien aún no lo sepa?

—Fue la primera gran diva de la historia de la ópera. Fue la soprano mejor pagada del mundo de la canción, del mundo de la ópera. Lo sigue siendo aún a día de hoy con la diferencia de inflación. Fue la mujer más conocida, y más famosa, de la segunda mitad del siglo XIX. Era muy amiga de la reina Victoria (era su soprano favorita) y rivalizaba con ella para ver quién de las dos acaparaba más titulares de prensa. Fue la mujer más fotografiada, y me llamó la atención que, habiéndolo sido absolutamente todo, y sobre todo en época victoriana, donde las mujeres se tenían que quedar en casa y organizaban fiestas, bailes pero no trabajaban ni ganaban dinero, esta mujer recorrió el mundo, llenó teatros, calló bocas, tanto por sus exigencias profesionales y su condición de diva como por su ajetreada vida privada en un momento de una moral muy estricta que ella, por supuesto, se saltó a la torera.

 —Sus protagonistas, la mayoría de las veces, son mujeres que tienen mucho coraje en un mundo que va un poco a la contra. ¿Qué mensaje desea trasladar con ellas, con este tipo de personajes?

"Esta es mi undécima novela y todas han sido protagonizadas por mujeres, pero no es premeditado. Voy buscando historias que me llamen la atención"

—No es que sea algo premeditado. Esta es mi undécima novela y todas han sido protagonizadas por mujeres, pero no es premeditado. Voy buscando historias que me llamen la atención, que me aporten, que sean curiosas. Creo que van a interesar de la misma manera al lector. Ha dado la casualidad de que son mujeres, quizá porque escribo casi siempre novela histórica. En siglos anteriores es verdad que una mujer, para destacar, tenía que hacer mucho más, tenía que ir más lejos, hacer cosas más importantes, llamativas, asumir más riesgos, y quizá por eso llame la atención. No es premeditado. Busco historias (a veces me encuentran a mí) que creo que merecen ser contadas.

—Sus protagonistas son mujeres a las que, me da la impresión, hace madurar muy pronto dentro del relato, como si quisiera sacarlas del cuento de hadas. ¿Es así?

—Puede ser. En la vida nada es tan bonito ni nada es tan feo. Los grises se inventaron para algo. No es todo ni tan blanco ni tan negro, pero la verdad es que cada vez que termino de escribir una novela pienso: “¡Qué vida más aburrida llevo!”. Porque no he hecho absolutamente nada comparado con lo que han hecho las protagonistas de mis novelas. Por ejemplo, La violinista roja era la historia de África de las Heras, la española nacida en Ceuta que se convirtió en la espía soviética más importante del siglo XX y fue instructora de Putin. El actual orden mundial se lo debemos a ella. Esta mujer maduró enseguida porque estuvo en todos los escenarios posibles del siglo XX. O por ejemplo, en el caso de La condesa maldita, esta aristócrata rusa —que protagonizó el primer gran juicio mediático de la historia y en el que se utilizaron los preceptos de Freud— también maduró pronto e hizo muchas cosas. Creo que me llaman la atención personalidades fuertes, personalidades ricas y que además siempre se encuentran con grandes personalidades de un contexto histórico. Adelina Patti, además de ser la favorita del zar Alejandro II, de la reina Victoria, del príncipe de Gales, de Napoleón III, de Eugenia de Montijo, de Abraham Lincoln (que se emocionaba hasta al llanto cuando la escuchaba), también fue musa de Oscar Wilde (la incluyó en El retrato de Dorian Gray) o de Tolstoi (aparece en las páginas de Ana Karenina) o de Zola, Dickens y Pérez Galdós. Me llaman la atención estas mujeres que en aquella época (y no era nada fácil) lo lograron todo. Esto que dice Shakira de “las mujeres no lloran, las mujeres facturan”, esto ya lo inventaron hace muchos siglos.

—¿En qué se parece Reyes Monforte a Adelina Patti?

"Tanto disfrutaba que renunció a ser madre (en aquel momento era un escándalo). Las soprano cuando daban a luz perdían parte de su voz"

