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Cuando en Numancia sucedió algo extraordinario

Cuando en Numancia sucedió algo extraordinario

La primera vez que visité Numancia, mucho antes desde luego de que el veneno de contar historias me dominara, sentí algo especial. Allí, en lo alto del pequeño cerro, el guía nos explicó la sencilla vida de aquellas gentes, nos enseñó sus rústicas casas o nos hizo subir a lo alto de las reconstruidas murallas (muy poco intimidantes para un atacante).

En aquel momento, no hacía ya otra cosa que preguntarme qué tenían los numantinos para haber resistido de aquella forma tan heroica, interrogante que se transformó en directa admiración cuando el guía nos hizo levantar la vista, señaló a lo lejos alrededor de todo el promontorio, nos llamó la atención sobre unas pequeñas columnillas blancas clavadas en los campos y nos dijo que cada una de ellas señalizaba el lugar en el que los romanos habían erigidos los campamentos y fuertes para rodear la ciudad, todos ellos debidamente unidos por un muro en piedra de más de nueve kilómetros con cientos de torres.

"Me fui de Numancia sin imaginar, ni por asomo, que un día llegaría a escribir Numantia. La ira de los Escipiones"

Y comprendí entonces con la boca abierta que allí había sucedido algo muy grande, Historia en letras mayúsculas, porque hizo falta una enorme obra de ingeniería para doblegar el indómito espíritu de unos pocos miles de numantinos frente a unos muchos miles de romanos al mando del mejor de sus generales, Escipión Emiliano. Porque fue necesario que enviaran lo mejor que tenían. Porque le acompañó una cohorte de senadores de gran renombre o de futuro grandioso (como Cayo Mario), todos los cuales caminaron y pisaron aquel suelo por y para Numancia. Y porque allí, en definitiva, sucedió algo extraordinario.

Me fui de Numancia sin imaginar, ni por asomo, que un día llegaría a escribir Numantia. La ira de los Escipiones, pero un viaje de vacaciones por tierras emeritenses y mi pasión por Roma provocaron de modo espontáneo, o quizás no tanto, la singular aventura o locura de novelar su historia. Y llegó El primer senador de Roma, cuya trama principal fue la destrucción total del archienemigo romano, Cartago, allá por el 146 antes de Cristo.

"Numantia. La ira de los Escipiones nace de la pasión por Roma y su historia, del deseo de tener una máquina del tiempo, de la voluntad de ver pasar delante de mis ojos a los grandes personajes históricos del momento"

Para entonces ya me habían atrapado sus personajes (como Escipión Emiliano, Cornelia la matrona ejemplar o sus hijos los hermanos Graco), las constantes e incluso divertidas intrigas senatoriales, las relaciones familiares, los conflictos y las batallas, de todo lo cual Roma tiene hasta el infinito. Y ya no podía detenerme. Tenía que contar las siguientes etapas y llegar así hasta el año 133 antes de Cristo, momento crepuscular de Numancia y de su paso definitivo al recuerdo colectivo.

Numantia. La ira de los Escipiones nace de la pasión por Roma y su historia, del deseo de tener una máquina del tiempo, de la voluntad de ver pasar delante de mis ojos a los grandes personajes históricos del momento e imaginarlos en sus magistraturas, en sus ambiciones, en su conflictos, en sus aventuras y desventuras tanto mutuas como con personajes de la talla de Viriato y, desde luego, verlos caminar por suelo numantino para doblegar a unas gentes aguerridas, temperamentales, celtas, de rostros agrietados por el verano y el invierno, férreos en sus valores y costumbres, de unas gentes, en suma, excepcionales, porque en Numancia sucedió algo verdaderamente extraordinario. Espero que puedan disfrutarlo tanto como lo he hecho yo.

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Autor: Juan Torres Zalba. Título: Numantia. La ira de los Escipiones. Editorial: La Esfera de los Libros. VentaTodos tus libros, Amazon, FnacCasa del Libro.

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Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Habrá que leerlo. Historia. La nuestra. Héroes. Los nuestros. Épica inmortal que no hay progre histérico y antihistórico que pueda negar. Pero, bueno, siempre pueden decir que nada de esto ocurrió y que fue inventado en el XIX. ¿Qién no siente algo especial al visitar estas ruinas y dejarse llevar por el entorno y por lo que fluye de nuestro inconsciente?