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Bebi Fernández: «La escritura puede y debe combatir el machismo»

Bebi Fernández: «La escritura puede y debe combatir el machismo»

Bebi Fernández (@srtabebi) es un enigma de Twitter, una de las escritoras españolas más influyentes en la red, con más de medio millón de seguidores. A ella, sin embargo, no la define el número, sino la calidad, y es que lleva años denunciando con ahínco el machismo y la violencia desde sus perfiles en las redes sociales. Esa es su lucha.

Su cuenta en Twitter es un altavoz en el que resuenan gran número de injusticias. En sus perfiles no hay espacio para la vergüenza ni la censura. Esta activista joven se ha convertido en una de las voces más poderosas del feminismo, un referente claro de esta lucha contra la violencia contra las mujeres.

Hace dos años publicó Amor y asco, un libro de poesía, al que siguió Indomable. Bebi Fernández acaba de publicar su primera novela, Memorias de una salvaje (Planeta, 2018). Es esta obra una historia de las mujeres, después de muchos años en las que esta misma historia sólo la escribían los hombres. Es también una novela de resurrección. En ella su personaje principal, Kassandra, se rebela contra lo establecido, contra lo dictado por su condición de mujer. Incluso cuando se sumerge en el mundo de la esclavitud sexual, se convierte en una mujer aún más guerrera, en el paradigma más genuino de la heroína moderna. La historia de Memorias de una salvaje se muestra cincelada bajo luces de neón. En ellas pone “love” pero debajo sólo hay venganza. Kassandra debe, tras la muerte de su padre, asumir un rol que no hubiera deseado nunca. Del miedo que genera ese mundo nace su venganza. Memorias de una salvaje es una novela ebria de acción en la que las mujeres que han sido sometidas luchan por recuperar el control de sus vidas.

España —tercer país mundial en consumo de prostitución—  es el escenario de Memorias de una salvaje. En una localidad del Levante valenciano Kassandra se tropieza con una peligrosa telaraña cubierta por inmoralidad, degradación y violencia, una telaraña de la que alimentará su fuerza. Guerrera, combativa, valiente, dura… Kassandra se moverá, cual Pentesilea contemporánea, en este adverso terreno como deslizándose con aplomo sobre un tablero de ajedrez cuyo único desenlace posible es el jaque mate.

Srta. Bebi se encuentra con Zenda en la sede de su editorial. La escritora más enigmática de internet es amable y cercana en el trato y desarma con su mirada, inquisitiva y directa (ahora entendemos el motivo por el que Planeta emplea la imagen del fuego para referirse a la autora). Bebi Fernández, como la protagonista de su primera novela, es una mujer con ideas claras y un propósito firme. La escritora se ha forjado ya un hueco en el panorama literario como una voz a tener en cuenta.

Conversa con Zenda sobre su obra y el proceso de escritura. Descubrimos con Bebi Fernández —en esta charla— que escribir, como vivir, duele.

Comenzamos.

—La protagonista de su novela es una mujer española, estudiante universitaria, que en pocos meses se encuentra inmersa en este mundo de la trata de mujeres, un mundo en el que la desigualdad de género está muy marcada. Kassandra ve desde pequeña, en su entorno, el rol de sumisión que deben asumir las mujeres (en la figura de su madre), está más que acostumbrada a los chistes misóginos… Ese ambiente ha forjado un carácter duro. ¿Quién es Kassandra?

"Nosotras ya no queremos ser ese tipo de mujer, queremos ser mujeres a las que amen también, y mujeres que no sólo aman, sino que hacen muchísimas más cosas"

—¿Quién es Kassandra? Kassandra es una protagonista necesaria. Cuando empecé a escribir Memorias de una salvaje quería escribir, reescribir, el modelo de mujer que ya estaba escrito en la literatura. Es un poco lo que digo en mi novela, que la literatura quiere unas mujeres que sufren porque aman, pero aman amar así. Nosotras ya no queremos ser ese tipo de mujer, queremos ser mujeres a las que amen también, y mujeres que no sólo aman, sino que hacen muchísimas más cosas. Quería presentar un tipo de heroína generacional, una persona que creciera muchísimo a lo largo de todo el hilo narrativo, que comenzara un poco como esa mujer que todas somos a lo largo de nuestra vida: débil, llena de miedos, sin saber lo que va a pasar con su vida, que sufre todos esos micromachismos…  que va un poco acorde con la sociedad en la que está viviendo, que la llevan como si fuera un pescadito a contracorriente, pero que luego se subleva. Ahí está el giro que yo quería darle: es una mujer que se subleva y que acaba siendo más fuerte que aquellos que quieren doblegarla. Esa es Kassandra. Kassandra es una heroína generacional, una nueva heroína generacional, un nuevo concepto de mujer, sobre todo de mujer joven, que era lo que yo estaba buscando, que las chicas jóvenes que la leyeran se identificaran con ella y quisieran ser ella. Que ya no quisieran ser princesas, o mujeres que sufren por amor, ¡no! Que quieran ser personas que se rebelan contra el orden establecido y que luchan contra el propio sistema porque es el sistema el que lucha contra ellas. Esa es Kassandra.

—Según un estudio de Amnistía Internacional en España, la violencia contra las mujeres es una de las violaciones de derechos más habitual. Este tipo de violencia es ya una pandemia mundial a la que es difícil poner freno. ¿Cree que un libro como el suyo puede llamar la atención sobre este problema?

"Estamos hablando de una esclavitud que está a la orden del día y que vemos con nuestros propios ojos"

—Creo que sí, indiscutiblemente. Es un libro que pretende llamar la atención sobre este tema. Tiene un toque muy ensayístico y un toque muy revelador respecto al tema de la violencia contra las mujeres, sobre todo de la violencia contra las mujeres estructural. No sólo la violencia contra las mujeres que estamos acostumbrados a ver en los telediarios, la violencia en pareja, sino una violencia contra las mujeres estructural y que todos admitimos. Realmente estamos hablando de una esclavitud que está a la orden del día y que vemos con nuestros propios ojos. Parafraseando a Kassandra, “nadie dice nada, como siempre: todos lo vemos pero no hablamos sobre ello”. Creo que esta novela era necesaria en ese sentido, en poner de relieve un tema que todos dejamos correr.

—Al final del texto dice: “Somos todas putas”. ¿Lo cree así realmente?

—Sí (risas), desde luego, somos todas putas porque todas somos rebeldes. Como toda mujer es rebelde a lo largo de su vida, se rebele más o menos, toda mujer va a ser una “puta” a lo largo de su vida. Entendiendo el concepto de “puta” como “mujer mala”, “mala mujer”. Una “mala mujer” es una mujer que no entra dentro de los parámetros que el sistema está marcando para ella.

—Dice en otro momento de la novela: “Yo no odio a los hombres, sólo quiero que la sociedad deje de odiar a las mujeres”. ¿Es lo que deseaba al escribir Memorias de una salvaje?

—Sí, indiscutiblemente también. No odio a los hombres, en absoluto. De hecho, la novela intenta dejar en el lector un poso de bondad masculina del que luego hablo, que creo que es muy importante también. Es importante que recordemos que pese a toda la violencia ejercida contra las mujeres, esa violencia ejercida contra las mujeres se ejerce por los hombres violentos.

—¿Una novela puede combatir el machismo?

"La escritura puede y debe combatir el machismo"

—Sí. La escritura puede y debe combatir el machismo. Si la escritura no lucha contra las injusticias, ni siquiera hemos escrito.

—Anteriormente había publicado varios libros de poesía. ¿Cómo ha afrontado la escritura de esta novela?

—Por una parte ha sido mucho más difícil de lo que pensaba en el sentido emocional. Pero en el sentido práctico, en el de la escritura propiamente dicha, me ha sido más fácil de lo que creía. Me he descubierto novelista. Soy más novelista que escritora prosaica.

—¿Por qué ha escrito Memorias de una salvaje? ¿Cómo llegó al tema?

—Puf. El tema de la trata de mujeres me llegó porque soy especialista en delincuencia organizada y en violencia de género. Entonces, si unimos ambos aspectos, la delincuencia organizada y la violencia de género, la violencia de género organizada es la trata de mujeres para fines de explotación sexual sobre todo. Pero la novela me llegó biográficamente realmente.

—Si tuviera que definir a grandes rasgos su libro, diría que es una mezcla entre Alicia en el País de las Maravillas, una partida de ajedrez y la saga de Stieg Larsson. ¿Cómo lo definiría usted en una única frase?

—Puf. Memorias de una salvaje es una anagnórisis dramática y heroica a partes iguales que intenta devolvernos a la esencia de lo que es realmente justo.

—Ha realizado un trabajo minucioso y exigente de documentación. ¿Cómo se ha documentado? ¿Ha utilizado fuentes directas?

—Las que ya tenía. Trabajé mucho tiempo en la universidad. Así que tuve por una parte esas fuentes y por otra también tuve fuentes biográficas, que creo que han sido las más importantes.

—¿Podría contarnos cómo fue el proceso de escritura?

"Escribir sin sentir no tiene cabida para mí. Escribir por encargo no me va"

—Impulsiva totalmente (risas). Soy una escritora impulsiva, soy una persona impulsiva para todo, y como escritora también. Escribo desde dentro. No puedo sentarme a escribir todos los días. Me lo recordaba todos los días, “te espera una novela”, y me ponía la alarma. Pero realmente cuando escribo es porque lo estoy sintiendo. Escribir sin sentir no tiene cabida para mí. Escribir por encargo no me va.

—Se suele decir que los escritores son brújula o mapa, atendiendo a su manera de afrontar el proceso de escritura. ¿De qué tipo sería usted?

—Soy brújula, y el norte lo tengo un poco perdido (risas). Soy escritora de vómito, siempre lo digo.

—¿Cuánto le ha costado escribirla?

—Temporalmente, al ser una escritora impulsiva (y soy una escritora bastante prolífica) no me ha costado mucho tiempo, la verdad. Pero emocionalmente muchísimo. Creo que después de escribir esta novela voy a seguir siendo la misma, pero viéndome desde otro prisma.

—¿Por qué eligió la tercera persona para esta narración? 

—Porque la primera dolía.

—¿Qué tiene que decir a quienes creen que es otra novela sobre putas?     

—Que dejen de decir que es otra novela sobre putas.

—En España la trata de mujeres con fines de explotación sexual es uno de los negocios que más dinero genera. Esta moderna forma de esclavitud nos ha convertido en el tercer país en número de esclavas sexuales y el primero en Europa. Más de 45.000 mujeres de todas las edades son explotadas sexualmente, agredidas y amenazadas. En Memorias de una salvaje cuenta la historia de una mujer que se mete en ese mundo. Kassandra recuerda de un modo muy explícito al personaje de Lisbeth Salander. ¿Cuáles fueron sus referentes a la hora de componer el personaje?

—Mi madre ha sido un gran referente para reescribir a Kassandra. También yo misma. Y en la nota de prensa de la novela se decía que recordaba mucho a una mujer a la que yo literariamente tengo mucho aprecio, Rosario Tijeras, de Jorge Franco. Creo que Kassandra tiene también un toque de ella.

—Su novela es muy física, transmite de una manera muy clara las sensaciones, los estados por los que pasa la protagonista. Está llena de figuras literarias que refuerzan esa evocación directa en el lector. ¿Por qué tenemos la sensación al leerla de que nos hemos subido a un ring?

"Es una novela descarnada, es una novela radical que se mete en la raíz. Una novela obscena a veces"

(Risas) Porque está hablando sobre la vida. La novela es muy realista, no es una novela sutil. Es una novela descarnada, es una novela radical que se mete en la raíz. Una novela obscena a veces. Sobre todo eso, descarnada y realista. Cuando tienes la sensación de estar metiéndote en un ring, tienes que pensar que es porque la novela es realista. A partir de ahí saca uno las conclusiones que quiera (risas).

—¿Qué espera de esta novela? ¿Del lanzamiento, del éxito de la novela?

—Me gusta tan poco la palabra «éxito». La odio. Esperar el éxito de una novela es esperar una mierda. Lo que espero de la novela es que la lea cuanta más gente mejor, y que la sienta cuanta más gente mejor. No es lo que espero, es lo único que espero.

—¿Ha pensado en una segunda parte?

—No. (Risas)

—La novela concluye con una nota que explica al lector los juegos metaliterarios que encontrará en la historia de Kassandra. ¿Cree que era necesario?

—Sí. Creo que sí.

—Es conocida en redes sociales por no autocensurarse a la hora de publicar sus opiniones personales. ¿Ha tenido, o se ha rodeado, de la misma libertad a la hora de escribir?

—Sí, porque la libertad la tengo yo. Si me la han intentado coartar me he plantado. No creo que la libertad tenga que venir de fuera, sino de uno mismo.

—Es reacia a mostrar su identidad en redes sociales (su personaje, Kassandra, en ocasiones tampoco desvela su identidad). ¿Por qué ese anonimato?

"Mi anonimato es una mezcla entre un homenaje a todas las mujeres que tuvieron que escribir desde el pseudónimo y realmente una protección"

—Mi anonimato es una mezcla entre un homenaje a todas las mujeres que tuvieron que escribir desde el pseudónimo y realmente una protección. Pero no una protección personal, porque hay muchísima gente, ¡muchísima gente!, a la que yo ni siquiera conozco, que sabe quién soy, que sabe mi nombre y a lo que me dedico. La gente piensa que no lo sabe nadie, pero no, ¡es un secreto a voces! ¡En mi ciudad lo sabe todo el mundo! No es una protección moral o una protección de prestigio personal. No tiene nada que ver con eso, porque yo soy una deslenguada y una desvergonzada y voy a seguir siéndolo toda mi vida, y me da igual. Es otro tipo de protección.

—Su perfil en Twitter es un altavoz de denuncia de algunas injusticias contra las mujeres. ¿Cree que algún día dejará de ser necesaria esta denuncia?

—No.

—Con asiduidad se culpa a la víctima de explotación sexual, pero hoy por ejemplo se publicaba la noticia de que la Justicia ha frenado la expulsión de una víctima de trata por razones humanitarias. ¿Cree que existe esperanza o ánimo para cambiar las cosas?

—Buff. Es que la Justicia no debería cambiarse. Si se debe cambiar no es Justicia, es Jurisdicción. Son cosas distintas, tristemente.

—¿De dónde ha salido “Srta. Bebi”?

"Cuando entré en el feminismo, entendí que el “Srta.” es muy machista realmente, es muy paternalista. Decidí apropiármelo"

—Iba a decir algo muy obsceno (Risas). ¡Ya sabes lo que iba a decir! Te voy a contar un poco de dónde viene. Srta. Bebi viene del acrónimo “Srta.” que es como me llamaban las monjas de mi colegio cuando me reñían, que me reñían mogollón (¡ya era una mala mujer entonces!). Luego, cuando entré en el feminismo, entendí que el “Srta.” es muy machista realmente, es muy paternalista. Decidí apropiármelo. “Bebi” es un mote cariñoso con el que me llamaba mi hermana. Mi hermana es mayor que yo y me llamaba así. Así que junté ambas cosas: el cariño de mi hermana, que es una persona a la que admiro mucho, y esa parte feminista reaccionaria del “Srta.”, me lo apropié. Así nació la Srta. Bebi.

—¿Cómo podríamos definirla los lectores para no romper ese halo de misterio?

—No me gusta nada definirme —comenta la escritora en voz baja—. Una chica con voz propia y bastante excéntrica, la verdad (risas). Nada más.

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España es el tercer país del mundo en consumo de prostitución, después de Tailandia y Puerto Rico. La prostitución se ha convertido en una oferta de ocio, como podrían ser ir al cine, al teatro, leer un libro o hacer rafting. La novela de Srta. Bebi es un «golpe directo» al machismo encarnado en esa violencia degradante contra las mujeres. Esta obra es un texto de ficción que da alas al renacimiento de varias mujeres que han sido violentadas desde muy jóvenes. Es un texto que abre nuevas puertas de esperanza para quienes parecían haberlo perdido todo. Memorias de una salvaje es un arañazo incendiario de una escritora valiente, acostumbrada a vomitarlo todo (ideas, poemas, retazos de su diario personal…), a golpearnos en el estómago con cada uno de sus tuits. Porque escribir es resurgir, y duele.

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