—En nada (risas). No soy nada diva, no lo sé. Me tiene entusiasmada Adelina por la fuerza que tenía. Fue una niña prodigio: debutó con 8 años en un teatro de Broadway, y allí ya tuvo su primer brote de divismo porque dijo que si no le regalaban una muñeca —le encantaban—, no salía a cantar ante las cuatro mil personas que la estaban esperando. Ahí entendió ella que tenía la sartén por el mango. También gracias a un consejo que le dio su madrina, la contralto Marietta Alboni (que inauguró el Teatro Real de Madrid en 1850). Le dijo que los empresarios de los teatros y de la ópera eran hombres e iban a ver en su condición de mujer una excusa para pagarle menos, que no lo permitiera. A raíz de ahí lo entendió perfectamente. Cogió las riendas de su carrera, llevaba sus contratos, fue precursora en el mundo de la publicidad, en prestar su imagen y su nombre a productos. Si me parezco en algo a ella es que ella perseguía, se dedicaba a lo que verdaderamente le hacía feliz, cantar en un escenario. Esto lo perseguía a cualquier precio y disfrutaba con ello. Tanto disfrutaba que renunció a ser madre (en aquel momento era un escándalo). Las soprano cuando daban a luz perdían parte de su voz, como le pasó a su propia madre. Ella siempre dijo que cuando más feliz había sido fue sobre un escenario, por eso nunca quiso ser madre. Persiguió sus sueños, tuvo claro lo que quería ser en la vida y no permitió que nada ni nadie lo estropeara.

—¿Qué enseñanzas quiere que el lector saque de la Patti? ¿Con qué quiere que nos quedemos?

—Quiero que el lector se entretenga con La diva. Eso es lo que busco, no busco dar enseñanzas. Me llamó mucho la atención la fuerza de este personaje que siempre defendió su caché, llegó a sufrir un atentado en un teatro de San Francisco por parte de un hombre que no entendía que una mujer cantando en un teatro durante dos horas podía ganar lo mismo que un hombre trabajando en una fábrica durante diez años. Me ha llamado la atención y, por lo que me están contando los lectores, también a ellos. Como decía la Reina Victoria cuando rivalizaba con ella a ver cuál de las dos era más famosa, la Patti le decía a la Reina: “Majestad, usted es famosa, por supuesto, pero a usted se lo han dado hecho, el trono lo ha heredado. Pero yo he tenido que trabajarlo desde pequeña”. Y era cierto. A los 67-68 años hizo su última gira por Estados Unidos (en 1906 o 1907)

—¿Cómo fue el proceso de escribir este libro (documentación, escritura…)?

—Una de las partes que más disfruto es el proceso de documentación, quizá sea por mi vena de periodista. Siempre pongo el mismo ejemplo: es como si me dieran un puzle de 30.000 piezas y cuando lo vuelcas sobre la mesa piensas que no va a encajar de ninguna manera, y al final sí, te quedas con la imagen final. Me pasa eso con las novelas: disfruto mucho del proceso de documentación, y en este ha sido especialmente complicado, porque Adelina Patti estaba presente en todos los periódicos por sus giras, escándalos… Me ha permitido acceder a una fuente bibliográfica potente, pero no todo lo que sale en prensa es verdad así que he tenido que recurrir a biografías. Me lo he pasado muy bien porque he descubierto no solo al personaje de Adelina sino a todos los que la rodearon. El contexto histórico, político, económico y social de la segunda mitad del siglo XIX es muy potente. He disfrutado mucho ahondando en esa era dorada de la época.

—Se ha dicho de la Patti que fue la primera gran influencer. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

"Adelina fue la precursora en muchas cosas: fue la precursora en hacer publicidad, en el fenómeno fan"

—Sí, desde luego fue la precursora en muchas cosas: fue la precursora en hacer publicidad, en el fenómeno fan. Si viviera ahora probablemente sería un fenómeno en las redes sociales como lo fue en su día en la prensa. Supo manejar muy bien esa relación con la prensa. Cuando por ejemplo la prensa publicaba (para explicar su portentosa voz) que desayunaba un sándwich con doce lenguas de canarios, ella pensó en desmentirlo, pero Rossini le dijo que no lo hiciera, que lo importante era que hablasen de ella. Tampoco desmintió la idea de que había nacido sobre el escenario del Teatro Circo de Madrid (realmente nació en una pensión de la calle Fuencarral). Esto alimentó su condición de diva.

—Solía cantar agarrada a su muñeca, Henrietta, como si fuera un talismán. ¿Tiene usted algún talismán a la hora de escribir?

—No, mi único talismán es el café con leche —no me puede faltar nunca— y el silencio.

—¿Qué libros tiene sobre la mesilla?

—Aparte de la documentación para el siguiente libro, he leído Cartas de una vida, de Irene Némirovsky, y pensaba ponerme con Los seductores, de James Ellroy.

—¿Puede contarnos próximos proyectos literarios?

—Puedo contar que saldrá el año próximo, pero no te puedo contar de qué va porque me mata la editorial.

—¿Para qué escribe Reyes?

—Porque me encanta. Tengo la gran suerte de vivir de lo que me apasiona y escribo porque lo veo como una necesidad. También me pasaba cuando era periodista. Cuando encuentro una buena historia tengo la necesidad de escribirla.

4.8/5 (16 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios